SER
SER
SANKARA
https://www.youtube.com/watch?v=Tl9dCSbCYEE
https://www.youtube.com/watch?v=9Vm0OpERQZI
SER
-.Consuelo Martín.-
Doctora en filosofía por la Universidad Complutense de Madrid, en 1981 le otorgó el titulo de doctora cum laude en Filosofía por su tesis Conocimiento y Realidad.
Especialista en filosofía advaita (no-dual) de la India
Libros recomendados de la Doctora Consuelo Martín:
SANKARA
LA VISIÓN ADVAITA DE LA REALIDAD
Consuelo Martín
Editorial Dilema, 2005
www.editorialdilema.com
ISBN: 84-9827-007-5
SER
BHAGAVAD GITA
con los comentarios advaita de Sankara.
Edición de
Consuelo Martín
Editorial Trotta, S.A, 1997, 2002.
www.trotta.es
ISBN: 84-8164-545-1
SER
CONCIENCIA Y REALIDAD
Estudios sobre la metafísica advaita
con la Mandukya Upanisad, las Karika de Gaudapada y comentarios de Sankara.
Consuelo Martín
Editorial Trotta, S.A, 1998.
www.trotta.es
ISBN: 84-8164-269-X
SER
UPANISAD
con los comentarios advaita de Sankara.
Edición de
Consuelo Martín
Editorial Trotta, S.A, 2001, 2009.
www.trotta.es
ISBN: 84-8164-545-1
SER
GRAN UPANISAD DEL BOSQUE
<<Upanisad Brihadaranyaka Bhasya>>
con los comentarios advaita de Sankara.
Consuelo Martín, 2002.
Editorial Trotta, S.A.
www.trotta.es
ISBN: 978-84-8164-548-4
SER
BRAHMA - SUTRAS
con los comentarios advaita de Sankara.
Edición de
Consuelo Martín
Editorial Trotta, S.A, 2000.
www.trotta.es
ISBN: 84-8164-385-8
SER
SÉ UNA LUZ
INVESTIGACIONES SOBRE EL SER Y EL CONOCER
Consuelo Martín
Editorial Dilema, 2008.
ISBN: 84-96079-05-8
SER
Contemplar LO ETERNO
Abriendo la Mente al Infinito
Consuelo Martín
Gaia Ediciones, 2012.
www.alfaomega.es
ISBN: 978-84-8445-448-9
SER
Meditar con el Astavakra Samhita
Consuelo Martín, 1996.
Mandala Ediciones
ISBN: 84-88769-42-3
SER
El Arte de la CONTEMPLACIÓN
La Aventura de Vivir con Lucidez
Consuelo Martín
Gaia Ediciones, 2007.
www.alfaomega.es
ISBN: 978-84-8445-195-2
SER
VIVIR EN ESPÍRITU Y EN VERDAD
...la Verdad que ilumina nuestra vida
Consuelo Martín, 2017.
Editorial Obelisco
ISBN: 9788491112075
SER
EL SILENCIO CREADOR
Consuelo Martín, 2017.
Editorial Dilema
ISBN: 9788498274011
SER
-.OM. Los conceptos de este libro puede ser de una gran inspiración para los buscadores espirituales sinceros o quemados, incluso pueden llegar a ser transformadores. Yo. OM.-
Extracto de:
La Revolución del
SILENCIO
El pasaje a la no-dualidad
Gaia Ediciones, 2002
Alquimia, 6 - 28933 Móstoles
Madrid
www.alfaomega.es
I.S.B.N.: 978-84-8445-049-8
Nota editorial
Con LA REVOLUCIÓN DEL SILENCIO Gaia Ediciones presenta a sus lectores una doble novedad.
Por una parte, con esta obra iniciamos una nueva colección denominada <<Advaita>> - <<no-dual>>, en sánscrito-, que como su nombre indica está dedicada a la noción y vivencia de la no-dualidad y, particularmente, al vedanta advaita.
Nos hemos decidido a dar este paso porque consideramos la concepción de la no-dualidad como uno de los mayores logros de la conciencia humana, y porque estimamos que la tradición hindú del vedanta advaita, sustentadora de tal concepción, se halla en la cima de la sabiduría de la humanidad.
Consuelo despliega aquí las cualidades y características del silencio, elemento que constituye la puerta a la vez que el meollo mismo de la vivencia no-dual.
Toda práctica tradicional tiene ineludiblemente un aspecto encaminado a llevar al practicante hasta el silencio.
Es en ese momento en que se detiene la actividad incesante del pensamiento donde reside la oportunidad de contemplar directamente lo que Es tal cual es y sin atributos, la Realidad en toda su pureza y libre de la maraña de proyecciones e ilusiones con que solemos distorsionarla mediante la charla mental.
Es ahí, también, donde se halla la posibilidad de realizar nuestra auténtica naturaleza, igualmente teñida y fragmentada por la mente pensante hasta recrear una imagen ilusoria de lo que somos.
Es en el silencio, en fin, cuando tiempo y espacio desaparecen en una conciencia que mora por siempre en un eterno ahora y un infinito aquí.
SER
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Investigar en el silencio es algo que escapa a lo establecido y aceptado en los hábitos mentales.
Por ello una investigación así requiere una actitud lúcida y tan sutil que pueda descubrir la verdad en el instante en que se crea.
Cuando se hace así no hay nadie que enseñe algo para que otros lo apliquen a su vida y vivan mejor.
El bagaje de conocimientos que integra el proceso de la mente pensante es justo lo que nos proponemos deshacer.
Romper la ilusión que hemos puesto en los saberes del pasado para guiar nuestra conducta.
Y quizá sea posible descubrir en un instante lúcido la realidad del silencio en relación a la acción espontánea.
Lo importante en el camino de realización de un ser humano es el momento de descubrir la verdad.
A partir de entonces sobran todas las normas y experiencias del pasado.
No se necesita recopilar información para adaptarla a situaciones concretas del vivir.
Llamamos silencio al preámbulo de la lucidez.
Silenciar es acallar lo conocido, lo que ya ha caído en la confusión de los opuestos pensados.
Por eso el silencio de las representaciones, de la interpretación relativa, es imprescindible para descubrir la plenitud de la lucidez.
Y la lucidez no toma en cuenta el pasado.
Es una conmoción, una revolución para la memoria repetitiva.
Las ciencias describen una interpretación de la realidad, entre las muchas posibles.
Mientras que el silencio es una lúcida apertura a lo real desconocido.
El silencio es una música inteligente, callada sí, como se dijo, pero no muda.
Porque en el silencio surge la inteligencia creadora, esa fuerza trascendente e inmanente que transforma la existencia humana.
SER
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APRENDER A ESCUCHAR EL SILENCIO
Al adentrarnos en el silencio se irá deshaciendo la visión relativa, el conocer como relación entre representaciones pensadas.
Y es entonces cuando se descubrirá aquello que para el pensamiento relacional es imposible: la presencia de lo uno, la unidad de conciencia.
Y eso es una revolución total en nuestra vida, abierta a la plenitud de ser.
Desde el silencio sabremos que todo lo que percibimos en el estado de conciencia dual no son sino maneras relativas de ver la única realidad absoluta.
Mientras nos adentramos en el silencio dejaremos los métodos y los esfuerzo para conseguir ser algo en particular o vivir mejor.
Y ha de ser así porque el silencio no es una cosa que pueda conocerse y adquirirse en el mercado de las convenciones ya sabidas y repetidas
Aprender a escuchar el silencio es aprender a ser y vivir con autenticidad.
Sólo lo auténtico es bello, por lo que la vida vivida desde la contemplación silenciosa de lo real es expresión espontánea de la belleza.
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Los momentos de temporalidad inteligentemente seleccionados por los sonidos, destacan el silencio profundo que subyace en lo atemporal.
Entonces el tiempo adquiere una dimensión nueva: la de la armonía y la belleza que inmoviliza nuestro ajetreo pensante.
La belleza de lo real, la verdadera melodía de nuestro ser aún no se ha escuchado.
Ni nadie podrá hacerlo jamás, ya que para escucharla es necesario serla y antes de que eso suceda ha tenido que desaparecer el <<alguien>>, el yo separado.
La verdadera música del silencio estará siempre por descubrir hasta que se produzca la revolución primordial: la disolución del yo separado en la belleza de la verdad.
No podemos escuchar directamente la melodía del silencio sin desaparecer junto con nuestro mundo pensado.
El aprendizaje es una atención vigilante, es escuchar la plenitud del ser allí donde parece que nada hay.
Donde no aparecen cosas en que pensar, la presencia de lo verdadero se revela como lo único.
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Creatividad es creación directa desde el silencio.
Sin él no puede darse la verdadera inspiración.
Aunque se intente falsificar con la astucia del repetido pensar que busca originalidad en lo raro, no hay inspiración sin aventurarse hasta <<el origen>>, la fuente de la inteligencia.
En una mente ocupada con pensamientos de lo que conviene hacer o de lo que se teme que suceda no podrá irrumpir la inspiración.
E inspiración es el contacto con lo desconocido que sólo se produce en la mente silenciosa.
El permitir que la luz ilumine lo temporal con la belleza de lo atemporal, es abrir un camino existencial.
Al hacerlo se descubre la libertad de la creación a través del instrumento mental.
Crear no es el mero añadir algo a la vida, una obra de arte, por ejemplo.
La creatividad es la raíz misma del vivir.
La vida creativa es bella y realizadora de instante a instante, siempre.
No requiera preparación ni técnica para ser ya una creación en plenitud.
Crear desde el pensamiento no es posible ya que el acto creativo tiene su origen en la plenitud del silencio, desde donde se concreta en un punto espacio-temporal.
Y el pensamiento sólo puede manipular datos conocidos, situaciones pasadas, lo que resulta un simple mover lo viejo de lugar.
El silencio es creador, por su capacidad de enraizarnos con lo real originario.
La creación que lleva a cabo el silencio es revolucionaria porque arrasa los surcos que la repetición de la memoria marcó en la historia de lo convencional.
El silencio de lo psicológico permite la contemplación que despierta la creatividad dormida en los hábitos existenciales.
Y la sabiduría acompaña siempre a la mirada contemplativa.
SER
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Adentrémonos en estas investigaciones dejando que, por la intuición de la verdad, los niveles conocidos del pensar lógico y el sentir psicológico vayan silenciándose.
Así podrá surgir la visión lúcida, contemplativa de lo real.
Lo que puede pensarse, lo que se puede experimentar y comprobar experimentalmente son las formas distintas de ser, no el ser mismo.
Lo que puede percibirse por los sentidos es, paradójicamente, lo menos real aunque sea lo fáctico con lo que nos manejamos diariamente.
En la cadena de símbolos pensados que dan sentido a una articulada sucesión de sensaciones no se halla la plenitud de lo real.
La realidad permanece siempre inaccesible.
Es necesario atravesar el silencio del conocer, el silencio de las cosas percibidas, para descubrirla.
Y desde el nivel habitual en que pensamos, recordamos y soñamos, será siempre desconocido.
Habitamos el silencio cuando somos silencio.
Antes sólo convivimos con el ruido de lo psicológico, atravesados por el ansia de ser algo y envueltos por el anhelo de la plenitud de lo desconocido.
El giro revolucionario de la mente, es más que una transformación pues trasciende toda forma.
Es la posibilidad de una conciencia-realidad nueva que va más allá de la conocida consciencia-pensante.
En ella descubrimos la belleza atemporal de aquello real desconocido.
SER
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La toma de conciencia del silencio, esta revolución solamente se efectúa en el descubrimiento; no en el pensar, analizar o crear dudas sobre el silencio, sino en descubrirlo.
No soy una entidad separada que habita en la superficie de la conciencia.
No soy nada más que una forma de esa Inteligencia total, por tanto soy esencialmente Inteligencia.
Pero si lo que llamo <<yo>> está entretenido en la superficie, con pensamientos, preocupaciones y cálculos, no habrá una apertura silenciosa para que la verdad se transparente, para que se ponga de manifiesto.
Aun cuando la verdad siempre esté aquí, ¿dónde está mi identidad para contemplarla?
Se silencia lo falso para que lo verdadero se presente, se silencia lo que aparece en la superficie para que lo real en lo profundo brille por sí mismo.
Es silencio del ruido innecesario que hace nuestra máquina pensante, para escuchar la verdadera melodía de la realidad.
Si queremos que se produzca esta revolución es necesario que descubramos el ruido ensordecedor habitual.
No hay verdadera revolución a un cambiar unas convicciones por otras, unas situaciones relativas por otras que también lo son.
Cambian las ideas, cambian los hechos, la conducta, pero no cambia la esencia de la visión.
De esa manera una distorsión en la mente desde ese lugar superficial en que vivimos produce distorsiones en cadena en la vida.
No vemos la distorsión que está en la mente porque no nos hemos acostumbrado a ver desde el silencio.
Estamos identificados con el pensamiento, creemos que somos eso.
Lo único que vemos es la proyección, una proyección desordenada, sin armonía, donde nos movemos entre luchas e inquietudes sin fin.
Notamos, eso sí, que hay frustración.
Sentimos en un momento dado alegría, felicidad, un sentimiento bello que luego desaparece y se transforma en una situación de agresividad, de apatía o de aburrimiento.
Vemos sólo proyecciones en la superficie de la conciencia, porque no hemos comprendido hasta qué punto el lugar desde donde estamos crea nuestra vida.
La posición interna está creando el mundo en que vivimos y esa realidad no nos viene dada desde fuera, se está fabricando todo el tiempo desde nuestras conciencias.
No se puede llegar con fórmulas exteriores a la armonía y la integración de la unidad de conciencia.
Aquello brota espontáneo desde dentro.
Es necesaria una toma de conciencia directa.
Cuando se trata de tomar conciencia global de qué es lo real, he de dar un giro en mi conciencia.
Estamos volcados hacia fuera y vivimos desde un centro equivocado a partir del cual giramos exteriormente, creemos que la realidad es todo aquello que recibimos a través de los sentidos y luego es pensado, clasificado y analizado.
Por eso no salimos de la computadora biológica humana, no salimos de la mente sensorial y mecánica.
Sumidos en esa limitación sufrimos porque notamos nos falta lo esencial.
¿Cómo podría ser de otra manera mientras vivamos en esa zona tan limitada de nuestro ser?
Es necesario descentrarnos de ese lugar restringido y vivir desde el centro real de la conciencia.
Muchos de nosotros habremos dedicado tiempo, nunca es demasiado, a descubrir qué es lo real en nosotros, nuestro verdadero ser, pero no a descubrirlo directamente.
Seguramente estaremos ya cansados de seguir las consignas de otros, hacer lo que es tradicional o hacer lo que resulta moderno; siempre repeticiones de las mismas cosas con ropajes diferentes según las consignas, a veces religiosas, a veces sociales, políticas, científicas o como quiera que las llamemos.
Simplemente hemos puesto en manos ajenas nuestra vida, algo tan importante como el sentido de la existencia.
Y las consecuencias de este abandono son enormes.
Una toma de conciencia de lo que es real en nosotros es lo primero, lo esencial.
SER
SER
¿Qué es real en mí, en mi conciencia?
Parecería que al investigar así no se piensa en los demás.
Se trata de un error característico de aquellas personas que nunca han silenciado las zonas superficiales de su mente.
Se suele formular así esta protesta: ¿Cómo voy a hacer una investigación en mi conciencia y despreocuparme del mundo con tantos problemas como hay que resolver?
Volcados hacia la manifestación externa se ven las cosas así porque no se ha comprendido todavía que toda esa proyección es consecuencia del lugar en que nos encontramos en la conciencia.
No puedo hacer nada para cambiar aquella proyección que, como la de una película cinematográfica, está en funcionamiento constante a partir de la conciencia de los seres humanos.
Nada más se puede hacer una cosa absolutamente verdadera, las demás son relativas.
Podré llevar a cabo cosas, relativamente bien, pero no transformará el vivir en una vida auténtica si no es a partir de un descubrimiento en mi propia conciencia, porque ése es el único camino real.
Al entrar dentro de mí empiezo a descubrir que no hay una conciencia separada.
En la superficie creo que hay separación, y desde la separación quiero arreglar los trozos rotos de alguna manera.
Pero no tiene mucho arreglo.
Intento unirlos pero las cosas que se pegan con pegamento fácilmente se vuelven a romper otra vez.
Es necesario que salga de la superficie y me adentre en lo profundo para descubrir esa unidad en el silencio; y desde esa unidad mi vida será espontáneamente nueva.
Ésta es la revolución.
Y ya estamos viendo que la acción se produce inevitable; es más, <<yo>> no la hago.
Llamo <<yo>> a ese conjunto de recuerdos, experiencias del pasado, datos de los sentidos pensados e interpretados o analizados.
Y eso que llamo <<yo>> no tiene nada que ver con esta transformación porque es un reflejo distorsionado de una realidad que desconozco.
Aquello desconocido es lo que verdaderamente soy, pero es como si no lo fuera; mientras no lo haya descubierto viviré angustiado y limitado a un fragmento de ser.
Quizá tenga algún atisbo de cuando en cuando, de que soy algo más de lo que parece; quizá proteste cuando en algún momento veo que se está considerando a los seres humanos como máquinas en muchísimos sentidos.
Tal vez diga: <<No, el ser humano es algo más>>
Pero ¿he descubierto, realmente, qué es ese algo más?>>
No podré hacer nada real mientras esté todo el tiempo volcado al reflejo externo.
He de descubrir la realidad, y así cambiará mi manera de actuar.
SER
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¿Cómo cambiará mi vida?
Cuando haya descubierto lo real, ¿haré ciertas cosas porque me han dicho que las personas que han descubierto la realidad lo hacen así?
Todo eso es falso.
Si me dedico a imitar a las personas que han descubierto la verdad, estaré haciendo una obra de teatro más de las muchas que hay en la vida.
Lo inteligente no es que yo adapte mi conducta a la conducta de una persona sabia.
Eso no es nada inteligente, es muy torpe, y es lo que se ha venido haciendo en todas las tradiciones devocionales y religiosas.
Aun cuando se hayan dejado las religiones organizadas, miles de personas van detrás de maestros y líderes.
Es curioso, pero el culto a lo lógico en el que se mueve esta sociedad despierta al mismo tiempo una sed de irracionalidad, por ser limitado en sí.
El estar siempre en lo racional y lo lógico crea una necesidad compensatoria de absurda credulidad, como el acto devocional de seguir maestros o imitar a alguien que prometa algo milagroso, algo con lo que inmediatamente se pueda hacer un ídolo y adorarlo.
Una idea externa que exalte emociones se transforma en un modelo y se adora.
Puede tratarse de una persona o una estatua, podría también ser una frase, un libro o cualquier cosa, cualquier objeto.
El caso es que siempre se está buscando algo maravilloso y milagroso que transforme la vida, aunque al tiempo se está encerrando en lo racional y utilitario.
Personas que han hecho un trabajo científico, profesores universitarios, hasta filósofos, muy hábiles en su mundo racional, sienten la necesidad de saciar esa sed de algo más y se vuelcan en una actitud devocional, de seguidores, repitiendo conceptos mecánicamente, para crear un ambiente emocional con la única base de la energía vital, sensorial.
Deberíamos tomar conciencia de hasta qué punto el hecho de encerrarnos en el pensamiento nos lanza a una posición irracional por esa sed que se mantiene en nosotros de lo verdadero de llegar a ser lo real.
Esa necesidad inconsciente cuando no hay iluminación, cuando no hemos descubierto lo que es verdadero, y por tanto no hay discernimiento, puede hacernos cometer todas las tonterías posibles al seguir cualquier cosa.
Decimos que las multinacionales económicas, por un lado, están arrastrando a la gente a través del consumo; pero, por otro, por la afectividad sin resolver, las esperanzas que se ponen en algo que notamos nos falta están produciendo también unas multinacionales emocionales.
Y ésa es la forma que la religión está tomando en nuestra época.
Muchas personas que han dejado las religiones bien organizadas, con autoridades, sacramentos, mandamientos y demás, están cayendo en esas enormes empresas emocionales.
El error de base es que se confunde lo trascendente, lo que supera la razón, con lo infrarracional.
Ambos son irracionales, pero lo uno arriba, por superación, y lo otro debajo, por no haber llegado evolutivamente.
No hay diferencia al cambiar de grupo, de secta, de nacionalidad, ni siquiera el ir de Occidente a Oriente cambia nada lo esencial.
Se sigue buscando hacia el exterior, con imágenes sensoriales, con la energía vital que organiza toda esa búsqueda y esa sed que nos llega de otro lugar desconocido para nosotros.
Es necesario que hagamos silencio de nuestros hábitos de pensar, para que en ese silencio se pueda producir el descubrimiento de lo real en nosotros.
Se puede afirmar, porque es una evidencia para quien lo vive, que ese descubrimiento acaba con todas las ilusiones, todas ellas nacidas del mismo error: proyectar hacia fuera la realidad que nos está llamando desde dentro.
En el silencio brotará el discernimiento.
SER
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Hemos de adentrarnos en nosotros mismos; cada uno de nosotros hemos de hacerlo.
Tendremos que pasar por esa aventura de silenciar lo superficial y adentrarse en la conciencia.
Nadie nos va a dar una energía especial por la cual, milagrosamente, llegar a una experiencia fantástica.
Eso está bien para las leyendas, para los cuentos, los cuales simbolizan a veces algo verdadero.
pero si queremos directamente descubrir la verdad tenemos que hacerlo por nosotros mismos.
Se camina mecánicamente hacia fuera, lejos del verdadero Ser, empujado por proyecciones mentales.
Cuanto más se vive a partir de imágenes exteriores, más fuerte es la sed interior porque más lejos se está de la realidad.
Y esta lejanía conlleva sufrimiento.
Cuanto más me alejo de mi propio Ser, más necesidades tengo.
Nuestra mirada está creando la realidad que vivimos, pero la vivimos hacia afuera y no somos conscientes de cómo se va haciendo habitual esa peculiar manera de mirar.
No sabemos desde dónde miramos.
Silenciemos esta costumbre mecánica de pensar, que tomamos por normal.
Es preciso observarla para que veamos cómo llegan pensamientos sin sentido a la mente, que está funcionando todo el tiempo como si se le hubiera dado cuerda, sin ningún motivo.
Aprendamos a estar en silencio, incluso en silencio físico.
Eso puede facilitar muchísimo este silenciar las zonas superficiales.
Podríamos estar callados y, no obstante, pensando, eso es obvio; pero tendremos más facilidad para darnos cuenta de que estamos pensando si guardamos silencio.
Hemos de integrarlo todo en el silencio.
Deberíamos estar siempre viviendo desde la verdad que hemos descubierto, y para eso vamos a hacer un trabajo intensivo en este silenciar el pensamiento dándonos cuenta de él.
No hay nada que induzca tanto al silencio como la contemplación de la verdad.
Por eso estamos permitiendo que la verdad se presente.
Porque a partir de ahí, nuestra mente superficial se quedará en silencio por comprensión, por reconocimiento de lo que es nuestro ser.
El contemplar la verdad conlleva un silencio de las zonas pensantes.
Al mismo tiempo la visión clara de lo real debe ser expresada.
La palabra, cuando se origina en la visión verdadera, no rompe el silencio.
SER
SER
El verdadero silencio es el que brota espontáneo al comprender.
Cuando caigo en la cuenta de lo que no había comprendido se produce en mi psiquismo una espontánea revolución que silencia lo falso y deja espacio a la revelación de lo verdadero.
¿Qué método puede seguirse para llegar a ese punto?
Al utilizar las conocidas pautas pensadas, y todos los métodos lo son, los resultados obtenidos estarán condicionados a las limitaciones del método.
Todo sistema para conseguir algo es creación pensada que no ha salido de la superficie de la conciencia.
Por ello obtendré algo dentro de ese mismo ámbito.
Lo mecánico conduce a lo mecánico, lo ilusorio a lo ilusorio.
¿Cómo podría salir del dominio del pensar mediante trucos también pensados?
Si anhelo el silencio liberador no buscaré entre las programaciones de la computadora pensante.
Por el contrario, habrá de aflojar las identificaciones que me atan allí.
Será un deshacer las ilusiones repetidas, un deshipnotizarme de los pensamientos que atraviesan mi psiquismo.
Desde los tiempos más remotos se aplican técnicas para no pensar: además de las atracciones sensoriales que nuestra sociedad presenta hasta la saciedad, conocemos la repetición de palabras, jaculatorias, rosarios, etc.
Estas prácticas, por supuesto, no conducen al silencio.
Mientras se investiga con la luz del discernimiento y la intención pura, la mente se mueve por lugares nuevos donde es posible encontrarse cara a cara con la verdad.
Constataremos que al referirnos al silencio hacemos alusión a silenciar lo falso en nosotros mismos.
Es deshacer la ilusión, el sueño en el que habitualmente vivimos.
Hemos de mirar que nada de lo que pensamos es aplicable a nuestra vida.
Ésta es una proposición revolucionaria que está a la espera de ser constatada y verificada en la acción.
Y eso es así porque no soy el pensamiento, aunque inadvertidamente viva como si lo fuera.
Mientras estoy pensando creo que veo la verdad de las cosas pero lo único que hago es barajar interpretaciones escuchadas a otros.
No descubro sino por serena observación que ver no es pensar.
Al separarme del proceso mecánico del pensar y darme cuenta de qué están formados los pensamientos, me llevará una gran sorpresa, será un hallazgo liberador.
Comprenderé que lo que creo es mío no me pertenece, es mera repetición de consignas adquiridas.
Me daré cuenta de que allí no hay creación viva.
Lo viejo se prueba una y otra vez con idénticos resultados de frustración.
Si se ve esto no es necesario hacer nada.
Simplemente me mantendré en serena lucidez.
No me identificaré con el pensar, así es como el pensamiento podrá ser un instrumento adecuado a la expresión de la visión directa inteligente.
Porque la inteligencia, más allá de las zonas superficiales desde las que habitualmente nos movemos, ve por sí misma, toma conciencia de lo que es.
La verdad no es una línea en un plano, es un círculo; o mejor: una esfera que estalla en la belleza de un acto creativo.
Mientras las líneas rectas van de un lugar a otro sin salir de la relatividad de la mente dual, la verdad amplía la conciencia sin dirección.
Es expansión al infinito.
Los datos sensoriales interpretados siempre de la misma manera crean una constante realidad aparente en la que nos movemos como si soñáramos.
Pensar siempre igual hace creer que la realidad es la misma.
A veces, sólo el aburrimiento, si no el dolor, nos saca de ese engaño.
La realidad se descubre haciendo el silencio de las apariencias.
Tendríamos que plantear una distinta manera de ver la realidad que no sea la ya sabida sensorial y pensada.
Seguimos consignas del pasado y al mismo tiempo desestimamos los descubrimientos profundos que podrían hacernos reflexionar de manera nueva.
Imitar la conducta de otro no tiene ningún sentido desde el punto de vista de la verdad.
No es así como se comunica la verdad.
Quien descubre lo verdadero en intimidad silenciosa se expresará de modo que incite a otros para que despierten la vocación por el propio descubrimiento.
No hay verdad en comunicar normas de vida, astucias para tener éxito en la acción.
Sólo es auténtico el hecho de crear un ambiente abierto a la posibilidad del silencio.
Así puede surgir el anhelo profundo por descubrir la verdad del existir.
Y ese anhelo, cuando es puro, auténtico, nunca queda frustrado.
SER
SER
Comprender la vida no es comprender palabras ni hechos.
Utilizamos esta palabra porque es bella en su etimología: comprender algo es capturarlo en lo total, con lo demás, incluyéndolo todo.
Es romper barreras interpretativas para dejar al descubierto la conciencia que todo lo incluye.
El descubrimiento de la verdad en el ámbito de la mente silenciosa es una expansión que ya ha derrumbado las barreras del conocer limitativo y permite una apertura a la realidad que es y que somos.
Éste es el punto esencial en el que brota el silencio creador y creativo en el vivir.
Las distintas formas de silenciar la mente que se irán revelando en la conciencia estarán insertas en el silencio total de la presencia de lo real en nosotros.
Esa presencia silenciosa abarca todo y cada cosa.
Está más allá de lo conocido, repetido y estudiado por el ser humano.
Nunca faltará voluntad o inteligencia para llevar a cabo esta bella y valiente aventura siempre que el impulso de la vocación por la verdad se encuentre en la mente y el corazón del buscador.
Porque abrirnos a la verdad para comprender coincide con reencontrar la inteligencia que yace en lo profundo de nuestra conciencia.
Y esa inteligencia, nuestra esencia, es quien hace el trabajo de inquirir y responder a la vez, el cual desemboca en inevitable revelación de la realidad.
Sólo hay una inteligencia; no es por tanto la mía o la de otros, es la única.
Destaparla es nuestra aventura.
Descubrirla es nuestra alegría.
Y se descubre en la lucidez.
Aprendiendo a ver lo que sucede en nuestro vivir se acrecienta la lucidez silenciosa y nos encontramos viviendo a partir de ella.
En el silencio encontramos lo que siempre fuimos inadvertidamente.
Por eso el silencio brotará al darme cuenta del movimiento del existir.
No se hace silencio al alejarse por unos momentos de las cosas que forman mi actividad diaria.
El silencio brota en la lucidez del darme cuenta de lo falso de una situación.
Y me doy cuenta desde la visión de lo verdadero.
Después, si nos quedamos en contemplación, en silenciosa quietud, en soledad serena, aquello que hemos comprendido en la acción habrá abierto ya un espacio nuevo en la conciencia para una nueva revelación de lo real en el espacio de la mente serena.
Contemplando en silencio se abren las puertas que permanecían cerradas en la mente y lo real se revela en un instante sin tiempo.
Buscamos la felicidad o plenitud presentida en la pautas conocidas y limitativas de la repetición de hábitos.
Se busca lo esencial en las meras formas reflejadas.
Se llama tradicionalmente sabiduría al paso de la luz por la mente.
La sabiduría brota espontáneamente al comprender en totalidad.
Y esa comprensión nos espera en el silencio.
Toda la energía del universo está en potencia en lo profundo de la conciencia, allí donde tenemos acceso a través del silencio.
Mientras nos encandilen los reflejos de lo que somos actuaremos como autómatas dormidos, y necesitaremos fantasías, mitos e historias.
No seremos libres si no hemos descubierto todavía esa capacidad de amor total, esa belleza, esa paz profunda, esa claridad de visión que podrá ser espontánea desde nuestra conciencia.
Hemos de despertar para ser libres y promover la libertad en los demás.
La libertad se promueve siendo libres y se es libre después de haber descubierto y contemplado el silencio y al vivir desde él.
Ese silencio es el puente hacia la realidad innombrable.
El silencio purifica la mente ofuscada por el error o la enfermedad.
Es el único bálsamo eficaz y definitivo, porque no se limita a mitigar el conflicto doloroso de lo falso sino que acaba con la hipnosis de la conciencia.
Estábamos dormidos por las ilusiones pensadas, cuando atravesamos el silencio profundo y se abrió ante nosotros la lucidez del despertar.
SER
SER
El primer paso es el silenciar los pensamientos.
Si no hay silencio del pensamiento no sabremos lo que es la verdad.
No hablamos aquí de aquietar el pensamiento, de pararlo forzadamente.
Nos referimos a no hacer nada con él, a dejar que se vaya silenciando ante la contemplación de la verdad.
El verdadero silencio del pensamiento sobreviene naturalmente cuando estamos en presencia de la verdad.
El silencio del pensamiento tiene que ser natural; y para que sea natural, verdadero, el pensamiento se ha de quedar respetuosamente al servicio de la verdad.
El pensamiento es reflejo de un residuo de aquel nivel donde están las verdades eternas.
No es una basura que hay que eliminar, no hay que mantenerlo rígidamente comprimido y contenido.
No entiendo por qué hay que controlar el pensamiento.
Cuando se fuerzan así las cosas lo que sucede es que un pensamiento está controlando a otro pensamiento, y ese pensamiento controlador es un impedimento enorme para profundizar.
El pensamiento controlador forma un centro o yo separado muy potente, un obstáculo para llegar a nuestra verdadera identidad, a lo que realmente somos.
Sea como fuere, por experiencia y contemplación se ve que el pensamiento no puede ser controlado porque siempre que hay control del pensamiento es el pensamiento el que controla.
Por tanto, ni acallarlo a base de repetición mecánica, que es como una especie de canción de cuna para dormir, ni controlarlo con otro pensamiento, ni que un pensamiento devore a otro, porque entonces se creará un pensar muy fuerte egocentrado y creeré que soy yo quien está controlando la mente.
Todo eso no es camino inteligente.
El camino inteligente es mucho más sencillo pero tan inesperado que, por la sorpresa que produce en nosotros al no estar habituados a ello, casi no queremos creerlo.
Consiste en enamorarnos de la verdad y contemplarla.
Primero tenemos que tener la verdad delante para poder enamorarnos de ella, ciertamente, pero por suerte en todos nosotros habita la inteligencia esperando ser despertada.
Y la inteligencia empieza por esa suave brisa de la intuición que ya conocemos.
Se presenta la intuición como algo que llega por inspiración.
Muchísima atención hemos de poner a este momento, para que no nos pase inadvertido, pero no confundir la intuición con esos rastros de instinto anteriores a la razón.
Una cosa es el instinto anterior a la razón, que tiene un propósito dentro del campo biológico vital en el que nos movemos mecánicamente, y otra cosa muy distinta es la intuición, que está por encima de la razón, no anterior a ella.
La verdadera intuición nos abre la puerta a la verdad.
Existe en todos nosotros una inteligencia directa.
Más allá de esa zona del pensamiento donde acostumbramos habitar, se encuentra el umbral de la verdad.
La inteligencia es nuestra verdadera naturaleza, por eso es posible siempre permanecer en ese lugar.
Se constata que ese lugar es una habitación deshabitada, un espacio vacío donde no viven la mayoría de las personas.
Las personas estamos en el pensamiento.
Y cuando se está allí, en el pensamiento, se está volcado, dependiendo de situaciones externas a las que hace referencia ese pensar de opinión, y a partir de ese pensar se imagina que se está actuando, creando la vida, desde un pasado a un futuro.
Todo esto es estar sumido en un profundo sueño.
Tanto que vivir así es como no vivir.
Vivir en el ruidoso espacio del pensamiento es casi no vivir.
En el lugar donde está la verdad, la claridad es infinitamente mayor que la claridad de ver las cosas a la luz del día, mientras el pensamiento es una zona de la conciencia muy limitada, una luz muy densa; allí surgen conceptos estrechos y deformados de lo que es la realidad y lo que es la vida, a los cuales consideramos realidad absoluta.
Cuando hablamos de la verdad no estamos hablando de una verdad relativa y particular de una cosa verdadera, de algo verdadero; hablamos de un estado de ser.
Se trata de cambiar el estado de ser, y al cambiar nuestro estado de ser cambia toda nuestra existencia.
La verdad es luminosa, claridad, es estar en la luz; es lo que somos.
Ése es el lugar de la verdad.
Y allí suceden cosas que pueden parecernos fantásticas, allí se ve todo tal como es.
Las causas de todo lo que aparece están allí, pero no en la relación de causa y efecto, sino como origen trascendente.
SER
SER
Nos parece que las realidades son entidades que el pensamiento ha creado a partir de nuestras sensaciones, a partir de lo que captamos con los instrumentos sensoriales.
Ésta es la visión opuesta, el camino equivocado y contrario al verdadero.
Cuando vemos la realidad así, la estamos viendo exactamente al revés.
Cuando entendemos la realidad así, no nos debe sorprender que nos sintamos mal, que a veces estemos deprimidos, otras veces exaltados, aburridos, tristes o agresivos, y toda esa serie de emociones que no controlamos.
Aquí comienza la obra inteligente que se espera hagamos los investigadores de la verdad.
Se puede formular así de sencilla: no tomar en cuenta las protestas del pensamiento.
El pensamiento está ahí, no le vamos a tocar, no vamos a distorsionar nuestra mente porque es expresión de la inteligencia, solamente no le vamos a hacer caso.
Nada más.
Este yo personal no puede comprender porque siempre lo que ve es lo que me conviene o lo que no me conviene, lo que pensarán los demás, lo que producirá buena imagen, lo que está bien para lo que me propongo, lo que tengo que hacer para que los demás me sigan, para resultar cariñoso y que me quieran.
Desde ese lugar, desde ese yo que es un cúmulo de pensamientos nunca podré comprender.
Debemos saber que, si en algún momento hemos tenido alguna intuición, no estábamos identificados con los pensamientos.
Si surge una intuición de la verdad, con la evidencia correspondiente, si serenamente vemos la verdad tal cual es, no habitamos ese yo pensado.
Por tanto, es fácil salir de él.
Aparecen fórmulas, algunas de moda, a partir de esas experiencias pensadas; por ejemplo, la afirmación generalizada de que no es posible llegar a la verdad, pues todas las verdades son relativas y cada uno tiene su opinión de la verdad.
Es uno de los pensamientos más negativos que existen, porque cortan al ser humano en su anhelo más auténtico, el de investigar lo que realmente es.
Quedarnos en silencio, en soledad de cuando en cuando y mirar todo lo que va pasando por la mente.
Sólo entonces sabríamos de qué está hecho el pensamiento y no lo tomaríamos en serio.
¿Conocemos lo que el pensamiento es?
Es un fantasma, una sombra de la verdadera luz; no es nada y nos estamos dejando mover por esa nada.
Las emociones son el ruido del pensamiento, porque se van formando alrededor de opiniones, de creencias equivocadas.
No existe en la contemplación de la verdad.
Cuando estoy en ella no hay nada de eso que produce el pensamiento.
Al imaginar que el mundo está hecho de realidades, creo que el miedo es real, que la tristeza es real, y a esas emociones internas les doy tanta fuerza que vivo a partir de ellas; en lugar de vivir desde la verdad, vivo a partir de la ambición, desde el miedo, desde los celos, por compararme con otros.
El vivir no es una lucha al exterior; vayamos hacia dentro e iremos viendo cómo cambia el sentido de la vida.
Miremos la vida por el lado derecho, no por el revés, y entonces notaremos que se van sucediendo las cosas de otra manera.
Notaremos que cada cosa está en su lugar, y cada ser humano está aprendiendo lo que tiene que aprender en su momento.
SER
SER
En el estado verdadero hay un fluir espontáneo al vivir que está determinado por la inteligencia.
No pretendamos que el pensamiento lo comprenda, el pensamiento está condicionado ya.
Ha sido programado para creer unas cosas determinadas y sigue por rutina creyendo esas cosas.
La visión de la verdad es revolucionaria.
Rompe con aquello que funcionaba mecánicamente y siempre se veía de la misma manera, rompe con las creencias, las deshace, sin ninguna violencia, simplemente con la mirada.
Cuando aparece la luz, ninguna sombra puede mantenerse.
En la mirada verdadera las creencias equivocadas, los errores, no pueden permanecer.
Permanecían ocultos al acecho, en la sombra, pero cuando aquello está iluminado ya no pueden ocultarse más.
Cuando esto suceda tu vida brotará espontánea desde la inteligencia que eres.
Lo que estamos descubriendo no es con esfuerzo, no es un gasto de energías, es al revés, un volver al centro desde donde la energía se expresa.
La lucidez es energía en su estado más puro, es el origen de todos los niveles de energía.
Cuando vas siendo más lúcido te encaminas hacia ese potencial, no tienes que emplear energía física para ser lúcido.
Cuando estás en un estado de lucidez, cuando estás presente, ahí está todo la energía.
La realidad es así.
La realidad está más allá del espacio y del tiempo.
El espacio y el tiempo son formas o modos con los que la mente interpreta la percepción limitada en este experimento que llamamos nuestra vida.
No es real el espacio, no es real el tiempo; son modos de encasillar, de representar un mundo en nuestra mente.
Son categorías, son modos de ser, no es la realidad.
Y vivimos a través de esos moldes separativos como si fueran reales.
El Ser escapa a todo lo que pensemos sobre él.
Nuestro nivel de lucidez, el darnos cuenta, el mantenernos ahí despiertos a la inteligencia está por encima del espacio y el tiempo.
La verdad no se ajusta al espacio y al tiempo.
Hay un nivel de nuestra mente que es espacio-temporal y, a partir de ahí, se ven las cosas tal como las vemos.
Pero una vez que salimos de ese nivel limitado no hay espacio ni tiempo, lo que hay entonces se ha llamado eternidad.
La verdad, por tanto, es eterna.
SER
SER
Si el pensar hace ruido e impide una penetración en lo real, en nuestra conciencia, también el sentir está todo el tiempo haciendo un ruido innecesario que nos ofusca.
El sentir, igual que el pensar, es una capacidad natural en la existencia, pero vivimos los sentimientos con un sentir egocentrado basado en una falsedad.
Y lo falso es que no hay algo separado de lo demás, no hay posesión de sentimientos, no hay separación en la conciencia entre yo y los otros.
Las separaciones son pasajeras dentro del juego relacional del existir.
Aparecen distintas formas, y cada forma tiene una situación que se dedica a algo distinto en un momento dado, pero todo esto sucede en el espacio-tiempo, y no es real.
Creemos que el movimiento existencial es lo real, pero es solamente una apariencia que ha tomado la realidad.
La realidad puede adoptar muchas apariencias.
Estamos viviendo ahora esta apariencia de realidad, lo mismo que en un momento un artista hace una obra de teatro y podría hacer otras, pero en cada momento se está centrado en hacer el personaje que se le ha señalado; después terminará y representará otro completamente distinto.
Ése es nuestro caso.
Y al representar un drama cometemos el error, con consecuencias funestas, de identificarnos completamente con el personaje que representamos.
Nos identificamos con aquel papel que se nos ha dado en la obra, nos creemos que somos eso, los instrumentos para hacer esa actuación.
Es el gran error de nuestra mente.
Por sabiduría podríamos aprender a no apegarnos a las cosas porque todas son cambiantes.
Pero rara vez percibimos esa circunstancialidad, esa impermanencia constante en nuestro sentir.
Imaginamos que el sentir es algo que permanece como nuestro ser, y actuamos pensando que ese sentir es lo que realmente somos.
SER
SER
Cuando divido me quedo detenido en una ilusión de realidad.
Pero ya no es la realidad totalizadora.
La inteligencia es total, según hemos estado investigando, por eso al identificarme con algo toda mi inteligencia está en un fragmento mientras el resto queda oscurecido.
Pero si mi inteligencia está puesta en todo y desde esa totalidad poso la mirada en algo, entonces ese algo es un punto del espacio-tiempo de la realidad total, donde encuentro toda la realidad.
Queremos decir que podemos centrarnos en toda la realidad con toda la inteligencia.
Y esto que parece absurdo es, sin embargo, verdadero, y se puede vivenciar para comprobarlo.
Cuando dicen los textos orientales que este mundo es irreal, dicen la verdad, pero no tal como interpretamos el término irreal: el término irreal no se puede interpretar como algo opuesto a la realidad porque no hay nada opuesto a la realidad, y al interpretarlo así nos hacemos un lío increíble.
No hay nada más que lo real, eso es lo que hay.
No puede existir algo irreal, es decir, opuesto a lo real.
Lo único que puede haber es una visión parcial, errónea, relativa de la realidad, y a eso se refieren los filósofos de la tradición no-dual cuando dicen que el mundo es irreal.
En la experiencia habitual hay una visión errónea, distorsionada, soñada, un reflejo, una fantasía, una interpretación de la realidad pero no la realidad en sí.
Será sólo una manera de ver, una proyección, un aspecto separado de la realidad.
Y al separar un aspecto de la realidad, estamos cayendo en la ilusión.
No queremos decir que acabemos con la capacidad de nuestra mente de analizar cosas, lo que sí se quiere decir es que cuando estamos analizando no hemos de estar identificados necesariamente con una parte.
Podría estar en lo total y desde allí analizar lo particular.
Cuando se van cayendo las emociones, al entrar en el silencio de la conciencia se deshacen los opuestos.
Allí no hay amor ni odio, ni lo bueno ni lo malo, ni el placer ni el sufrimiento, ni lo que me gusta ni lo que no me gusta.
Sólo lo que es existe allí.
Y lo que es plenitud, sin carencia, sin oposición, es puro amor sin opuesto.
El verdadero amor es una expansión en la unidad de conciencia.
Solamente desde el silencio podemos descubrirlo.
Es necesario el silencio.
El silencio de los pensamientos, hemos dicho, se produce espontáneamente cuando vemos lo que el pensamiento es; de la misma manera el silencio de las emociones se produce cuando observo las emociones.
El camino verdadero pasa por observar las emociones, tanto las positivas como las negativas, y desprenderse lo mismo de unas como de otras.
Esto es algo que no interesa a muchos.
Casi nadie quiere desprenderse de las emociones positivas aunque todo el mundo quisiera estar desapegado de las negativas.
Desafortunadamente, esto es imposible.
Cuanto más pasión ponga en identificarme con las positivas tanto más apasionada será mi identificación con las negativas, porque son dos aspectos de la misma situación.
Nos cuesta aceptar que el amor y el odio sean dos aspectos de lo mismo.
SER
SER
Tal vez nos preguntemos cómo una persona puede vivir sin ningún deseo, sin sentir ninguna carencia.
¿Es eso posible?
Estamos constantemente pasando del plano del ser, de lo que es real, al plano de lo manifestado, de lo que aparece en el espacio y en el tiempo.
Pero una cosa es lo que es y otra lo que aparece.
Hemos dicho al principio que el artista de teatro es realmente su persona, con su nombre, y otra cosa es lo que está representando en la obra de teatro.
Ahí vemos que hay un plano de realidad y un plano de apariencia.
Si hablamos de irrealidad quizá creamos que es lo opuesto a la realidad.
Así se producen conflictos; mejor no utilizar el concepto de <<irrealidad>> sino el de <<apariencia>>, que es aquello que parece una cosa pero es otra.
Seguimos identificados como si la apariencia fuera la realidad, como si esa relatividad no significara apariencia.
Relativo es lo que no es en sí mismo, y lo que no es en sí mismo no es real.
Si prescindimos de los sentidos y contemplamos directamente a través del silencio de la conciencia, descubrimos la realidad no mediatizada por la interpretación sensorial o pensada.
En el vivir no necesito identificarme con lo que está sucediendo para vivirlo intensa, serena e inteligentemente.
Si voy a penetrar en el silencio los pensamientos que vengan
-soy bueno, soy malo, soy culpable, el otro es bueno, el otro es malo, es culpable- los tengo que eliminar porque no son más que un estorbo, un ruido que impide penetrar en la realidad.
Entretenido con ello, no penetro en lo verdadero.
Tanto si considero culpable al otro como si me considero culpable a mí mismo, sea como fuere, estaré debatiéndome en la superficie.
No habrá nada real así.
SER
SER
El intelecto, el lugar donde se manipulan conceptos, representaciones de la realidad, no es el techo de nuestra inteligencia.
Existe la posibilidad de trascender el intelecto y hacer una llamada al silencio.
La Inteligencia hace esa llamada.
El silencio no aparece cuando se acalla la mente, como tantas veces hemos oído; surge cuando la mente está callada porque ha comprendido.
Podemos tratar de silenciar el pensamiento con algunos trucos, para encontrar una sensación de tranquilidad.
Eso nos agrada y es mejor que estar tenso y con ansiedad, pero no debemos llamar a eso silencio.
El estado de silencio al que nos referimos, el verdadero silencio, pasa por la Inteligencia, esa inteligencia que no es patrimonio de unas cuantas personas, que es total, única.
Detrás del pensamiento, la visión clara, inteligente, nos acompaña a penetrar los misterios del silencio.
Allí nos encontramos con nosotros mismos.
La inteligencia es de tal manera nuestra propia naturaleza, que no somos más que eso; no somos más que inteligencia.
No tiene sentido que un ser humano sienta que le falta claridad, que no tiene inteligencia, porque está hecho, precisamente, de eso.
Es justo el material del que estamos hechos, del que está hecho todo.
Todo es conciencia.
Algo es más consciente o menos consciente, y eso es el trabajo del ser humano, el irse hacia un poco más consciente cada día.
Cuando hay inconsciencia, hay oscuridad, hay confusión, y cuando va apareciendo la luz, cuando hay más conciencia, las cosas se ponen en orden, hay armonía, hay belleza, hay paz, hay amor, hay serenidad, hay bondad.
No es que el ser humano traiga una luz a este mundo, sino que todo ser humano es esa luz y todo lo demás son distintas maneras de ver, de tapar esa luz, de ir disfrazándola.
Al desenvolverse todas esas envolturas que ha ido haciendo nuestra mente por estar dormida, ese hipnotismo en el que hemos ido cayendo, vamos descubriendo que somos luz.
En ese momento, van deshaciéndose multitud de prejuicios e ideas equivocadas.
No unas cuantas cosas, ni siquiera muchas cosas; va cayendo absolutamente todo, y cuando se diluye lo que nos han enseñado, nuestras necesidades psicológicas a todos los niveles, nuestros deseos, nuestros miedos, nuestras doctrinas, nuestros dogmas, las teorías filosóficas, políticas, religiosas, cuando va cayendo todo, cuando al ser humano le parece que se va a quedar sin nada, entonces es cuando descubre su plenitud.
Al dejar todo lo que no es, al írsele cayendo de entre las manos todo lo falso, aparece espontáneamente lo que realmente es: Aquello que es indescriptible, que no se puede expresar con palabras, aunque estoy dedicándome ahora a expresarlo.
De estas paradojas está llena la vida.
Aquello que no cabe en ninguna estructura del pensamiento, Aquello, no obstante, se está expresando constantemente.
Se expresa de una cierta manera y cuando estamos despiertos, lo notamos.
Hemos de atravesar la zona superficial de la conciencia, donde estamos habitualmente, pasar del pensamiento a un lugar donde la inteligencia ve las cosas directamente tal cual son, pasar de una zona discursiva, en la que el pensamiento da vueltas, analiza, calcula, compara.
Hemos de pasar de ese lugar donde habitualmente estamos al lugar donde no estamos sino que somos.
Tener experiencias emocionales no da sentido a nuestro vivir.
A todo el mundo le agrada tener una experiencia bonita, un sentimiento profundo, pero eso no nos realiza.
Porque los sentimientos vienen y van, aparecen y desaparecen, están en la zona del movimiento de la vida.
Pero cuando hemos traspasado esa zona del pensamiento y hay una comprensión real, es decir, una visión directa de la verdad, Aquello permanece, Aquello se realiza, porque verdad y realidad son una misma cosa.
La verdad a la que me estoy refiriendo no tiene opuesto, está más allá de los opuestos.
No es una idea verdadera y otra falsa.
La verdad es un estado de conciencia que unifica todo.
La verdad de la que tratamos es absoluta, es un estado en el que entramos cuando estamos inmersos en un estado de lucidez.
Y a partir de un estado de lucidez aparece el silencio, pero el silencio creador, el silencio que crea, el silencio iluminado.
El silencio iluminado transforma absolutamente, transforma la vida de la persona.
No importa el tiempo que transcurra, está más allá del tiempo.
Transforma todos los caminos trillados y los hábitos, la conducta convencional, las maneras de actuar que nos vienen por herencia familiar, racial, histórica o social.
Todo eso queda iluminado porque la visión directa de la verdad nos deja completamente inocentes.
Limpios de todo lo condicionado, de todo lo viejo, nos abre a esta dimensión nueva desde donde aparece, en cada momento, en cada instante, el silencio luminoso como expresión de aquel estado.
SER
SER
Hacemos las cosas a través del pensamiento, y el pensamiento divide y separa.
Vemos las cosas a través del mundo sensorial y damos realidad a esa sensaciones como realidades separadas, independientes de la conciencia que las está creando.
Vemos a otros seres humanos como si fueran una realidad aparte.
Cada forma que se presenta a nuestros sentidos, cada forma externa, nos parece una realidad independiente.
Gran verdad: que no estamos separados.
Es en el silencio, más allá del pensamiento que divide, donde descubrimos ese estado de unidad de conciencia que es indescriptible por el pensamiento; como es lógico, porque el pensamiento divide y separa.
Cuando una mente descubre la verdad, desvaloriza los argumentos y los títulos.
Al descubrir la verdad, no necesita ninguna autoridad.
Prescinde de todo lo que le han dicho.
La ha encontrado por sí mismo y es suficiente.
El único camino que tenemos para aceptar esto es comprobarlo por nosotros mismos, descubrirlo.
Al descubrirlo, es una evidencia.
Ya nadie nos podrá convencer de lo contrario.
A partir del momento en que lo descubrimos, lo que hacemos es una expresión de Aquello, transparentar Aquello, dar testimonio de Ello, comunicarlo es inevitable.
¿Por qué?, podríamos decir.
Es mejor, si tienes una experiencia de éstas, callarla porque nadie la va a comprender.
Eso no es posible hacerlo.
Porque lo primero que se descubre es que no hay muchos seres humanos, ni siquiera dos.
La conciencia es una, una zona de la conciencia que pasa por mí está en comunicación inevitable con las otras zonas de la conciencia y, de una manera natural, surge aquella comunicación que era imposible a partir de un nivel de pensamiento aislado.
La compasión, el amor, la comunicación entre los seres humanos es espontánea, es natural cuando sabemos que no estamos separados.
En el lugar de atención en el que entramos al ver unas verdades nuevas se produce un estado de contemplación.
La mente se queda en contemplación de la verdad, se queda en silencio, se queda asombrada, se queda respetuosamente callada ante algo que es más grande que ella, ante una Presencia que la sobrepasa.
Ése es el estado de meditación verdadero y sobreviene cuando la mente, porque ha comprendido, porque ha visto la verdad, se queda en silencio.
Cuando nos damos cuenta, en un instante, de que todo está ahí, cuando vamos un poco más allá y nos encontramos con una mente silenciosa, en calma, ¿qué ha sucedido?
Ha habido una comprensión.
Que no analice el pensamiento qué nivel de comprensión, que no compare si es una comprensión mayor o menor, o si será esto lo que dicen los textos que es.
No importa.
Lo que importa en este camino es que al ver la verdad se haga una conmigo mismo.
Si hemos vislumbrado que hay ahí una verdad, ya hemos dado un paso más allá del pensamiento.
Hemos descubierto algo de lo que es la lucidez, la naturaleza del ser humano profunda.
No lo añadido, no lo que el pensamiento ha inventado, sino lo que descubrimos al contemplar ese resplandor de inteligencia que silencia lo falso.
SER
SER
Descubrir el silencio mediante la inteligencia es integrador de todos los aspectos de la conciencia que estaban separados y disgregados.
Un ser humano libera la Inteligencia -porque eso es lo que ocurre-.
No es que yo adquiera inteligencia, no; nadie adquiere inteligencia, nadie consigue nada.
Lo que sucede es que la inteligencia que estaba atada, que estaba limitada, que estaba como encerrada en moldes del pensamiento, en estructuras rígidas y erróneas de maneras de pensar, por apertura de esos moldes y de esas estructuras, se libera.
Es el descubrimiento de la libertad.
Ser libre es ser eso.
Ser libre es darse cuenta de que, dentro, un ser humano tiene todas las posibilidades, porque él es la conciencia total y puede expresar una posibilidad u otra según la demanda de cada momento, y hay alegría al expresar espontáneamente lo que en el momento ve como adecuado.
Aunque las circunstancias sean en un momento dado agradables y en otro momento dado desagradables, aquella conciencia profunda, que es, y que es felicidad, que es claridad, que es plenitud, está siempre ahí.
Un ser humano es libre cuando descubre en el silencio de su mente esa conciencia de unidad, esa plenitud de ser.
Como afortunadamente todos, cada uno de nosotros, tiene esa libertad en su interior, y tiene esa plenitud y ese esplendor de la Inteligencia dentro, todos podemos intuirlo y todo podemos, en un momento dado, vivirlo.
SER
SER
Abrámonos al diálogo.
Cuando el diálogo es espontáneo surge de la Inteligencia una.
Y entonces la pregunta y la respuesta están apuntando a la unidad.
Es como una flecha que va hacia la Inteligencia una y vuelve desde allí totalizadora.
Pregunta.:
Para llegar a esta Inteligencia, pienso, a nivel personal, que habiendo tenido la ayuda del yoga, y viendo lo poco que he avanzado, y luego, observando a nivel mundial que tampoco se está avanzando demasiado, pienso..., que se debería tener otras pistas, algo que pueda servir para llegar a esta Inteligencia.
Consuelo.:
A ti que te parece, ¿hay una salida para el ser humano o no la hay?
P.:
Pienso que la hay y tenemos que intentar encontrarla.
Consuelo.:
El hacer yoga o cualquier otro método está condicionado a la actitud del que lo hace.
Se crea un ambiente, se crea una situación, por si acaso en ese ambiente, con esos movimientos, con esa forma de respirar, una persona descubre algo, pero pudiera ser que no descubriera nada.
Solamente se está movilizando el mundo superficial del pensamiento y las sensaciones.
Y si en un momento dado, observando las sensaciones, observando los pensamientos, o de alguna de estas maneras, me doy cuenta que las cosas no son como parecen, entonces me empiezo a transformar.
En la medida en que me vaya dando cuenta, mi transformación será más rápida.
En la medida en que no me doy cuenta de nada y sin embargo lo hago todo muy bien, es decir obedezco perfectamente, hago las técnicas tal como me han dicho, pero completamente dormido, no se produce ningún cambio en mí.
Por ello muchísimos seres humanos hacen ejercicios con constancia y los cambios no aparecen o se producen a un nivel superficial.
La preparación exterior crea un ambiente para que aparezca algo que es completamente incausado, que no depende de ninguna condición externa.
P.:
Entonces, ¿no se puede seguir ningún método o religión para realizarse?
Consuelo.:
¿Cuál es el sistema que hay que seguir para que un ser humano sea libre?
Si existiera, todo el mundo sería libre ya.
Pero no hay ningún sistema, porque cualquier método es creación de la mente dual, condicionada, de la mente que separa, que analiza, que calcula.
Ha nacido ya de un error.
Todo método nace de un error: el de creer que yo estoy en un lugar y puedo alcanzar otro; creer que estoy limitado y me falta conseguir algo para ser mejor, para ser más; creer que yo soy una criatura insignificante pero que Dios es el Creador y que si acercándome a Él y pidiéndole algo consigo ablandar su corazón, a lo mejor me da algo que necesito.
Todo esto es muy humano y ya sabemos que funciona así desde el punto de vista de las emociones humanas, o a nivel religioso o a otros niveles, pero tiene un error de base.
Ha nacido del pensamiento.
Todo lo que ha creado la sociedad, incluyendo la religión, ha nacido del pensamiento.
P.:
¿No ha habido personas religiosas que se han realizado en silencio?
Consuelo.:
Sí, algunos religiosos han descubierto, han vivenciado algo más allá.
Pero la religión como organización es un elemento creado por el pensamiento y es para alimentar el pensamiento.
Esto está claro.
Son representaciones, son fórmulas, son normas, son cosas, no es algo creativo.
P.:
¿Que es lo creativo?
Consuelo.:
Si quiero vivir algo nuevo, creativo, tengo que descubrirlo en cada instante.
Si seguir un método o un camino religioso nos parecía difícil, esto, sin método, parece todavía más difícil.
Más que difícil, es imposible.
Es imposible cuando se está en ese lugar condicionado y repetitivo del pensamiento.
Sin embargo, en un instante de inspiración, descubres la verdad y estás libre del pensamiento.
Eso es creativo.
A nuestra mente le cuesta desprenderse de lo viejo y descubrir las verdades.
Cada instante es nuevo, depende en general del amor a la verdad que tengamos.
Si tenemos mucho amor, seguimos mirando y mirando y observando bien con cuidado.
Esto no es lo que parece, nos decimos.
Y nos vamos dando cuenta poco a poco de que nada es lo que parece.
Y ése es el camino directo.
Ésa es la vía directa.
SER
SER
Adentrarnos en el silencio es entrar en una dimensión desconocida a la que desde siempre se ha llamado lo sagrado.
Al mismo tiempo el pensamiento, en esta como en otras muchas ocasiones, ha confundido la intuición de lo sagrado y la ha dado formas, adaptándola a situaciones, a épocas y a modas.
En cuanto a la intuición de lo sagrado, esta puerta es de una gran importancia, ya que no es concebible que el ser humano se realice si no tiene esta intuición de lo que va más allá de sus límites, es decir, lo que tradicionalmente se ha llamado una dimensión trascendente.
La distancia entre el ser humano y aquello sagrado, ¿es real?
Me temo que ese espacio inmenso entre el ser que somos y lo divino no es real, sino pensado.
Al ser pensado, en cualquier momento puede deshacerse si por un instante surge la visión de lo verdadero.
Y entonces ese abismo desaparecería.
SER
SER
Investiguemos si es posible la verdadera religiosidad, la que permite una apertura a lo sagrado.
Lo sagrado es ese gran descubrimiento, no es una persona, no es un mundo, un cielo que nos está esperando.
Lo sagrado es una revelación, pero no tal como se entiende habitualmente; no se trata de unas palabras que Dios personalmente ha dicho al oído de alguien.
Es algo infinitamente más inteligente que sobrecoge por completo nuestra mente, más que el estar frente a una escultura simbólica o leer unos textos repetidamente, más que cánticos o mantras, según unas tradiciones u otras.
Eso puede movilizar emociones, pero lo que verdaderamente deja la mente anonadada y respetuosamente en silencio es la verdad sagrada: el estado de unidad.
El pensamiento no lo podrá comprender.
No hay nada más que uno, sólo la conciencia una.
No hay dos, yo y lo otro.
Si queremos llamar a esa conciencia única Dios, entonces lo único que hay es Dios.
No existe Dios y los seres humanos, y si prefiriéramos llamar a eso conciencia, lo único que hay es la Conciencia, y si lo denominamos lo real, solamente lo Real existe y no hay nada fuera de ello.
Ante esto en verdad el pensamiento ha de quedarse en silencio, porque le sobrepasa por completo.
Contemplar el silencio sagrado es permanecer en la ausencia de lo conocido, abiertos a lo desconocido.
Aquello sagrado no tiene nombre adecuado ni se puede nombrar, se le pueden aplicar muchas palabras pero ninguna le corresponde exactamente porque cada palabra se refiere a un aspecto de la realidad que se separa del otro.
Lo que creemos ser no es más que una limitación de lo que realmente somos.
Esta vía nos lleva directamente a un estado de plenitud, de potencia máxima de ser, de energía, de amor y de inteligencia, porque somos esa energía total, y esa inteligencia total.
Ahí está el fondo de lo que realmente somos.
Si contempláramos en silencio aquello desconocido, aquello que intuimos como lo sagrado, más allá del origen de todo, en esa contemplación se desharía el contemplador.
El camino contemplativo es vía inteligible e inteligente para llegar a ser lo que es.
Y para transitarla es necesario el desengaño de lo que no es.
La contemplación deja la mente en un estado de sencillez, de respeto, de anonadamiento.
En ese sentido una presencia silenciosa inunda por completo nuestro psiquismo, lo transforma y vivifica.
En contemplación me olvido totalmente de lo que creía ser, de lo que me entretenía mientras me identificaba con el pensamiento, de eso que llamaba mi vida, mis metas, mis problemas, mis necesidades, mis amores, mis posesiones, mis negocios.
Se produce un olvido total de lo aparente al contemplar en silencio lo que es.
Es vía directa siempre que le acompañe un total olvido, un completo enamoramiento.
Plantearme llegar a esa presencia de lo divino, descubrir esa presencia de lo sagrado, arribar al estado de unidad sin soltar algo de lo que no me puedo desprender, algo que sigue interesándome, supone andar un camino ilusorio.
Porque lo haría con una condición previa, queriendo que lo sagrado que es lo total fuera útil a esta persona particular, que es imaginaria.
Y al actuar de esa absurda pero habitual manera estaría queriendo conseguir algo de aquello sagrado para esta persona particular que he inventado.
Y así lo hago una y otra vez, y en muchas ocasiones protesto porque no me sale bien, o no tengo capacidad para ello, o es un engaño que no funciona.
SER
SER
¿Conocemos el espacio silencioso situado en lo profundo de nuestra conciencia?
Ese espacio que se expande sin límites, que lo abarca todo, está vacío cuando nuestra mente está llena de ilusiones, llena de fantasías.
Y cuando nuestra mente está vacía, vacía de ilusiones, entonces está lleno, hay plenitud.
Vaciarme de lo conocido es sentir la plenitud de lo desconocido.
Cuando me estoy llenando de lo conocido, estoy creando el vacío en mi interior, y empiezo a pensar que la vida es caótica.
La vida tiene sentido a partir de ese vacío, de ese silencio de lo conocido, porque entonces se llena a plenitud ese espacio desconocido.
Ese espacio no es primero desconocido y después por fin conocido.
Ese espacio interior permanecerá siempre desconocido, porque nunca lo podrá conocer el pensamiento.
Por eso será nuevo siempre.
Lo que toca el pensamiento es lo viejo, es lo que está fabricado, lo que está encima de lo real, encima del Ser, ocultándolo.
El Ser, que está vivo, está debajo de todo lo que se ha añadido.
Ese Ser mismo permanece como lo desconocido siempre.
El pensamiento no lo puede entender, no puede decir de ello nada.
No puedo decir: <<Esto es esto.>>
Y por eso tiene que permanecer en silencio.
Me encuentro entretenido en dar realidad a las cosas conocidas, y mi mente no puede escuchar ese silencio.
Estará siempre ahí, pero para mí es como si no existiera, como si no estuviera.
Mi mente se ha quedado atrás con las cosas conocidas, con el pasado, con lo que se repite, con lo que sé, con lo que me parece, con las opiniones, con lo que creo, con lo que temo, con lo que me parece, con lo que quisiera.
Y lo conocido no desaparecerá mientras crea en esta realidad.
Por eso estas investigaciones están centradas precisamente en silenciar lo que creemos conocer.
Se extenderá nuestra conciencia sin límites hasta que no quepa en ningún molde.
Nuestra visión ha de ser tan amplia como la realidad total, ni un milímetro menos.
Descubrimos la presencia divina cuando nuestra presencia pierde sus bordes de cosas separada y se confunde con aquello innombrable.
Ya veis que estamos ampliando la mente sin poner ninguna meta y sin respetar lo que es costumbre, lo que se piensa, lo que es razonable o lo que se considera el sentido común.
Es así como descubrimos lo real.
¿Sobrepasa lo razonable?
Está más allá de la razón.
Mientras permanezca en lo que es razonable no descubriremos la realidad desconocida, que lo es porque trasciende la razón.
Mientras me haya puesto como límite mi razón, que es lo que muchos seres humanos hacemos, no descubriré ese valor sagrado del vivir, porque cuando me encuentro ante él me abro a lo que trasciende tiempo, espacio y lógica.
Lo real trasciende la razón y habita más allá de ella, por tanto tengo que descubrir cuidadosamente, comprender inteligentemente y traspasar luego las limitaciones de esa inteligencia racional y lógica al abrirme a una inteligencia total.
No es un camino de emociones.
Es un camino de todo nuestro ser, en el que nuestra lucidez es la guía, es una luz que va delante iluminando todo.
El valor sagrado del silencio no se descubre emocionalmente.
SER
SER
Mientras me mantengo en contemplación dejo que los pensamientos pasen.
Si me interesan mucho los pensamientos, perderé el hilo de la contemplación, pero si no me interesan, los dejaré pasar.
Es el interés que pongo en algo lo que me ata a ello.
Todo es inteligencia y las cosas no son nada más que pensamientos.
He de comprenderlo y verlo.
Los pensamientos se hacen y se deshacen en el tiempo, están apareciendo y desapareciendo.
Lo que les da vida y fuerza es mi atención; les da una vida artificial mientras estoy interesado, pero cuando les quito el interés, aquello deja de tener esa fuerza.
Es importante que veas esto al ponerte a contemplar en el silencio, y es importantísimo también que lo veas en el vivir porque no se trata de dos cosas separadas, es lo mismo.
Los conflictos están en la mente dispersa, pero el conjunto de la manifestación es armonía y cuando se mira con la mirada de la unidad se ve la armonía.
Esto parece muy difícil de creer porque cada ser humano tiene su propia fábrica de crear conflictos, y esa fábrica está en producción constante, los crea sin parar, en sí mismo y alrededor.
No obstante, a pesar de eso, desde la mirada profunda de la unidad, aquellos conflictos son como los movimientos que hace un niño mientras está jugando.
Sabemos que le conducen a aprender ciertas cosas o moverse de cierta manera para cuando vaya siendo adulto tener ese aprendizaje bien hecho.
Así toda la problemática conflictiva, al igual que esos movimientos infantiles, son útiles porque algo se está aprendiendo, y ese aprendizaje se da en perfecta armonía porque al aprender los seres humanos van comprendiendo y comprender es acercarse a la unidad.
La mente que ha comtemplado la unidad, que se ha quedado en silencio ante esa unidad de lo sagrado, que ha descubierto lo que es la presencia de Dios, descubre que todo está en armonía, porque nada hay fuera de esa presencia.
Todo está hecho de la sustancia de lo divino.
No es el camino para algunos seres humanos privilegiados.
No lo es por una razón muy sencilla: porque no hay personas privilegiadas, ni hay ninguna persona realizada, ni hay ninguna persona espiritual ni sagrada.
No existe ninguna persona sabia.
La persona es un conjunto de limitaciones, la persona es pensada, la persona no es.
Y por tanto no hay personas especiales, como tampoco hay personas corrientes.
Ser una persona es algo provisional.
Lo único que hay es la realidad y se vive en la unidad de conciencia.
Estamos acostumbrados a clasificar a las personas y a considerar que sólo algunas tienen unos dones especiales para llegar a ciertas cosas, e incluso se llega a adorarlas, a creer que son divinas.
La persona es un conjunto de energías a muchos niveles, biológicos y vitales.
Ese conjunto de energías, cuando la atención está brillando, cuando hay lucidez, se descubre tal como es: una cosa temporal que ha reunido en un momento dado unos átomos, al fin y al cabo una energía, y esa energía con cierto movimiento ha creado funcionalmente una aparente entidad existencial.
Aparece en el espacio y en el tiempo pero no desde lo eterno.
SER
SER
Muchos seres humanos anhelan la verdad, pero la anhelan manteniéndose tal como están.
Quieren que se les dé la verdad para añadir una información más que enriquezca su personaje en el sueño de la existencia.
Este propósito es absolutamente equivocado y a nada se puede llegar de esa manera porque hay un error de base.
La verdad no es algo que se añade a la situación que han creado los errores.
No puede entrar la verdad si no se ha hecho un espacio con anterioridad para ella.
Y el espacio se hace cuando caen los errores.
Contemplar la verdad implica un desengaño de lo falso.
Secretamente, todos queremos ir con todos nuestros hábitos equivocados a contemplar la verdad.
Pero en esas condiciones no es posible.
Tendremos que exponernos a esa revolución, exponernos a que todo se conmocione por la verdad.
Cuando todas las cosas falsas caen ante lo verdadero, no queda nada de lo preestablecido, nada de lo pensado.
Lo que creía, lo que parecía que era, ya no es.
Y en ese silencio de lo conocido en el pasado se revela la realidad de lo que es, la realidad sagrada.
Sin el desprendimiento de lo falso no es posible la revelación de lo sagrado, por eso ha parecido siempre que éste era un camino muy difícil.
Para facilitarlo se ha adaptado a menudo a la reducida condición humana, con lo cual el camino religioso ha quedado reducido a una caricatura.
Tengo que perderlo todo para llegar a la totalidad, han dicho algunos místicos.
No es dejar las cosas malas para quedarme con las buenas, es dejarlo todo, todo lo pasado todo lo conocido es interpretado, es pensado.
Al pensar se le ha dado una realidad artificial, por eso en el vacío de lo conocido aparece la plenitud de lo desconocido.
La contemplación es la vía directa, pero requiere el previo abandono de toda creencia anterior, incluso la creencia de que soy un ser separado de la realidad, de lo divino, de Dios o de lo que fuere.
Se necesita un gran temple para andar por este camino.
Es inútil intentarlo con actitud superficial.
No servirá actuar por imitación de otros para mejorar mi condición.
No valen frivolidades, porque en la medida en que arrastro alguna de esas actitudes, en la medida en que no soy auténtico en mi búsqueda, no me encontraré con lo real sino que seguiré pensando, imaginando que estoy haciendo algo, que estoy realizándome, que estoy consiguiendo lo que pretendía.
Por un tiempo creeré que voy adquiriendo algo pero, al hacerlo para beneficio de esta personalidad ilusoria, un día puede sobrevenir una crisis de todo aquello en lo que me había fundado.
Puedo perder la base económica o familiar y entonces me encontraré perdido.
Si todas esas crisis con las que me he ido encontrando en la vida me han dejado maltrecho pero todavía he seguido llenando el vacío y mantengo mi carga de creencias ilusorias, vendrá la crisis última en esta existencia: el momento de la muerte.
Entonces de nada me valdrían tanta información acumulada ni los trucos que he ido aprendiendo.
Sobrevendrán crisis que me ayudarán a ver el vacío de lo falso, pero sobre todo me espera una crisis, la de la muerte del cuerpo físico; cuando llegue dejaré las cosas en que me apoyaba para eludir la verdad.
Serán inoperantes también las terapias psicológicas o las técnicas ancestrales.
Ni el apoyo sentimental de una religión, de un avatar, de un santo me consolará.
Me enfrentaré a solas, absolutamente, con la realidad.
Veré que lo que creía ser, no es.
En esos momentos solamente habrá una cosa válida: el grado de contemplación de mi mente, si ha habido un camino de contemplación.
Si mi mente se ha abierto a la unidad, eso es lo único que valdrá en aquella crisis última y también en todas las demás crisis de la vida.
Sólo eso.
Sólo mi grado de lucidez.
Si soy bueno o malo, simpático o antipático, tendrá importancia con respecto a las relaciones humanas, pero cuando me encuentre a solas con la conciencia, cuando no tenga los sentidos a través de los cuales se proyecta esta dimensión física, no habrá proyección del mundo.
Cuando no tenga esa representación pensada que considero impropiamente la realidad, sin esta novela a la que he dedicado toda mi energía vital, ¿qué haré?
Sólo me acompañará el grado de contemplación en mi mente.
Si estoy lúcido, si he descubierto un grado de plenitud en la unidad, eso es lo que habrá allí en ese momento, nada más.
Si estoy dormido porque me dediqué a proyectar la realidad en la película sensorial, solamente sueño habrá, conciencia dormida.
Sólo la autenticidad de vivir desde la verdad nos hace libres, nos deja sueltos, nada nos puede atar desde fuera cuando a nada estamos dando realidad.
Nos ata aquello a lo que damos realidad, mientras que la realidad no nos puede atar porque es nuestra verdadera naturaleza y es libre como el espacio infinito, es libertad total.
SER
SER
La vida se crea sola a partir del discernimiento que tengo en cada momento; la crea mi propia visión, es creación de la conciencia.
Puede ser creación deformada por el ruido de pensamientos y recuerdos o puede ser creación directa desde el silencio de la inteligencia de la vida.
Cuando es creación directa de la inteligencia porque se han silenciado todos esos ruidos, surge la vida espontánea y cada instante del vivir es tan importante como otro.
Sólo puede haber seguridad en la inseguridad de la vida creativa.
La vida creativa no asegura nada, no garantiza nada.
Cuando se vive por inspiración no hay ninguna garantía.
Está suspendida la vida en la confianza, pero en una confianza inteligente.
No se trata de una confianza ciega, emocional, sentimental, sino de una confianza lúcida, apoyada en la evidencia de la contemplación de la verdad.
La vía hacia la creatividad, no la creatividad en una cosa particular sino la creatividad que crea mi existir momento a momento, es el ir profundizando en el silencio de mi conciencia.
Casi nunca veo qué relación puede tener el hecho de que me silencie y profundice en mi conciencia con que luego resuelva un problema concreto de mi vida; no veo la conexión.
Pero si intento profundizar en la conciencia comprobaré lo que sucede, observaré cómo la creación va tomando todos los aspectos de mi vida y notaré de qué manera lo hace.
No lo concibo ahora con el pensamiento, pero podría vivirlo y comprobarlo.
Al profundizar en mí surge una visión nueva.
Empiezo a mirar con una mirada verdadera, auténtica.
Miro desde la verdad, no desde las interpretaciones de la verdad, y eso es creativo.
La vida es una creación en cada instante, siempre nueva, aquí y ahora, y en el momento presente se está creando.
Mi capacidad de lucidez y atención es lo que me permite ser consciente de esa creación ininterrumpida.
SER
SER
Estamos acostumbrados a mirar a partir de creencias del pasado, a continuar haciendo lo que todo el mundo hace y repite.
Toda la sociedad está preparada para creer cosas, porque los educadores, desde el lugar donde están, educan a partir de las creencias que tiene la mayoría.
Los padres también educan a partir de sus propias creencias, y los llamados intelectuales escriben libros, dan conferencias, o dictan cátedras a partir de ideas del pasado, repitiendo lo que otros han dicho y según la interpretación suya que deriva de su capacidad o incapacidad de ver.
Como su comprensión es la misma que la de los demás porque al igual que ellos no se han tomado la molestia de hacer silencio de sus creencias para profundizar y descubrir la verdad, se limitan a repetir una y otra vez interpretaciones.
Casi todo lo que se ha llamado cultura o mundo intelectual aburre cuando se mira despierto.
De cuando en cuando hay alguna intuición en el ser humano, porque estar dormido no es estar muerto.
Cuando los seres humanos duermen pueden despertar y se despierta primero con una intuición.
Todo el legado de la humanidad está salpicado de intuiciones, sólo salpicado, porque entre intuición e intuición hay muchas interpretaciones erróneas.
Ciertos libros están basados en la intuición y reflexión mientras otros en repetición de ideas consabidas, sean novelas o cualquier tipo de literatura.
Lo mismo pasa con todas las demás creaciones que llamamos culturales.
En general son repetición de pensamientos interpretados por mentes perezosas y ambiciosas de poder, que no han hecho ninguna investigación sincera y que interpretan todo siempre de la misma manera según el gusto de la época.
Así se aseguran de ser leídos.
Por eso la educación convencional no basta.
En último término sólo sirve para poder decir: soy educado.
Pero esa educación no sirve para vivir creativamente, porque el ser humano se realiza desde dentro, no desde fuera.
No llego a ser auténticamente lo que soy, aquello de lo que tengo un atisbo y añoro, con ningún tipo de educación, ni tradicional ni moderna.
SER
SER
Cuando empieza a despuntar el discernimiento en nosotros ya no recibimos consignas para vivir desde fuera.
El sentido de la vida brota de la luz que somos.
Sólo mirar y ver.
La inteligencia ve por sí misma.
Para ello sobra el pensar, razonar, buscar información, comparar, dudar.
Estas cosas son la tarea de la mente superficial comparable a un ordenador de datos.
Y hay otro paso todavía: mirar y ser.
No ser aquel objeto mirado, sino ser lo que mira y lo visto.
Habitualmente decimos que por mucho que miramos no vemos.
Es porque lo hacemos a través de una gran cantidad de cosas superpuestas.
No proponemos el trabajo de seleccionar las ideas verdaderas de las falsas, porque ese trabajo de análisis de la mente sólo sirve para entretener al pensamiento.
Lo que se propone es que al tomar contacto con una verdad, no dependa de ideas recibidas sino de lo que veo por mí mismo, de lo que tengo evidencia.
Solamente con discernimiento podremos mirar las cosas y no caer en aberrantes y absurdos ocultismos.
Podríamos adentrarnos en muchas historias imaginarias creyendo que vamos a encontrar la plenitud.
Cuando se hace el verdadero silencio, no se produce manipulación de nuestros instrumentos.
No lo hacemos acallando forzadamente el pensar, deteriorando incluso la mente, que es el instrumento natural de expresión.
No hay ningún esfuerzo cuando sobreviene el verdadero silencio.
Y el silencio auténtico acompaña siempre a la visión de la verdad.
Se vive desde dentro y viene por comprensión.
Movilizamos el pensamiento y nos acogemos a distintas creencias por angustia existencial.
Creemos que hemos de llegar a ser algo, hasta que descubrimos que no hay nada que tengamos que llegar a ser porque ya somos lo real.
Y la vocación sincera del ser humano por hallar la verdad rompe la ilusión.
Comprendamos, por tanto, que se llega a la verdad desde el silencio y solamente hay silencio desde la verdad.
No hay entrada a este círculo por el pensamiento; y si una persona está identificada con él, no tendrá acceso a la verdad.
Pero en cualquier momento, por inspiración, puede un ser humano desidentificarse del pensar y contemplar la verdad.
Por inspiración, porque ha escuchado la llamada de la realidad profunda que es, por haber vislumbrado el reflejo de la luz, se ha dado cuenta.
Y al escuchar esa llamada en el silencio de la mente, comienza la revolución liberadora.
SER
SER
Desde el Silencio del Momento Presente
OM SHANTI
OM PAZ
SER