SER
SER
-.en Espíritu y en Verdad.-
SER
-.mis antepasados espirituales.-
SER
-.Doña Consuelo Martín.-
Este libro es para los que se sientan espirituales, es una investigación interior sobre la Verdad, uno no busca la verdad fuera de sí, sino que trata de amoldarse a la Verdad que contempla en su interior.
La Verdad no se busca, ella nos encuentra.
Cuando hay suficiente demanda interior, lo Real se encuentra.
Este es aquel camino que no va a parte alguna sino que descansa en lo Eterno.
-.Leonora Carrington.-
-.Susan Ryder.-
-.Hsin-Yao Tseng.-
-.mis antepasados espirituales.-
SER
-.Doña Consuelo Martín.-
-.extracto de:
VIVIR EN ESPÍRITU Y EN VERDAD
...la Verdad que ilumina nuestra vida
Consuelo Martín, 2017.
Editorial Obelisco
ISBN: 9788491112075
La Verdad no se busca, ella nos encuentra.
Cuando hay suficiente demanda interior, lo Real se encuentra.
Este es aquel camino que no va a parte alguna sino que descansa en lo Eterno.
SER
-.Alejandro Quincoces.-
SER
¿Estamos dormidos o despiertos?
¿No nos hemos dado cuenta de lo duro que es vivir
dormidos?
Nos parece que es lo más sencillo y lo más cómodo; nos
dejamos llevar, hacemos lo que todo el mundo hace, decimos lo mismo que nos han
dicho; repetimos lo conocido.
Mi vida está distorsionada hasta que despierto.
Despertad es devolver la Vida, a lo que ella es.
Es hacer de nuestra existencia algo auténtico, es ser
lo que de verdad somos, y no hay nada más bello.
Despertar a lo que somos es despertar a lo que Es en
totalidad.
Cuando despertamos a lo que somos empezamos a mirar con
ojos verdaderos y entonces todo es bello.
La mente continúa objetando: pero en el mundo hay
crueldades, horrores, sufrimiento, gente con diversas incapacidades, miedos,
ambiciones, unos manipulan a otros, y estos otros a aquellos que los estaban
manipulando y así hasta cansarnos de contar; el despertar de una persona no
cambiará nada de eso.
Sí, lo cambia, es sorprendente.
Porque todo ese panorama aparente se ve a través de las
creencias, de las ideas que hemos ido adquiriendo en el sueño.
Y por inconsciencia se ha formado en nuestra mente una
historia personal de los acontecimientos que consideramos <<la
realidad>>.
Pero eso no es sino la interpretación pensada que hemos
ido tejiendo en nuestra mente por no tener suficiente lucidez.
Y por supuesto la lucidez es algo que ningún ser humano
echará en falta mientras permanezca dormido porque la desconoce.
SER
SER
El campo mental colectivo crea un mundo, unas
inquietudes, unos conflictos que resolver, unas metas por conseguir.
Y dentro de ese confuso conglomerado se va formando el
argumento del sueño personal existencial.
Todavía no nos hemos enterado de lo que es la Realidad
cuando vivimos ahí.
Al despertar, al ir abriendo los ojos, encontramos que
la Realidad es inmensamente bella; estamos inmersos en esa belleza,
constituidos por esa belleza.
Al despertar lo notamos, y todo lo que pertenece al
argumento soñado ya no aparece como una tragedia, pierde su fuerza distorsionadora:
un personaje imaginario estaba odiando a otro personaje imaginario en el
escenario, un personaje imaginario sufre porque no cumple sus imaginarios
deseos los que supone le van aportar felicidad.
Mientras lo que realmente somos –expresión de la Luz, Conciencia
que ha ido cayendo y durmiéndose por inatención y descuido- no está apareciendo
en el escenario.
Y al despertar se produce una separación entre ese personaje
que empezamos a ver moviéndose mecánicamente a su aire y aquello que somos.
El colectivo está creando el sueño que mantiene a un
gran número de personas restándoles a la vez la posibilidad de despertar.
Veamos entonces que al ser movidos por esta energía
grupal estamos impidiéndonos a nosotros mismos despertar, sin darnos cuenta;
independientemente del tipo de grupo en cuestión.
No pensemos que hay algunas asociaciones que son buenas
y otras que son malas.
Es irrelevante que se trate de comunidades religiosas,
políticas, económicas, científicas o culturales.
Lo importante es que mi atención se la está llevando
esa entidad colectiva pensada.
Estoy viviendo a base de pensamientos y
fortaleciéndolos de alguna manera.
Unos grupos los refuerzan de forma abiertamente
egoísta, para conseguir algún provecho; otros pensando que actúan mejor que
nadie.
Tanto poner el pensamiento a favor de lo bueno como en
contra de lo malo –y esto es muy difícil de ver-, siempre será encerrarse en el
pensamiento.
En ambos casos, la energía es la misma.
Así siempre estoy fomentando alguna creencia y
sosteniendo mi falso yo, mi identidad ilusoria con aquella energía colectiva.
Mientras me mantengo identificado con el pensamiento
permanezco dormido, dormida, sin saber lo que la Realidad es.
SER
SER
El sufrimiento viene inevitablemente por falta de
lucidez.
Cuando vamos despertando descubrimos que nada es como
parece ser, que no soy lo que creía, que no soy quien me han dicho que era; así
se acaba toda la problemática psicológica.
No permitamos que nada apague nuestra verdadera
identidad, aquello por lo que somos conscientes, la Luz que somos.
Que yo mismo no apague mi luz interior ni me abandone a
expensas de alguna teoría, en el camino que todos siguen, por los
procedimientos generalizados.
Que mi persona actúe de acuerdo no a lo que haya oído
ni conforme a las informaciones que todo el mundo repite; no pensando y
pensando y siguiendo atrapada en el pensar, sino que en un momento por
intuición descubra que puedo actuar siempre escuchando la inspiración interna.
La Verdad no es algo que está ya realizado, algo cosificado,
no se encuentra en las leyes ni en las normas morales.
No consiste en una doctrina social, científica o
religiosa.
Al estar despierto comprendo: ¡ah, ésta es la verdad!,
pero luego no puedo cosificarla.
Es la iluminación que produce la luz que soy.
Como vivimos en la temporalidad, todo está moviéndose.
Y esas verdades provisionales que se han establecido
con el pensamiento, esas teorías que constantemente están cambiando -cada vez
con más rapidez-, esas pseudoverdades que el tiempo ha deformado, son los
guardianes del sueño que me impiden despertar: llámese la última teoría
vigente, lo que los científicos han descubierto, las normas de una religión o
lo aceptable por una sociedad.
Creérmelas me duerme.
Si lo veo con claridad, tengo ya una posibilidad de ser
libre.
No nos damos cuenta de lo normal que nos parece
dejarnos arrastrar por lo que todos dicen, lo que se lee o lo que se oye y a
partir de ahí tomar partido.
Pero cuando me doy cuenta de que esos pensamientos
están impidiéndome despertar, tengo una maravillosa posibilidad de abrirme a la
belleza de la Vida.
Abro así los ojos internos: si yo soy una luz, ¿qué
estoy haciendo apagándome y buscando a ciegas en la oscuridad de lo proyectado
fuera, en las tinieblas?
Desde la Luz que somos, resulta sorprendente que
hayamos estado tan dormidos.
Al despertar es como encender una lámpara maravillosa
por dentro.
No se puede comprender por qué hemos seguido
supeditados a las sombras.
Tan fuerte es el sueño que bien podríamos llamarlo
hipnosis: nos dejamos cegar por los pensamientos.
Pero ¿quién tiene la culpa de esta situación?, ¿la
sociedad, mis padres, los antiguos, las religiones, las costumbres modernas,
las ideologías?
No es así, y si así lo creo me estoy dejando llevar por
el sueño colectivo.
Entonces, ¿podremos deducir que no hay nadie culpable?
Efectivamente, ni yo soy culpable, sólo inconsciente,
ni nadie lo es ni lo ha sido nunca.
Ocurre igual que cuando al amanecer nos despertamos del
sueño nocturno; aunque hayamos cometido tonterías soñando, no nos parece que
seamos culpables.
Sólo era un sueño.
Tengamos en cuenta que el culpabilizarme a mí mismo o a
otros –esto me pasa por la educación que me inculcaron, esto es debido a la
religión en la que confié, esto es culpa de la política, de las multinacionales,
de lo que sea-, nos impide despertar.
¿Qué sucede al dejar la mente en silencio?; mi mente no
está obligada a seguir pensando y pensando como una máquina que no puede parar
de funcionar hasta que se desconecta de la red.
Hay una gran belleza en el despertar por el
descubrimiento del silencio.
No es ningún misterio; todo el que lo ha descubierto lo
sabe.
No puede estar despierto y al mismo tiempo sentirme por
dentro preocupada, angustiado, aburrida, deprimido o con quejas.
No es posible.
Despierto, despierta, el espectáculo de la vida está
ahí desplegado ante mi mirada.
¡Y es todo tan bello, tan inteligente, tan perfecto!
Porque lo que hay dentro y lo que hay fuera no es
diferente como parece.
Si todo es así de bello, ¿por qué aparece a veces
distorsionado?
Comprendamos bien que la Verdad nunca puede
transformarse en falsedad, la Luz no puede oscurecerse, en esencia la Belleza
nunca se pierde.
Cuando veo algo desarmónico, simplemente es porque ha
habido una visión errónea.
Toda distorsión se debe a ese sopor en el que cae la
humanidad sin darse cuenta.
Pero la Belleza y la Verdad siguen estando ahí.
Nadie las puede deteriorar, nada las puede deshacer.
Cuando alguien se despierta, se transforma en esa
Belleza y en esa Verdad.
Por eso la alegría y la felicidad que somos no pueden
cambiar y transformarse en sufrimiento.
No es posible.
El sufrimiento pertenece al sueño y la alegría se
encuentra en el despertar.
Para que lo podamos entender con claridad diremos que
todo es cuestión de percepción y de consciencia.
Nos cuesta asimilarlo porque creemos que la realidad es
la limitada proyección sensorial, la cosificamos y la consideramos algo externo
al individuo.
Pero en verdad no hay nada en los muchos mundos que
aparecen que no sea Conciencia.
Toda nuestra supuesta realidad es conocida a través de
la interpretación que el cerebro y la mente hacen de los limitados datos de los
sentidos corporales; no nos engañemos al creer que la realidad es lo que la
percepción sensorial nos presenta.
Los sentidos psicofísicos que utilizamos durante un
tiempo son meros instrumentos limitados a la función manifiesta en este plano
existencial.
Su alcance no va más allá.
Despertemos y veamos que lo que dicen los cinco
sentidos es parcial.
No otorguemos entonces tanta realidad a lo que aparece
de esa manera limitada.
Despertemos y así nuestro cuerpo y todo lo que los
sentidos ven estará inmerso en la totalidad, en algo mucho más amplio y bello.
No es sólo el inmenso universo físico, ni siquiera el
que se ve con tecnologías especiales, es mucho más: un infinito de Belleza.
Y en esa palabra se incluye el amor, la armonía y la
alegría en la unidad de todas las cosas percibidas y no percibidas.
SER
SER
Puedo utilizar alguna disculpa para no despertar.
Al pensamiento siempre se le ocurren salidas para
mantenerse llevando las riendas de la actuación vital.
Pero necesita apoyo.
Es una energía parasitaria que se nutre de la atención
que le prestamos cuando estamos ahí atrapados.
El gesto es interno.
Los pensamientos atraviesan mi mente y veo que no soy
yo, que a mí no me importa su discurso.
Es tan sencillo como si me encontrase frente a un
aparato de televisión o un ordenador conectado a Internet con un montón de
imágenes que no me interesan: entonces ni siquiera presto atención a esa
pantalla.
¿Será posible hacerlo?
Solamente se necesita una condición para que exista esa
posibilidad y todos los que estamos aquí la tenemos: escuchar la llamada
interior a la Verdad.
Si no tuviéramos esa demanda íntima, no seguiríamos este
tipo de investigaciones.
Puesto que la Vida es Inteligencia, no se le escapará
ninguna acción que no sea adecuada a nuestro movimiento interior.
Si albergamos ese anhelo profundo, junto con él se nos
dará la capacidad de escucharlo y, a partir de ahí, podremos vivir por
inspiración; y guiarnos así de lo que proviene del origen y no de lo que
aparece en la superficie.
En verdad, no hay que llevar a cabo actividades muy
espectaculares para despertar.
Lo que hemos de hacer es interno y, posteriormente, lo
de fuera ya irá saliendo a su ritmo.
Y además, en cada persona va a brotar de diferente
manera.
No se puede predecir.
Despertar es lo primero verdaderamente valioso que
podemos hacer en esta existencia.
Todo lo que tiene valor se descubre cuando se despierta.
Lo que anhelas en profundidad, ya lo eres desde tu Ser.
Seguramente ya hemos visto que es en nuestra vida
despertar.
No nos queda nada más que intentarlo e insistir en ello
de una y otra manera.
Es cierto que ese intento supone muchas resistencias, pero
no son obstáculos impuestos desde fuera, sino trabas que nos dominan desde la
mente: mis hábitos, mis costumbres, mis creencias, lo que siempre he hecho, lo
que creo que me va mejor, el temor a lo que los demás digan de mí, a lo que
dicta la sociedad, a perder mi trabajo.
Todo eso son meras disculpas pensadas.
Ciertamente hay obstáculos por superar, pero es en mi
psiquismo donde anidan todas esas trabas que hay que romper.
El despertar es algo que hago por dentro y no depende
de nada externo: ni de la salud ni del sexo o la edad, absolutamente de ninguna
circunstancia aparente.
De hecho, cuando nos quedamos en silencio descubrimos
que siempre ha habido algo o alguien, una luz despierta en nosotros.
Pero no solemos apreciarla al vivir como solemos hacerlo
atolondrados en el juego existencial.
Por eso mismo, cuando escuchamos la Verdad o la leemos,
sentimos que Eso ya lo sabíamos desde siempre; desde antes de nacer, desde
antes de encarnar en un cuerpo físico, desde antes de venir a un país
determinado o tener un sexo masculino o femenino, de ejercer tal profesión y de
pertenecer a una familia concreta.
Lo sabemos desde mucho antes, desde siempre, porque la
Verdad está fuera del tiempo.
No nos engañemos más y recordemos que la temporalidad
no forma parte de la realidad, sino que se construye con este argumento soñado.
¿Podemos escapar del callejón sin salida de esta
percepción ilusoria?, ¿podemos escapar del tiempo?
Sí, soltando el pensamiento.
Porque el pensamiento y el tiempo constituyen una misma
proyección mental.
SER
-.Jeremy Mann.-
SER
Descubrir cómo realizar ese paso trascendente del
despertar de la consciencia tan importante en nuestra vida.
Se trata de desplazar nuestra identidad más allá de la
zona pensante de la mente personal.
Cuando ya empezamos a comprender en qué consiste el
pensamiento, nos damos cuenta de que éste nos engaña irremediablemente.
No se trata de que algunas veces nos engañe.
Reconozcamos que ocurre siempre: puesto que ese lugar
es falso, todo lo que brote de allí también lo será.
Podríamos afirmar entonces que la purificación de
nuestra mente personal ha de ser general.
Para poder escuchar lo que llamamos silencio del
pensamiento o silencio de lo psicológico, hemos de disolver absolutamente todo
lo que brota de ese lugar.
Porque tanto lo que creemos que es nuestra vida interna
como la repercusión que tiene fuera es algo pensado.
Por lo tanto, borrar el pensamiento no identificándome
con él también significa borrar todo el psiquismo, deshacer toda mi
identificación con ese estrecho espacio; con lo cual todos los conflictos que
allí se crean, las emociones que movilizan mi acción, las preocupaciones, la
angustia y demás, ya no podrán aparecer.
SER
-.Remedios Varo.-
SER
¿Cuál es la causa de mis deseos?
Expresémoslo de una manera muy sencilla y simple: deseo
conseguir algo porque creo que soy lo que no soy, porque pienso que soy esta
persona limitada, que soy este cuerpo físico, que un buen día nací –lo celebro
cada año-, que en algún momento moriré –tanto me aterra que no quiero ni
pensarlo y me parece imposible-, porque me creo que estoy sumido en la
temporalidad, que soy una creación de la ilusión del tiempo, una creación
mental perecedera.
Y aunque viva como si mi persona no fuera a acabarse
nunca, de alguna manera intuyo que esta criatura también aparece y desaparece.
Por ese motivo no puedo estar tranquila, tranquilo, no
me puedo quedar en paz, por eso busco constantemente cambios y novedades, por
eso no tengo en mi vida estabilidad y serenidad; me hace falta algo diferente,
echo en falta una aventura, viajar más, ropa nueva, consumir más, conocer
gente, mentes distintas, otra pareja, cualquier cosa.
¿Por qué necesito cambiar los objetos una y otra vez?
Lo hago impulsado por un descontento interior, porque
me creo que soy esa marioneta temporal que se ha formado sin que yo me diera
cuenta; inconscientemente, de repente, apareció aquí esta persona y me
explicaron: tú eres así, hombre o mujer, tienes estas características y estas
relaciones, puedes estudiar tal carrera o trabajar en tal profesión, tú eres
esto que aparece, me lo creí y denominé a todo eso <<yo>>.
Pero no es verdad, no lo soy.
Y sólo algunos sabios que se han arriesgado a salir de
ese nivel temporal han descubierto lo que el ser humano realmente es.
Desde la Verdad, el ser humano no tiene limitaciones ni
carencias y por lo tanto la vigencia del deseo no tiene sentido en él.
La insatisfacción del ser humano radica precisamente en
sentir el deseo, no en cumplirlo o reprimirlo.
Porque cuando se logra alcanzar un deseo inmediatamente
aparecen otros nuevos, en ese nivel siempre hay una carencia interior latente.
Es posible no tener carencias, por muy increíble que
parezca.
Obviamente no será posible si me creo que soy una
persona que nació en tal época, con tales características físicas de herencia,
fruto de tal cultura, condicionada por determinados estudios o experiencias,
etc.
¿He de identificarme con el personaje de esta obra en
la que participo?
No necesariamente; ha habido seres humanos tan
conscientes que han dedicado su vida –o sus vidas- a trascender esta ilusión
sensorial que nos reduce al personaje que aparece en la obra.
Lo que realmente importa cuando todavía no sabes quién
eres, cuando crees que tu identidad se limita a un personaje temporal, es
descubrir lo que de verdad eres.
SER
-.Susan Ryder.-
SER
Tenemos que mirar bien, con gran cuidado, cuál es la
diferencia entre manejar una idea y ser coherente con ella.
Cuando, por inspiración, esa idea es un reflejo directo
de la Verdad tiene mucho poder, incluso en la manifestación temporal.
Posee fuerza suficiente para poder empezar a expresarse
día a día en nuestra vida, y si eso lo estoy viviendo con integridad, actuará
en todos los niveles psicofísicos de la persona acallando así las situaciones
falsas que se habían creado al creer en ellas.
La Verdad intuida ya es un primer paso puesto que abre
una posibilidad en el camino de la sabiduría.
Intuirla quiere decir que en mi interior hay una
evidencia de ello, que no significa un mero <<podría ser cierto>>.
Además he de contemplarla y aprender a vivir en
consonancia con ella.
Participar en el gran teatro del mundo deseando tener
un momento para poder contemplarla.
Y permitir que lo Real vaya calando más y más en mi
vida porque ya la mente se va haciendo una sola cosa con ella.
Podríamos decir que cuando la Verdad atraviesa el
instrumento mental, la propia mente se va haciendo más verdadera.
Con el paso de la Luz, va iluminándose y se va
percibiendo con la claridad de su resplandor.
Lo que suelo llamar mente no es sino una expresión de
la Luz de la Conciencia con distintos estratos de transparencia.
Cuando la Verdad nos ilumina va transformando todo lo
que, en nosotros, encuentra a su paso.
Para ello tendríamos que darle una oportunidad real más
allá del pensamiento; estas investigaciones me serenan, me ayudan, me inspiran,
pero las dejo en un compartimento de la memoria, sin involucrarme demasiado.
Podríamos dedicar todos los días unas horas a
contemplar o meditar, salvaguardando otros intereses que aún no se han enterado
de lo que está pasando allí.
Esta escisión interior sucede porque todavía no hemos
deshecho los grandes errores de creernos ser una persona que un buen día
apareció en este mundo –no se sabe por qué- y algún otro día desaparecerá.
Cuando me equivoco creyéndome ese argumento, todas las
demás verdades que pueda ir viendo de forma racional tendrán poca fuerza.
Porque ese error fundamental empeñará mi visión, tanto
como el gran error de reducir toda mi identidad al cuerpo psicofísico que
habito –porque al nacer <<yo>>, lo único que apareció en este plano
es un cuerpo humano nuevo-.
Consideremos qué sucedería si no estuviésemos limitados
a un cuerpo determinado.
Esto es lo que ahora tengo que investigar en mi propia
consciencia, sin ajustarme a alguna teoría religiosa o filosófica ni de mi
tradición ni de alguna otra cultura.
Porque las creencias –adaptarse a opiniones que
provienen de fuera- únicamente sirven para adormecerme más.
De hecho, absolutamente todas las creencias, tanto las
modernas como las antiguas, son meros somníferos para el alma.
No hay ninguna doctrina, ni ideología ni nada que
realmente <<nos salve>>.
Si entendemos lo que se está expresando como una teoría
más, no nos servirá para nada.
Lo que verdaderamente estamos haciendo y proponiendo
hacer es despertar en cada uno de nosotros esa zona que puede ver por sí misma,
sabiendo que por supuesto ese despertar no se debe a quien expresa este
mensaje; el impulso está pasando a través de nuestra consciencia, tanto de la
autora como de los lectores.
Recordemos siempre que lo importante no es lo que vemos
y oímos fuera ni las palabras ni los conceptos.
Lo relevante es la visión que en cada uno de nosotros
se va despertando de la Verdad.
¿Esto significa que dentro de todo ser humano ya está
la Verdad?
Así es.
¿Supone entonces que es posible tomar contacto con
Aquello en algunos momentos de investigación y de contemplación?
Efectivamente, pero no es suficiente con encontrarnos
de vez en cuando con la Verdad.
Ese encuentro tendría que motivarnos a aprender para
vivir desde ahí en todo momento.
Y al vivir desde ahí descubriremos ese misterio que el
pensamiento no puede entender: cuando contemplamos lo Real nos volvemos reales,
nos hacemos verdaderos al contemplar la Verdad.
El camino de la sabiduría no consiste en ir
perfeccionando nuestra persona a base de adquisiciones externas, tal pretensión
sólo es uno de los engaños con los que nos entretenemos.
SER
-.Jeremy Mann.-
SER
Vamos delimitando lo percibido con nuestras
interpretaciones basadas en nuestras falsas creencias de lo que consideramos
que somos y por ende consideramos que son los demás.
Pero cuando nos adentremos en la Conciencia se verá
desde sus ojos nuevos que somos mucho más de lo que creíamos, y sabremos que en
realidad no hay otros.
Aunque existen entidades que permanecen incluso después
de dejar la rueda de samsara, lo cierto es que no hay separación entre ellas.
Sencillamente, aparece una identidad que va haciendo un
camino luminoso para sí misma y para todos y que no está separada del resto de
los seres, ni mucho menos se opone a otras o les imita o perjudica para
conseguir algún beneficio.
Al atravesar la zona del pensamiento, esas tensiones
creadas por sentirnos separados dejan de interferir.
Desde una mirada lúcida se puede ver toda diversidad
existe en armonía con la totalidad, que cada identidad vive inmersa en el seno
de la Unidad.
Lo cual es muy distinto a creernos completamente
separados -<<yo>> soy una realidad y <<el otro>> es
otra realidad aparte-, a reducirnos a esta falsa visión.
Descubramos nuestra verdadera identidad, nuestro verdadero
Ser.
Veamos lo que somos en otro plano de consciencia o,
expresándolo en el lenguaje religioso, lo que de verdad somos en la mente de
Dios.
Descubramos que no somos esta persona que aparece.
Ahora mismo, nuestra tarea inmediata es ir más allá de
la encerrona en la que nos encontramos, atravesar la zona de la mente pensante,
salir completamente del ámbito de la separatividad y asistir a la vida
liberada.
¿Habrá luego otras liberaciones?
Ciertamente, eso avanza hasta el infinito.
No es cierto que unas personas estén ya liberadas o
iluminadas y otras no, como si se tratara de sucesos en el tiempo que aquí
empiezan y allí terminan.
Lo que está más allá del tiempo es eterno e infinito,
más allá del espacio limitado.
Es preferible que al contemplar no nos propongamos
alcanzar ninguna meta; sin proponérnoslo nos adentraremos en un camino infinito
–el Tao-, bello porque es verdadero y lo verdadero y lo bello coinciden.
En ello no hay ninguna angustia porque allí no hay
nadie que tenga que conseguir algo.
La luz, la sola Conciencia pura, va trazando ese camino
creativo.
Y si resulta que me he ido un poco lejos en
divagaciones mentales, volveré a invocar el silencio.
No tengamos ninguna meta preestablecida en nuestro
caminar.
Porque si disponemos de un objetivo, tendremos deseos
de alcanzarlo, lo que sería ya un obstáculo.
Los pasos propuestos en este camino son, simplemente,
que cuando veamos que en nuestro interior hay dolor, angustia, malestar,
descontento o sensación de carencia de algo esencial, intentemos descubrir lo
que sucede y no paremos de investigar hasta que el silencio deshaga los
errores.
Y si encontramos algo nuevo, sigamos investigando, no
nos detengamos en ningún tramo del sendero.
SER
-.Leonora Carrington.-
SER
Recordemos: todo tiene que quedar completamente iluminado
porque todo es Luz.
¿Qué síntomas aparecen cuando nuestra consciencia se va
iluminando en totalidad?
Lo principal es que ya no hay incoherencias en nuestra
vida.
Si vemos que hay algunas contradicciones, si actúo como
todos a mi alrededor aunque tenga otro ideal interno, esas incoherencias serán
una clara señal de que falta lucidez: necesitaré investigar y contemplar más
hasta que vayan iluminando todos los aspectos de la existencia.
Si realmente quiero solucionar el problema de la
humanidad o el mío como ser humano, inevitablemente tendré que encontrar mi
verdadera realidad.
Entendamos bien que no se trata de dejar que los demás
se las arreglen como puedan.
Porque cuando un ser humano tiene contacto con la
Verdad Sagrada, de alguna manera, lo ha tocado toda la humanidad por su lado.
Así, desde lo más profundo de mi Ser, se irán creando
unas realidades nuevas, con mente nueva y un psiquismo nuevo.
Y desde dentro la solución a los conflictos será
siempre coherente, la transformación será auténtica porque esa comprensión
interna creará fuera unas realidades relativas más armoniosas que influirán de
unos a otros.
Cada vez que se organizan más cosas para que estemos
cómodos o vivamos mejor, más intranquilidad, estrés y problemas surgen.
Estas situaciones ya las estamos viviendo todos.
De modo que estaría bien prescindir de tanta
organización.
Deberíamos hacer un alto en el camino y mirar a lo
verdadero reencontrándonos, por ejemplo, con la naturaleza.
Podíamos observar cómo la naturaleza tiene un orden
espontáneo y bello que viene directamente de la Conciencia.
Igualmente, si nosotros viviéramos desde un lugar más
consciente, nuestra vida manifestaría un orden bello y una armonía espontánea,
como lo tienen las montañas, los bosques, los cielos, los campos y
la manifestación divina en su totalidad.
Necesitamos la Verdad para salir de los errores.
Pero ¿cómo vamos a llegar a la Verdad si no nos
desprendemos de los errores?
Tenemos que tener ya la Verdad antes de empezar a
buscarla.
¿Qué entendemos al encontrarnos con esta paradoja?
Lo mismo sucede con la libertad.
Sólo con la Libertad podemos ser libres, pero
¿podríamos ser la Libertad antes de empezar a ser libres?, ¿ser la Verdad antes
de empezar a ser verdaderos?
Aclaremos que ni razonando siguiendo los carriles
conocidos algún día llegaremos a la Verdad ni viviendo de una forma prefijada
llegaremos a ser libres algún momento.
Ocurre precisamente al revés: primero contempla la
Verdad para serla y todo lo demás vendrá por añadidura.
Contemplemos en primer lugar también la Libertad,
puesto que la Verdad va pareja a la Libertad.
La Verdad nos hace libres al iluminar nuestro camino.
SER
-.Mark Lague.-
SER
La Verdad es un estado interior, no la confundamos con
una idea imaginaria.
Para vivirla es necesario adentrarse en la consciencia
silenciando el pensamiento, es necesario aprender a contemplar.
No hay otra vía.
Porque lo Real habita dentro, más allá de lo conocido.
Podemos dar ese salto porque ya somos la Verdad, porque
Aquello no es algo ajeno que tengamos que conquistar.
¿Y si resulta que ya somos la Verdad y tan sólo nos
hemos quedado dormido?
Entonces en cualquier momento podremos tomar
consciencia de nuestro estado.
Darnos cuenta de ello supone realizar un vuelo por
encima de la lógica, más allá de lo establecido y del sentido común.
Tal vuelo es considerado una locura por aquellos que no
pueden o no quieren –es igual- salir de la cárcel de lo conocido, los que no se
plantean trascender el pensamiento o no saben hacer ese silencio dirán que
intentarlo es cosa de locos.
Pero en esa locura consiste el despertar.
Una vez que se ha descubierto esa posibilidad, se ve
que la demencia es permanecer encerrado en la prisión de los razonamientos
lógicos cuando podemos trascenderlos.
Tengamos presente que el silencio del pensamiento nos
puede llevar muy lejos, que no nos frene la aparente dificultad.
Intentémoslo, siempre es posible despertar a la Verdad
porque es nuestra verdadera morada.
Todo ser humano es un reflejo de Aquello sagrado.
Un pequeño holograma en un gran holograma, que entra en
otro más y más amplio hasta el infinito.
Y ese infinito es sagrado, es lo que somos <<en
Espíritu y en Verdad>>.
Es posible descubrirlo y la humanidad lo está
descubriendo; pero no globalmente, eso no es posible porque cada ser humano
tiene que abrir su metafórico camino hacia la Conciencia unitotal.
Pero ahora muchos seres humanos están despertando.
Es una gracia, es un milagro, y se percibe con otros
ojos.
Ni la cantidad, ni el espacio ni el tiempo.
Hemos de romper ese encierro y moviéndonos
exteriormente no lo vamos a romper.
Precisamente en quietud, en silencio, abrimos la
visibilidad.
No hay ningún derecho a ello para la humanidad, somos
ya la Conciencia verdadera y aparecemos tapados en esta manifestación y eso
sucede<<para mayor gloria de Dios>>, es decir, porque existe un
plan divino que escapa a nuestra mente y ese plan divino es gozoso.
Por contemplación, en contacto con Aquello, descubrimos
ese gozo, notamos que todo está bien, y cuando algún sabio o santo dice:
<<Todo está bien>>, decimos que está loco.
¿Cómo puede afirmar tal cosa cuando hay gente cruel y
personas sufriendo?
Pues no obstante, todo está bien.
Desde otro lugar, mirándolo con ojos más amplios, vemos
que todo encaja, que el placer y el dolor, ambos, son alegría de ser, amor,
felicidad.
Y cuando lo degradamos, porque caemos en la ilusión, lo
separamos en placer y en dolor, en alegría y tristeza, en amor y odio.
Pero antes de hacer esta separación, cuando se
encuentra en estado puro, como una gema cuando se le quita todo lo que la
recubre, somos esa felicidad, esa Conciencia pura, lo somos en Espíritu.
Nuestra alma lo comprende y a su manera lleva el
mensaje a los universos, a los mundos del Espíritu para participar en esta
aventura cósmica.
Pero nuestra persona, movida por el pensamiento y por
un yo hecho de pensamientos, no lo entiende, le parece que todo es injusto:
¿por qué nacemos para sufrir?, ¿por qué unos tienen mucho dinero y otros tan
poco?, ¿por qué unas personas están enfermas y otras sanas?, ¿por qué parece
que unos se divierten y son felices en la vida mientras otros parece que
siempre tienen problemas?
Parecen que sufren, parece…
Cuando jugamos creemos que unos ganan y otros pierden,
pero sabemos que es un juego, que nadie ha perdido ni ha ganado, que dejamos el
juego y todo el mundo se queda en paz.
No ha pasado nada.
Todo sucede en la temporalidad, pero no por casualidad,
por suerte ni por desgracia.
Lo que sucede es perfectamente inteligente, es el juego
de la Inteligencia divina, es el movimiento de la Conciencia cuando se proyecta
en una pantalla virtual, ilusoria.
No es necesario que demos a un botón en un aparato y
aparezca una realidad en una pantalla para que digamos <<Estoy viviendo
en una realidad virtual>>.
Desde los ojos desde los que miramos habitualmente, ya
estamos viviendo una realidad virtual.
Encontremos la pantalla en nuestro interior,
separémonos de ella.
No nos podemos separar por esfuerzo de voluntad.
Los intentos esforzados los hace el falso yo al querer
conseguir algo.
Sólo por lucidez, vigilando, silenciando lo que
proviene de lo establecido, de lo conocido, de los hábitos, dejamos que la Luz
que somos atraviese las sombras y las deshaga.
Solamente la Luz va a disolver las sombras de lo falso;
lo verdaderamente real disolverá esa realidad virtual en la que nos
encontramos, donde parece que sufrimos, parece que somos felices, que somos
buenos o malos.
Si hemos mirado en silencio lo que pasa por nuestra
mente, ya nos habremos dado cuenta de la poca realidad que tiene lo que estamos
viviendo a través del pensamiento.
Y si es así, insistimos en poner ahí nuestra atención.
Escuchemos desde la Conciencia luminosa, con unos ojos
nuevos, no con los habituales.
Si hemos descubierto de esa manera una verdad, ya
tenemos el hilo para deshacer la trama de lo falso, porque las verdades son
totalizadoras.
La Verdad no es un pensamiento ni un concepto; no son
verdades las interpretaciones que hacemos pensando, mientras que el contacto
con una verdad es un hilo que deshace toda trama pensada.
Y las deshace únicamente por contemplación.
¿Habrá muchas verdades al mirar con lucidez?
Sólo hay una, a la que se llega por muchos caminos.
Sólo un Dios aunque avanzamos a través de muchos dioses
que consideramos distintas realidades, pero sólo hay Uno, sólo hay una
Realidad.
Lo cierto es que el ser humano es Libertad, infinita
libertad, y eso es lo que está por descubrir en nuestro intento de vivir lo
Verdadero, desde el Espíritu, desde lo que realmente somos.
SER
-.Hin-Yao Tseng.-
SER
El uso que aquí
hacemos del concepto <<verdad>> desde el punto de vista de la
sabiduría alude a un estado interior.
Y cuando desde ese descubrimiento decimos que la Verdad
ilumina nuestra vida, sabemos que la Verdad nos guía desde lo profundo de
nosotros mismos, que nuestro camino de realización no consiste en buscar fuera
unas u otras verdades.
La Verdad va unida al Ser, es un resplandor del Ser que
ilumina nuestra vida desde dentro.
Comprenderlo es muy importante porque solemos hacerlo
al revés: creemos que debemos iluminar nuestra existencia desde fuera,
encontrar el sentido de nuestra vida, mejorarla, tener una vida más auténtica,
cambiando los aspectos circunstanciales o rebuscando verdades entre teorías
pensadas.
Justo al revés de como la Verdad funciona.
La persona que camina en la vía contemplativa actúa de
una manera completamente diferente de la habitual.
No busca la verdad fuera de sí, sino que trata de
amoldarse a la Verdad que contempla en su interior.
No intenta mejorar su vida a base de cambios en las
circunstancias exteriores, aunque eso parezca de sentido común.
Aquí no estamos hablando de lo que todo el mundo hace,
lo común, sino que proponemos acercarnos desde lo profundo más y más a esa
Verdad que intuimos y contemplamos, permitiendo que nos ilumine.
De la misma manera que nos ponemos al sol para que
caliente e ilumine nuestro cuerpo porque sabemos que de ahí surge la vida, nos
colocaremos al alcance de nuestro sol interior, disponibles a nuestra luz
íntima.
Contemplar es situarse de cara al resplandor de la
Verdad que puede iluminar nuestra existencia.
Podremos ir encontrando lo verdadero a partir de
nuestra peculiar manera de ser y de ver, tal como nos encontremos en las
circunstancias actuales.
Así no tiene sentido rechazar lo que encuentre en mí
porque vea otras posibilidades externas mejores ni imitar a otras personas que
considero modélicas siguiendo los pasos ajenos, todo eso es absurdo.
Aunque crea que estoy buscando y siguiendo la verdad,
al actuar conforme a un ideal imaginario estoy haciendo teatro; si estoy tan
volcado, inmerso en el espectáculo, nunca puedo encontrar lo que se oculta
detrás.
Hace falta partir de lo que vaya viendo por mí misma,
por mí mismo, con mi peculiar manera de comprender las experiencias por las que
haya pasado.
Los éxitos y los fracasos personales no tienen la menor
importancia como hechos en sí, solamente valen en función del poso de sabiduría
que hayan dejado a su paso.
Y ese poso de sabiduría es aquel descubrimiento que
hemos podido ver con ayuda de ciertas experiencias, debido a una enfermedad,
como consecuencia de determinado problema o por aquella crisis: lo que cuentan
son los aprendizajes mientras caminamos.
Ésa será nuestra verdad en ese momento, la verdad que
puede ir creciendo en nuestro interior por contemplación.
Tengamos muy claro que lo Verdadero no se busca
informándose, memorizando ni repitiendo teorías.
Si no queremos convertirnos en una máquina viviente,
sino en un ser humano auténtico, entonces hemos de encontrar la salida de la
máquina pensante.
Lo Real es único, no es algo sujeto a modas pasajeras,
no se enmarca en una tradición –el cristianismo, el budismo, escuelas o
técnicas-, ningún grupo puede atribuirse la Verdad.
Si abandono una tradición e inmediatamente ingreso en
otra porque la mía ya está pasada, me equivoco.
El tantear distintos grupos para saber qué es lo que
proponen unos y otros, probando todo lo que conozco, es un camino de ilusiones,
aunque me considere un buscador de la Verdad.
Y es que la Verdad no se busca, ella nos encuentra.
Cuando hay suficiente demanda interior, lo Real se
encuentra.
Por muy extraño que nos parezca, recordemos que la
Realidad no se busca afuera, aflora en el interior, traspasando las barreras
del pensamiento.
Y la sed, la imperiosa necesidad de Verdad eterna, es
el síntoma de que Aquello está cerca.
Cuando ya no soporto vivir sin la Verdad, estoy
encontrando lo Real.
La revolución contemplativa permanece oculta mientras
la semilla germina y la explosión de la Vida se expande.
Desde lo profundo se va iluminando la vida; no se puede
expresar en singular -<<iluminar mi vida>>- porque la Verdad nos
ilumina a todos internamente.
Ya sabemos que separar el mal y el bien es algo muy
humano.
La sabiduría comprende lo que está más allá de los
pares de opuestos, aunque nos extrañe y no nos guste reconocerlo.
Cuando descubrimos lo Real oculto, ya no cargamos con
ideas preconcebidas de lo que es positivo y de lo que es negativo, de lo que se
debe hacer y de lo que no, de lo que la gente premia y de lo que la gente
menosprecia o castiga.
Lo cierto es que para entrar en el camino de la
sabiduría hay que ir desnudo, sin ningún ropaje ideológico ni preparación
intelectual o social, sin experiencias acumuladas.
Y si no se va despojando de todo, no se encontrará la
Realidad.
O mejor dicho, ella no te puede encontrar porque estará
parapetado entre sombras ilusorias.
Y para que Aquello pueda encontrarte has de desaparecer
del mundo de las sombras.
Entonces la Verdad percibe una correspondencia: aquí no
hay alguien, aquí hay algo verdadero.
Y soy verdadero cuando han caído las ilusiones, las
apariencias de lo que creía ser y las metas que me propuse, incluyendo la de
ser <<alguien>>.
Cuando contemplo lo verdadero me doy cuenta de que ante
lo sagrado, soy aún menos que un recién nacido, todavía no he nacido.
Antes de tener una forma determinada soy, no tengo que
ser de esta manera o de la otra.
Sencillamente no he de ser nada limitado.
Y entonces lo que es ilimitado, esa Presencia sagrada,
me reconoce como suyo.
Como ya se ha dicho en todas las tradiciones, se
requiere una purificación, una limpieza de lo que no somos.
¿Qué nivel de purificación necesitamos entonces para
llegar a lo Real?
En verdad sólo la Verdad puede purificarnos, con lo
cual hay un círculo perfecto.
Necesitamos ser puros para que la Verdad nos reconozca
y sólo la Verdad nos purifica.
¿Qué significa este círculo?
Lo primero que implica es que hemos de ir más allá de
la mente lógica.
También quiere decir que la Verdad no es consecuencia
de un proceso de repetición de actos a base de los cuales accedemos a ella.
No se trata de experimentar ni de probar una y otra
vez, como nos sucede con los asuntos temporales de la vida.
Por ejemplo, no sé conducir pero practico una y otra
vez hasta que aprendo, empiezo a repetir una tarea difícil hasta que logro
dominarla.
No sucede así con la Verdad porque no está en el
tiempo.
Aquí no nos sirve la disciplina, no vale repetir un
método.
Aunque los seres humanos creemos que todo se consigue a
base de esfuerzo y trabajo, la contemplación de lo verdadero no entra en esa
dimensión.
Lo que se consigue por repetición se lo lleva el viento
porque reside en la temporalidad y se deshace con ella.
Sin embargo, la Verdad pertenece a lo eterno y por
tanto no se consigue mediante proceso temporal.
Cuando nuestra mente se hace contemplativa estamos
abriéndonos a Aquello.
En cada ser humano se origina de maneras peculiares y
variadas.
La peculiar manera en la que la Verdad me ilumina será
la iluminación adecuada para mí, ése será mi camino.
Y me distraeré una y mil veces si sigo pensando que hay
otras maneras, comparándome con otros.
No hay otras maneras mejores.
Me abro camino al profundizar en mí mismo y mi apertura
es un océano de plenitud donde nada ni nadie queda fuera.
SER
-.Leonora Carrington.-
SER
Estamos habituados a vivir pendientes de lo exterior.
Podría decirse que esta civilización se ha
especializado en ser extrovertida, hasta tal punto que incluso nos extraña la
recomendación de adentrarse en uno mismo –recogimiento se llamó en otra época-.
Pareciera que dentro no hay nada interesante.
Pareciera que lo que nos importa está fuera, todo es
una exposición, un mercado y todo se vende.
Nos resulta extraño que haya que girar la cabeza hacia
la nada; por eso parece también rara una vida contemplativa, la existencia
dedicada a la contemplación de la Verdad.
La Verdad que nos ilumina debería expresarse también en
nuestra forma de vivir este instante.
¿Hasta qué extremo?
Pues hasta el extremo de que con contemplarla ya
tendríamos suficiente.
Las mentes van a replicar: ¡qué exageración!
Sin embargo, efectivamente, la contemplación es la
totalidad.
Se puede vivir así, doy fe de ello.
Todo lo demás le sucede a la persona: se enferma, tiene
que curarse, hoy es lunes y ha de acudir a la oficina, ahora es verano y se va
de vacaciones, los hijos no se portan como debieran, los padres son mayores y
no nos comprenden ni los comprendemos o cualquier otra cosa de las miles que
nos suceden o creemos que nos suceden.
Todos esos eventos únicamente le están ocurriendo a la
persona.
¿Acaso le suceden al Ser, al Espíritu que soy?
Pero en el interior vive esa Presencia sagrada.
Contemplarla mientras vivimos es suficiente para vivir
en plenitud.
Y a esa persona contemplativa, ¿no le entristece, no le
hace sufrir ni le desespera que las cosas vayan mal para ella y para los demás,
que los otros sufran o que haya problemas mundiales?
Desde luego que a la persona no le agrada eso, pero la
verdadera identidad del ser humano no es la persona.
Y en esa Presencia en la que el ser humano se encuentra
cara a cara con la Verdad que es, con la Inteligencia divina que todo lo mueve,
no le afectan esas situaciones porque son circunstancias temporales que forman
parte de la historia
Existencial.
Lo cual no significa que la persona se vuelva
insensible, que le dé igual una cosa que otra.
Precisamente quien se ha adentrado en sí mismo llega a
ser muy sensible, pero no está identificado con esas situaciones
espacio-temporales que ve pasar.
Cuanta más realidad otorgamos a lo ilusorio, más
complicada y problemática se vuelve nuestra vida.
E incluso a veces llegamos a pensar que no tiene
solución.
Cuando lo cierto es que la existencia fluye de una
inesperada y bella manera y como todo se está moviendo, en poco tiempo lo que
se planteaba como tragedia ya no se plantea.
No vemos que no somos el personaje que aparece en el
escenario.
Y no lo somos porque lo que somos es eterno, lo que
realmente somos permanece.
Y el ilusorio actor está apareciendo y desapareciendo,
una y otra vez en esta vida, una y otra vez en las distintas vidas.
Krishnamurti, afirmaba que si aprendemos a morir de
instante en instante entonces no hay muerte para nosotros.
Exactamente, si somos capaces de morir a lo que
aparentemente somos en este instante atemporal –no esperando al momento de la
muerte física para por fin darme cuenta de que no soy el cuerpo-, entonces
descubro la Vida que no puede morir.
Pero mientras esté identificado con mi personaje me
mantendré en semejante ilusión.
Todo consiste en darse cuenta de que no soy eso que
creo ser.
La Verdad está siempre presente, está ahí esperando
hasta el momento que tengamos el arrojo de decir: <<Te reconozco, no eres
algo ajeno a mí, todo esto que creía que era mío no lo es, lo que creía que era
“yo” no es mi identidad, estaba viviendo una aventura provisional y la
consideraba real.
Tú (Padre) y yo (Hijo) somos unos>>.
Este reconocimiento se realiza al contemplar.
Y lo que hayamos reconocido al contemplar será
reconocido también al dejar el cuerpo y al encontrarnos en otras situaciones
que ahora no podemos ni imaginar.
El ámbito que en esos momentos de transición
encontraremos estará en consonancia con lo que hayamos descubierto aquí de la
Verdad.
SER
-.Remedios Varo. Vampiros Vegetarianos (1.962).-
SER
No hay peligro de algo externo que nos pueda destruir,
no pensemos que somos una insignificante mota en el universo.
Eso es lo que le ocurre a esta criatura, a esta
creación de la mente cósmica.
Nuestra verdadera identidad no puede ser atacada ni
destruida.
Puesto que lo esencial no tiene forma, no corre ningún
peligro en el mundo de las formas.
¿Vemos como la verdad es liberadora?
Nos libera de ese temor que asimilamos como si fuera
propio.
Miedo de esta persona, de esta construcción en el
tiempo que empieza, se desarrolla y termina; no es miedo de mi identidad, que
es pura Conciencia.
Y respecto a todo lo que me ha sucedido –todo el mundo
podía enumerar una lista de calamidades y otra de acontecimientos agradables-,
veré que en realidad no me ha sucedido nada.
Eso sólo le ha sucedido a esta persona y ha servido
para que me vaya desengañando, abandonando creencias y despejando errores,
abriéndome más a la Presencia real.
Si es así, ¿podré soltar ya todo el pasado, todas mis
experiencias, todo lo que me hicieron, lo que me dijeron?
¡Por supuesto!
Cuanto antes soltemos ese lastre, mejor.
En el momento en que vayamos aprendiendo a contemplar
lo verdadero, el síntoma inequívoco de esa Presencia que está ya ahí iluminando
de una manera o de otra es la disolución creciente de mi historia pensada –lo
malo que me ha sucedido, lo bueno que me han hecho, todo lo que tengo que
demostrar a los demás para que por fin me reconozcan y valoren-.
Todo ello se deshace en la Verdad.
Si me desprendo de ese bagaje, puede parecer que mi
vida va a ser aburrida porque entonces ya no tendré cosas por las que
preocuparme ni sobre las que rumiar: ¿por qué aquella persona me hizo esto, por
qué el otro dijo tal?
Se me acaba todo ese entretenimiento, algo comparable a
una televisión permanente encendida con los programas más tontos y absurdos que
puedan imaginarse.
Efectivamente, se me acaba la película; lo cual es una
liberación, tal y como siempre se ha llamado.
Entonces brota aquello que siempre estuvo en nuestra
naturaleza, lo que es nuestra esencia; la simple alegría de Ser.
Sin pasado, sin historia y sin la carga tremenda de
estar demostrando a los demás la parte buena de nuestra historia.
La Verdad al iluminarnos nos libera.
Si contemplamos la Verdad, la amaremos porque la contemplación
es una visión amorosa.
No es posible contemplar –como parece- solamente
mirando.
Se trata de una mirada amorosa.
Y ese amor a la Verdad no podemos dejarlo para algunos
momentos especiales, sino que formará parte de todo en nuestra vida.
Entonces barrerá todo lo que no sea verdadero.
¿En cuánto tiempo?, pregunta la pesada mente pensante;
sin tiempo, es la única respuesta.
La Verdad solamente se ve desde la Verdad.
Hasta que no lo contemple con la verdad misma, hasta
que no tenga ojos verdaderos no veré la Verdad.
A eso se ha denominado mente pura en la tradición de la
India.
¿Qué es una mente pura?
La que no está cargada de teorías y creencias.
Una mente limpia en la cual se puede reflejar la
luminosidad del Ser.
Cuando la mente se depura no doy realidad a los
pensamientos y éstos se diluyen sigilosamente.
Los pensamientos que no se atienden, no permanecen en
el psiquismo.
Y si aparecen, hacen como una nube efímera, no se la
tiene en cuenta, no afecta a la inmensidad de la Conciencia.
SER
-.Susan Ryder.-
SER
Es esencial estar vigilante en el nivel mental, saber
lo que está atravesando nuestra mente.
Es curioso que a los seres humanos se nos tenga que
aconsejar eso: entérate de lo que está sucediendo en tu mente.
Lo cierto es que habitualmente no solemos ser
consciente de ello.
Reconozcamos que pocas veces nos percatamos de lo que
está pasando en nuestra mente.
Los pensamientos nos atrapan, nos manipulan de aquí
para allá y nosotros como si tal cosa, ni nos enteramos, nos parece normal toda
esa dinámica.
Escuchemos entonces el consejo que ya Jesús nos dio
hace siglos -¡Vigilad!- y siguen dándolo los sabios de todas las tradiciones:
manteneos atentos, despertad, sed conscientes.
A lo mejor creemos que ser conscientes y estar atentos
consiste en enterarnos de todo lo que sucede alrededor.
Pero eso equivale a seguir dormido.
Vigilar consiste en saber lo que pasa por nuestra
mente, eso es estar consciente, eso es darse cuenta.
Hay más libertad que no es libertad para hacer cosas,
es Libertad de ser, que es infinitamente más profunda, no se puede comparar: la
libertad de la actuación exterior no es libertad en absoluto porque crees que
gozas de libertad para hacer algo cuando esas mismas cosas te esclavizan.
Libertad es ser lo que somos, una sinceridad interior
que luego se expresará de la manera adecuada.
Ya no estoy interesado, interesada, en cómo se exprese.
Lo prioritario es sólo mantenerme libre, que desde la
Verdad se abra el camino al infinito.
No me preocupo por las consecuencias, ésta van a venir
solas.
Sigamos investigando sin fatigarnos para que nos
acompañe la paz.
Entonces recorreremos la otra vía, la vía directa de
contemplar la Verdad que es vía liberadora.
Nunca podré se libre y feliz debido a mi astucia ni
como consecuencia de estar mejor informado que otros o practicando regularmente
ciertos ejercicios.
No es así como el <<yo>> astuto se
derrumba; será necesario soltar la aparente pertenencia a él.
De hecho no existe, tan sólo existe como pensamiento.
Tomemos la vía directa, descubramos cómo funciona la
mente para que la Verdad pueda iluminar nuestro vivir.
Y esto, efectivamente, no nos prohíbe hacer nada.
Podemos acometer todo lo que se nos ocurra y de hecho
así lo haremos según nuestra comprensión.
Esta vía tampoco nos obliga a hacer algo
obligatoriamente puesto que hemos de actuar de acuerdo a nuestra propia visión.
No sería verdadero de no ser así.
Aquí no tenemos ni prohibiciones ni imposiciones.
Eso es nuevo ya que habitualmente creemos que la vida
siempre está cargada de normas –debería actuar así, no debería comportarme
así-.
En este camino, sin embargo, puedo hacer cualquier cosa
y no tengo que hacer nada en particular.
Ahora que si soy inteligente, si amo la verdad por
encima de todo, vigilaré lo que está pasando, estaré atenta, atento, para no
sumergirme en un sueño proyectado por la mente pensante.
SER
-.Jeremy Mann.-
SER
Cuando se vislumbra el camino directo, cuando se tiene
una evidencia de que la Realidad nos espera, resulta inevitable enamorarnos de
esa verdad.
No se puede dejar de presentir la sagrada senda que lo
incluye todo en la Luz.
Sin embargo, no basta con enamorarse del camino; en la
existencia diaria se presentarán
momentos de desánimo, de incomprensión y de dudas en los que se pensará: este
planteamiento no tiene cabida en mi vida cotidiana; si tengo que vivir aquí,
¿cómo voy a poder abrirme a la lucidez?
De modo que después de que algo de nosotros –por
cierto, lo más auténtico, lo mejor de cada uno-, se ha enamorado de Aquello,
aparecen lugares en el psiquismo que insinúan: desapegarse de todo, ¿acaso hay
alguien alrededor que lo lleve a cabo?
Asoman las dudas de si esto es o no posible.
Sé que esto sucede casi en el cien por cien de los
casos: en algún momento hay desánimo, ya no quiero seguir tratando de
mantenerme consciente, me distraigo y digo: <<Bueno, la vida es así, ¡qué
voy a hacer!>>.
Investiguemos sobre las aparentes barreras que
interfieren en el camino.
Es suficiente con vivir de instante en instante,
dándonos cuenta un poco más, despertando algo más, comprendiendo mejor.
Y algo se irá instalando ahí de la lucidez que soy más
allá de la aparente secuencia temporal.
Necesariamente va a suceder porque cuando se pone en
marcha la contemplación, no conoce freno.
El pensamiento que afirma <<no estoy
iluminado>> acierta, aunque no deberíamos olvidar que nuestro verdadero
Ser no se reconoce en esa oscura situación.
La iluminación total es una idea en la mente.
Lo que sí puedo saber es cuál es la situación en la que
se encuentra mi mente en este momento; y con eso me corresponde vivir y estar
presente a ello.
Tal vez ya me he dado cuenta de que la impronta en la
que se halla mi mente es mecánica, condicionada y depende de diversos factores
como pueden ser mis experiencias pasadas o lo que me dicen otros.
Se trata de una posición que podría ser transformada
aquí y ahora; en un momento dado podría entrar algo de luz ahí que trasmutara
la <<realidad>> en Realidad.
Puede ocurrir en cada instante.
No tiene ningún sentido el que me proponga una meta
lejana o el que me imagine que se trata de un logro remoto, no adecuado para
mis circunstancias personales.
El tipo de vida que yo lleve no tiene nada que ver con
mantenerme despierto en ella: da igual la profesión que ejerza, no importa la
edad que tenga o las condiciones ambientales, ni siquiera la salud física
–aunque hay que tener cuidado con la salud, porque un buen fundamento de
energía vital facilita la atención-, ya que ninguna de las situaciones
aparentes en las que me encuentro son relevantes en este camino sin meta.
Si queremos ir al origen –única manera de que nuestra
vida sea auténtica-, si queremos sentir la dignidad de ser lo que somos, ya que
a veces nos perdemos la inmensa belleza de la vida al mantenernos atolondrados
imitando a otros o buscando placer o poder, entonces hemos de armarnos de
paciencia y poner atención, sólo serena atención, para detectar los errores de
la mente.
El camino de la sabiduría no se recorre para deshacer
problemas, sino que se transita para deshacer la capacidad de crear las
dificultades que lo crean.
Lo que ocurre al despertar es que voy situándome en aquel
lugar de la consciencia donde ya no se propagan los problemas como en tierra
descuidada las malas hierbas.
Es muy distinto.
SER
-.Jeremy Mann.-
SER
Empezará a fluir mi vida de manera más natural, más
sencilla, más verdadera cuando no me adapte a una ideología, a una institución
religiosa, a una filosofía, una época o una sociedad.
Seré rebelde porque sólo encontraré la Verdad ahondando
en esa profunda caverna desconocida, el ámbito infinito de la consciencia, y lo
haré sumergiéndome en mi interior.
En un principio parecerá que todo está en tinieblas,
pero es necesario seguir penetrando hasta que se vaya abriendo paso la Luz.
Cuanta más Luz, más oscuridad parece a los ojos que
están tomando las sombras como si fueran realidades.
Sin embargo, poco a poco esa mirada se va purificando
permitiendo vislumbrar lo Real a través de las apariencias, y así el caer
dependiente de objetos y personas –sombras- ya no se presenta.
En esta época en la que disponemos de cuantiosa
información y en la que existe un elevado número de población, podemos darnos
cuenta hasta dónde puede llegar el problema de las dependencias.
Ponemos nombre al error -<<dependencia>>-
como si de una enfermedad se tratara; de ese modo creamos un enemigo más en la
vida.
Pero aquella tendencia distorsionada en realidad no es
algo con entidad propia, simplemente se trata de la actitud errónea que tenemos
ante los deseos: nos esclavizan porque no vivimos despierto.
Desconocemos de dónde proviene el deseo y lo que es; no
distinguimos cuando se trata de una energía natural en ciertos niveles
superficiales –físicos y emocionales-, como cuando nos agrada pasear por la
naturaleza, contemplar cosas bellas, escuchar música o conversar con amigos.
Ciertamente, en todos nosotros hay deseos naturales, se
trata de necesidades que pertenecen a los vehículos físicos, emocionales o
mentales y que no están desproporcionados; si se limitan a su lugar, no nos
esclavizan.
Pero esas <<necesidades>> son de un talante
tal que no nos apremian y no sentimos necesitarlas.
Con sencilla armonía aparecen y desaparecen en nuestro
caminar por la vida.
Nadie las reclama, pero se viven con alegría.
No es el caso de los llamados <<apegos>>.
¿Cuándo están esos <<deseos>> en el lugar
que les corresponde?
Cuando mi identidad se sitúa en su sitio.
Si permanece atrapada por las sensaciones, busco el
placer sensorial, y puesto que éste nunca puede llenarme completamente, siempre
querré más y más satisfacciones sensoriales.
Incluso podría llegar a deteriorar el instrumento,
enfermar y continuar preso del deseo.
Lo mismo sucede en el terreno afectivo; si mi identidad
está reducida a los sentimientos, perseguiré cierta excitación emocional y haré
todo lo posible para conseguir que las personas dependan de mí y yo, de ellas,
tendré que estar constantemente con <<gente>> a mi lado.
Cuando mi identidad se sitúa en un lugar sereno y
lúcido, dándome cuenta de lo que ocurre, los instrumentos siguen presentando
sus reclamaciones –es la hora de comer, este vestido me gusta, preferiría tener
un coche nuevo-, en los niveles fenoménicos siguen presentándose los deseos
desde fuera, pero mi identidad ya no está ahí y por lo tanto no me esclavizo a
hacer eso y lo otro ni deterioro mi organismo o caigo en dependencias hasta
darme cuenta de que me estoy encerrando en una cárcel.
Por querer ser libre en la dirección equivocada
–volcado al exterior-, me he esclavizado.
¿Qué pasos he ido dando inconscientemente para, ahora
que he tomado consciencia de a dónde me han llevado, empezar a dar pasos más
conscientes?
El camino de ida hasta una situación insostenible ha
sido inconsciente; el camino opuesto tiene por tanto que ser consciente, tengo
que darme cuenta de lo que ha ido acumulando mi mente para, soltándolo, poder
regresar a mi Ser.
El ser consciente empieza por encender una luz en la
mente y ver lo que está ocurriendo ahí, porque de lo que pase en mi mente
dependerá lo que suceda fuera.
Aunque habitualmente lo estoy viendo al revés: sin
darme cuenta interpreto que todo lo que pasa en el exterior es el origen de mi
mal o bienestar.
No es así, tengo que mirarlo con sumo cuidado, mantener
esa luz encendida en la mente hasta que me dé cuenta de qué concesiones estoy
haciendo a lo falso.
Al final, todos los extravíos se reducen a percibir lo
aparente como real.
SER
-.Victor Bauer.-
SER
¿Puedo distinguir lo verdadero de lo falso?
¿Me dejo llevar de las apariencias porque no me he dado
cuenta de que son falsas?
El discernimiento es una capacidad natural que debería
estar manifiesta en el ser humano, pero ha sido tapada.
La capacidad de diferenciar lo que es verdadero entre
las falsas imitaciones es tan natural como darse cuenta de si el cuerpo tiene
sueño o hambre; si la mente estuviera en el lugar de equilibrio -donde debe
estar, recibiendo la Inteligencia de su origen y no volcada completamente hacia
las formas exteriores-, distinguiría la verdad de la falsedad.
Pero como ya nos hemos habituado a la posición de vivir
alienados mirando hacia lo que el pensamiento proyecta fuera, dándole realidad,
creemos que no existe esa innata capacidad de contemplar la Verdad.
De modo que tenemos que buscar donde creemos que está
la realidad a ver si hay alguien que nos diga cómo actuar en cada situación
concreta.
Nos dedicamos a perseguir las fugaces apariencias
externas para ver qué tipo de relaciones, de situaciones, nos convienen.
Estemos seguros de que la Luz del discernimiento está
siempre ahí.
No lo olvidemos ni dudemos de ello.
Esa Luz ha sido tapada por actitudes inconscientes, por
inatención, por actitudes emocionales al escondernos tras un deseo o un miedo.
Por eso, poco a poco, se va ocultando esa capacidad con
la que debe venir todo ser humano al mundo.
No se manifiesta el ser humano acompañado de su luz, de
la Luz que es.
Somos la Luz recubierta de ciertas formas que a su vez
son reflejos de esa misma Luz.
Pero cuando miramos los reflejos no los captamos como
dibujos de la Luz, no los estamos reconociendo como lo que son, les damos una
vida separada, considerándolos realidades independientes y enfrentadas.
Sin embargo, no existen tales realidades
independientes: la Realidad es Una e indivisible, no se puede hacer fragmentos
con ella cuando se es la Realidad.
No obstante, si se interpreta a través de un
instrumento mental, aparece diversificada.
Pues bien, los reflejos múltiples nos hipnotizan, consideramos
que esos efímeros dibujos son la realidad.
En nuestra interpretación, los vemos ya como si fueran
la realidad misma.
Ahí empiezan las distorsiones, la cadena de desatinos
con la que nos atamos, la ceguera con la que nos aislamos: el ver como realidad
los opuesto, los últimos reflejos, lo que no es más que efímeras sombras de
Aquello.
Consecuentemente, toda nuestra vida está montada del
revés, y así como un guante dado la vuelta ya no entra bien en la mano, la
posición que ocupamos en el mundo no encaja en nuestra identidad.
Si la existencia se presenta así, del revés, hay que
volverla del derecho con mucha paciencia.
La paciente tarea consiste en volver a encontrar esa
Luz que está en nosotros tal como lo estamos mirando ahora mismo.
Veamos desde dónde recibo la inspiración de esa
luminosidad.
Más adelante, cuando ese brillo nos acompañe siempre,
nos iremos dando cuenta, poco a poco, de que Aquello es lo que verdaderamente
somos y no las apariencias de las formas que caen en el tiempo, se pierden en
lo temporal y desaparecerán como si se sumieran en un abismo.
Las formas que dependen de la temporalidad son meros
reflejos, no la realidad que somos.
Lo Real no puede aparecer y desaparecer; es lo sagrado,
es lo divino.
Lo aquí expuesto puede parecer una teoría extraña,
aunque es algo que podemos comprobar por nosotros mismos si vamos colocando la
mente de manera contemplativa.
Con la mente centrada, todo lo que interpretábamos con
anterioridad lo vemos ya como meras conjeturas: extrañas teorías que nos
hipnotizan, pensamientos que producen miedo y angustia.
De repente acumulo cosas y luego las pierdo, primero me
quieren y después ya ni me aprecian, al principio soy joven y tengo fuerza o
belleza y más tarde soy anciano, anciana, y no dispongo de energía, ni
atractivo ni salud, de pronto es inminente que abandono el cuerpo; todos esos
cambios son sorprendentes y angustiosos para una mente que está viendo la vida
al revés, volcada en las formas.
El hecho de que sean numerosas las mentes que se sitúen
ahí, por supuesto, no significa que estén en la verdad.
Aunque muchas mentes se encuentren confundidas, el que
haya una mayoría en el error ni justifica el extravío ni lo hace más veraz.
Una vez que hemos tomado contacto internamente con el
conocimiento de sabiduría –el cual no se asemeja a los demás conocimientos de
información que se acumulan en la memoria para repetirlos al establecer con
ellos conexiones para obtener ciertos resultados, tal como hacen los
ordenadores-, accedemos a otro ámbito: una fuente que está brotando constante,
un reencuentro con lo infinito que fluye sin límites.
Solíamos ser inconscientes de ello, lo estábamos
olvidando.
Cuando tomamos consciencia de Aquello, su luz nos va a
acompañar; podemos olvidarlo por momentos, días, horas, años, pero estará
siempre allí, es lo que podríamos denominar con propiedad <<la voz de la
consciencia>>.
En cualquier momento, de repente, me acuerdo:
<<Estoy dando realidad a lo que no la tiene, me estoy distrayendo,
dejándome llevar de impulsos instintivos, de deseos, actuando como estoy
acostumbrado, sin darme cuenta, sin vigilar, a oscuras, ¿qué está
pasando?>>.
En nuestra vida esto se presentará una y otra vez, es
inevitable que así sea en el peregrinaje de la existencia, en ese más o menos
lúcido caminar hacia ninguna parte.
SER
-.Ricardo Galan Urrejola.-
SER
No se toma contacto con la Verdad sin consecuencias;
una vez que se ha conectado con Ella como sabiduría comienza el amanecer de lo
eterno, una senda en la que no se acumulan conocimientos, una vía que consiste
únicamente en más y más consciencia.
No me entretendré más en cambiar la vida, no planearé.
Los cambios están viniendo constantemente, -eso no hay
quien lo detenga-, no se trata de que yo modifique nada, la misma vida se
encarga de los movimientos siempre inteligentes del acontecer.
Lo inteligente se descubre al mirar de una manera
consciente, no estar ciego o ciega ante lo que se manifiesta cada día.
Y en ese darme cuenta florece una vida nueva, sin intervención
de planes mentales, como el reverdecer de la primavera va a surgir un nuevo
mundo alrededor que suele tener, en general, las características de ser más sencillo, más
creativo, más bello, más libre…
Una existencia que presentará peculiaridades distintas
en cada ser humano –aunque con ciertas abstracciones generales- y por lo tanto
no podrá planificarse con el pensamiento.
La belleza de la naturaleza sólo se desvela a quien se
siente en serena comunión con ella.
Y la serenidad siempre acompaña la sencilla claridad de
la mente vacía.
No hemos de dejarnos llevar por los imaginarios deseos
personales; los deseos pertenecen a esta zona fenoménica y
<<fenómeno>> es todo aquello que aparece en el tiempo, mientras que
nuestra identidad está más allá.
Las demandas razonables de las personas las va
proporcionando la Inteligencia de la vida; no se requieren planes mentales para
forzar la situación existencial, aunque hayas creído que tus circunstancias
ideales son otras, esas supuestas vidas ideales son imaginarias.
La vida real llega desde la inspiración de la Luz y
después pasa por la mente vistiéndose con las características de una
personalidad específica.
Sólo lo hará bien la propia Inteligencia que soy, no lo
lograré con el pensamiento.
La vida adecuada para mí fluirá de la Inteligencia
Total, no necesito pensarla.
El camino de la sabiduría propone que no hay nada que
cambiar, todo se hace espontáneamente a partir de nuestra comprensión.
Lo cual no significa <<voy a cruzarme de
brazo>>; la vida nunca va a dejarte los brazos cruzados, te los colocará
donde tengan que estar.
Somos expresión de la Inteligencia profunda: nuestros
niveles humanos físicos, afectivos, mentales son expresión de la Inteligencia
Total.
Debemos poner la energía vital al servicio de la Verdad
que hemos descubierto, al servicio de la sabiduría, de lo real y no de las
ilusiones.
Cuando lo hacemos así, nuestra potencialidad no se
queda ahí acobardada, encogida, sino que se expande porque ya no se está
utilizando de una manera egocentrada que deteriora las formas y el instrumento
psicofísico.
Y esa energía vital expandida es una buena base para la
mente contemplativa, para mantenerse despierto.
Sepamos por tanto que nunca llegaremos a agotar las
reservas de energía; físicamente podré cansarme si hago más de lo que me
corresponde por mi situación, pero en armonía con el plan divino, desde la
inspiración de lo Real, no llegaré al agotamiento, sino a la Paz.
La acción no es lo más real, como solemos creer.
Y si repito lo que otros hacen, aunque sean buenas
obras, estoy durmiendo.
Lo que cuenta es no perderme la inspiración, no dejar
que se apague la Luz en mi interior.
Y cuando esté atento a eso con toda mi energía vital,
veré que ya no necesito planear qué he de hacer –cosa sorprendente-, porque
habitualmente estamos planeando la acción.
Pero si no estoy atento, si en algún momento me
planteo: tengo dudas, no sé dónde ir en esta coyuntura de mi vida, ¿voy por
aquí o por allá?, lo mejor es no seguir consejos ni sopesar los pros y los
contras; lo acertado es hacer un alto en el camino.
Detener la rueda del pensamiento y permitir así que la
consciencia aflore, porque cuando hay suficiente lucidez, la conducta brota
espontánea y es la adecuada, tal y como puedo constatar.
Sabiduría es escuchar la melodía de la Vida Única,
siempre inteligente; al escucharla, contemplarla, y contemplándola, serla.
SER
-.Leonora Carrington.-
SER
Cuán importante es vivir despierto.
Despertar no es algo espectacular y lejano.
Despertar es tan sencillo como darse cuenta.
Es estar presente cuando haya una emoción, cuando
aparezca un sufrimiento en las relaciones humanas, estar ahí cuando sienta un
dolor físico o psicológico, cuando crezca un apego, cuando empuje un deseo: ahí
está la distorsión pero aquí estoy presente.
Y veremos lo que sucede cuando empiezo a vivenciarlo.
He de intentarlo una y otra vez, hasta que aprenda a
estar consciente sin dar vueltas a la cabeza, sin pensar, sin agobiarme por la
situación representada en el escenario de la existencia.
Iré poco a poco, hasta aprender, y llegará un momento
en que se revelará una acción transformadora que se producirá sólo con mi
presencia consciente.
Una revolución imperceptible ya se está poniendo en
marcha.
No la planeo, no la fabrico ni la pienso; surge.
El camino es siempre creativo y el asombro es mi
compañero en la aventura.
La revolución en la consciencia lúcida es gozosa, una
felicidad desconocida hasta entonces; suelo llamarla plenitud para no
confundirla con la felicidad que aplicamos a placeres sensoriales o a
satisfacciones afectivas.
Cuando probamos la plenitud llamada antes
bienaventuranza ya no nos conformamos con las gratificaciones momentáneas y
pasajeras de los vehículos psicofísicos, satisfacciones excitantes que se
repiten hasta aburrir.
Cuando saboreo esa plenitud creativa, nueva en cada
instante, descubro que ésa es mi verdadera naturaleza, ¿qué más buscaré?
Es así como los deseos ya no me esclavizarán y no
necesitaré reprimirlos ni buscar alguna teoría para reivindicarlos.
Realmente la angustia existencial en la que solemos
vivir, la sed que se expresa en miedo, en ambición y en toda clase de
búsquedas, la insatisfacción constante, tiene su origen precisamente aquí: no
conectamos con la plenitud de nuestro verdadero Ser.
Y ese estado de plenitud que incluye gran libertad,
serenidad, claridad y amor puro…, ese estado no se puede alcanzar mediante
fórmulas, métodos astutos de la mente pensante.
Es necesario trascender la mirada mental conocida,
imprescindible ser conscientes de nuestro caminar en contemplación.
Como nos hemos engañado tanto, tendremos que ir paso a
paso, siendo cada momento un poco más conscientes.
Éste es el camino de la sabiduría, el único
inteligente.
Un paisaje ilimitado, y por ende misterioso, que sólo
descubrimos al adentrarnos en su belleza desconocida.
SER
-.Remedios Varo.-
SER
Tratamos constantemente con lo conocido.
Pero lo conocido es lo interpretado, lo que ha sido
creado por la mente.
Pensando, interpretando sensaciones y emociones,
analizándolas, colocándolas en un lugar o en otro, hemos ido configurando la realidad
conocida.
Y aunque esta supuesta realidad no responde a nuestro
anhelo de Ser, nos cuesta mucho trabajo hacernos a la idea de que tenemos que
prescindir de lo que hemos considerado siempre la realidad y abrirnos a algo
desconocido.
Evadimos aceptar lo que no se encuentra en nuestra
memoria ancestral.
SER
-.Leonora Carrington.-
SER
Para descubrir la Verdad no va a valernos nada de lo
que ya está interpretado, no podemos mantener ningún tesoro que, inconscientes,
hemos estado protegiendo entre lo conocido.
La apertura a lo desconocido ha de ser total si nuestro
encuentro con la Verdad es lo que nuestro Ser íntimo, nuestro espíritu, nos
reclama.
SER
-.Remedios Varo.-
SER
Al investigar sobre lo verdadero, lo primordial es el
reconocimiento de que nada es como parece ser, mientras estamos viviendo una
realidad inventada.
Sin eso no hay nada real en el ser humano, lo pensemos
como lo pensemos.
Ni siquiera el pensador mismo es real.
SER
-.Mark Lague.-
SER
Veamos que el misterio reside en la raíz misma de
nuestra interpretación.
La persona ya forma parte de la ilusión.
Esto nos desarma, y quedamos desnudos ante lo
desconocido.
No se trata de que algo o alguien me esté engañando y
en un momento dado lo descubra.
No; eso que considero ser (la persona engañada),
también forma parte del engaño.
Cuando lo vemos de esta manera ya no tenemos por donde
abordar lo conocido.
No hay nada que salvar del naufragio de la
interpretación que hemos hecho con el pensamiento, no hay nada que conservar.
Y es entonces cuando tenemos que jugárnoslo todo por
amor a la Verdad.
Lo que parece nada es todo y lo que parece todo es
nada.
De modo que con gran penetración de lucidez hemos de
arriesgar lo conocido.
Por supuesto que ya sabemos cuán difícil nos resulta,
sin duda porque el amor a la Verdad todavía no es total y porque desconfiamos
de que aquella Verdad desconocida incluya todo y queremos quedarnos con algo,
por si acaso nos falla.
La confianza en la Inteligencia sagrada –que incluye la
totalidad- ha de ser también total.
SER
-.Mark Lague.-
SER
¿Estamos diciendo que hemos de dejar de hacer lo que
hacemos?
Eso no tiene importancia, sería muy fácil.
Las personas que lo entienden mal están haciendo un
simulacro al llevar a cabo sacrificios y abandonar la familia o el trabajo o al
irse a vivir con plena austeridad.
Están jugando a que se están abriendo a la realidad
para llegar a ser espirituales.
Pero sólo seremos espirituales viviendo lo que se
presente en cada momento de la existencia desde el Espíritu.
Lo que tan heroico nos parece –cambiar de vida y
prescindir del dinero, la familia, etc.- resulta pueril a los ojos de la
Verdad.
El desapego es más profundo.
Al fin y al cabo la persona obra así para convertirse
en alguien con virtudes excepcionales.
Mientras lo que importa al despertar de la ilusión de
lo conocido es deshacer esa persona, no hacerla virtuosa o heroica, para lo
cual no hay que buscar ningún tipo de vida en concreto o indagar en cuál es el
tipo de vida ejemplar que ha llevado algún ser humano para imitarlo, no
consiste en poner la atención en qué hacía tal maestro espiritual, cómo se
comporta un monje y repetirlo igual.
Eso se queda en lo conocido: un sueño virtuoso, un
sueño religioso o un sueño de héroe.
Un sueño, al fin y al cabo.
SER
-.Mark Lague.-
SER
Cuando proclamo que voy a dedicar mi vida a ayudar a la
humanidad, que no me importa nada más que conseguir que los otros vivan mejor o
dispongan de más alimentos, ese gesto solo es positivo porque mejora el sueño.
Reconozcamos que está bien mejorar el sueño, no se
puede decir que esté mal; es preferible ayudar a que el sueño sea bueno que
contribuir a que sea malo.
Un terrorista fomenta que el sueño sea horroroso
mientras que alguien que trabaja para los demás ayuda a que el sueño sea mejor.
Sin embargo, esos valores relativos todavía forman
parte de lo conocido antes de despertar.
No lo olvidemos si es que somos aspirantes a descubrir
la Verdad absoluta.
Si esto nos asusta y creemos que es demasiado difícil,
podemos dar madia vuelta y seguir tratando de mejorar lo que vemos, pero
sepamos que lo mantendremos <<por un tiempo>>, que será relativo.
Si continúa la insatisfacción interior, si persiste una
llamada interior a algo más allá de la moral aprendida y reconocida, deberíamos
escuchar esa voz.
La respuesta que demos a esa invitación interior será
la llave para abrir la puerta a lo desconocido.
Una llave que no se puede fabricar con metal alguno
conocido, no hay fórmulas experimentadas ni astucia para conseguirla, no la
descubren los eruditos, los que indagan en el pasado y leen manuscritos
antiguos.
SER
-.Jeremy Mann.-
SER
La respuesta de cada ser humano a esa llamada de lo
desconocido es única y se crea en el instante presente.
La verdad es que cada ser humano está realizando su
propia investigación y se encuentra en una búsqueda diferente para encontrar su
llave única.
Debido a que no existe la misma experiencia para todos,
la aventura resulta muy interesante y creativa, aunque en absoluto responde a
la costumbre actual de las estadísticas, de lo que se hace en grupo, de lo que
vale para todos.
Con lo cual, es fácil darse cuenta de que la actitud de
seguir a otro además de no resultar útil, supone un sinsentido.
Mi existir no reconoce modelos de existencia.
Por otra parte, ¿a quién voy a imitar?
No hay nadie, lo único que hay es lo verdadero y lo
único real.
Aquél al que sigo lo estoy interpretando, no es real,
es un mero dibujo en el tiempo, una apariencia transitoria de Aquello
desconocido o quizá un altavoz para que aquella Verdad se escuche.
Jesús proclamó: <<Yo soy la Verdad>>, y lo
dijo con verdad.
Pero la interpretación que hemos hecho de sus palabras
es nefasta, porque él no se refería a su persona.
¿Qué soy realmente?
Debo buscar la Verdad que soy.
La Verdad la soy, no me viene de fuera.
También el Buda afirmó que no se encuentra la Verdad ni
en las sagradas escrituras, ni en las religiones, ni en los maestros ni en nada
externo, sólo en nosotros mismos, y animaba a que en esa aventura fuéramos una
luz para nosotros mismos.
Nos parecería más cómodo si dentro de la obra de teatro
que se está representando, hubiera alguien que nos comunicase: <<Te
inicio en la verdad y te entrego esta llave solemnemente>>.
Semejante gesto nos halagaría, porque sin salir de
nuestra historia personal, tendríamos resuelto nuestro anhelo de realidad.
Pero no es así por mucho que tantísimas personas hayan
intentado que así sea.
A la Verdad no se le puede seguir los pasos.
Ser verdadero no consiste en obedecer, no se puede
copiar ni aprender, estudiar y luego repetir, no es nada que encaje en la rueda
de causas y efectos del mundo mecánico, no pertenece a lo que se puede guardar
en un ordenador, tampoco se concluye como deducción lógica de un razonamiento.
Ni se entrega ni se pasa de unos a otros ni se hereda,
no se ofrece con mucho cariño: <<Toma, aquí la tienes, ahora tú eres mi
continuador en la Verdad>>.
Escapa a todos los juegos del pensamiento.
Es algo creativo y por tanto desconocido.
Aquello es lo siempre nuevo, no cabe en ningún cuadro
de clasificaciones, el pasado no lo toca, por lo que siempre se ha de hacer
presente en lo atemporal.
La Verdad se estrena en cada instante; en cada momento,
es impoluta.
No vale una verdad que haya sido utilizada por otra
persona.
Tampoco se puede conseguir lo verdadero a base de
fuerza de voluntad, no se conquista con energía o esfuerzo.
Sólo la lucidez en el silencio de la Conciencia la
descubre.
¿Y qué hacemos entonces con las energías personales?
Cuando vamos descubriendo la Verdad, las energías se
van adecuando de una manera natural, cada nivel que es iluminado va formando
parte de la armonía de ese conjunto que se llama ser humano.
Esa armonía ha de hacerse sola si ha de ser verdadera.
Si la manipulo con mi aparente voluntad, movilizando
una cosa de aquí para allá, de ahí no puede nacer nada verdadero.
Tiene que brotar la armonía del conjunto ya que siempre
surge de la Unidad del Espíritu.
Será necesaria una apertura a un nivel que trascienda
la mente, para que la armonía se establezca espontánea y creativamente desde un
ámbito totalizador e inclusivo.
Que pasen los pensamientos de largo y que ello no me
afecte, que no me quede atrapado en alguna interpretación imaginaria, cuando lo
esencial me está llamando en un momento dado.
Que mantenga la atención en su lugar.
Esto no se hace mediante técnicas para lograrlo.
Las disciplinas incluso podrían desordenar el trabajo
de la mente aún más.
Con ninguna técnica se llegará a la paz y armonía
mental; mientras con la Verdad que inunda de amor y belleza lo manifestado
sucederá en un vuelo trascendente.
La mente está desordenada porque hay una identificación
con los pensamientos.
La causa radica en el error de creerme que soy ese
conglomerado del <<yo>> provisional.
Hasta que me haya dado cuenta de que no hay tal, ese
centro pensante, por su naturaleza desorganiza y siembra errores en la conducta
porque necesita unas cosas para conseguir otras.
Predomina el egocentrismo, cuando en realidad ningún
<<yo>> puede mantenerse separado de lo demás, ya que todas las
energías están interpenetradas.
Mientras la interrelación es total, el individuo
pensante quiere separarse, hacer que una entidad crezca a costa de otras.
Y como esto es antinatural resulta normal que se
produzcan más y más conflictos mentales que dan realidad a mundos confusos.
Si no supero el nivel de lo pensado, permanezco sumido
en el caos.
Y quizá considere que la condición humana es ésa y que
no queda nada más que hacer que soportarla así o distraerse inventando
historias sobrepuestas; creyendo por ejemplo que con alguna novedosa teoría
podrá resolverse un problema tras otro y quizá llegar hasta la inmortalidad de
la persona.
Cualquiera que sea la teoría con la que pueda entretenerme
durante un tiempo, tarde o temprano encontraré el sinsentido que hay en mi
mente.
También podría intentar salir de él, mediante una tarea
que se efectúa desde fuera, como confiar mi mente a alguien –aquí la tiene, por
favor, arréglemela-, como si se tratase de un traje que llevo a la tintorería a
que me lo limpien o tiñan.
Aunque muchos seres humanos eludan su responsabilidad,
no es posible pedir a algún experto o autoridad que armonice mi mente,
desprenderme y recogerla cuando ya esté lista.
Ante todo, es necesario que yo mismo me responsabilice
de esa búsqueda interior de sentido, es necesario que descubra la clave hacia
lo desconocido que dará belleza a mi vivir.
Por tanto, es una labor inalienable, no se puede
evadir, necesito urgentemente abrirme a lo sagrado, entregarme al Espíritu
desconocido, lo que no puedo manejar con mis herramientas personales.
El ser humano ha llamado sagrado o divino a lo que no
puede controlar ni medir mediante máquinas, a lo que no manipula ni puede
imitar.
Necesito abrirme a esa Conciencia espiritual, y como la
misma apertura de esa puerta es ya creativa, necesito moverme de una manera
libre y creativa también.
Con lucidez, porque la Luz es lo único veraz, el darme
cuenta es lo único que hay verdadero en el caos en que me encuentro.
Puedo pensar que como ser humano albergo cosas tanto
buenas como malas, y es cierto que tengo ambas dentro de la proyección, pero
las buenas se van a transformar algún día y las malas pueden transformarse
también, estarán cambiando incesantemente.
Al final, mi bagaje personal son sólo formas que se van
a desgastar: las formas que tanto apreciaba y valoraba –aunque sean las formas
de personas-, van a ir cambiando, las que eran bellas llegan a deteriorarse, lo
que previamente movilizaba energía vital llega a ser decaimiento y fatiga, lo
que originaba tristeza puede llegar a ser fuente de alegría y viceversa.
El mundo de las formas está en total transformación o
cambio de formas.
No puedo quedarme con ninguna.
En el tiempo, ¿dónde me apoyaré?
SER
-.Leonora Carrington.-
SER
<<El hijo del hombre>> -la persona- no
tiene dónde apoyar la cabeza, tal como decía el Maestro Jesús.
Y así era y será aunque nadie lo crea hasta descubrir
lo que está detrás del <<hijo del hombre>>.
¿Quién es el hijo del hombre?
El que ha nacido, el que cree que ha empezado a ser a
partir de la relación entre un hombre y una mujer.
¿Y quién es el hijo de Dios?
El que no ha nacido, sino que Es desde toda la eternidad.
Lo que nace del Espíritu es espíritu, se nos dijo.
En cuanto nos creemos que somos el hijo del hombre
–esto es, una forma biológica que nació hace años y ahora tiene una historia en
el tiempo-, no tenemos dónde apoyarnos.
Así se nos ha dicho, y con verdad, porque todo cambia.
Lo mismo afirma la tradición budista, según la cual
nada permanece.
Pero quien descubre que es hijo de Dios, es decir,
quien se ha abierto a la inspiración del espíritu, de lo sagrado, de Aquello
desconocido, no necesita ningún apoyo porque <<es en sí>> y
<<por sí>>.
Estamos diciendo que contemplamos para ser libres; no
obstante, la persona nunca es libre, siempre es dependiente.
¿Cómo entonces es posible contemplar para ser libres?
La persona no va a contemplar, la persona va a
disminuir para que Aquello que la trasciende aumente, va a dejar espacio para
que la Luz penetre y entonces aparecerá la Libertad.
No es que <<yo>> me vaya a liberar, sino
que seré la Libertad que siempre fui.
Fijémonos bien en la diferencia que hay entre descubrir
que lo único que soy es esa libertad que es desconocida para la persona y estar
engañado creyendo que la persona va a ser libre.
Debemos observar cómo se fabrican los sueños y hasta
qué punto les damos realidad, porque la mente crea sueños todo el tiempo.
La mente individual y la mente cósmica están siempre
proyectando imágenes.
SER
-.Remedios Varo.-
SER
Si prescindimos del trabajo tanto del pensamiento como
de los sentidos, nos quedamos en silencio.
Y en silencio, cuando se termina la ideación de la
novela pensada, podemos tener una apertura a la realidad desconocida.
A esa apertura silenciosa estamos llamando contemplar.
Es necesario silenciar el esfuerzo psicofísico, hace
falta soltar la identificación con el elemento biológico y mental
–cuerpo-mente- para poder recibir la inspiración de un lugar verdadero.
En la medida en la que estoy identificado con lo
externo, no me entero de que pueda existir una dimensión detrás.
No es que la niegue o debata sobre su existencia, me lo
crea o no me lo crea, todo eso es trivial.
Mientras viva identificado con las formas no existirá
para mí ninguna dimensión más allá de la convencional.
Y solamente cuando ya surge la respuesta a la llamada,
cuando hay una aceptación, cuando brota desde lo profundo un hágase, empiezo a
escuchar esa voz interior y comienzo a abrirme a aquella dimensión nueva que se
ha llamado por siglos en la humanidad <<lo sagrado>>.
Y por esa confianza interior mi vida va construyéndose
misteriosamente desde la Verdad última que se mueve en el Amor.
Ya no se actúa hacia fuera, sino que se vive para
Aquello sagrado desconocido para la persona.
La persona, con todas sus limitaciones, tiene que irse
adaptando -lo hace- a ser mero instrumento.
Veamos hasta qué punto nos incumbe y es nuestra única,
ineludible responsabilidad, descubrir esa entrada interior a la dimensión
sagrada.
Está ahí nuestra libertad, está ahí la Libertad.
La Libertad que somos en última instancia, de verdad,
está ahí cuando nuestra identidad se ha desengañado de lo que creía ser entre
las formas.
El proceso que incluye el desprendimiento de lo falso y
la apertura a lo verdadero va produciéndose simultáneamente.
En una mayor apertura a lo que Es, la mente se va
haciendo contemplativa de manera natural, hay un desprendimiento de lo que no es,
y ese mismo desprendimiento crea un espacio donde libremente puede pasar la
Luz.
Aumenta la inspiración, y eso implica que aumenta la
verdadera sabiduría –a veces se llama sabio al que tiene muchos conocimientos,
aunque eso no es verdadera sabiduría.
La sabiduría –el distinguir las apariencias de la
realidad o lo verdadero de lo falso-, sobreviene como una gracia tal y como
tradicionalmente se nos ha dicho.
No llega a consecuencia de lo que alguien haga o deje
de hacer.
No se debe a factores exteriores, sino a un movimiento
de respuesta a la llamada silenciosa que escucho en mi interior en un giro de
mi mente.
De estar volcada hacia fuera y vivir dependiendo de lo
externo, mi mente gira hacia dentro y se torna contemplativa.
Y entonces empieza a reflejarse la Luz allí; no antes,
cuando estaba limitada a <<lo conocido>>, creando ilusiones y más
ilusiones.
Al comenzar el giro, la mente va haciéndose
contemplativa.
La persona queda como instrumento de aquella
inspiración que recibe.
En vez de ser un esclavo de los impulsos, de las
pasiones biológicas, de los deseos de poder, en lugar de ser un seguidor de la
opinión pública, de las exigencias de la sociedad, de la familia, del trabajo,
en vez de ser un engendro de lo que aparece, empieza a ser serena y gozosa
expresión de lo que Es, más allá de lo aparente.
Recordemos que la persona siempre es dependiente.
La Luz no la recibe para ella misma, no descubrimos la
Verdad para beneficio de la persona, no descubrimos lo Real para luego mejorar
lo falso, aunque es lo que inútilmente intentamos: queremos descubrir la Verdad
para, aplicándola a lo falso, mejorarlo.
Pero hemos de soltar lo que aparece y abrirnos a lo
verdadero.
La Verdad nos hará libres de esa manera; no mejorará la
obra de teatro, sino que sencillamente iluminará y la función se verá como mera
representación temporal.
SER
-.Leonora Carrington.-
SER
Habitualmente vivimos en lo conocido y creemos que no
podemos salir de ahí, también nos enquistamos en esa creencia porque tenemos
miedo a lo desconocido, así lo conocido nos parece la realidad o le damos ese
título para tranquilizarnos.
Hacemos esa demarcación, instalamos la valla bien clara
de hasta dónde abarca lo conocido y ésa es la realidad para nosotros.
Pero cuando un ser humano busca la Realidad al ir
haciendo la mente contemplativa, le sucede algo inesperado: se da cuenta de que
la Realidad está precisamente en lo desconocido.
Y se queda perplejo al mirar alrededor y ver cómo todo
el mundo vive en lo conocido, intercambia cosas manidas, se instala en lo
consabido, presume de tener muchos conocimientos dentro de la valla bien
marcada y pelea, disfruta, sufre a partir de lo conocido.
Para que la mente se haga contemplativa tiene que haber
riesgo de pérdida de lo conocido.
Cuando le hemos dado realidad absoluta a ese territorio,
nos asusta su abandono.
Pero cuando por sabiduría, por comprensión, se va
deshaciendo esa pequeña realidad que habíamos delimitado –lo cual quiere decir
que ya no nos la creemos-, no vivimos pendientes de ella, no le otorgamos plena
autoridad.
Lo conocido reside en la mente pensante, concreta,
sensorial, incluso en la mente que calcula y mide, la mente que se ocupa de la
cantidad.
Actualmente se habla mucho de la calidad de vida, pero
no se entiende lo que es calidad, se cree erróneamente que deriva de la
cantidad de dinero, la cantidad de vacaciones, el número de países que conozco,
el número de gente con la que trato, la suma de influencias o poderes que puedo
manejar.
Ese ámbito es perfectamente conocido.
Quizá intuimos en algún momento: he de ir más allá de
lo conocido, salir de las apariencias, de lo que todo el mundo sabe, del lugar
donde sin darme cuenta resbalo como en un tobogán, de la inercia inconsciente
de los hábitos de la humanidad, de las costumbres imperantes.
Lo desconocido afecta a todo, incluso a aquel que
conoce.
Aquel que quiere llegar a lo insondable como si fuera
un conocimiento más, pertenece también al ámbito de lo conocido y de lo
pensado.
Es un mero pensamiento.
De modo que el propio <<yo>> que quiere
llegar a lo desconocido es ya conocido.
De ahí se deduce claramente que esa entidad no puede
acceder nunca a lo desconocido.
Aquel supuesto personaje que quiere librarse de los
pensamientos no es sino un cúmulo de pensamientos, un objeto pensado.
¿Podemos ver esto?
Sin embargo, la lluvia de lo desconocido va impregnando
al sujeto que siente de un anhelo sincero por descubrirlo.
Hemos de darnos cuenta, observar bien, hasta que llegue
un momento en el que digamos: ya está bien, esto no es la Realidad.
No basta con leerlo en un libro y pensar que esta
teoría de que el mundo es irreal parece interesante.
Eso no sirve, por la sencilla razón de que quien está
afirmando que el mundo es ilusorio y que hay una realidad superior es
igualmente irreal.
Ahí está el punto clave.
Cuando me doy cuenta de lo que es Real, cuando constato
por Conciencia directa, cuando contemplo y veo directamente lo que es Dios, es
cuando ya lo soy.
Cuando descubro lo infinito, lo insondable, es cuando
ya soy Eso.
SER
-.Susan Ryder.-
SER
Ya sabemos que se han inventado múltiples estrategias a
base de disciplinas, de voluntad, de seguir a otros, de acatar un método para
liberarse del mundo conocido.
Pero esas técnicas son muy resbaladizas; muchas veces
el <<yo>> aumenta mientras tratamos de eliminarlo, porque es muy
sutil.
Al esforzarnos en llevar a cabo austeridades,
ejercicios establecidos, en vez de conseguir que se disuelva ese
<<yo>> del que han hablado los sabios, lo que se logra en algunas
ocasiones es tener un tipo diferente de <<yo>>: un
<<yo>> que se cree espiritual, un <<yo>> que se
considera que tiene una voluntad extraordinaria, alguien superior que ha
conseguido determinados logros.
Sacudamos la mente hasta que vaya despojándose de ese
lastre condicionado de lo conocido.
Vamos a ver la salida; una salida inesperada para el
<<yo>> fabricado de pensamientos.
La salida consiste en prescindir de lo que creo ser.
Cuando voy más allá de lo que creo ser, de repente la
Inteligencia empieza a ver por sí misma, como ya hemos observado en estas
investigaciones.
La consciencia testigo empieza a ver de manera
contemplativa.
¿Y cómo abandonamos nuestra propia prisión?
No hay una técnica estándar que valga para todo el
mundo, porque se trata de algo muy sutil que cada ser humano ha de encontrar en
su interior.
Digamos que cada cual tiene que hallar su propia llave,
no vale la misma para todo el mundo.
Por tanto, no se puede afirmar: si queréis libraros del
ego, levantaos temprano por la mañana y haced esto todos los días, que con la
repetición de actos llegará un momento en que consigáis liberaros.
Mediante la repetición solamente se consigue el
condicionamiento mecánico.
Salir de él es encontrarnos súbitamente en lo
desconocido, la Voluntad sagrada, que no reconoce el <<libre albedrío>>
ya que pertenece al ámbito de lo ilusorio.
SER
-.Remedios Varo.-
SER
Pero si la Verdad sagrada que buscamos no es conocida,
¿qué es?
Sólo conocemos los mecanismos automáticos.
Lo conocido obedece a las leyes de causa y efecto.
Pero resulta que lo dependiente de causas y efectos es
relativo.
Los físicos, manipulando la materia, se han dado cuenta
de que en el nivel que perciben todo es relativo, hemos aceptado esa teoría
como otras tantas sin darnos cuenta de lo que significa ser relativo.
Ser ilusorio es lo mismo que ser relativo.
Como advierte la tradición de la India, todo es
ilusorio, todo es maya.
Creemos que ser relativo es algo más suave, pero es
exactamente igual.
Lo cierto es que no sabemos lo que implica ser
relativo: algo relativo conlleva que una cosa está apoyada en la otra y ésta a
su vez en la anterior, y la otra en la siguiente y así sucesivamente.
Todo depende de algo más, con lo cual es
interdependiente y se anula en conjunto.
Nada se mantiene por sí mismo, nada es real, todo es un
montaje, todo está hecho de relaciones, acumulación de datos sobre datos, todo
son cifras, como dicen los físicos.
De ahí que nuestra aparente voluntad o libertad es
relativa, pero la Verdad no lo es.
No nos quedemos encerrados en las palabras ni en la
interpretación que se le ha dado a esas palabras.
Veamos todo lo que cae en nuestra mente por nosotros
mismos, con la Luz que somos.
Podremos así adentrarnos en el ámbito de la Verdad, que
es el ámbito de lo desconocido.
Uno de los condicionamientos que nos limitan es pensar
que no somos capaces de descubrir la Verdad, que nuestra mente es limitada, que
nos faltan muchos datos, que no hemos estudiado bastante.
Todas esas creencias carecen de valor.
Se puede contemplar la Verdad sin haber estudiado y se
puede estudiar durante toda la vida y no contemplar la Verdad.
Así sucede.
Ver a Dios no significa encontrarse con un personaje
muy importante; ver a Dios es no tener limitaciones porque en eso consiste la
plenitud de Ser, es un nivel de consciencia donde no falta nada.
La persona no puede tomar decisiones lúcidas porque
están tomadas desde un <<yo>> que no sabe lo que es la lucidez.
Cuando creo que estoy eligiendo, no estoy decidiendo
libremente, estoy obrando como reacción a mis miedos o a mi ambición.
Detente ahí mismo y date cuenta.
Estudiarás lo que tengas que estudiar y no harás lo que
no te corresponda hacer.
La voluntad de Dios, la Providencia, el plan divino es
lo que va a imperar.
Entonces, ¿qué decisiones estoy tomando?
¿Desde dónde las tomo?
La Inteligencia divina –que no está en el tiempo- ya ha
tomado las decisiones por mí.
No se van viendo las cosas poco a poco, sino que la
decisión ya está tomada.
De modo que cuando el plan divino se vaya
desenvolviendo en el tiempo, tendré que ir aprendiendo esto y lo otro, y para
ello la vida me presentará las tareas adecuadas.
Estudiaré de acuerdo a lo que tenga que descubrir en
cada momento y no lo que no necesite saber, aunque me hagan propaganda de ello
por los medios de comunicación.
Me enteraré, de una manera o de otra, de lo que me
tenga que enterar.
No importa de qué forma; la Inteligencia divina sabe
cómo hacerlo.
Y en cuando a lo que no me incumba, ni me enteraré ni
tendré por qué estar estresado o angustiada por no saberlo.
En nuestra sociedad, por ejemplo, hay una tendencia
generalizada a interesarse por la vida de otros seres humanos.
Las historias ajenas son justamente el modelo de lo que
no me incumbe, porque mi vida no tiene nada que ver con la vida de los demás.
El eje de mi existencia he de encontrarlo desde dentro,
por inspiración.
Enterarme de las peripecias de otros es un
entretenimiento de lo conocido que frena mi libertad desconocida, lo que de
verdad soy.
Al reflexionar sobre el motivo de esa actitud parece
que debe ser una evasión para no estar atento a la propia vida, ya que mientras
estás mirando las andanzas de otros no estás atento a tu propia andadura;
mientras estás juzgando a los otros no estás dándote cuenta de lo que está
sucediendo en tu mente.
Solamente con la Luz se disuelve el cúmulo de las
programaciones del pasado, eso que está ya adherido a nuestro
<<yo>>, aquello que se ha asumido y cuando aflora pienso que soy
<<yo>>.
No, tan sólo he conformado mi <<yo>> con
todos esos ingredientes.
Es una falsa identidad con la que vivo.
Pero así preparo una vida de sueño.
Para despertar he de vaciarme de todo eso.
¿Puedo deshacerlo yo mismo?
El problema es precisamente el <<yo>> que
no puede zafarse del condicionamiento porque está construido de ese mismo
material.
SER
-.Leonora Carrington.-
SER
Hemos de estar en las alturas, allí de donde proviene
la vida pura directa, la vida que Dios está enviando para todos los seres
humanos.
Irá frenando su pureza y su resplandor la experiencia
de mantenernos en las charcas donde el agua aparece estancada.
El agua inmóvil de las charcas simboliza a la
perfección lo conocido.
Y el manantial que brota de la tierra alta y cae de
arriba sería lo que recibimos por contemplación, aquella inspiración
desconocida.
Vivir recibiendo el alimento del Espíritu equivale a
abrirnos a la vida verdadera.
Es desconocido para quien vive conforme en las
<<charcas>> y niega otra posibilidad de vida.
Pero vivir de esa manera no puede sustituir lo Real.
Cuando ya el ser humano se ha identificado con el
origen, le afectará menos el barro de los charcos, quizás afecte algo a su
cuerpo físico todavía, pero no lo hará a los últimos y más sutiles estratos
manifestados.
Los niveles <<búdicos>> -luminosos- están
constantemente recibiendo la Luz directa del manantial.
SER
-.Susan Ryder
SER
Lo que se denomina vida espiritual no consiste en hacer
determinadas prácticas ni en seguir algunas teorías.
De hecho, depender de otros, imitar lo que hacen los
demás, obedecer es síntoma de falta de vida interior o profunda.
Esto incluye todo los niveles, desde la alimentación
–adoptar regímenes según dicte la moda en ese momento –hasta las teorías
ideológicas que están en vigencia en una época determinada.
Bien sabemos que las personas nos entretenemos mucho
perteneciendo a grupos o siguiendo teorías y así se cree llevar una vida
espiritual.
La vida espiritual se construye desde el Espíritu y se
encuentra allí, en el origen desconocido.
No se trata de repetir consignas; aunque nos resulte
raro, la Verdad no se puede repetir.
Ha de ser nueva en cada instante, por eso no es
conocida, no se almacena en el desván del pasado: <<Eso ya lo sé>>.
La Verdad nunca la sé.
No la puedo repetir, tampoco se la puedo dar a otro ni
la puedo difundir, cosa curiosa.
La Verdad nace en cada instante nuevo, es un estado
interno de consciencia.
No se comunica de la manera en que estamos
acostumbrados a transmitir los conocimientos: yo tengo esto en mi haber y luego
se lo repito a otros.
Más bien se trata de un reconocimiento interior y un
estar en un lugar nuevo, un lugar elevado de consciencia.
Y si no habitamos ese lugar puro, no contactaremos con
la Verdad.
SER
-.Susan Ryder.-
SER
Aunque no nos lo parezca, resulta verdaderamente grave
creer que lo conocido, los condicionamientos del pasado, son la Realidad.
Y es grave porque cegados por tal creencia se nos está
escapando la Realidad todo el tiempo.
Sin embargo, tenemos en nuestro interior la capacidad
de abrirnos a ella.
Por tanto, hay que invertir el camino: creíamos que se
trataba de avanzar hacia fuera y resulta que consiste en recogernos hacia el
interior.
La acción solidaria está bien, pero no es el camino
directo hacia Dios.
Te estás entreteniendo.
Si ya tienes vocación de descubrir lo Real, no deberías
entretenerte haciendo arreglos superficiales.
Los que participamos en esta investigación ya tenemos
esa vocación.
De no ser así, la Inteligencia de la vida no nos habría
presentado esta oportunidad.
Cada uno a su manera, pero en todos nosotros palpita
esa vocación por la Verdad.
Cuando se despierta, el despertar es irreversible.
Puede ser que haya zonas en la consciencia que todavía
no se han enterado del todo, es posible que queden unos miedos ancestrales que
frenan el camino desde lo aparente y sintamos que no podemos vivirlo sino a
intervalos, quizás aún nos dejemos arrastrar por esos lastres que ha acumulado
el ser humano a lo largo de los siglos: miedos, deseos, sentirse insignificante
y todos los pensamientos que le han caído encima desde la inconsciencia.
Vamos a abandonar las tinieblas exteriores.
Vivir desde lo desconocido es lo más bello que pueda
concebir un ser humano.
Usamos aquí la palabra <<bello>> integrando
todos los valores en la Belleza.
Porque los grandes valores están todos entrelazados,
todos ellos brotan de la Unidad y traen la Unidad consigo: en la Belleza está
todo, en el Amor está todo, en la Libertad está todo, en la Bondad está todo.
Cuando vivo desde Aquello desconocido, cuando he
encontrado la lleve para abrir esa puerta y ya no me asusto sino que voy viendo
desde ahí más más… -no lo pondré como una meta definitiva-, se despliega un
camino infinito.
SER
-.Susan Ryder.-
SER
Al ser humano le corresponde un amplio camino, tan
amplio que la única palabra que puede definirlo es el infinito.
Y esa apertura nunca tiene carencias, por lo tanto allí
no hay deseos.
Tanto los deseos como las ambiciones son consecuencia
de las carencias.
Interpreto que necesito alguna cosa más, envidio al
otro porque lo posee o siento rencor porque imagino que me lo han quitado.
El sendero del infinito transcurre sin ninguna
limitación, sin carencia alguna.
En cada punto del infinito se siente la plenitud.
Esa vida auténtica equivale por tanto a plenitud de
vida.
Vivir desde lo desconocido significa vivir desde un
estado de plenitud que no puede compararse con las satisfacciones exteriores.
Aunque a veces utilicemos la misma palabra, no se
pueden comparar ambas vivencias.
Por ejemplo, en ocasiones lo describimos diciendo que
hay una alegría interior, pero no se trata de la alegría que sentimos al
cumplir un deseo o porque alguien te haya dicho que eres una persona magnífica;
no consiste en una alegría causal –alegría por algo concreta-, sino que se
trata de un gozo sin causa ni motivo.
Es la alegría de nuestra naturaleza, la alegría que
somos, una expansión que no requiere añadidos.
Nuestro Ser no necesita nada para disfrutar de esa
expansión.
Somos alegría.
Mencionamos la alegría, aunque bien pudiéramos aplicarlo
a lo que denominamos amor.
El Amor es la expresión de mi verdadera naturaleza;
está ahí, como algo intrínseco no puede abandonarme.
De hecho, el verdadero Amor no lo doy ni lo recibo, lo
soy.
SER
-.Leonora Carrington.-
SER
Cuando una persona descubre qué es Libertad ya no tiene
necesidad de buscarla en la acción, ni demostrar a los demás que es libre.
Simplemente obra conforme al plan divino para ella.
Cuando hay Libertad verdadera, hay paz, serenidad y
sencillez.
Para ser libre no hay que acumular muchos logros ni
saber cantidad de cosas ni conocer numerosos países.
La Libertad es un estado de Ser, una expansión, una
consciencia abierta.
Es posible –aunque no necesario- vivir la Libertad sin
moverte de una habitación.
Descubriremos los valores que se viven desde la Verdad
desconocida: Belleza, Alegría, Amor, Libertad.
Y una vez que se descubre Aquello, vivir desde ahí va
manifestándose en un proceso de integración de campos o de energías.
En el ser humano existen muchos niveles, porque estamos
recubiertos de diversas capas de distinta vibración, en la existencia tiene que
ir integrándose y armonizándose todo el abanico, para que esa entidad personal
recorra el camino al que ha sido destinada desde el plan de Dios.
Y ese plan divino no está limitado, no consiste en que
se le encomiende un trabajo y lo cumpla; sino que justamente cuando ha llegado
a cierta purificación de los vehículos, a cierta apertura a los niveles
luminosos, surge la apertura a un nuevo camino.
La expansión y la plenitud es cada vez mayor.
Y al mismo tiempo, es perfecta en cada instante, lo
cual parece extraño desde el punto de vista de la lógica.
Aunque es erróneo decir que una persona ha alcanzado un
determinado nivel –porque ninguna persona llega a meta alguna-, desde la
perspectiva humana parece que cuando se han descubierto esos niveles y se puede
vivir desde algo más elevado, se tendrán deseos o inquietud de alcanzar otros
niveles superiores.
Pero semejante planteamiento ya no funciona ahí porque
se trata de un estado de plenitud en sí mismo.
Esa plenitud permite la posibilidad de un estado de
consciencia más y más luminoso.
Y el camino, la aventura o el plan divino a seguir se
va abriendo a horizontes insospechados.
Necesitamos gran sed espiritual, gran demanda interior
de luz y con ella a pesar de los obstáculos en el camino, en un momento dado
despertamos a una nueva morada.
Estas investigaciones avivan esa sed, ese no quedarse
conforme en los lugares ya corrompidos por el error.
Cuando tengamos suficiente valor para salir de la
situación que damos por sabida, se nos irá presentando el próximo paso, y luego
el siguiente.
Empezará a sobrevenir más y más luz.
Sin abandonar lo conocido, no podemos vivir en paz,
tener una vida de plenitud.
SER
-.Leonora Carrington.-
SER
Ante la Luz de lo real no hay realidades que haya que
cambiar.
No, sólo Aquello es.
Sólo Dios es.
Como tantas veces se ha oído y se ha malinterpretado.
Nuestra tradición afirma que sólo Dios es, sólo un
Dios, sólo uno; un mensaje que se ha interpretado como sólo mi dios, el que me
han enseñado, el que está en el templo donde yo voy, no el de otro grupo, no el
de los gentiles ni el de los herejes, etc., sólo vale el que está en mi
cultura.
¿Qué sentido tiene esa estrecha interpretación?
Sin embargo, la verdad: sólo hay un Dios, sólo Dios
basta, sólo Dios es, soy el –único- que soy, se revela cuando lo vemos a la luz
de una mente iluminada.
No es difícil darse cuenta de cómo se ha tergiversado
todo: filosofías, religiones y toda clase de doctrinas están interpretadas desde
el fundamento falso de que la realidad es lo exterior.
De esa manera, hasta las frases de sabiduría que
pronunció quien vivió desde la Luz, una vez que se entienden a partir de la
creencia de que lo que aparece es verdad, se distorsionan completamente dando
lugar a toda clase de extravíos.
SER
-.Leonora Carrington.-
SER
¿Quién comprende la sabiduría?
Sólo el que está abierto a la dimensión que trasciende
lo conocido sensorial o racional puede hacerlo.
Y en la medida en que hay apertura a esa otra
dimensión, surge la inspiración y se entiende todo lo que se ha pronunciado
desde ahí.
Solamente se comprende la palabra verdadera cuando hay
una apertura a la Verdad.
Y esa apertura interior a esa Verdad desconocida que a
veces estamos llamando lo sagrado puede realizarse en cualquier momento, en
cualquier instante en el que haya vocación suficiente, no requiere preparación
especial.
Podemos asegurar que para el descubrimiento de la
dimensión de sabiduría es irrelevante el papel del pensamiento, su rapidez,
memoria o acumulación de datos adquiridos.
Por eso cuando hablamos de inteligencia tenemos que
distinguir a qué nos estamos refiriendo.
La inteligencia instrumental puede ser astuta y hasta
cruel.
La verdadera inteligencia reflejo siempre de la
Inteligencia divina es lúcida y amorosa, sencilla y bella.
Lo que cuenta es la lucidez que llegará por inspiración
a partir del receptáculo mental puro.
Luego no tendrá importancia que se exprese en un
lenguaje antiguo o moderno, más o menos sofisticado; lo que importará es que se
trasmita la Verdad viva.
Aquel que está abierto a la sabiduría descubre el mismo
mensaje universal, la herencia sagrada de la humanidad, aun expresado con
lenguajes muy diferentes.
Son distintos lenguajes los de, por ejemplo, un indio
americano, un taoísta, un hindú, un cristiano o budista.
También se diferencian individualmente el de un
filósofo, el de un monje sencillo que cuida la huerta, el de una mujer de vida
humilde que no salió de su pueblo o el de una persona culta que viajaba o que
ostentaba títulos en muchas universidades.
La forma de comunicarlo puede cambiar, pero si la
transmisión tiene su origen en un lugar iluminado desde la Conciencia única
será revelación de la Verdad viva.
Aquel que está abierto a la sabiduría se da cuenta y la
reconoce; <<el que tiene ojos para ver, ve>> y eso no sucede
únicamente con los ojos físicos ni los ojos de la mente racional, hay otro ojo,
el ojo del discernimiento, que no es doble sino único.
El rayo de luz del discernimiento capta dónde está la
Verdad y dónde no.
El discernimiento no se adquiere con ninguna
titulación, no se consigue mediante ninguna experiencia, ni con viajes, ni con
las energías de la juventud, ni con la madurez de los años ni con nada.
Es una apertura a la inspiración, una apertura a la Luz
desconocida hasta ser descubierta la propia identidad.
Cuando siento ya la necesidad de contemplar la Verdad
última, he de aprender a vivir con la puerta de mi mente abierta a lo
desconocido, a partir del más elevado lugar de mente y, corazón, la budhi –mente
iluminada.
SER
-.Alejandro Quincoces.-
SER
La Inteligencia no es un aspecto más entre los muchos
que nos ofrece la existencia.
No reconocerla es grave porque estamos hechos de
inteligencia, lo que realmente somos es Inteligencia en estado puro y, al no
percibirlo, obviamente, no sabemos quiénes somos; estamos alienados en un mundo
de ilusiones y de fantasías ajenos a la Realidad.
La Inteligencia lo abarca todo ya que es la sustancia
con la que todo se está creando en la temporalidad.
La unidad está presente en cada punto del universo que
enfocamos con la mirada y se expresa de manera inteligente, es decir, sin
prescindir de todo lo demás.
Así es la Inteligencia: atraviesa todas las capas de
apariencia y puede explicar algo insignificante como expresión directa de lo
absoluto.
¡Cuidado!
Si se quema todo al acercarnos a la Inteligencia, nos
vamos a quedar con las cenizas, ¿habrá que ir con prudencia, habrá que avanzar
sólo hasta cierto punto?
Se produce un incendio, pero es un extraordinario y
maravilloso incendio en el que se deshace todo lo que creemos ser, lo que mal
percibido nos parecía real.
Pero fijémonos bien que eso que imaginamos en nuestra
percepción ilusoria, es justo lo que nos encierra, lo que nos angustia, y sin
embargo no nos atrevemos a soltarlo.
¿Por qué es así?
Porque la Inteligencia de fondo resulta imperceptible,
porque no captamos lo que realmente es.
Si captásemos lo que es –la consciencia de todo en
todo-, sentiríamos tal amor por esa Inteligencia divina que no nos quedaría
nada de energía para dudas o cálculos.
Nos sobra energía para calcular e interpretar, pero nos
falta contemplación de la Inteligencia sagrada, por lo que hemos de
contemplarla más y más, ver hasta qué punto es el origen de todo, es el sol de
vida para nuestro Espíritu, para lo que en verdad somos.
SER
-.Alejandro Quincoces.-
SER
El encuentro de la propia esencia con la esencia
absoluta ha sido expresado en la tradición vedanta advaita de la India con la
sencilla fórmula de <<atman igual a Brahman>>, nuestro Ser –el
real, el de verdad- es igual al Ser absoluto.
Indaga en tu verdadero interior hasta descubrir qué
eres más allá de lo cambiante, de esto que aparece y desaparece –sensaciones,
emociones, pensamientos que se reciben de aquí y de allá, energías que empujan
para actuar de una manera u otra-.
Más allá de aquello en lo que nos habíamos entretenido,
al notar –siquiera intuitivamente en la lejanía- que nuestro ser está más allá
de todo lo percibido sensorial y mentalmente, entonces hay un ensanchamiento,
una ampliación que desemboca en lo infinito, mi ser coincide con el Ser
absoluto, mi luz no es sino la Luz.
Lo relativo es sólo lo Absoluto (Brahman) visto a
través de una percepción restringida.
Atravesemos esa mente sensorial adaptada, esa mente que
se mueve en los parámetros que marcan espacios y tiempos; atravesemos esa
barrera proyectada y contemplaremos Aquello de lo nos han hablado los sabios:
nada de lo conocido, nada de lo que se dice o se piensa, de lo que recuerdo del
pasado.
Nos encontraremos sencillamente con lo que Es; una
realidad hecha de consciencia, bellamente inteligente.
No limitemos la Inteligencia a la razón lógica porque
eso sería poner murallas a la infinitud de la Conciencia sagrada.
Una restricción que en cada momento estamos haciéndonos
a nosotros mismos; limitar la Inteligencia a ese estrecho recinto de la mente
sensorial y racional.
SER
-.Alejandro Quincoces.-
SER
Así como en el teatro al presentarse otra escena nueva
se coloca un decorado distinto, baja de arriba un paisaje, sube el anterior y
todo se transforma en un momento, así también sucede en nuestra vida.
Ante eso, ¿quién podrá decir: eso es triste, me asusta,
pierdo todo, tengo miedo?, ¿quién dice eso?
Lo que nos importa en nuestro argumento vital ¿es ese
aspecto limitado de nosotros que no percibe la Inteligencia tal como es o
intuimos que algo inteligente se está manifestando detrás de tan variados
decorados?
De ahí que tengamos que enseñar a nuestra mente a contemplar,
a quedarse callada de una vez, a parar la rueda mecánica de pensamientos y las
vueltas y vueltas que producen emociones repetitivas.
¿Quién en nuestro interior nos enseña a quedarnos en
silencio y contemplar lo que está más allá?
Aquello que está detrás, quien está detrás –no digamos
<<qué>> como si fuera una cosa no inteligente-, nuestra verdadera
esencia, lo que verdaderamente somos, es perfectamente inteligente y comprende
el movimiento de la Vida con sus cambios.
Todo es perfecto, y se da <<para mayor gloria de
Dios>> como se nos dijo en nuestra tradición.
No obstante, esa parte de nosotros mezquina y limitada
que está acostumbrada a entender la existencia desde esquemas conocidos,
inmediatamente dice: ¿son para mayor gloria de Dios las catástrofes, los
problemas, los sufrimientos, las muertes, los actos crueles?
Si mantenemos esos argumentos no hemos salido de
nuestro mundo pensado, por lo que no habremos comprendido que Dios es
Inteligencia en expresión, una expresión que sólo comprenderemos desde esa
misma Inteligencia divina que somos.
SER
-.Hsin-Yao Tseng.-
SER
En la Realidad no existe limitación alguna, cuando
contemplamos lo Real no hay barreras que lo determinen.
Aquello es lo ilimitado.
Pero ¿qué sucede cuando no contemplamos la Verdad sino
que nos quedamos atrapados en los instrumentos que se nos han dado para vivir
la aventura temporal?
Ocurre que creamos un mundo limitado por el bien y el
mal, con lo que conviene y lo que no, con toda clase de cálculos.
Un mundo en el que nos encerramos; por una parte
queremos ser libres, pero nos es imposible cuando estamos encerrados saltando
entre lo bueno y lo malo, lo que debe ser y lo que no, en resumen, todo un
mundo de deseos.
Tener deseos es un síntoma de falta de Inteligencia.
Así por ejemplo, una persona puede ser un gran
intelectual dentro del mundo del pensamiento, puede ostentar un puesto
considerado importante para la ilusión proyectada, pero si alberga deseos es
que no ha contemplado la Inteligencia: cuantos más deseos hay, más Inteligencia
falta.
Algo que en todas las épocas casi siempre se ha
malinterpretado al entender que vivir sin deseos equivale a no poseer bienes
materiales; pero quien está libre por dentro no tiene por qué representar
ningún teatro externo, ni interpretar el papel de poderoso ni el de humilde, ni
aparecer como un ermitaño ni como un emperador; puede estar rodeado de cosas o
de personas o en total soledad; simplemente se desprende de la obra de teatro
aunque la función continúe, las variantes que se vayan ocasionando ya no le pertenecen,
se ha liberado de estar anclado en esa escena teatral y lo que vaya sucediendo,
sucede en libertad, con desapego, le sucede a esa persona representada.
Sería muy poco inteligente analizar quiénes albergan
deseos y quienes no y catalogar por tanto qué grado de inteligencia posee cada
uno, qué grado de libertad.
Eso es absurdo, solamente el hecho de interesarse por
ese tema denota falta de inteligencia.
Tan sólo desde el interior, entrando en el silencio de
mi consciencia, puedo ver cómo la libertad irrumpe, cómo va cayendo la avidez,
no con esfuerzos de voluntad, sino con comprensión, lo cual es muy distinto a
juzgarme a mí y a otros.
Al ser más consciente van desprendiéndose las ataduras,
aquello que me tenía obnubilado, aturdida.
Los deseos se sueltan ellos solos, no los tengo que
desatar con disciplinas y trabajos porque al hacerlo así estaría tratando de
cambiar unos deseos por otros.
Cada vez que aplique mi voluntad personal para algo, ya
hay un deseo; si quito unos para poner otros, estoy sumido en un juego sin
sentido.
Desde el silencio de la Conciencia, notaré que va
habiendo más libertad porque los deseos se van diluyendo en el vacío de la
Verdad.
Pero si descubro por contemplación la Inteligencia que
soy, ya no hay ningún <<yo>> ahí que pueda reclamar algo: ni ser
mejor ni peor, no hay nada mío, la Inteligencia lo es todo, es mi verdadera
identidad.
Cuando toco mi verdadera identidad, se cae la farsa: si
la rozo por un instante, por un instante se desmontará lo falso, si ya vivo
desde allí no habrá falsa identidad, y si la toco pero luego me distraigo,
volveré a pensar que soy otra cosa distinta de lo que realmente soy, pero ese
pensamiento habrá perdido ya fuerza para dirigir mi vida.
Puede que esté en sus últimos momentos antes de
sucumbir a la Verdad.
Hay distracciones que acarrean muy malas consecuencias:
olvidarme de lo que realmente soy es algo que trae consecuencias nefastas
porque nos sume en la ilusión, en el malestar, en las preocupaciones, en el
sueño.
Ya lo sabemos: el único remedio ante los extravíos que
acarrean tanto sufrimiento es ser más consciente.
Y puesto que no sé cómo he de ser más consciente,
tendré que colocarme en silencio, en contemplación, ante la Conciencia que
intuyo.
Me puedo situar en su Presencia y ver esa infinitud de
la Inteligencia divina, quedarme más y más sorprendido, anonadado ante ella
hasta que llegue un momento en que vea que no hay nada más, con lo cual mi
<<yo>> separado quedará olvidado.
De manera natural, así como se disuelve la sal en el
agua, sencillamente y sin grandes aspavientos, se deshace lo que creíamos ser,
nuestra falsa identidad, sólo por contemplar la Inteligencia divina, nada más.
SER
-.Hsin-Yao Tseng.-
SER
En síntesis, diremos que se trata de contemplar, pero
que no hay una manera de llevarlo a cabo prefijada fuera, lo que importa
siempre es la autenticidad de nuestra mente contemplativa.
Para llegar a ser contemplativa, la mente no necesita
nada externo, escucha la voz apremiante de su alma y ya puede caminar por los
campos abiertos de la existencia con su guía.
Puesto que al final lo tendrá que soltar todo, es
irrelevante que empiece por un lado o por otro, aunque hay una senda
inteligentemente escogida para cada alma.
Cuando se mantenga en la presencia de Dios todo va a
caer, las teorías, las doctrinas, los sistemas, las prácticas que existían
mientras dábamos realidad a lo externo, mientras nos parecía que las
necesitábamos.
La belleza de la Verdad no estriba en lo que tengo que
hacer concretamente, sino en la verdad interna que surge al actuar o no actuar,
en el grado de pureza que hay en mi mente, el amor a la Verdad sagrada.
Haz lo que quieras, se podría aconsejar, en cualquier
caso se va a actuar de acuerdo a cómo estén moviéndose determinadas energía más
o menos impulsadas por la Luz que somos.
Cada vez que me ajusto a algo me limito, cada vez que
dependo u obedezco a alguien estoy saliendo de mí, y el camino es adentrarse en
lo profundo de sí mismo.
Y si no he de seguir a nadie ni a nada, no penséis por
tanto que debéis seguir lo que se está expresando ahora en este libro, hacerlo
no tendría ningún interés.
Si estas palabras evocan lo verdadero en nuestro
interior, responderemos a nuestra alma esclarecida.
No hay nada concreto, nada específico, ninguna cosa o
persona cosificada que deba seguir para liberarme; será suficiente con entrar
en el silencio de la propia consciencia y descubrir que soy esa Inteligencia,
más allá de todos los pensamientos, predicciones, costumbres y opiniones.
Cuando se contempla desde la Inteligencia que somos, eso
se suelta y el ser humano empieza a sentirse libre desde dentro.
La Libertad es algo que se descubre en lo profundo de
la Conciencia, es un misterio, un secreto que la mente exteriorizada nunca
podrá descifrar.
No podrá saber lo que es la verdadera libertad ni la
verdadera Inteligencia.
El secreto permanecerá hasta que no se ahonde en el
silencio de la contemplación.
Mientras lo que Es no está en el tiempo, permanece
siempre, no cambia, no está sujeto a modificaciones.
¿Y podría suceder que en una religión o doctrina
filosófica hubiera algo de verdad?
Sí, pero solamente lo captará quien ya es capaz de
contemplar la Verdad dentro de sí mismo.
¿Puede haber algo que no sea Dios?
Esto es lo que tendríamos que plantearnos: ¿seríamos
algo fuera de la Inteligencia divina?
Si existe esa Inteligencia, todo es Inteligencia
incluyendo lo que provisionalmente considero <<yo>>, aunque
posteriormente a mi verdadera identidad se hayan superpuesto muchas capas de
ilusiones y opiniones que la limitan.
SER
-.Hsin-Yao Tseng.-
SER
Ser consciente es salir del tiempo en un instante
vacío, nuevo, único.
De modo que lo que se nos plantea como tarea
–metafóricamente hablando- es ser conscientes en este preciso instante, sólo
eso.
No durante todo el tiempo.
Llevar esa carga constantemente resultaría pesadísimo
además de ser absurdo y en todo caso sumamente aburrido.
Únicamente un instante, justo este instante actual.
Si estoy dormido, no ha lugar, como dicen los abogados,
no se plantea nada más.
Pero en el momento en que despierto y me doy cuenta
puedo plantearme: ¿qué hago aquí?, ¿por qué me encuentro en este enredo?, ¿por
qué estoy así de incómoda, preocupado, y con todas esas anomalías?
¡Ah! Es que estoy fuera de mí mismo, estoy dormida,
dormido.
En ese momento despierto, soy consciente en ese
instante, nada más.
Por supuesto, esto que se acaba de expresar en palabras
se vive instantáneamente sin pensarlo.
SER
-.Jeremy Mann.-
SER
Quizá ahora vaya reconociendo, más y más, que yo soy
Aquello.
Y en un momento dado diga: aquí me quedo, se acabó; no
vuelvo al tiempo, no regreso a las inquietudes, a las incertidumbres, a las
preocupaciones del pensamiento temporal, no me sumerjo más en esa corriente.
Sí, enseguida pienso que efectivamente debería ser
así…, pero si todos los demás están en esa corriente, ¿no me arrastrarán?
La Inteligencia tiene una fuerza inmensa cuando la
descubro.
La corriente del pensamiento sólo tiene fuerza cuando
se la doy en el sueño, mientras me creo la ensoñación.
SER
-.Jeremy Mann.-
SER
¿Qué podríamos decir acerca de la belleza de un
instante verdadero, de un instante
eterno?
Aunque se muestra indescriptible, intentaremos
describirlo.
Sin ninguna circunstancia exterior que lo desencadene,
cuando se vive un instante despierto, todo acaba de nacer, todas las células
que componen mi cuerpo, todos los átomos que están en movimiento al vivir son
recién nacidos, tal y como ocurre en la naturaleza, siempre en movimiento.
La Vida ya nunca más tiene ese cariz repetitivo, pesado
y aburrido que le adjudicamos en el sueño –otra vez tengo que levantarme,
desayunar, ir al trabajo, etc.-.
Me despierto en un instante y, haga lo que haga, lo que
surja en el momento es nuevo desde dentro.
Si viviéramos un instante verdadero, nos daríamos
cuenta de que la belleza nos rodea por todas partes.
¿Lo hemos descubierto?
Hay belleza en todo, tal y como los verdaderos poetas,
los artistas inspirados, nos revelan.
Los pintores, los músicos o los arquitectos siempre lo
han estado expresando: con las piedras, con las palabras, con los colores, con
las formas, con los sonidos y silencios se puede hacer belleza.
No es que se pueda fabricar belleza con las manos
humanas, es que la belleza siempre está ahí y espera que la pongamos de
manifiesto.
Y cuando ya hay inspiración en nosotros, ésta se
manifiesta de distintas maneras y puede expresarse a través de toda obra.
¿Por qué no estamos siempre abiertos a esa inspiración?
No necesariamente para estar construyendo bellos
edificios ni para estar componiendo melodías musicales, sino para que nuestra
vida sea una maravillosa obra de arte momento a momento.
En cada instante verdadero, en este instante en el que
no tomo en cuenta el pensamiento-tiempo, ahí está ya la belleza de todo.
La belleza es una manera de nombrar la Realidad, el amor
es otra, y no están separadas.
El amor está ahí porque todo está interrelacionado.
Todo se atrae mutuamente y cuando parece separarse
constantemente clama por la unidad.
Puesto que todo está entrelazado, en todas partes
habita el amor.
¡Hay tantas maneras de nombrarlo!
Todo es belleza, todo es amor, es verdadero, es lo que
Es.
Mi contemplación fluye espontánea en ese caudal
inagotable.
Nada puede reprimir la Luz que se expresa de diversas
maneras.
Luego todo es libre, todo es libertad.
Si observamos en profundidad lo veremos de verdad, y verlo
de verdad es para siempre.
Los restos descoloridos de valores de belleza y de amor
que tanto buscamos en las formas no nos aportan más que un miserable reflejo
que se desgasta en el tiempo.
Considerémoslo: ¿qué es mejor, buscar una cosa o
persona bella, lo que supone buscar la belleza de una forma o ser Belleza?
Cuando eres Belleza, todo es Belleza; cuando por dentro
la tocas, la ves reflejada en lo exterior.
La presencia de Dios está en todo, tal como decían los
místicos –y decían verdad-, cuando contemplas a Dios, todo es Dios.
Cuando contemplas lo sagrado en ti, empiezas a notar
que todo lo es porque no hay nada ajeno a Dios, no hay nada fuera de la
Conciencia que lo está creando.
¿Dónde podría estar si Dios lo es todo?
¿Qué es eso de <<fuera>>?
Solamente es una categoría de nuestra mente, una manera
de ver de nuestra limitada percepción soñolienta.
SER
-.Jeremy Mann.-
SER
Si ya hay una evidencia de que es posible esta vida
amplia, libre, luminosa, bella y amorosa, ¡vivámosla!
Para ello no tenemos que cambiar nada de lo externo.
Es importante saberlo porque como nos entretengamos en
cambiar lo exterior, vamos a quedarnos dormidos exhaustos fácilmente.
Todo lo que está sucediendo en mi vida y en la de
todos, tanto lo que me atrae como lo que me desagrada es consecuencia de la
colocación en la consciencia.
Lo que aparece es efecto de una actitud fijada en la
mente de espalda a la Luz.
Veamos entonces lo que está tramando la mente.
Coloquémonos detrás, hagamos silencio, situémonos más
allá del ruido pensado.
No creamos que es difícil hacerlo porque la dificultad
es sólo un pensamiento más.
Únicamente hay un instante eterno.
Si despierto en ese instante, permito que la luz entre.
No hay nada más.
A partir de ahí puedo empezar a vivir por inspiración
lo que equivale a vivir fuera del tiempo.
Cuando me distraigo y vuelvo a creer en proyecciones
mentales es suficiente con darme cuenta de que ya he caído en el engranaje del
soñador que piensa.
Nadie hace las cosas bien por sí mismo, nadie, salvo la
Inteligencia cuando ilumina mi vida.
Cuando la Verdad está iluminando, las cosas salen de
forma adecuada, sucede lo inteligente y armonioso para la totalidad –no de
acuerdo a las convenciones y a las emociones o a lo que espero conseguir de
ello-.
Algo así
requiere que haya verdad y armonía en mi interior.
Y no la habrá si no regreso a su fuente.
Y ese manantial es mi identidad, no es algo ajeno a mí.
SER
-.Jeremy Mann.-
SER
Estamos expresando de diferentes maneras, algo que
resulta a la vez difícil para el pensamiento y sencillo como vivencia.
Cuando se vive, se ve claramente: ¿cómo no me había
dado cuenta?
Y si me cae encima una carga del pasado, de lo que
sucedió cuando era niña, niño, difícil de resolver porque me ha marcado y todas
esas cosas –las teorías de las que nos hablan psicólogos y terapeutas-, si me
vienen todos esos pensamientos ya sé que son consecuencia del sueño del pensar.
A mi verdadero Ser no le ha sucedido nada.
Todo ese argumento personal del pasado no era yo, yo no
estaba allí, allí había unas energías que rodaban en el sueño.
Despierto y soy absolutamente nuevo.
Un nuevo nacimiento que nos abra a la Verdad.
No nacimos al aparecer un nuevo bebé en los brazos de
nuestra madre; el nacimiento del Espíritu es el que cuenta.
¿Puedo nacer en un instante en que despierte?
Sí, nazco del Espíritu, nazco de la Luz, nazco de la
Inteligencia que soy.
Por tanto, ¿todo lo demás pierde fuerza?
Así es.
Pero ¿y mi vida, mi trabajo, mi familia, mis hijos, mis
padres, mis nietos?
Todo eso es algo temporal, un argumento que estamos
creando en esta aventura.
Toda la historia puede vivirse desde lugares muy
diferentes y en vivirla desde la Verdad estriba su belleza.
No olvidemos que en los instrumentos psicofísicos hay
un conjunto de varias entidades energéticas en constante movimiento que
conforman una aparente unidad temporal, pero un día ese organismo humano
desaparecerá como entidad en ese plano y formará parte de otras entidades.
No olvidemos que lo que creemos que es nuestro cuerpo,
no nos pertenece, cada organismo humano es un préstamo de la naturaleza.
Pertenece tanto a la naturaleza como las piedras, los
árboles y las aves que oímos cantar.
Nuestro cuerpo es un préstamo a corto plazo.
Y si hemos ofrecido nuestro cuerpo para traer hijos al
mundo, fue obra de la naturaleza el que se construyera un niño, una niña.
SER
-.Susan Ryder.-
SER
Si descubro la Verdad, ¿podré vivir todo eso que me
está empujando desde la Inteligencia de la vida: mi familia, mi trabajo?
Sí, desde otro lugar distinto, nuevo lo viviré, por
obra del amor desapegado.
Nos parece que la actitud de apegarse está muy cercana
al amor, que es muy importante apegarse y que desapegarse es algo muy duro.
No es así.
Apegarse es una restricción que impone el
<<yo>>; supone esclavizarse y esclavizar, está fundamentado en la
falsedad de las apariencias, no en lo verdadero.
Sin embargo, la armoniosa indiferencia del desapego es
libertad y solamente la libertad conoce el amor.
No sabemos nada del verdadero amor porque lo hemos
asociado al apego.
El verdadero amor está abierto y no depende de lo que
yo o los otros hagan.
Tampoco necesito hacer proezas para demostrarlo ni los
otros han de hacerlas.
El amor brota de manera natural porque es la naturaleza
de Ser, igual que brota de manera natural la inteligencia de la Luz que somos.
Y todas las artimañas que hacemos para conseguirlo,
retenerlo o manejar a los demás son falsas y acarrean consecuencias
desagradables, como todo lo falso.
Hay personas que creen que sienten muchísimo amor
mientras no hacen más que sufrir: no se trata entonces del verdadero amor, ya
que el amor, la felicidad y la alegría van unidos si son reales.
Muchas emociones afectivas no son amor, sino apego.
La persona que cree que ama no sabe todavía lo que es
el amor porque la persona no está capacitada para amar.
El Amor sobrepasa la persona, ésta no puede hacer nada
con él: ni promoverlo, ni eliminarlo ni estropearlo.
El amor es anterior a la persona, viene directamente
del Ser.
De modo que todas las negociaciones que se hacen en
nombre del amor no son verdaderas.
Al salir al escenario de la obra de arte existencial
que nos espera, veamos cuánta luz penetra mientras nos disponemos a vivir en lo
cotidiano.
Que nadie se impaciente porque aunque parece que hemos
estado investigando asuntos difíciles de entender sólo resultarán oscuros al
pensarlos.
De no ser así, lo que sucederá es que cada uno de
nosotros –según la luz que esté iluminando en ese momento su mente- vivirá una
nueva comprensión de la Verdad.
Y lo que comprenda es justo lo que necesita comprender.
Siempre será suficiente para despertar a un instante
verdadero.
SER
-.Leonora Carrington.-
SER
Si milagrosamente surge en un ser humano –decimos por
milagro porque esa apertura ya no es mecánica-, la consciencia de que hay algo
detrás del túnel de la mente, de que más allá de los condicionamientos
espacio-temporales habita lo eterno, se desencadena una revolución interior.
Dejo de considerarme una criatura temporal y empiezo a
darme cuenta de la Conciencia inconmensurable que soy.
No se puede ser una parte de la Conciencia porque ésta
no tiene divisiones.
De modo que, poco a poco, el camino de la sabiduría
consiste en ir notando la consciencia que va manifestándose.
Voy viendo que no soy una parte de la Conciencia
divina, sino la misma Conciencia, porque allí no hay partes.
Es posible salir de la temporalidad, vivir sin tiempo;
aunque ya no es una persona quien escapa de ese error; al salir del ámbito
temporal, la persona permanece en el tiempo, y el ser humano se libera de esa
personalidad concreta, de estar amarrado a esa limitación de ser un personaje y
no otro, de poseer determinadas virtudes y defectos, de poder hacer esto no
aquello, de ser hombre o mujer, joven o anciano…, se desprende de todas las
características personales.
Mientras la persona continúa en el tiempo con sus
limitaciones, el ser humano –cosa misteriosa- como siempre ha tenido un hilo de
consciencia, recogiendo ese hilo tiene la posibilidad de percatarse de que es
Conciencia.
Tal es la salida del tiempo.
La persona no sale, obviamente, de su lugar porque es
una criatura de la temporalidad.
¿Se puede vivir siendo consciencia?
Sí, de hecho ésa es la realidad que somos, nadie piensa: lo he descubierto pero luego
voy a seguir siendo esta persona limitada.
Una vez que se revela lo que eres, se acaba el engaño,
ya no hay marcha atrás.
No obstante, sigue sucediendo la aventura a la persona.
Y las leyes propias de ese nivel siguen operando, al
igual que en otros niveles funcionan otras leyes.
De modo que hay un destino, un plan para realizar.
Y la persona aparece ahí en el escenario espacio-temporal
para llevar a cabo ese proyecto y esa tarea de aprendizaje que consideramos
nuestra vida.
A simple vista no cambia nada; el salto interior fuera
del tiempo no es tan espectacular como imaginamos; desde fuera, quizá nadie se
percate de ello.
Solamente puede darse cuenta de que ha existido una
liberación quien ya ha vivido esa libertad.
Únicamente se puede dar cuenta de que ahí hay una
consciencia diferente, el que ya tiene esa apertura a ella, quien no es ya la
consciencia dormida sino la consciencia despierta.
¿Y los demás lo notarán?
Puede que capten algún síntoma o no, pero siempre
estará sujeto a interpretación.
Unos lo traducirán de una manera y otros de otra.
Cuando se vive en el tiempo todo son opiniones
condicionadas.
Si el ser humano se cree que es algo, la limitación de
su identidad le impedirá ser feliz, no va a disfrutar una vida de plenitud
mientras crea ser algo.
No importa si cree que es el presidente de un país, el
jefe de una empresa, una amorosa madre de familia, un célebre artista de cine,
un científico valorado, mientras se crea que es algo separado de la totalidad,
su vida no podrá ser una vida plena.
La verdad es que no tenemos nada, ni siquiera poseemos
todo eso que creemos ser –la persona-, lo que nos han dicho que somos, lo que
los demás piensan de nosotros.
Son energías que están desplegándose en el tiempo.
Aparecer en el tiempo no equivale a Ser.
Podríamos compararlo con la proyección de una película:
todo lo que aparece en la pantalla no es real.
Recordemos que todo lo que nace, primero aparece y
luego desaparece; por lo tanto, no es.
Sabemos sin ninguna duda que lo Real no ha aparecido en
el tiempo y por lo tanto no desaparecerá.
Y veremos con evidencia que en nosotros habita lo
eterno.
Todo lo que hemos adquirido en este mundo –el nombre,
las propiedades, las relaciones, la fama, incluso el cuerpo físico-, lo vamos a
abandonar antes o después.
Es inevitable.
Pero si permanecemos en silencio, con la mente en
contemplación, notamos que detrás de esas formas temporales, alienta lo eterno,
Aquello que no ha pasado a través de la mente –ni puede pasar, porque no cabe;
es infinito-
Cualquier cosa concreta resulta estrecha con relación a
lo infinito.
SER
-.Susan Ryder.-
SER
En nuestra tradición, aquella célebre frase de Sócrates
<<sólo sé que no sé nada>> es la condición <<sine qua
non>>, indispensable, sin ella no es posible el descendimiento en la
Conciencia de la Inteligencia divina.
Todo ser humano lleva un filósofo dentro, esto es, un
amante de la sabiduría, algo en su interior que no se conforma con lo que está
sucediendo, un reducto insobornable que por mucho que acumule objetos o
conocimientos, nunca queda satisfecho, porque nota que falta lo esencial.
El camino de la sabiduría está abierto a los que hemos
sentido la llamada de lo Eterno, a quienes estamos haciendo esta investigación.
Eso supone desidentificarse del <<yo>> que
aparece, el que se ha adquirido en el bagaje compuesto por los conocimientos
recibidos, por las circunstancias, experiencias y reacciones.
A ese conjunto que denominamos <<yo>> hay
que renunciar, según plantean las tradiciones religiosas.
Pero cuando una cosa se percibe como falsa, ya no es
necesario renunciar a ella puesto que cae por su propio peso.
Si tengo que hacerlo a fuerza de voluntad, ocuparé
mucho tiempo en ese esfuerzo y mientras valore lo falso nunca se desprenderá.
Mientras dé crédito a la opinión que los demás tienen
de mí o yo tengo de ellos, mientras me importen los problemas que se presentan,
mientras valore esa lista interminable de lo que creo ser <<yo>>,
no se soltará, no caerá y continuaré encadenado.
Creo que fuera me atan los acontecimientos, y no se me
ocurre darme cuenta de que, en el interior, me devora la sed de Verdad; eso
está sucediendo: mientras vivo pendiente del sueño proyectado, me muevo ausente
de mi verdadero Ser.
Por placeres sensoriales, diversiones, objetos tentadores,
vamos olvidándonos de estar atentos a nuestro verdadero Ser.
Porque cuando lo importante es conseguir dinero o
manipular a las personas, estamos perdiendo de vista el que somos hijos
primogénitos de Dios, ¡algo valioso en la dimensión de la Eternidad!
SER
-.Leonora Carrington.-
SER
Cuando veo que el tiempo se burla de todas las
ambiciones, los intereses y los deseos humanos, lo correcto es salir de la
temporalidad; estas circunstancias suceden en el contexto de esa ilusión, pero
no pertenezco al tiempo, sino a la eternidad.
Al comprender lo que significa ser eterno, la vida
habrá de ser consecuencia de ese descubrimiento.
Cada ser humano tiene que inventar su propia manera de
ser consecuente con la Verdad que ha descubierto.
Es una andadura creativa.
No pueden darse las mismas instrucciones para que todos
las repitan.
Eso sería absurdo.
Lo afirmo una y mil veces porque en el camino
espiritual ese error se ha cometido –y se comete- muchas veces.
Las personas creen que repitiendo consignas, ciñéndose
a unas normas, incluso perteneciendo a un grupo donde se hacen siempre las
mismas cosas, donde todo el mundo encaja en el mismo patrón, descubrirán la paz
interior.
Ingresé en un monasterio budista o cristiano y ya por
fin me siento en paz, repito un mantra o letanías y consigo no pensar en mis
problemas: es cierto, pero de esa manera se ha adormecido la mente, no se ha
tomado contacto con lo Eterno.
¿Cómo distinguiremos un camino del otro?
Se diferencian porque el que está dormido, por mucho
que reprima el ruido mental con técnicas, seguirá dormido.
Y si ingresa en una organización religiosa o adquiere
una práctica con objeto de que los pensamientos vayan perdiendo fuerza y
aletargándose, le faltará la Inteligencia viva, la pasión de lo eterno, la
Belleza inmensa de lo infinito.
De modo que si queremos estar vivos, la salida tiene
que ser auténtica.
No porque tengamos problemas vamos a buscar una
pseudopaz anestesiando la mente, repitiendo una y otra vez las mismas palabras
o actos, siguiendo unos rituales.
Siempre que imite, estaré dormido o dormida, eso no
cambia.
Efectuar prácticas que aturden la mente nunca
constituirá un camino lúcido para llegar a que la mente se ilumine.
Lo mecánico no puede ser una vía de acceso a lo
creativo, a lo que es <<una gracia>>, a lo infinitamente bello.
Las posibilidades que se presentan fáciles –seguir a
otros o incluso utilizar la química, con drogas-, esos senderos que parecen
opciones directas para salir del problema de la mente pensante, lo que hacen es
hundir más en el sueño.
Justamente disponemos de los conocimientos que
necesitamos para nuestra aventura, para lo que de verdad hemos de aprender.
Se nos presenta la información adecuada a nuestra
capacidad, no hace falta angustiarnos por saber más.
En el preciso rincón donde estamos, en el mismo lugar
donde vivimos, cuando miramos el cielo desde nuestra ventana, disponemos de
suficiente material para darnos cuenta de lo que es la naturaleza y la obra
divina.
Todo lo que nos haga falta para nuestra labor de ser
más conscientes, lo tendremos a nuestro alcance.
De hecho, ya está ahí el paso inmediato; y ése es el
único que nos importa porque el siguiente todavía no ha llegado.
Entonces en este preciso instante, las condiciones
actuales son perfectas, tal y como están.
Se trata solamente de vivirlas más atento, atenta, sin
dejarme engañar por el tiempo.
Sólo así dejaré paso a lo eterno.
SER
-.Remedios Varo.-
SER
En este preciso instante, sin hacer concesiones al
tiempo, he de mantener atención a qué es lo Real y qué es lo irreal, ver las
apariencias como tales y contemplar lo eterno.
Contemplar lo que Es, estar con ello, mantenerse ahí
con amor.
Si descubro la Verdad y por lo tanto la amo –y cuando
la descubro siempre la amo-, entonces tengo que vivir con y para ella.
No importa lo que signifique la Verdad en cada momento.
Si descubro lo divino, Dios, en un instante –no hace
falta hacer definiciones acerca de qué es Dios-, viviré con lo sagrado que haya
tocado en silencio.
Mientras si espero vivir con conceptos, con
interpretaciones, ya me he perdido en una zona del pensar.
SER
-.Leonora Carrington.-
SER
Volcados al exterior, como si la realidad estuviera
fuera, queremos conseguir que nuestra vida resulte más intensa, adecuada y
armoniosa.
Así, una y otra vez hemos de ir convenciéndonos a
nosotros mismos –por vivencia interior- de que la auténtica armonía y alegría
de nuestra vida reside en la contemplación.
No hay cosas que nos producen alegría, no hay personas
que nos aportan felicidad, no hay situaciones, épocas, lugares que nos llenan
de satisfacción, no: la contemplación es la verdadera fuente de alegría en
nuestro vivir.
Porque contemplar es volver a lo que de verdad somos,
retornar al origen atravesando el camino hacia la Realidad.
Y la realidad de lo que Es y de lo que soy –no son dos
cosas diferentes- se descubre al dar la vuelta a nuestra mente para contemplar.
La mente va haciéndose contemplativa, lo cual no
significa meramente decir: me dedico a contemplar.
No basta con reservar algunas horas para meditar;
aunque puede ser una consecuencia natural de nuestra actitud interior el que
vayamos organizando nuestra vida de manera que dediquemos un tiempo a
recogernos en quietud.
Contemplar consiste en ir dando la vuelta a nuestra
mente, colocándola de manera adecuada para que reciba la Luz de lo Real y no
esté hipnotizada por las sombras que se proyectan fuera.
Los quehaceres cotidianos tendrían que estar iluminados
por la contemplación.
Lo que nos presente, aquello que tengamos que mover en
estos planos temporales, las tareas, responsabilidades, situaciones
gratificantes o desagradables todo ello se moviliza para fomentar nuestra
apertura de consciencia.
Y si nos empeñamos en querer considerar como permanente
lo que es mutable por naturaleza, sufriremos innecesariamente.
Sin embrago, al contemplar la Verdad no se sufre.
Habrá cosas agradables y no agradables para la persona;
ambas modalidades estarán ahí, sí, pero sin sufrimiento.
Ya no permaneceré encogido, angustiada por el dolor
psicológico ni me encerraré en la cárcel del egocentrismo.
No ocurre así cuando contemplo la Verdad.
La Verdad es la única llave para abrir esa mazmorra.
No hay otra manera de escapar, sólo se abre con ella.
¿Cuándo empiezo a descubrir que vivir desde la Verdad
me libera, como se nos dijo ya hace tantos siglos?
Al contemplarla.
Si se deshace la formulación envuelta en conceptos y
palabras, se hace ilimitada la mirada verdadera, sin forma, no posee un cuerpo
al que aferrarse, no cabe por tanto en ninguna doctrina o teoría.
¿Qué verdad es ésta tan escurridiza que resulta
inasible?
La única verdad es aquella que no puedo atrapar por
ningún lado aunque lo intente, porque es infinita.
Igualmente ocurre con el verdadero Amor.
Cuando mis ojos se han hecho contemplativos desde el
Amor brota la armonía y se expande creando una vida nueva en derredor sin que
esa entidad pensante denominada <<yo>> se entere.
No sería buen síntoma el que mi persona a la que llamo
<<yo>> se diera por aludida, porque inmediatamente se inmiscuiría,
con sus limitaciones, y deterioraría el espacio vital.
Esa entidad falsa no debe enterarse de que se ha
contemplado la Verdad ni de que hay Amor.
No; el Amor pasa como el viento, nadie puede
apropiárselo, nadie sabe a dónde va ni de dónde viene.
Como el viento, así el Amor, así la Belleza y la Verdad
omniabarcante porque del Espíritu vienen y a él van.
SER
-.Leonora Carrington.-
SER
Por mucho que cuide mi cuerpo para que se conserve
bello, irá cambiando; no tengo la misma cara cada día ni hay idéntica armonía o
desarmonía entre todas mis células, entre todas las pequeñas e invisibles
consciencias que integran este microcosmos –que al igual que el macrocosmos,
está habitado por innumerables seres-.
Cuando el conjunto se desarmoniza incordia bastante,
luego encuentra cierta armonía y todo va bien.
Entonces indago las causas para poder intentar
controlar la situación, pero las causas son múltiples.
En este mundo manifestado estamos sujetos a numerosas
leyes que aprisionan entre sus dedos invisibles lo que creemos ser.
De forma paralela, la sociedad que hemos creado
actualmente como modelo de conducta resulta opresora: proliferan tantas normas,
tantos factores a tener en cuenta que si nos los creemos, si nos tomamos el
juego en serio, difícilmente tendremos ya ocasión de descubrir qué es la Vida.
Esto es lo que parece observarse en la mayoría de los
seres humanos: cumplen a rajatabla todo lo establecido, pero no tiene
oportunidad de detenerse y descubrir para qué existen.
Cuando nos empezamos a dar cuenta de semejante
esclavitud, cuando comenzamos a hacer silencio, a participar en un retiro o una
investigación como ésta, entonces podemos empezar a descubrir y a mirar más
allá del horizonte conocido.
Semejante multiplicidad de normas, situaciones que
parecen oprimirnos, coyunturas variables, tanto lo que llamamos
<<dentro>> de nuestro cuerpo o de nuestra mente como lo que denominamos
<<fuera>>, la proyección e interrelación de todos los cuerpos y
mentes parecen cubrir por completo nuestra vida.
Pero ¿en verdad no hay libertad para ser lo que somos?
En vez de seguir dando vueltas mientras pensamos y
pensamos, abandonemos el laberinto mental, ésa es la buena consigna.
¿Quién saldrá de esa encerrona autoimpuesta?
No mi persona, no la persona que creo ser.
Al contemplar se comprende que en la escapada, nadie
sale; que cuando se produce una liberación, nadie se libera; que cuando hay
Amor, nadie está amando; que cuando brilla la Verdad, nadie la posee.
Eso se descubre únicamente al contemplar, no antes.
Antes podríamos decir que es una locura afirmarlo.
Mientras no hayamos tenido una vivencia de
contemplación, aunque sólo sea un breve atisbo, resulta imposible comprender
esa transformación.
Es como salir del sueño.
Sumidos en el ensueño no es posible entender lo que hay
fuera de él.
Cuando por contemplación irrumpe la comprensión en
nosotros, la Verdad ilumina la existencia.
SER
-.Remedios Varo.-
SER
Dejemos a la persona –un monigote dibujado en el
tiempo- y veamos la Alegría que proviene de más allá.
Esa Alegría no es pasajera, no depende de nada, está en
lo eterno, es sagrada.
Siempre está ahí.
Si no la descubro, no es porque no exista, solamente se
debe a que me he distraído mirando en la dirección equivocada.
Quizás me esté identificando con algo, con un objeto de
la consciencia, con una cosa.
No estoy contemplando la Realidad que es no-cosa.
La nada es no-cosa, por lo tanto es plenitud.
Porque lo que Es, lo Real, no es un objeto.
Ni una cosa separada ni muchas cosas juntas, apunta a
lo pleno, lo infinito.
El Ser es la Nada.
La mente cosifica, la mente proyecta cosas: separa,
clasifica, interpreta crea apariencias.
Al contemplar se deshace ese nivel mental y empieza a aflorar la mente iluminada, lo que en sánscrito se denomina la mente de buddhi,
según la tradición advaita (no-dual).
También se le ha denominado en el budismo no-mente; la
mente del Buda es una no-mente porque cuando recibe la Luz, se disuelve y queda
sólo Luz.
Ése es el punto en el que se produce la contemplación,
cuando la mente se va diluyendo al contemplar Aquello y va apareciendo la
claridad luminosa de la Conciencia espiritual por lo que todo queda iluminado.
Lo único que permanece es la apertura a la Realidad,
como una claraboya que va iluminando mi vida.
Cuando afirmo que Eso va iluminando, ya está todo
dicho, aunque hemos de concretarlo un poco para que nos demos cuenta bien.
Iluminar mi vida quiere decir que transcurre con una
alegría de fondo.
La Luz es expansiva y su expansión produce alegría,
belleza y amor.
Cuando va penetrando en el alma, afecta a todo el
vivir, aunque no será de la manera en que mis deseos habían planeado.
Estará inmerso en el plan sagrado, en el plan divino.
Todo tiene su puesto, un lugar adecuado en armonía.
Todo deviene perfectamente inteligente, más allá de las
causas y de los porqués que pueda inventar el pensamiento.
Armonía significa que todo ocupa su lugar y expresa la
atracción a la Unidad.
Cuando todavía se percibe la multiplicidad, la armonía
refleja esa Unidad de fondo.
Al transparentarse la Unidad de fondo, la multiplicidad
manifestada se ve armónica.
Asimismo, en la humanidad también puede observarse que
cada uno está en su lugar, cumpliendo su dharma, aquello que ha de hacer de
acuerdo a lo que está pendiente por realizar desde tiempos remotos o aquello
que va a descubrir en el aprendizaje de esa existencia.
Por eso, uno de los primeros deseos que se desprenden
al contemplar es el de compararse con otros, la tendencia a estar pendiente de
las vidas ajenas para enterarse de lo que hacen bien o mal, para imitarlo o
criticarlo.
Esa actitud se desvanece.
¿Entonces dejan de interesarme los demás?
Precisamente, ya no me incumbe lo falso de los demás,
sólo me importa lo real en ellos, su verdad.
Y puesto que me interesa la Verdad, no me entretengo en
las manifestaciones que necesariamente son diferentes en cada ser humano.
¿Y qué lugar ocupa el ser humano, insignificante
respecto al cosmos, gigantesco con respecto a una célula o un átomo?
No importa el lugar, el puesto que le asignemos.
El ser humano porta en sí ese fuego, esa chispa de lo
divino, esa consciencia que le permite abrirse a la plenitud del Ser.
La apertura es posible si profundiza, si es capaz de
atravesar la superficie donde se encuentra pensando y sintiendo.
Contamos con esa posibilidad, porque es verdad que el
Todo está, de la misma manera, en lo más grande y en lo más pequeño: Dios está
en todas las cosas.
Contemplar supone no identificarse con la situación de
la persona.
Y al no haber identificación a través del argumento
personal, la alegría es espontánea.
Soy más allá de esta persona, sin forma, sin tiempo.
No hay ninguna alegría comparable a la que sobreviene
en el silencio mental que se atraviesa al contemplar la más bella sinfonía.
SER
-.Jeremy Mann.-
SER
Atención es lo que mueve y crea todo, lo más potente
que alguien pueda sospechar o imaginar.
Comenzaremos aclarando que aquí nos referimos, en
contra de lo habitual, a la atención sin objeto ni motivo alguno, a cuando la
gran potencia de la consciencia irrumpe y atraviesa todos los niveles
manifestados.
Estamos acostumbrados a prestar mucha atención a cosas
concretas, pero desconocemos en qué consiste la atención a nada.
Ahí radica la diferencia: si bien la atención a algo
determinado es una atención que se ha perdido ya en el objeto, la atención a
nada está abierta, es la propia Conciencia que se reconoce en sí misma.
Entonces, ¿no tendríamos que prestar atención a las cosas
concretas de la vida?
En realidad, no importa si estamos más o menos atentos
a los objetos concretos.
De hecho, alguna atención hemos de tener para subsistir
en este mundo: lo que haya que hacerse, se irá haciendo.
Eso no es lo importante para los amantes de la Verdad.
Ya tenemos en general demasiada atención alineada, ya
estamos bastante volcados hacia fuera.
Recojamos por tanto esa atención, descubramos el origen
de todo lo que percibimos.
Y desde esa fuente interior, que las cosas se hagan,
que la vida fluya espontáneamente.
Todas las formas que percibimos están respaldadas por
una gran Inteligencia que organiza la Vida.
Asimismo las personas, los cuerpos que percibimos,
palpitan con una gran Inteligencia que los mueve a diferentes niveles.
Si soy aspirante a la sabiduría, me daré cuenta de que
no necesito concentrarme en ningún objeto externo para que la vida sea.
Iré constatando poco a poco una verdad: que somos la
sabiduría misma.
Esa sabiduría –lo repito una y mil veces- no nos vendrá
por información externa; sobrevendrá por atención interior sin objeto.
Nos referimos a la atención con ese matiz de lucidez
que le otorgaba Krishnamurti, de atención en sí misma, no hacia una cosa
concreta.
¿Y la sola atención basta?
Sí, es suficiente con cultivar la atención, lo demás lo
hace la misma atención.
¡Pero eso no puede ser!, ¿no tengo que realizarlo yo?
No hay ningún <<yo>> ahí, me lo estoy
inventando todo el tiempo.
Cuanta más atención lúcida tengo, más adecuado y
armonioso resulta todo.
SER
-.Jonathan Ahn.-
SER
Si hemos descubierto algo de aquello que en la
antigüedad se llamaba el Espíritu –lo que trasciende las apariencias-, entonces
no iremos, en pos de las cosas ni de las personas bellas para poseerlas, sino
que descubriremos la Belleza en la Conciencia que somos.
Contemplaremos la Belleza en un estado de felicidad y
plenitud.
No trataríamos de ser bellas por fuera ni poderosos
para conquistar y manipular a los demás.
Simplemente con contemplar la Belleza de ser sería
suficiente.
Eso conlleva eliminar una gran cantidad de sufrimiento,
porque la belleza o el poder que se proyecta en las cosas es algo efímero, no
es nada consistente.
Cuando se descubre el Amor en la Conciencia profunda
que somos y que es todo; cuando comprendemos aquella frase que tanto repiten
los religiosos sin entenderla a veces: <<Dios es Amor>> -todo está
hecho de amor porque todo está hecho de Dios-, se acaba el negocio del amor con
todas sus frustraciones y engaños.
¿Qué diremos de acaparar informaciones, querer tener la
razón, liderar la opinión y manejar los conocimientos?
¿Qué saberes necesita quien ha descubierto que es una
luz y momento a momento habita en el océano de la Verdad?
Y ese océano, en lo concreto obrará conforme a lo que
tenga que hacer –con más o menos distorsiones según los instrumentos, más
sutiles o más densos, con los que se encuentre-.
En la medida en que vivimos por inspiración de la Luz,
fluye la libertad en nuestra existencia, la Inteligencia se expresa con
claridad a través de nuestra persona.
Es el resplandor de la Luz –lo podemos denominar
armonía, paz-, aunque no de la manera que pensamos que debería ocurrir; porque
quien se abre a la Luz no se muestra como los demás creen que debe manifestarse
un ser humano despierto.
Si alguien siguiera alguna conducta preestablecida,
obviamente, esa persona estaría ya condicionada; y no se podría esperar de ella
una conducta verdadera y libre.
No estaría viviendo desde la Verdad de su Espíritu.
SER
-.Mark Lague.-
SER
Aquellos que son iluminados por la atención despiertan.
Ya no son nada, son pura Luz que a través de ellos se
expresa.
¿Son iluminados entonces?
Si no hubiera tantas fantasías acerca de los
iluminados, se podría afirmar que sí.
Pero todas las fantasías que se han creado
considerándolos personas aparte conforman un argumento falso.
No ensalcemos por tanto a ningún ser humano como modelo
de conducta, no acatemos las consignas de nadie.
Solamente es recomendable seguir un consejo –el que por
cierto ofrecen todos los seres humanos que tienen sabiduría-: ¡despierta,
mantente atento!
Pero no podemos practicarlo cuando estamos encerrados
en el pensamiento.
El misterio de abrirnos a la luz de la atención se nos
ha de revelar a cada uno de nosotros en lo íntimo.
No como consecuencia de nuestras experiencias en la
vida ni causa de alguna información sobre el tema.
Si estás durmiendo a pierna suelta, no pasa nada; sigue
soñando, es lo natural, ¿qué vas a hacer?
Pero si eres candidato
a la lucidez de la sabiduría, si ya notas atisbos que te despiertan, si
ya tienes un sueño liviano, si de vez en cuando abres los ojos, entonces
atiende solamente a la Verdad.
¿Qué debería hacer?, ¿no leer libros ni escuchar a
nadie?
Lo que hagas es irrelevante, haz lo que espontáneamente
surja de tu comprensión.
Importante sólo es lo que contemples como Verdad.
Si no hay luz, no será posible ver con claridad, por
muchas manipulaciones que haga desde el exterior.
Podría modificar hábitos, hacer un régimen alimenticio,
practicar ejercicios recomendados, acudir a ciertos lugares… y no sucederá nada
verdadero.
Que la persona haya conseguido más atención o más
lucidez es una interpretación errónea del pensamiento.
La atención tiene su origen allende la persona.
Lo personal está sumido en el tiempo, mientras la
Conciencia, lo que verdaderamente somos, permanece.
Y lo habremos descubierto si somos conscientes de ello
en nuestra vida, en la muerte, después de esta vida y en todas las posibles
vidas, permanecerá la Luz que somos, no la persona que hemos creído ser.
Ese ser humano desconectado de la Verdad sagrada también
dará paso a nuestra verdadera identidad, es un instrumento que dura unos
cuantos años.
Descubramos lo que somos con la atención.
Así, todos los cambios que experimentemos, las
aventuras por las que pasemos –salud, enfermedad, éxito, fracasos, ambiente
afectivo favorable o desfavorables- no nos tocarán en lo esencial, como
acontecimientos que le suceden al personaje provisional.
Cuando la persona termine, aquellas peripecias habrán
llegado a su fin.
Y las guardaré en la memoria, quizás hasta después de la
muerte –espero que no- si me creo que lo que hay en la memoria es lo real.
De no ser así, me daré cuenta de que lo almacenado en
ese archivo, todo lo que pertenece al pasado –si todavía no es pasado, lo será
en breve-, es decir, todo lo que está en el tiempo no es verdadero.
La atención no es un mero instrumento del que
disponemos, es mucho más potente que una herramienta psicofísica, la atención
proviene de aquel lugar donde somos la Verdad.
Por eso si queremos llegar a ser lo que somos, habremos
de retomar el hilo de la atención.
No nos va a faltar nada en la lucidez, no creamos que
si recogemos ese hilo estaremos perdiéndonos los sentimientos o cualquier otra
capacidad humana.
No es así: en la Conciencia está todo.
El Amor es el resplandor de la Unidad, de la Luz que es
una y no contiene fragmentos ni distinciones.
No nos quedemos atrapados en una interpretación pensada
del amor.
Seamos libres si queremos ser amorosas.
Cuando vivimos en atención, descubrimos que la esencia
de aquello que nos encandilaba está envuelta en mucha ilusión y hemos tenido
que desenvolver todo eso con lucidez.
No seamos fríos –una máquina de calcular- ni tampoco
seamos sentimentales –una máquina emocional de sentir-; salgamos de todos los
automatismos, veamos lo que de verdad somos para que nuestros pasos en la vida
se fundamenten en el Espíritu.
Hemos de concluir que la atención tiene la potencia
máxima para transformar nuestra vida en la dirección de lo auténtico, de lo que
somos.
Podríamos añadir incluso que no solamente es lo más
potente sino lo único que nos guía en nuestra travesía por las apariencias.
SER
-.Mark Lague.-
SER
¿Cómo descubriremos la verdad?, ¿cómo sabremos lo que
de verdad somos?, ¿cómo sabremos lo que es Dios?
La respuesta a estas preguntas es: atravesando las
apariencias.
De modo que ése es nuestro camino.
Si nos quedamos atrapados en lo que parece, en lo que
nuestra mente y todas las demás mentes están interpretando, no brillará la luz
de la consciencia y seguiremos dando vueltas en el recinto cerrado de lo que
llamamos yo, mi persona, mi mundo, mis problemas.
Y tanto arreglar mis problemas como solucionar los de
otros son pretensiones que se fundamentan en el mismo nivel, en ambos casos
seguimos sin salir de las apariencias.
Esto trastoca todo lo conocido, es revolucionario y
difícil de captar hasta que no se investiga a fondo sobre la última verdad.
Creemos que al estar pendientes de <<lo
mío>> alimentamos el egoísmo, pero sería perfecto vivir pendientes de los
demás, de cómo ayudarles.
Sin embargo, no es así: tanto mi vida como la de los
demás están interpretadas, residen en el mismo lugar del pensamiento.
Para que haya liberación, hemos de atravesar esa zona
de apariencias.
Se trata de una liberación para todos: no de mi
liberación, sino de la liberación.
No existe mi libertad, porque el <<mi>> no
puede ser libre.
La Libertad implica desmontar esas separaciones.
Cuando veo la vida de los demás a través de mi
interpretación mental, tamizada por los condicionamientos colectivos, ahí no
puede haber libertad.
Y puesto que no hay libertad, la verdad no se
manifiesta.
Verdad y Libertad son inseparables.
Cuando Krishnamurti decía <<el observador es lo
observado>> estaba apuntando a la verdadera manera de observar –que no es
lo que normalmente entendemos por observar-.
En la forma auténtica de observar vemos que el propio
observador, aquel que está observando, debe ser también observado como algo
ajeno, un objeto de consciencia, una forma en la mente.
Lo que nace y muere es aparente, aquello que en un
momento no era, luego es y más tarde vuelve a dejar de ser; es decir, todo lo
percibido, lo que captamos con nuestra mente es irreal.
Sólo lo eterno es real.
Digo sólo y no es por ser lo temporal una cosa entre
otras; lo eterno lo incluye todo.
Dicho con otras palabras: Dios es lo real y no hay nada
fuera de Ello.
Todos los sueños que se hagan a partir de esa Inteligencia
sagrada, eterna, lo que se vaya alejando de la Verdad –pensando, durmiendo,
interpretando-, todo ello es un aparecer, no una realidad.
Con la muerte física, tan sólo se deshace y se disuelve
el instrumento biológico y todos sus numerosos componentes, los seres vivientes
físicos o sutiles que habitan ese organismo van al lugar que a cada uno les
corresponde, de vuelta a la tierra visible e invisible.
Aquella asociación para formar una entidad denominada
<<mi cuerpo>> se descompone.
Lo cual no significa que lo que de verdad soy se
disuelva.
Todo es aparente, incluso aquello que tanto nos asusta:
tanto nacer como morir son apariencias.
Nuestra verdadera identidad no es el yo psicofísico que
creemos ser.
Comprender esto es la base para comprender la
existencia.
De modo que la verdadera solución consiste en
profundizar en lo que sucede en nuestras mentes, contactar con nuestra alma y
abrirnos al Espíritu, al Ser que somos, idéntico al Ser de Dios porque sólo hay
Uno.
Vivir desde la Unidad divina es vivir desde el Espíritu
que brilla en nuestro interior.
SER
-.Mark Lague.-
SER
La Verdad se percibe en lo profundo de la Conciencia.
Quizás haya una representación exterior que vaya
indicando un camino.
En cualquier caso, la Verdad siempre se contempla por
apertura al Espíritu.
Tenemos que abrir ese camino interno, no esperar a que
se nos abra por fuera; no depender de ninguna teoría moderna ni antigua, de
ninguna tradición ni oriental ni occidental, de ningún sabio ni maestro.
Así descubriremos que ese nivel profundo de Conciencia
y el profundo Ser de aquel maestro es el mismo, y que coincide con el Ser de
toda la humanidad.
Es una sola Conciencia, y una sola Verdad.
La verdadera comprensión no puede hacerla ni el corazón
ni la mente sola.
Todo nuestro ser ha de estar involucrado en
contemplación y compasión.
Comprender es ver desde la totalidad y aquí totalidad
es una palabra que alude a lo infinito.
Es preferible, quizá, la palabra infinito.
Al decir <<todo>> da la impresión de que
seguimos dentro del reducido reino de la cantidad.
Pero totalidad es infinito, sin límites.
Comprender es ver, no ver desde mi persona, se trata de
una visión abierta con mente –inteligencia- y corazón –amor- a la Infinitud.
Otra manera de explicarlo es <<ver con los ojos
de Dios>>.
Si nos gusta más esta metáfora entenderemos que sólo
podemos contemplar la Verdad desde el Espíritu divino al mirar con sus ojos.
¿Cómo voy a mirar desde sus ojos?
Eso es extraño ya que yo no tengo los ojos de Dios.
Cuando al decir <<yo>> me refiero a este
cuerpo y a esta persona, desde ahí obviamente no puedo mirar en totalidad.
Pero cuando sé que no hay más <<ojos>> que
los de Dios, es decir, que la Realidad es la Inteligencia divina que luego se
manifiesta y se expresa aparentemente en múltiples inteligencias, entonces
comprender –la vida, a los demás, a mí mismo, cuál es la situación que tengo
que vivir en este momento-, no requiere esforzarme en entender nada de lo que
he aprendido, sino situarme en aquel lugar ilimitado de la Conciencia, abierto
al infinito.
Y entonces se revela la Verdad porque es ahí donde
brilla.
Abrámonos a la Verdad más allá de las apariencias y
entonces descubriremos que todo es luminoso.
Interpretamos que hay una realidad que es el amor y
otra realidad aparte que es el odio.
No es verdad, lo único real es el Amor.
El odio es falta de amor, o dicho de otra manera, es el
amor mal visto.
De modo que nuestra consigna debería ser, siempre,
atravesar las apariencias, tanto en los momentos agradables como en los
desagradables.
No se trata por tanto de decir en un momento dado que
quiero alejarme de las apariencias porque la situación está poniéndose fea ya
que no me gusta la obra que está representándose aquí y, por otro lado, creerme
a pie juntillas que las apariencias son realidad cuando el panorama se torna
favorable y siento que todo va bien.
Cuando la situación no me beneficia quisiera afirmar
que son sólo apariencias, pero ya no puedo porque he dado mucha realidad a ese
lugar en otras ocasiones.
Estaba tranquilo, tranquila, cuando todo iba sobre
ruedas, sin salir de mi costumbre, pero cuando de repente las circunstancias
van en contra –y antes o después sucederá porque la vida está constantemente
cambiando- entonces me gustaría no dar realidad a lo desagradable, pero no es
posible porque todo el tiempo he estado dando realidad a lo agradable; y se
trata de dos aspectos percibidos de lo mismo.
Ambos apuntan a la Unidad presentida.
De ahí que sea inteligente emplear el espacio de
nuestra vida que podamos para contemplar, investigar y reflexionar serenamente.
Así, en el momento en que vengan las situaciones tantos
positivas como negativas, tendremos suficiente fuerza interior para que se
produzca el desapego de verlas como meras apariencias transitorias.
Tanto en lo agradable como en lo desagradable hay
desarmonía, ambos opuestos de placer y dolor conllevan alguna distorsión.
La armonía, la belleza y el amor se encuentran en un
punto de equilibrio más allá de los opuestos.
Por tanto, es imprescindible pasar por una etapa de
silencio de la dualidad y descubrir la profunda paz que brota en la unión de
los opuestos.
¡Contemplaré la vida de una manera nueva!
Si todavía no he atravesado el silencio ni he
descubierto esa profunda paz, mi camino consiste en desbrozar ese canal y
encontrar esa posibilidad en el interior.
Y lo haré sin caer en el error de creerme que con las
capacidades del pensamiento, de las emociones, de la memoria o de la
información externa voy a conseguir vivir en el Amor y estar en la presencia de
Dios.
Únicamente será posible hacerlo tras descubrir el
silencio mental.
Y ya sabemos que el silencio de la mente incluye el de
las ideas, los pensamientos, las opiniones así como las emociones.
El camino contemplativo pasa por un silencio que va más
allá de los aparentes opuestos.
No se recorre este sendero para atesorar lo bueno y
dejar lo malo con la astucia que caracteriza al ser humano.
Eso no es posible; desde la Verdad, ambos opuestos han
de unificarse.
Entonces se produce la revelación de lo nuevo, florece
un nuevo estado de consciencia no dual y se vive por inspiración del Espíritu.
Esta revelación es una verdadera revolución en la
consciencia humana.
¿Estoy identificándome y afianzándome en ese estrecho
lugar de las apariencias?
¿Cómo las fortalezco?
Viviendo ahí, creyéndolas, siguiéndolas, poniendo
energía en ellas.
¿Y cómo podré quitarles fuerza?
Soltando todo lo que parece que es la realidad,
cultivando una actitud de silencio interior.
Se requiere total sencillez e inocencia para despejar
todas las astucias del yo pensado.
De no ser así, seguiremos esclavos de él
imperceptiblemente.
Nadie puede empujarnos desde fuera para entrar en la
Realidad.
Aunque aparentemente interpretamos que tal maestro o
persona nos acerca a ella, es la Inteligencia de la Vida quien prepara las
situaciones para que cada uno descubra lo que tenga que descubrir en el momento
adecuado, y para ello se vale de determinado maestro, de determinadas
circunstancias, en cada momento se sirve de unos recursos.
Si hay demanda interior, surgirá una persona que haya
recorrido ese camino y así parece que desde fuera alguien me ha dado una
sacudida para despertar.
Recordemos sin embargo que nada es lo que parece ser.
Porque la demanda estaba ya en el interior, se ha
comprendido lo que decían los maestros; de las palabras de sabiduría cada uno
ha integrado justo lo que necesitaba integrar en ese momento.
De modo que puede afirmarse que el apoyo hacia el
despertar lo ha dado la Inteligencia divina, la Luz única que soy, que somos,
que Es.
SER
-.Mark Lague.-
SER
No tiene sentido que el observador del mundo esté
aparte de esa realidad, que el perceptor no forme parte de lo percibido.
La filosofía advaita de la tradición vedanta lo ha
resuelto, aunque no desde el mismo nivel intelectual.
La mente pensante, racional, lógica no encuentra la
solución porque está ya inmersa en la percepción de la dualidad.
¿Cómo lo ha resuelto la advaita?
Entrando en la misma consciencia, por vivencia
interior.
A no ser que lo vivamos, con el intelecto no podemos
comprender las afirmaciones que brotan de ese ámbito: <<Tú eres la
Luz>>.
Sin la vivencia interna, nos parece que están fuera,
tanto la luz física como la luz espiritual.
Humanamente, no se puede entender que nos digan: tú
eres Dios.
¿Cómo voy a ser yo Dios en mi insignificancia, habiendo
además tantos individuos como yo?
Hasta que no se vivencia, no se puede asimilar que no
hay dos –Dios y yo-, sino Uno.
Y así sucede con todo.
Al vivirlo descubrimos esa Luz, no cuando
intelectualmente lo aceptamos.
Porque con la mente racional no se puede aceptar a
partir de una percepción necesariamente dual.
La Verdad no se capta desde ese ámbito mental que
implica una percepción dual equivocada –del que ve y la cosa vista- que ya
empieza por objetivar la realidad.
Esa zona está dormida, se ha hipnotizado con esa
percepción falsa y proyecta una realidad imaginaria en la pantalla ilusoria que
llamamos mente: ahí proyecto el mundo, mi vida y la de los otros.
Todo ello es fruto de nuestra invención, de hecho cada
ser humano vive en su mundo; en función de sus emociones, de sus experiencias
del pasado, de sus esperanzas y deseos para el futuro realiza la proyección de
una manera o de otra.
Así pues, en semejante caos no es posible encontrar la
Realidad.
¿Cómo podrá encontrarse entonces?
Pareciera un poco deprimente la situación del ser
humano que permanece todo el tiempo en ese restringido lugar proyectando sus
sueños y que, por más que quiere, no descubre lo que la Realidad es.
Por supuesto, desde ahí tampoco descubre lo que es
Dios, lo Absoluto o la Conciencia, que es lo mismo.
La maravillosa noticia que no queremos asumir porque
revoluciona todo nuestro mundo es que no hemos de buscar la Realidad ni
pensando, ni actuando, ni dándole vueltas a la mente racional ni realizando
obras buenas hasta quedar exhaustos.
No es así como se encuentra, sino dándonos cuenta de
que ya somos Eso.
Fijémonos bien: si no hay nada más que una Conciencia,
¿qué podemos ser?
¿Acaso podremos ser algo aparte de Eso?
¡Si no hay nada más que lo Absoluto!
Pero nuestra mente protesta y supone que algo habrá
detrás, después, antes, debajo o encima de la Conciencia.
Todo eso son categorías mentales: las coordenadas
espacio-temporales son creación de la mente.
Y cuando digo mente estoy refiriéndome a algo que
existe después de la Conciencia.
Los seres humanos sufren atrapados en las apariencias y
mi error apoya y refuerza el error de todos.
Hay mucho sufrimiento por no descubrir lo que de verdad
somos, tanto sufrimiento evolutivo de la humanidad como sufrimiento particular
en cada persona.
La humanidad en conjunto está tan equivocada que
necesita aprender sufriendo, e igual sucede con cada ser humano por sus errores
particulares y colectivos.
Sin embargo, esta profunda insatisfacción no se debe a
que alguien le inflija un daño desde fuera, no es porque un ser todopoderoso le
castigue por haberse portado mal.
Se trata de inconsciencia.
La única culpa, si cabe, es no darse cuenta.
Pero si no nos damos cuenta, no hay culpabilidad
alguna.
Quitémonos entonces de la cabeza la nefasta idea de que
todas las cosas malas que nos suceden es por nuestra maldad o que todo lo que
le ocurre a la humanidad se debe a la culpa colectiva en la que participamos.
Tengamos bien presente que la percepción correcta no
implica dejar de percibir algo para percibir algo distinto, sino descubrir que
el que percibe y la cosa percibida son Uno.
Y mientras esto suceda, iremos dando vueltas y vueltas
entre las apariencias duales.
La mejor bendición que los seres humanos podemos vivir
es esa intuición que nos apremia desde dentro, susurrándonos que las cosas no
son como parecen; ese primer regalo de la Inteligencia divina quiere decir que
ya la Conciencia está asomando a través de ese hueco personal.
Una persona es un hueco.
Cuanto más vacío esté el personaje de sí mismo, más luz
aparecerá a través de él; y cuanto más sólido y más cerrado, menos luz.
Si empiezo a intuir algo más de lo conocido, antes
asoma la luz y ya no me quedo tranquilo o tranquila soñando; eso es el estado
que ahora se denomina <<el buscador>>.
Se trata de un estado absolutamente natural.
Buscar es algo innato porque cuando despunta la
intuición, empieza la búsqueda.
Así le ocurrió al mismo Buda, que no descansó hasta que
descubrió cuál era el misterio oculto en el conocimiento humano.
Y así nos sucede a todos.
La intensidad de un ser humano que empieza a comprender
y que ya nota en su interior la llamada del Espíritu, no tiene nada que ver con
las pasiones de la vida exterior.
Se trata de una energía distinta que proviene de un
lugar más profundo y conlleva un matiz nuevo.
Este matiz generalmente pasa desapercibido desde fuera
porque no corresponde a nada de lo conocido, aunque resulta revolucionario y
transformador desde dentro.
SER
-.Tibor Nagy.-
SER
La revolución que ocasiona la luz interna no sólo
afecta al buscador de la Verdad: la persona que busca es una forma de la Luz,
pero cuando se moviliza en el interior de alguien, toda la Conciencia y su
manifestación se percata de ello, porque es Una.
Creemos que si, por ejemplo, yo descubro mi consciencia
es un asunto que sólo le incumbe a mi persona.
Sin embargo no se trata de un asunto privado, ya que
aunque la persona es una sombra que por fuera aparece como separada,
internamente la Luz es una sola.
Siempre es la misma vibrando con tanta intensidad que
aparece de infinitas maneras.
Y aquellos que tengan suficiente sensibilidad podrán
captarlo.
De esta suerte, va urdiéndose un entramado, una
estructura interna, algo que quizá corresponde con lo que nuestra tradición
denominaba <<la comunión de los santos>>.
Todos participamos de un secreto: la vida no es lo que
parece.
En esa invisible comunión, cada vez que un ser humano
intensifica la luz de la Conciencia que le constituye, está intensificando –a
veces muy directamente- la luz de todos los que están ya encaminados en esa
búsqueda interior.
Y ¿qué decir de los que estamos dormidos?
Aunque no nos demos cuenta, también estamos hechos de
Luz.
Algo ayudará a ir despertando a su debido momento,
quizá el camino no sea tan directo.
Cuando comenzamos a despertar de la ilusión perceptiva
empezamos a notar la fuerza que nos empuja a salir del sueño.
Una fuerza mucho más poderosa que la que nos impele
cada mañana a abrir los ojos y entrar en el estado de vigilia.
Permitidme insistir de nuevo en que semejante
transformación no afecta sólo a mi persona, sino que alumbra a toda la
humanidad.
Recordemos que no estamos separados, que toda la
humanidad es la misma Conciencia.
No se trata de alguien diga: <<Yo como soy bueno,
voy a ser altruista y ayudaré al prójimo>>.
Eso es algo que sólo se le puede ocurrir a la mente
pensante.
La verdad es que en la medida en que sienta la
atracción a la unidad que es el Amor, espontáneamente estaré disponible de
acuerdo a las capacidades que en ese momento tenga.
Y esas capacidades me habrán sido dadas precisamente
para estar disponible para prestar esa ayuda; eso es el dharma.
Y esa ayuda beneficia simultáneamente a los demás y a
mí, puesto que no estamos separados.
Por tanto, no tiene ningún sentido el presumir de
ayudar o sacrificarse por otros, ni intentar hacer cosas buenas para acumular
méritos.
Por mucho que nos lo hayan dicho y repetido desde que
éramos pequeño, no es así.
Buscad <<el Reino de los Cielos>>, buscad
la Verdad.
Abrámonos a lo que de verdad somos, esa luz, dejemos
nuestra mente y nuestro corazón puros, para que la Conciencia pase a través de
sus instrumentos y haga lo que tenga que ser hecho.
Y es entonces cuando la acción es la adecuada.
Cuando no hay alguien ahí tratando de hacerlo bien,
entonces es precisamente cuando se puede hacer bien algo.
Pero mientras haya un protagonista tratando de
conseguir algo, estará interponiendo obstáculos.
A pesar de todo, puede ser que la Conciencia esté
empujando a través de esa persona porque es su dharma, pero queda interrumpida
con su intencionalidad egocéntrica de querer actuar de una manera determinada
para lograr una meta.
Si corazón y mente se encuentran vacíos porque no hay
nadie tratando de portarse bien, de ayudar o de hacer las cosas como es debido,
se producirá la iluminación.
Solamente se trata de dejar el espacio vacío para que
lo llene la luz que soy; cuanto más vacío esté de mí mismo, más claridad podré
traslucir.
Iluminaré a mi manera, la única auténtica que tengo de
hacerlo; todas las demás son inauténticas, mera fantasía.
Mi tarea es concentrarme en descubrir la Luz en
silencio, profundizar y profundizar.
Y así la propia Luz se encarga de iluminar, no soy yo
quien ha de hacerlo.
Entonces es cuando se revela esa verdad que tanto se
oye –pero que como se interpreta desde un ilusorio nivel, resulta falsa-: el
que yo no tengo nada que hacer por mí mismo porque la Luz lo hace todo.
Lo relevante es hasta qué punto dependemos o no de las
circunstancias externas.
En la medida en la que me encuentro dependiendo sólo de
mi propia Luz, ella irá creando las circunstancias adecuadas para mi vida aquí
y ahora.
SER
-.Tibor Nagy.-
SER
En cualquier caso, la verdadera felicidad no radica en
las cosas o situaciones que podamos o no disfrutar, sino en no desearlas; eso
es libertad pura.
Como estamos diciendo en estas investigaciones,
libertad y felicidad van unidas.
Cuando no hay deseo, la vida se va construyendo de
acuerdo a lo adecuado para el karma y el dharma –lecciones por aprender y
gozoso destino que cumplir-, a lo que haya que experimentar, sea agradable o
desagradable.
Las circunstancias de uno u otro color sobreviven a la
persona.
La persona ha movilizado unas energías en la
temporalidad y ésas vienen de vuelta: unas son buenas y otras malas, según la
interpretación humana –aunque en realidad toda son buenas porque todo lo que
viene es inteligente y, por ende, bueno-.
Repitámoslo porque es bello y necesario: nuestra
felicidad y nuestra alegría no estriban en las circunstancias que adquirimos en
el escenario de la vida, radican en no necesitar, en no desear, en estar
desapegado y desprendido.
Pero puesto que solemos asociar el desapego al
sacrificio –y no lo es en absoluto-, nos parece que ahí no es posible hallar la
felicidad.
Miremos bien y descubramos que cuando alguien se
desapega de verdad, nota que eso es felicidad.
Porque desapegarse equivale a liberarse.
Insistamos en que la libertad verdadera no consiste en
liberarse por fuera: la libertad es algo interno.
No hemos de liberarnos externamente de nada porque todo
está bien.
Las situaciones que hemos ido movilizando, las hemos
movido de acuerdo a lo que necesitábamos aprender.
Está todo bien, no hay que lamentarse del pasado:
<<¡Ay!, pero si no hubiera hecho eso, si no hubiera armado aquel jaleo
que armé en mi vida, a lo mejor viviría ahora más tranquilo, tranquila>>.
No, todo ese embrollo que montamos está muy bien hecho
porque gracias a ello se ha descubierto algo, ¿no nos damos cuenta?
¿Una vida más apacible nos hubiera venido bien?
No puede haber serenidad mientras no se descanse en el
Ser, todo lo demás es ilusión de tranquilidad.
Entre las circunstancias no reina la tranquilidad,
puesto que todo está cambiando.
¿Entonces me quedaré quieto, quieta?
Esa opción tampoco es viable porque antes o después la
vida nos dará un empujón por la izquierda o por la derecha.
Un sencillo movimiento, como el que ocurre mientras
caminamos, y la totalidad del universo está ahí paseando.
Así es desde lo profundo.
La verdad es que todo está en todo.
Y eso mismo es lo que siempre han proclamado los
auténticos religiosos: Dios está en todas las cosas.
También podría afirmarse que todo es sagrado.
Cuando vivimos todo en todo, hagamos lo que hagamos
–andar, preparar una comida, limpiar los zapatos, cualquier cosa-, todo lo que
realizo rebosa plenitud también soy el universo en aparente quietud.
La presencia de la Luz no puede estar ausente, es la
presencia única; hablando en propiedad casi no se podría denominar presencia
–como si pudiera estar ausente- ya que todo es presencia de Luz, sin lo
opuesto.
Todo es Espíritu.
SER
-.Mike Barr.-
SER
La Luz atraviesa los vehículos humanos si hay pureza en
ellos, y entonces ilumina.
Iluminar es salvar, liberar.
Liberarse significa justamente permitir que la Luz pase
a través.
Y la Luz atraviesa la densidad personal cuando hay
espacio suficiente.
Pero sin la Luz no es posible ese vacío, ese espacio
despejado.
La misma Luz abre el vacío y la misma Luz necesita ese
vacío para pasar.
Se traza así un círculo perfecto, el maravilloso
círculo de la Inteligencia divina que no funciona en línea recta como la razón
lógica, sino en expansión multidimensional.
Es la manera de irradiar la luminosidad del Espíritu.
¿Cómo nos purificamos para que la Luz se abra paso?
Con la propia Luz.
¿Cómo puede entenderse semejante paradoja?
Irrumpe el misterio, nos damos cuenta de que somos Luz
y entonces esa misma Luz nos purifica y al purificarnos, aquello se ilumina; y
al iluminarnos, iluminamos alrededor.
Así, <<mi>> salvación es <<la>>
salvación, y no sólo de los seres humanos, porque hay muchísimas consciencias.
Existen numerosas consciencias encarceladas, atadas y
sufrientes a causa del error de los seres humanos.
Por la falta de luz y de libertad de los seres humanos
hay muchos seres visibles e invisibles atrapados que se liberarán cuando el ser
humano vaya liberándose.
De modo que la tarea que hemos de hacer es maravillosa
e ilimitada.
Y a pesar de no tener límites, se produce aparentemente
en la intimidad de mi consciencia, porque mi consciencia equivale a la
Conciencia.
Reconozco la Luz y ese reconocimiento interior la da
paso en los distintos niveles.
Parece que es algo íntimo, oculto y resulta que es lo
total, lo que transforma todo.
No olvidemos que nada es como parece.
La investigación que hacemos es definitiva en estos
momentos para abrirnos a espacios más y más amplios hasta el infinito.
No nos asustemos.
Recordemos que cuanto más abstracta nos parezca una
comprensión, también será más efectiva, real y transformadora, porque abarcará
un ámbito más amplio.
Por el contrario, cuanto más concreto sea el enfoque,
más parcial e ilusorio resultará.
Lo tenemos que aclarar una y otra vez porque podríamos
creer que realidades tan abstractas nos resultan poco prácticas.
Pero no es cierto, Aquello imperceptible es lo que más
nos interesa; se comunica a todo el que se acerque a estas investigaciones; no
tendrá más remedio que oírlo.
Resulta imposible callarlo porque llevo toda la vida
dedicada a este dharma.
Siempre creemos que lo que nos importa y lo valioso es
lo inmediato, lo particular.
Eso es lo ilusorio, lo irreal que nos mantiene en el
conflicto.
Y cuando nos queremos desapegar de esa manifestación,
apenas podemos debido a la realidad que le hemos otorgado.
Pongamos nuestra realidad en lo invisible a los ojos
físicos, pongamos nuestra realidad e identidad en presencia de la Luz, en la
presencia de Dios.
Y todo lo demás vendrá a nuestra vida concreta de
manera natural.
Es indudable que cuando se dirige alguien por vía
directa a las verdades totalizadoras, la mente va quedándose en silencio, se
aquieta.
En ese silencio que no alberga dudas ni preguntas,
comprobamos que la Luz está pasando y se hace presente en nuestra vida, en un
instante atemporal.
SER
-.Victor Bauer.-
SER
Si queremos vivir de verdad, si queremos despertar, si
queremos ser más que una simple marioneta en el sueño, hemos de soltar todas
las creencias, incluidos los ideales personales.
Tenemos que despojarnos de todos los ideales.
Una de las cosas que tengo que ver ahora mismo es que
lo que considero mi vida en realidad no me pertenece.
Porque si creo que es mía y que tengo que controlarla a
mi antojo, entonces mi vida estará perdida porque durmiendo estoy soñando.
Mi vida personal es inseparable de la Vida.
La Vida es movimiento, impermanencia, cambio constante,
un fluir como cuando vemos transcurrir la corriente de un río o la fuerza con
la que desciende una cascada.
Las aguas de la Vida siempre pasan de largo, si
permanecieran quietas se estancarían y las encontraríamos desvitalizadas.
Absolutamente todo lo manifestado está en perfecto
movimiento.
¿Puede soportarse semejante situación?
Sinceramente, una persona muy afianzada en sus
<<derechos>>, en lo que ella cree que es, en lo que se ha llamado el
ego –lo que uno cree ser-, alguien que tiene su carácter, sus ideas, sus
propiedades, su familia, personas que dependen de él o ella, un ser humano así
que se cree sólido, está siempre en cambio, moviéndose y brotando todo el
tiempo de la nada.
O dicho con más fuerza, no es nada (por sí mismo).
Para ser de verdad, tenemos que dejar de identificarnos
con el personaje que creíamos que éramos.
No hay ninguna contradicción en soltar lo que creíamos
ser.
Para verdaderamente ser, hemos de desprendernos de la superposición
que habíamos construido, despojarnos de nuestra propia caricatura.
Y la gran sorpresa es que cuando por lucidez lo
soltamos –o dicho de otra manera, nos damos cuenta de que no somos eso-,
entonces no hay nada más que hacer.
Del vacío de lo irreal brota la plenitud de lo Real.
Y una vez hecho ese vacío, ¿tendré que ocuparme de
amueblarlo?
Desde luego que no, porque ese vacío ya está lleno;
rebosa Amor y Belleza.
Cuando lo tocamos nos damos cuenta de que así es.
Desde el pensamiento, nos parecía algo lejano, pero en
un momento dado ahí solamente había amor, belleza, paz, alegría interior.
¿Qué ha sucedido?
Simplemente que yo no estaba en ninguna parte, habitaba
en mi verdadero Ser.
Comprendamos: ahí donde soy lo que Es, no donde
<<yo>> soy.
Ya sabemos que para la persona resulta bastante duro
asumirlo.
Recordemos sin embargo que no somos la persona que
creemos ser.
Cuando lo reconocemos y somos capaces de decir:
<<¡Pobrecilla mi persona, no es nada y quiere hacerse algo a partir de la
nada!>>, entonces es posible compadecer también a todas las demás
personas que pretenden apuntalar su ilusorio personaje.
Y así mi corazón se abre con amor a los seres humanos
porque les está ocurriendo lo mismo.
Con distintos matices en la forma de presentarse siempre
subyace la falta de amor en los conflictos y sufrimientos humanos.
SER
-.Leonora Carrington.-
SER
La Verdad hay que descubrirla desde la Conciencia que
somos.
De nada vale proponerse: <<Vamos a descubrir cuál
es la verdad, que me la sirvan en bandeja y procuraré vivir con ella>>.
No es así cómo la hallaré.
No voy a encontrar ni en libros, ni en cursos, ni en
terapias ni en situaciones cercanas ni en un país lejano, no la encontraré en
ninguna parte salvo en mí mismo, misma.
Por supuesto que la vida presentará, en cada momento,
lo adecuado para mi demanda de Verdad.
Si escucho ese anhelo, ya estará empujado desde mi
interior la luz del Ser; y la vida dispondrá inteligentemente las situaciones
externas idóneas para el despertar.
Así, captaré entre las circunstancias la Verdad y se
ampliará la comprensión.
Pero lo que no esté dispuesto a ver seguirá esperando
hasta que pueda afrontarlo con discernimiento.
Sea cual fuere el momento de la vida en que me halle,
lo importante es siempre ser más consciente.
Todo ser humano llega provisto de su Luz, lo que de
verdad es, y al encarnar se envuelve en una aventura personal, en situaciones
aparentemente reales que –puesto que están moviéndose sin parar- no son
conscientes.
Recordemos que lo único real es lo eterno.
Cada ser humano se implica en todas esas circunstancias
fenoménicas y se las cree en mayor o menor grado, de acuerdo a la trayectoria
de lo que haya ido comprendiendo.
El único hilo conductor es la Luz que brilla en aquella
consciencia, Luz que no es diferente del Amor porque la Luz no crea separación.
Se trata de una única Luz: mi luz no está separada de
otra luz.
Aquella Luz con la que venimos a este mundo es la de la
Unidad de Consciencia, no hay otra.
Y la Unidad se vive como Amor.
Al descubrirlo, al comprenderlo plenamente viviremos
desde el Espíritu.
Y sólo entonces seremos verdaderos.
<<Amad a los demás como a vosotros
mismos>>, se nos dijo.
Obviamente, porque los demás somos nosotros mismos.
Porque somos uno en espíritu.
Pero cuán difícil es amar a quienes nos han tratado mal
o a los que hacen sufrir a la humanidad –ambos casos son lo mismo-.
¿Puedo amarlos realmente?
Sólo soy capaz de esa mirada amorosa cuando tengo la
consciencia suficientemente expandida como para darme cuenta de que, más allá
de las apariencias, ellos y yo somos una sola Conciencia, un solo Dios, como se
dijo en otras ocasiones y no se entendió.
No hay separación en la esencia: en un solo ser humano
se da toda la humanidad; y la humanidad contiene el cosmos entero, donde caben
todos los otros seres –visibles o invisibles para los sentidos-, a los que no
llamamos humanos.
La unidad de Conciencia lo abarca todo, no se limita a
mi familia ni a mi grupo de afines ni a los humanos.
Porque todo es Dios o Dios es Uno.
Pero esta Unidad no puede ser aprehendida por la mente
pensante, ese lugar de la mente donde está anclada la mayoría de la humanidad;
la mente sensorial volcada hacia afuera, la mente racional que calcula con
astucia; la mente que divide desde el nivel causal.
Ese funcionamiento mental no puede percibir más que
pares de opuestos.
Tengamos claro que nuestra mente que calcula, mide y
mira objetivamente las cosas no es capaz de comprender la Unidad de Conciencia.
SER
-.Remedios Varo.-
SER
Únicamente nuestro verdadero Ser puede afirmar con
propiedad <<Siempre estoy aquí>>, nadie más puede decirlo; ni mi
persona ni la de otras.
A lo que alude este <<aquí>> no es a un
espacio localizado ni a un lugar especial, sino que se refiere a deshacer la
ilusión tiempo-pensamiento y sus categorías: lo de antes, lo de después, aquí,
allá, en otro lugar más alejado o más cercano.
Todas esas connotaciones mentales pertenecen al ámbito
de lo ilusorio.
El pensamiento, el tiempo y el espacio son los
materiales con los que se fabrica la ilusión, el material que subyace tras
todas las ilusiones que conforman nuestra existencia.
De modo que, teniendo en cuenta que el
<<aquí>> y el <<allá>> están constantemente en
movimiento, cuando en mi contemplación y en mi vida diaria contemplativa me
encuentro con que hay una realidad que dice <<siempre estoy aquí>>,
debo entenderlo como referente a mi verdadero Ser, en línea con la presencia de
lo sagrado.
En último término, el Ser no se distingue de esa
presencia.
Por consiguiente, la vida en estado contemplativo
trascurre con todos los altibajos habituales: las experiencias, las sorpresas,
lo agradable y lo desagradable; la única diferencia es que hay algo ahí que
está siempre.
Tanto si lo recuerdo como si lo olvido, tanto si estoy
atenta como si estoy distraído, de todas las maneras esa presencia permanece
ahí.
No estaría de más por tanto recordarlo no sólo en
algunos momentos extraordinarios –cuando las circunstancias resultan favorables
o cuando se presentan dramáticas-, sino siempre, constantemente.
Cuando no estamos sujetos a la temporalidad no hay ni
inicio ni término, por tanto no existe meta alguna.
La meta es el infinito.
Así, todas las iluminaciones que nos van abriendo al
infinito, sin meta, están descubriendo lo que realmente somos.
Y Aquello siempre está aquí mismo; ahí donde estamos en
conflicto, ahí donde estamos sufriendo, ahí donde estamos exaltados con las
fantasías personales, justo ahí está Aquello, serenamente consciente y
presente.
Aquello es lo que somos.
En la tradición vedanta de la India se ha utilizado ese
término para nombrarlo <<tú eres Aquello>>.
Puesto que tendemos a encerrarnos en nuestra falsa
identidad, en nuestro <<yo>>, nos parece que aquella presencia es
algo lejano: Dios, nuestro padre que habita en los cielos.
Sin embargo, Jesús ya dijo que el Reino de los Cielos
se hallaba muy cerca, en nosotros, ahí mismo; tan próximo como que es lo que
somos.
Y el Reino de los Cielos es otra metáfora de Aquello.
SER
-.Leonora Carrington.-
SER
Las huellas de los caminantes siempre están ahí, es la
herencia de los seres humanos que han andado por la senda hacia su verdadera
naturaleza.
Cuando los seres humanos van saliendo de la ilusión, no
descubren el camino para ellos mismos; porque no es posible salir de la ilusión
hasta que no se va eliminando ese <<yo mismo>>, mi falso yo, lo que
creo ser.
Y puesto que salir de la ilusión es soltar ese falso
yo, cuando vas recorriendo ese sendero ni te engrandeces ni te enorgulleces de
esas experiencias.
Creo que es bueno recordarlo en esta investigación para
que lo tengamos en cuenta porque cuando distraídos en nuestra falsa identidad
escuchamos las vivencias y experiencias de otra persona, lo recibimos con
cierta envidia, por comparación de una falsa entidad con otra, ¿por qué esa
persona consigue esas vivencias y yo no?
Semejante actitud es absolutamente equivocada.
Cuando alguien va deshaciendo la ilusión, cuando va
descubriendo la Verdad, ahí no hay ningún protagonista de los que el ego
conoce.
Es decir, nadie ha tenido una experiencia maravillosa,
nadie se ha enriquecido con ella, nadie puede por tanto vanagloriarse.
Eso que se ha revelado pertenece a toda la humanidad,
es de todos los seres humanos.
Lo sabe muy bien quien lo vive, mientras el que no está
viviéndolo y lo ve a través de la mirilla personal, se compara, crea las
diferencias y se siente menos que el otro.
Deshagamos estas estrecheces de miras, pues no tienen
sentido alguno.
Avanzar en el camino de la iluminación o iluminaciones,
avanzar en la vía de la Luz, consiste precisamente en trascender la separación
del <<yo>> y por tanto todo lo que vamos descubriendo en ese
caminar pertenece a toda la humanidad; siempre ha estado ahí y siempre estará.
Cuando lo vives te das cuenta; no tiene ningún sentido
que haya ahí un yo ilusorio que se enorgullezca de algo u otro yo separado que
tenga envidia.
Tampoco tiene sentido que la persona se haga humilde.
Quien va descubriendo la Verdad no es ni orgulloso ni
humilde, sencillamente es lo que Es, naturalmente.
No se toma la molestia de ser humilde.
Porque cuando alguien se esfuerza por ser mejor, quiere
tratar de conseguirlo, es porque detrás está la soberbia, todavía se mantienen
los opuestos ilusorios al mando.
Sin embargo, cuando los opuestos ya se han unificado, a
nadie le interesa ser nada: ni orgulloso ni humilde, ni bueno ni malo, ni
poderoso ni débil, ni religioso ni escéptico ni nada de lo podamos concebir
como dualidad.
Este no ser nada va despejando el camino hacia nuestro
verdadero Ser.
Y el verdadero Ser siempre viene acompañado de una gran
paz, una alegría serena sin motivo, una gran belleza –tengo que decirlo porque
así es y es lo que más nos atrae hacia ello-.
Así, esa belleza que vemos en abstracto, la Belleza del
Ser, se refleja en lo que percibimos en el exterior.
Pero no nos referimos aquí simplemente a las cosas
preestablecidas convencionalmente como bellas: un paisaje bonito, unas montañas
nevadas, una flor delicada, una persona atractiva o una situación agradable.
Hablamos de algo que trasciende lo conocido, no de
convencionalismos en los que todo el mundo coincide: ¡qué bonito este paisaje,
esta ropa moderna o esta casa decorada según el gusto de la época!
Un ser humano auténtico es el que permite que Aquello
que permanece siempre aquí se manifieste, le deja paso; quien transparenta la
verdadera naturaleza humana, lo que realmente somos, el auténtico Hijo de Dios
que no está separado del Padre, la realidad última, Brahman.
Ocurre conforme uno se va acercando a Aquello y va
permitiendo que en algunos momentos se presente aquí, o que me dé cuenta de su
huella.
SER
-.Remedios Varo.-
SER
Está claro: todo lo que aparece fuera está reflejando
el interior.
Si proyecto odio en el exterior, es señal de que
albergo odio dentro –y no hacia los demás, sino a mí mismo-.
Cuando hay odio hacia uno mismo, lo dirijo también
hacia los demás.
Paralelamente, cuando hay amor, cuando me he abierto al
Amor, cuando estoy en esa presencia sagrada donde sólo hay amor, se reflejará
externamente.
Lo de adentro y afuera no son compartimentos estancos.
Veo que hay amor, belleza, alegría, paz, libertad
–aunque limitados- en el exterior, veo fuera lo que ya he visto dentro.
¿Odio entonces a los demás cuando me odio a mí mismo?
Así es.
Cuando veo a alguien que está odiando a otro sé que se
está odiando a sí mismo porque no ha descubierto quién es, todavía no sabe que
siempre está ahí su verdadero Ser.
En medio de la confusión podemos recordar algo muy
sencillo, una clave que coloquialmente se ha llamado en nuestro lenguaje
<<borrón y cuenta nueva>>.
Se trata de no mirar más de la misma manera que
mirábamos, tomar la decisión de descubrir, dentro de mí, esa presencia de lo
sagrado que está siempre aquí.
Y tratando de vivir desde ella me daré cuenta de que
todo lo que está apareciendo con el argumento, que tan sensato y obvio parece,
no es verdadero; y entonces me iré liberando.
Ésa es la verdadera liberación: me libero desde dentro,
no por fuera.
No me libero, como creemos, cambiando las situaciones
externas.
No es así; lo cierto es que la vida me irá colocando en
el lugar donde pueda aprender lo que por dentro necesito aprender en ese
momento.
Y aflorará todo lo que he estado ocultándome
interiormente, sin necesidad de terapias; asistiré a una escenografía externa,
voy a presenciar la obra de teatro representación de todos los conflictos que
he acumulado dentro.
La ruta adecuada para mí podría recorrerse con pasos
bien sencillos menospreciados incluso en la época en que vivo.
Debo verlo por mí mismo, sin depender de criterios
externos, confiando sólo en lo que vaya descubriendo a la luz de mi
consciencia.
Recordemos que lo importante no es lo que hacemos sino
desde dónde actuamos, si hay sabiduría en la manera de hacerlo.
Está claro que la sabiduría no deriva de la forma
externa sino de la consciencia con que se vive.
Démonos cuenta por tanto de algo muy importante: si la
sabiduría radica en cómo se vive, entonces absolutamente todo lo que sucede en
la existencia puede transformarse en un camino siempre presente de oración
contemplativa.
Absolutamente todo, no hay necesidad de excluir nada.
Puedo estar abriendo paso a mi verdadero Ser al vivir
lúcidamente o cerrándolo si interpreto los sucesos del momento con esquemas que
provienen del pasado.
Pero si simplemente pongo <<aquí>> la
consciencia y me mantengo despierto suceda lo que suceda, entonces habrá
espacio para la sabiduría y cualquier cosa que experimente la viviré en
presencia de la Verdad sagrada, la que tiene su origen en el Espíritu.
Viviré <<en Espíritu y en Verdad>>
SER
-.desde el Silencio y en Espíritu y en Verdad:
PAZ, AMOR, LUZ a todos y todas.-
SER
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