sábado, 22 de junio de 2019

Unos conceptos de Wayne Liquorman. OM

SER

=.Sri Babulnath mandir. Mumbai. India.=


=.en Espíritu y en Verdad: Om Namah Shivaya.=

SER


-.16 de mayo de 1917.-
-.27 de septiembre de 2009.-
Mumbai. India.


-.extracto de :
Advaita Fellowship
www.advaita.org

No le des vueltas
Un viaje a la No-Dualidad con
WAYNE LIQUORMAN

Copyright: Wayne Liquorman
Copyright: Editorial Trompa de Elefante, S.A., 2006.
C/ Zurbano, 23 Bajo-B.
28010 Madrid (Spain)
www.trompadeelefante.com
E-mail: info@trompadeelefante.com
ISBN: 84-934725-3-0

Biblioteca Advaita:
(Esta editorial tiene un gran número de libros muy interesantes para los que estén estudiando el Advaita,
sobre Ramana Maharshi y traducciones al español muy inspiradoras de Ramesh S. Balsekar y otros. OM).

SER

.-Wayne Liquorman-.
Advaita Fellowship
www.advaita.org

=.Todo lo que hay es Consciencia.
Consciencia es lo único que hay.=
Ramesh S. Balsekar

SER

-.(Ramesh S. Balsekar/Wayne Liquorman).-
-.(Maestro/Discípulo).-

SER

El Entendimiento Último (o iluminación) es la disolución del “yo” que reclama ser buscador.
Así que, no hay “nadie” que se quede a deleitarse en la gloria de su hazaña.


SER

Cuando se produce un atisbo de comprensión,
Tienes un cáncer.
Crecerá…
Reemplazándote implacablemente
hasta que tú ya no estés.

SER

Antes de convertirme en un profesor de Advaita, pasé la mayor parte de mi vida adulta como hombre de negocios.
Mi gurú, Ramesh S. Balsekar, es un banquero.
Él pasó toda su vida profesional en el Banco de India y finalmente se retiró como presidente.
Encuentro irónicamente divertido el hecho de que no me haya dado nada para venderos: ninguna técnica, ningún plan, ninguna instrucción, ninguna promesa de que si simplemente hacéis lo que os digo, obtendréis lo que queréis.
Lo que sí me dio son estas simples directrices hacia “lo que es”.

SER

El proceso que se desarrolla aquí –y éste es un proceso muy orgánico- es uno en el que el énfasis siempre recae en examinar y ver qué es lo que realmente funciona en este mundo.

La mayoría de la gente siente que es la autora de su existencia.
Casi todo el mundo cree que él es el responsable de la creación de sus pensamientos, sentimientos y acciones.
Cuestionarse honestamente esta básica asunción suele llevar a una profunda percepción.

Aquí no hay doctrina.
No hay nada que debas aprender o creer.
Es un proceso de cuestionarte y buscar y ver por ti mismo.
La percepción que puede producirse como resultado de este proceso ni siquiera es algo que pueda ser cuantificado.
Si la percepción pudiese ser cuantificada podría deciros simplemente cuál es, y entonces podríais tomar este conocimiento como “cuantificable” y aprenderlo.
Desgraciadamente, eso no es posible.

SER

El proceso de este interrogatorio es indagar profundamente dentro de lo que verdaderamente funciona, inquirir qué fuerza  es la que da vida a todo, incluyendo el paquete humano cuerpo-mente que consideras que eres.

La Enseñanza te invita a que te cuestiones: “¿Esto de qué está compuesto? ¿Qué es esto realmente?.
La belleza de la enseñanza es que no te responde.
No hay una doctrina que diga: “Lo que realmente eres es (rellenar el espacio en blanco)”.

Pero sí que hay directrices en la Enseñanza.
Son como señales conceptuales.
Puede haber afirmaciones como: “Lo que realmente somos es Consciencia. Lo que realmente somos es Dios. Lo que realmente somos es la Fuente”.
Estas afirmaciones apuntan a que busques por ti mismo.
Pero incluso estas afirmaciones tan fundamentales de la Enseñanza no son la verdad, no deben ser tomadas a priori como una verdad, sino que deben ser profundamente examinadas.

SER

Hubo un profesor maravilloso, que murió hace veinte años, llamado Wei Wu Wei.
Tenía un apodo chino, pero en realidad era un aristócrata irlandés.
Él solía utilizar un término que me gusta mucho: “apercepción”.
La directriz de este término es sugerir la percepción sin alguien que perciba, saber sin alguien que sepa.
Esta apercepción de la cual solía hablar es un saber más allá del organismo, un saber que es Total.
No es una percepción relativa.
Las escrituras cristianas se refieren a esto como “la paz que sobrepasa todo entendimiento”.
En cuanto lo entiendes, ya no es la paz que sobrepasa todo entendimiento; es la paz que ahora entiendes.
Hablamos de una paz que sobrepasa todo saber relativo, así que se trata de una paz que puede coexistir con lo que quiera que ocurra en el mundo manifestado.
Puedes seguir teniendo actitudes hacia las cosas.
Puedes seguir teniendo gustos y aversiones, preferencias sobre cómo dirigirías las cosas si estuvieras al mando.
Pero la paz subyacente reconoce que en realidad tú no estás dirigiendo las cosas; todo lo que existe en este momento se debe al perfecto funcionamiento del Universo, no a algún logro o fallo por parte del Universo o tuyo.

SER

A lo que apunta esta Enseñanza Advaita –a lo que apunta- es a que la vida y la muerte ocurren; la salud y la enfermedad ocurren.
Vienen, van, como parte de este milagroso movimiento del Universo; son parte de la fábrica de la manifestación de la existencia.
Los cuerpos son creados, y a través de ellos (lo que llamamos) la salud y la enfermedad ocurren.
Con la aceptación de la realidad subyacente de que todo forma parte del funcionamiento perfecto, la resistencia hacia lo que está ocurriendo se suaviza y la defensa frente al sufrimiento de lo que está ocurriendo disminuye.
Sigues teniendo que lidiar con los mismos asuntos.
Sigues teniendo que solucionar problemas en tu vida.
Sin embargo, sin la sensación de que lo que está ocurriendo es por un fallo del Universo, hay más fuerza, hay más energía, hay más recursos internos para tratar con lo que sea que la vida trae consigo.
A veces lo que la vida te da no es placentero.
De hecho, a veces es terrible, pero lo que llamamos “sufrimiento” es un resultado de la creencia de que lo que está ocurriendo no debería ocurrir.

SER

La aceptación de la que estoy hablando no es aprobación.
No quiere decir que te tenga que gustar lo que esté ocurriendo o que te abstengas de hacer algo para cambiarlo.
La aceptación es que existe, tal y como es ahora, como parte de un funcionamiento mayor, y la vuelta a la salud, si ocurre, también existe como parte de ese funcionamiento mayor.
Así que los cambios ocurren.
Ésta, precisamente, es la forma en que la manifestación está estructurada: la salud se convierte en enfermedad, la enfermedad se convierte en salud; el movimiento es continuo.
Es el flujo y reflujo del Universo.
Podemos tener preferencias sobre una condición en particular, pero cuando una se antepone a otra con la estimación de que debería ser la única existente, entonces el sufrimiento es inevitable.

SER


SER

Cuando conocí a mi gurú, Ramesh Balsekar, él decía que la Consciencia lo es todo.
Decía que somos parte de Eso; por lo tanto, todo lo que hacemos se debe al desarrollo de la Consciencia –TODO-.

Todo lo que todo el mundo hace es siempre el funcionamiento de la Consciencia.
Ningún problema.

SER

Incluso cuando aceptamos todo el paquete, incluso cuando decimos: “Sí, lo veo. Lo creo. Es verdad. Eso es”, al momento siguiente, cuando el ego reclama ser el autor, nos consideramos los responsables y reaccionamos con culpabilidad u orgullo.

A veces la Enseñanza emerge y corta ese sentimiento de estar implicado; el reconocimiento de que realmente todo es función de la Totalidad surge y corta la implicación del “yo”.

Ese es el final del sufrimiento, porque el sufrimiento nace de esa implicación.
La gente piensa a menudo que la reacción negativa crea el sufrimiento, pero ése no es el caso; ésa es simplemente una reacción del organismo.
La acción en el momento sólo existe en el momento.

El sufrimiento surge cuando las acciones y reacciones del momento se prolongan en el tiempo, y son proyectadas más allá del momento.
El sufrimiento es el pensamiento de “No debería haber” y todas las proyecciones posteriores de lo que va a significar para Mí y cómo me va afectar a Mí.

Por supuesto, incluso ese “sufrimiento” es divino.
No eres la fuente de esos pensamientos; ocurren a través del mecanismo cuerpo-mente comúnmente denominado como “tú”.
En el maravilloso tapiz de la existencia todo es absolutamente perfecto.
Cuando (y si) el sufrimiento acaba, no será algo que “tú” hayas hecho.
Nada es algo que haces “tú”.
¡No es eso magnífico!

SER

-.ESTE ADVAITA.-

Este Advaita, del que hablo, no es en realidad una filosofía porque no se aferra a ningún principio.
Es simplemente una recopilación de directrices y conceptos, y declara que ninguno de ellos es verdadero en un sentido absoluto.
Se trata de indagar dentro de las limitaciones y los conceptos erróneos sobre cómo son las cosas.
Por ello más que una verdad absoluta es un proceso.
Sus enseñanzas contienen una serie de herramientas.

La herramienta primordial es que todo es Consciencia; todo es Uno.
O, para ser más precisos, Advaita, si se traduce literalmente, significa “no dos”.
Ésa es la directriz más esencial.
No es una verdad.
Y una directriz se debe utilizar como medio para averiguar qué es verdaderamente válido; para indagar dentro de uno mismo y descubrir la propia naturaleza.
Es un proceso que, cuando ocurre, se entiende como una parte natural del fluir de la vida.

Así que la Enseñanza como ocurre ahora, ya está surtiendo efecto en este momento.
Si hay un “yo” autor presente, dirá: “Mira lo que he hecho. He pensado, me he dado cuenta, hoy he visto y he prestado atención, y por ello he obtenida tantos beneficios y resultados”.
El entendimiento es que es la Enseñanza misma la que te ha hecho reaccionar de la forma que ha querido.
Es la Enseñanza misma la que, por su propia fuerza, tiene un impacto sobre ti.

El papel del sabio es arrasar con toda estructura espiritual conceptual.
Es, cito a Hafiz: “Deshacerse de los juguetes que no proporcionan alegría”.
Si ves a un niño de dos años con un cuchillo afilado se lo quitas, él chillará.
En lo que a él respecta, le has provocado un gran mal.
“Ese es MI juguete Me estaba divirtiendo con él”.
Que le prevengas de cortarse una pierna es un acto de compasión, sin embargo, el niño no lo ve como un acto de compasión.

Así que, a menudo la acción del sabio no se suele entender como compasión.
Si tuviese que definir la compasión, diría que la compasión del sabio es la aceptación absoluta, lo que significa que eres aceptado totalmente tal y como eres en ese momento.
El sabio acepta totalmente al discípulo tal y como es.
Esta aceptación es una cualidad subyacente en todas las acciones del sabio.
La acción puede ser quitar todos los juguetes, empujar al discípulo a áreas donde no se encuentre cómodo, o plantearle preguntas difíciles y no ceder en la presión.
Así que el discípulo se va afectado.
“¿Cómo puede ser esto compasión?
Me siento afectado.
No fue cariñoso y cuidadoso conmigo.
Me siento peor ahora que antes de entrar ahí y conocerle”.
Es compasivo por una razón: no existe una cuestión personal por parte del sabio.
Cada acto es compasivo porque no hay un “yo” que desee algo para sí mismo como parte de la acción.
Ésta es la verdadera bendición del sabio.

SER

La enseñanza que os ofrezco es sobre éste –este momento presente- que es todo-incluido.
Cuando digo todo-incluido, quiero decir simplemente que lo incluye todo.
Incluso las distracciones y los sentimientos de separación.
Por supuesto, nos gustan los momentos en los que hay conexión y presencia, pero la Enseñanza enfatiza en que ambos existen, y que son los estados fenoménicos alternos los que uno experimenta como parte de este mundo manifiesto.
Si pueden ser experimentados, son parte de lo que se manifiesta.

SER

La unidad y la separación son estados de experiencia que se alternan.
Lo que llamamos la Comprensión Final es la eliminación de aquello que cambia entre estados.
Para el sabio ninguno de los dos estados existe, porque el estado de presencia exquisita depende, por naturaleza, del nivel de implicación en el estado opuesto.
Ninguno de los dos estados puede existir sin el otro.
Así que el estado del sabio no se experimenta como un estado fenoménico.
Tampoco podemos llamarlo exactamente un estado, porque no hay separación en absoluto; por lo tanto, no puede haber unión ni separación.
Simplemente hay Unidad.

SER

El estado del sabio no es el de la exquisita presencia de Dios que los buscadores experimentan; más bien es la completa ausencia de presencia o de ausencia.
Lo que hace es dejar fluir los eventos en el momento, la experiencia de lo que sea que esté ocurriendo: alegría, pena, felicidad, tristeza, frustración, satisfacción.
Todos los opuestos interdependientes funcionan a través del sabio, porque es un organismo humano que opera en la dualidad, y como tal experimentará los opuestos dentro de la dualidad al igual que lo hace cualquier organismo humano.
Lo que está ausente en el sabio es la característica de implicación y separación, que es una característica secundaria impuesta sobre “lo que es”.
Puede haber paz con “lo que es” o puede haber implicación, separación y antagonismo con “lo que es”, y esa variación entre estados es lo que la mayoría de la gente experimenta.
Es bastante natural preferir la presencia del estado de unión a la presencia de los estados de implicación o separación, pero para el sabio ninguno de estos estados existe.

SER

La comprensión última rodea la polaridad entre opuestos.
No los rebaja ni los niega; los absorbe, así que todos los polos opuestos del universo permanecen y son parte del todo.

Hay totalidad.
La identificación se ha movido hacia la totalidad, y la dualidad existe dentro de la totalidad como un aspecto de la totalidad.

La mayoría de la gente experimenta la totalidad como uno de los lados del movimiento dualista entre la experiencia de unidad y la experiencia de separación.
Lo que realmente se conoce no es la totalidad; más bien, es la experiencia de la totalidad que es sólo la mitad de la ecuación.
La totalidad en sí no puede ser experimentada porque no hay nada fuera de ella.
Para cualquier experiencia dualista, existe el lado opuesto, el punto contrario a la experiencia conocida.
Desde el punto de vista de la totalidad, no hay nada más que eso –no hay un lado opuesto- por lo tanto no puede ser conocido con relación a otra cosa.
Esa totalidad es la esencia del sabio, no la experiencia del sabio.

SER

A veces, después de una experiencia espiritual de unidad, cuando la conexión se termina y uno vuelve a ser arrojado a la implicación, es posible que haya una sensación de dislocación que se puede llamar resaca espiritual.
Lo que está ausente en el estado de integración y la resaca que deja cuando se sale de este estado, es lo que Ramesh llama la mente pensante.
La mente pensante es el aspecto del organismo humano que reclama falsamente ser la fuente de los pensamientos, sentimientos y acciones del organismo.
A lo que esta enseñanza apunta es a que la Consciencia es la autora de todas las acciones y la que da vida a todo.
Actúa a través de estos instrumentos humanos de la misma manera que actúa a través de los árboles, los pájaros o las cataratas.

Los humanos están estructurados de tal forma que cuando la fuerza de la vida fluye a través de ellos reaccionan de acuerdo a su programación.
Por lo tanto, hay organismos asesinos, organismos trabajadores, organismos perezosos; todos están creados para efectuar diferentes acciones.
Hay organismos de perros, organismos de ardillas, organismos de peces, cada uno de los cuales actúa de acuerdo a su naturaleza biológica y a su programación.
La Consciencia actúa a través de todo.

Cada organismo humano está programado genéticamente para producir una amplia variedad de acciones y reacciones.
Tiene instintos y necesidades físicas.
El organismo reacciona a esta programación de forma orgánica.
Necesita aire y luchará para conseguirlo.
Necesita agua; necesita comida; necesita calor y cobijo; tiene necesidad de sexo; tiene necesidad de todo tipo de cosas.
Las necesidades del organismo le llevan a la acción, de forma completamente independiente a cualquier “yo” egóico.

Tus propias investigaciones te mostrarán que no se necesita la presencia de un “yo” egóico para que la acción ocurra.

Es el ego o la mente pensante la que falsamente reivindica la autoría de la Consciencia como “mi” acción.
Vocifera y amenaza, sugiriendo que si “yo” me voy no se hace nada.
Lo que, por supuesto, ¡es ridículo!
Está claro que ése no es el caso.
En la ausencia de este “yo” egóico, se crea todo el universo.

SER

Pregunta a Wayne.:

¿Quieres decir que los buscadores no pueden encontrar la experiencia de unidad que buscan?

Wayne.:

No.
Pueden encontrar lo que están buscando, que es la experiencia de unidad.
La encuentran constantemente.
Después se va –debe irse- y luego la vuelven a encontrar.
Lo que no pueden encontrar es la experiencia continua de unidad porque toda experiencia es dualista y por lo tanto cambiante.

Pregunta a Wayne.:

Has hablado de aceptar el cambio entre las experiencias de ausencia y de realización.
¿Cuánto hay de esfuerzo de uno en ello y cuánto de “gracia” –esa energía que simplemente lo hace fácil?-.
A veces siento que me beneficio más de la gracia que de mi propio esfuerzo para conseguirlo.

Wayne.:

La mejor respuesta a tu pregunta es examinar al que reivindica que permitirá, o al que reivindica que hará algo para provocar el resultado deseado, y ver si es él el que actúa.

La verdadera pregunta es: ¿es él o ella el autor de la acción?
Claramente el organismo es el que realiza la acción, pero ¿está permitiendo o realizando una acción autodirigida?

¿Bajo qué bases puedes reclamar ser el autor si las influencias sobre la decisión están fuera de tu control?

SER

Así que cuando surge la pregunta: “¿Puedo hacer algo?
¿Qué puedo hacer para mejorar esto?
¿Cómo consigo lo que quiero?”.
Mi respuesta es: haz lo que sea que parezca lo apropiado sabiendo que lo que verdaderamente está funcionando es la Fuente, y nosotros, y todo lo demás, somos instrumentos de ese funcionamiento.
La Enseñanza dice: si surge una pregunta, haz lo que pienses que es mejor en ese momento.

Dices: “No sé qué es lo mejor.
Tengo un conflicto.
Un día esto parece lo correcto, al día siguiente esto otro parece lo correcto.
No sé qué hacer”.
Haz lo que sientas que es lo mejor en ese momento.
Después ya veremos qué ocurre.

Ése es el aspecto práctico, pero el entendimiento subyacente de la Enseñanza siempre apunta al hecho de que la razón por la cual decimos todo esto es porque lo que realmente está funcionando –siempre, siempre- es la Consciencia.

SER


SER

“desde el Silencio del Momento Presente:
Om Shanti Shanti Shanti
Om Paz Paz Paz”

SER

sábado, 8 de junio de 2019

"Siempre negando (ni esto, ni eso)". Sri Ranjit Maharaj. OM


SER


=.Sri Babulnath mandir. Mumbai. India.=

=.En espíritu y en Verdad: Om Namah Shivaya.=

SER



-.Sri Ranjit Maharaj.-
-.4 de Enero 1913 Bombay- 2000 Mumbai. India.-

SER


SER



Extracto de:
Tú eres Él
Comentarios a las enseñanzas de Sri Ranjit Maharaj
Andrew Vernon, (2003).

Ediciones Via Directa, (2006).
www.edicionesvia.com

ISBN: 84-934776-4-8

SER



Páginas: -.118-119.-

"Siempre negando (ni esto, ni eso)"

El Sí Mismo es la Realidad Absoluta.
Eso nunca puede no existir.
Ese Sí tiene que ser redescubierto como su propia existencia, como su bien amado, porque nada es más estimado para usted que su propio Ser.
Si se pudiera decir exactamente lo que es el Sí, entonces los grandes sabios y Maestros del pasado ya lo habían manifestado.
Todo lo que puede ser dicho apuntando al Sí ya ha sido dicho centenares y miles de veces.
No obstante el Sí permanece como un acertijo que tiene que solucionar por usted mismo.
Los sabios de India por consiguiente usaron el método de señalar lo que no es el Sí Mismo (neti,neti).
Usted no es el cuerpo, ni la mente, ni el conocimiento.
Cualquier cosa y todo lo que pueda ser percibido o concebido debe ser visto como no-Yo, a fin de que, como resultado, el Sí pueda ser reconocido como Eso que permanece cuando todo lo demás es abandonado.

SER



-.Sri Nisargadatta Maharaj y Sri Ranjit Maharaj.-


SER

"Esté pegado a la Realidad y usted se convertirá en Real".

Maharaj a menudo decía que la mente es el único factor.
Usted ya es la Realidad, así que es sólo una cuestión de comprender esta única cosa.
El asunto entero de la práctica espiritual estriba en cambiar la manera en que la mente ve las cosas.
Es como si hubiera un mal emparejamiento entre el hecho y su percepción, como mirar una de esas ilusiones ópticas que muestran dos figuras, pero usted sólo puede ver una de ellas a la vez.
Cuando ve la "otra" figura, sin embargo, no puede entender cómo no la veía antes.
Estar en la ignorancia acerca de su naturaleza verdadera es estar metido en un tipo similar de patrón de pensamiento.
Ese patrón no se corresponde con la realidad, pero usted está tan acostumbrado que lo toma por real.
¿Qué trata Maharaj de expresar aquí cuándo dice: "Esté apegado a la Realidad?"
Es cuestión de girar la mente en la dirección correcta y mantenerla enfocada allí.
Sri Nisargadatta Maharaj decía que para encontrar algo que usted ha perdido tiene que tenerlo presente en todo momento hasta que lo encuentre.
Éste es buen consejo, porque el problema no es que lo que se perdió está en algún lugar lejano.
Usted sabe que está en usted.
Así es que solamente necesita mantenerse enfocado en la Realidad.
Luego, cada vez más, tendrá la sensación de no poder saciarse con nada que no sea la comprensión final y completa.
Comienza a sentirse como si fuera el agua del baño que gira más y más rápido mientras se va por el desagüe.
Cuanto menos hay de mí, del ego, más rápida llega la comprensión.
Kabir lo pone más poéticamente:
"Diciendo: "Tú, Tú", me convierto en ti
Y me despojo de esta yoidad mía.
Ahora dondequiera que mis ojos se vuelven 
Sólo te veo a Tí"

SER
-.desde el Silencio del Momento Presente, sin pasado y sin futuro:
Om Shanti, Shanti, Shanti
Om Paz, Paz, Paz;
por amor al Sí Mismo Real de Todo que es Eterno.-
SER

sábado, 1 de junio de 2019

Contemplar es Ser. Dña Consuelo Martín. OM

SER



-.Maravillosa Energía Femenina en Acción.-

SER


-.en Espíritu y en Verdad: no-dos

UNIDAD.-


SER
-.extracto de: 
El Arte de la
CONTEMPLACIÓN
La Aventura de Vivir con Lucidez
Consuelo Martín, 2007.
Gaia Ediciones (Madrid)
www.alfaomega.es

ISBN: 978-84-8445-195-2

SER




Doy gracias a la Inteligencia sagrada por empujar a mi persona a llevar a cabo esta labor durante toda mi vida, y agradezco personalmente a los familiares y amigos el apoyo que me han dado en este hacer.
CONSUELO MARTÍN
El Escorial (Madrid)
-.Junio de 2007.-

Estoy dedicando mi vida a concienciar a las personas de esto, de que son una luz por ellas mismas, de que pueden mirar directamente.
No hago otra cosa.
No intento persuadir a nadie para que siga una tradición, ideología o grupo ni para que haga algo o deje de hacerlo.
Siempre me pareció extraordinariamente importante que los seres humanos pudieran ver por sí mismos.
Algunos me dicen que no pueden.
He observado que cuando uno no puede ver por sí mismo surgen toda clase de problemas.
Entonces se sigue a alguien, se hace lo que aparece en los medios de comunicación o lo que otros dicen que hay que hacer.
En esos casos se actúa de manera moral o inmoral, según las circunstancias; pero eso no es lo esencial.
Lo primero y esencial es ver la verdad.
La actitud correcta y adecuada brota entonces inmediatamente y de manera espontánea.
 (Página  69)

La contemplación no está separada de la vida; forma parte del vivir.
De hecho, es la esencia misma de la vida.
Y porque es la esencia de la vida, contemplar no requiere de ningún conocimiento misterioso ni adiestrarse en una enrevesada técnica.
Somos ya conciencia contemplativa.
Así que basta con depositar la atención serenamente sobre el presente que acontece para que aparezca la lucidez con todo su brillo luminoso y claro.
Consuelo Martín nos revela en El arte de la contemplación que en todas las situaciones del vivir se puede contemplar.
La contemplación se vive con todo.
Así, todo puede ser transformado.
Contemplando descubrimos el porqué de la existencia, por qué sufrimos, por qué amamos.
La unidad que crea la contemplación deshace todas las dudas originadas por la apariencia de separación, y las preguntas que nos hacemos, todas aquellas que permanecen sin aclarar desde el nivel del pensamiento, encuentran por fin respuesta.
La mente contemplativa está hecha de lucidez sin esfuerzo.
Comprobémoslo contemplando.
Es la única prueba posible.
(Portada trasera del libro)

SER

-. << Los conceptos de Consuelo los que aquí tratamos, son como los anuncios comerciales que apuntan al exterior del individuo para que su atención se pose en algo que no necesita, estos anuncios comerciales desinteresados de Consuelo  apuntan al interior del individuo para que DESPIERTE de una vez.
 Pocos maestros/maestras “espirituales” (aquí meto las religiones oficiales) no te dicen que sigas una doctrina un grupo, tradición, ideología pues ellos están encerrados en ellas y hay un gran número de seres humanos siguiéndolas, después de años de prácticas siguen en el mismo punto que cuando entraron en dichos grupos, algunos no salen de los grupos por miedo al mundo, ya se han acostumbrados a seguir unas normas y le da miedo abandonarlas, le da miedo la LIBERTAD de SER.
Espero que salgan muchos seres humanos que con palabras y experiencias actuales sean una LUZ para tanta criatura sufriendo en el mundo sin saber qué hacer, encerradas en grupos ya sean espirituales, religiosos, sociales o políticos.
 Al final todo se reduce a la mente, a no identificarte con los pensamientos como si fuera “yo mismo” y vivir en el MOMENTO PRESENTE que es donde se celebra la Vida, en este Momento Presente no hay pasado ni futuro solo hay Pura Claridad, Pura Presencia, El Sí Mismo Real de Todo que es Eterno. Ser >>.-
Manolo
Málaga
2019

SER


-.Hsin-Yao Tseng.-

SER
En un momento atemporal de nuestra existencia, descubrimos la contemplación, y con ella descubrimos la vida auténtica y el significado profundo de la vida.

No pensemos, por tanto, que la contemplación es ajena a nuestras actividades diarias.
En todas las situaciones del vivir se puede contemplar.
Se vive con todo, y así todo puede ser transformado.
Contemplando descubrimos el porqué de la existencia, por qué sufrimos, por qué amamos.
La unidad que se crea al contemplar deshace todas las dudas que la separación creó, y las preguntas que nos hacemos, todas aquellas que quedan sin aclarar desde el nivel del pensamiento, encuentran respuesta en la contemplación.

Contemplar no es difícil ni fácil.
Es sencillo, como lo es la verdad.

Al contemplar se avanza directo desde la verdad hasta la verdad.
Y cualquier método o intención estudiada que no deje nuestra mente en estado contemplativo será mero entretenimiento del pensar o, dicho de otra manera, provendrá del mundo de los sueños.

No hay nada que cree más dificultades que mantenerse distraído en lo falso, creyendo que es lo verdadero.

La mente contemplativa está hecha de lucidez sin esfuerzo.
Comprobémoslo contemplando.
Es la única prueba posible.

En la verdadera comprensión se presenta lo real directamente en una simple toma de conciencia.
A eso lo llamamos contemplar.

Cuando nos movemos dentro de la memoria del pasado, afirmamos y negamos, o aceptamos y rechazamos sin salir nunca de la influencia invisible de lo ya sabido, de lo viejo repetido una y mil veces por unos y por otros.
La contemplación rompe este proceso mecánico; allí se vive en lo nuevo.
Sin separación entre el contemplador y lo contemplado, cesan las dependencias creadas por los apegos y los rechazos, y se descubre lo que siempre estuvo presente: el ámbito sagrado de la unidad total.

Para contemplar hay que atravesar el silencio.
Desde el bullicio del pensar, sentir, desear, temer, no se presentará la contemplación.
Para contemplar hay que atravesar el silencio, amplios ámbitos de profundo silencio.
Es entonces cuando se hace en la mente un espacio vacío envuelto en una gran serenidad, en una gran paz.
Se deshace así lo que creía ser y lo que creía eran los otros, lo que pensaba eran la vida o el mundo.
Y una mente que no se encuentra encadenada en las experiencias del pasado y los proyectos del futuro vive un presente eterno.

Estemos atentos a ese instante en el que sobreviene el silencio de lo psicológico, porque en él puede revelarse la verdad por inspiración.
Comprenderemos entonces que la vida no se copia, no se repite, no se obedece, no se deduce lógicamente, no se conquista por la fuerza.
La verdad es lo que es más allá de las apariencias; es lo que soy.
Y si la mente se encuentra en equilibrio, silenciosa y serena, porque ha comprendido la lección de las apariencias, habrá revelación.
Se revelará lo siempre nuevo.
Y podré vivir a partir de lo verdadero, recién estrenado en cada instante atemporal.

SER


-.Leonora Carrington.-

SER

En el proceso del pensar se forma lo que creemos ser.
Y ahí queda incluido todo lo que llamaremos nuestra vida, las emociones, las convicciones, la manera de actuar, todo eso que nos parece nuestro.
Pero mis ideas, mis sentimientos forman parte del proceso de pensar de la humanidad.
Los pensamientos pasan de unos a otros en un intercambio repetitivo de actitudes copiadas.

Nos hemos acostumbrado a creer que nuestra vida es esta consecuencia de los pensamientos siempre condicionados unos a otros, siempre mecánicos.
Y no aceptaremos que no es así si no observamos una y otra vez hasta descubrir qué es el pensamiento.

Hemos de prescindir de nuestras posturas habituales, las de ser de una determinada manera según lo que los demás piensan.

Miremos de nuevas lo que el pensamiento es.

En un instante lúcido, tal vez sólo un asunto me interese: descubrir la verdad sobre mi vida, ver qué la está moviendo y qué la está limitando a un movimiento siempre cambiante de pensamientos.

Dejaremos las fantasías habituales sobre maestros espirituales y las extraordinarias experiencias debidas a su gracia, porque todas esas ideas se han formado en el proceso mecánico del pensar.
Se basan en el querer llegar a conseguir algo, lo que no es sino un mal funcionamiento de nuestra mente.
No es fácil prescindir de todo lo creado por la actividad pensante, ya que creemos que es nuestro único consuelo.

Pienso, por ejemplo, que estoy aquí con mis errores, mis fracasos o mis triunfos pasajeros, pero que puedo dirigirme a un ser excelso y supremo mediante el cual puedo llegar a realizar mis deseos.
O pienso que con voluntad puedo llegar a ser un liberado o un santo.
De este modo, la actitud de la mente no ha salido de la trampa de la ambición, del querer ser algo distinto de lo que soy.

Tenemos en nuestros días una amplia gama de ofertas que nos prometen adquirir unas u otras energías.
En este contexto no se encuentra la verdad; sólo el autoengaño del pensamiento colectivo que se vive individualmente.

Llamamos vida al conflicto en el que vivimos semiinconscientemente.
No puedo ver lo que es real; no lo puedo ver desde el lugar en que me encuentro, no lo puedo ver pensándolo.
Podríamos decir que esa zona del pensamiento, que es la mente condicionada, crea la vida inauténtica.

La Vida auténtica, la Vida verdadera es expresión espontánea de la mente incondicionada.
Y esa capacidad mental libre es pura lucidez.

Mientras la mente permanece dormida, dependiente del pasado en los sueños que se repiten en ella mecánicamente, no es más que una sombra de esa lucidez que es la verdadera naturaleza mental.
Al mirar desde la dependencia hipnótica del pasado, proyecto más sombras sin darme cuenta de ello.
Eso es pensar.
Se descubre observándolo.

SER


-.Remedios varo.-



SER

Decir <<No quiero pensar>> es absurdo.
Lo inteligente es que el pensamiento sea visto ocupando su lugar; es poder verlo y darme cuenta de que no es esa mi esencia.
Al producirse en mí la desidentificación de la zona del pensamiento, ya sea por madurez, por sabiduría o por comprensión, es decir, al comprender lo que es pensar, entonces el vacío del que surge el movimiento de pensar se vive como plenitud, pues es pura lucidez.
Y la luz lo es todo.

Si me pregunto qué soy, siempre pienso que soy algo.
Pero eso que creo ser no lo soy en verdad, pues todo ello se reduce a una proyección pensada.
Creo que soy una persona con unas cualidades, defectos, experiencias, títulos, costumbres, cultura memorizada…, pero sea cual sea el objeto pensado, eso no es lo que soy.

¿Cómo descubro lo que soy en verdad para poder vivir desde ahí?
La respuesta a esta pregunta no pasa por ningún conocimiento, método ni consigna adquirida en el pasado.
Es la serena lucidez.

El amor a la verdad puede mantenernos despiertos natural y espontáneamente, porque no existe esa meta que el pensamiento imagina conseguir sin esfuerzo.

Por entretenernos con el pensamiento estamos perdiendo la conciencia de lo que somos.
La distracción en que el pensar nos tiene sumidos no nos permite vivir desde lo que somos.
Nos impide, por tanto, la vida consciente y creativa.

Estamos diciendo que al pensar no vivimos desde esa luz, pero ello no significa que nuestra meta consista en dejar de pensar.
Lo que se persigue, finalmente, es que dejemos de creer que somos el pensamiento.

Si veo cómo se crea el pensamiento, me daré cuenta de que actuar siguiendo sus consignas es una locura; porque el pensamiento tiene fuerza psicológica precisamente por falta de claridad, es decir, por la obnubilación de esa inteligencia que es nuestra naturaleza real.

Cuando se observa el proceso del pensar, se ve y se comprende en qué consiste, y esa comprensión le quita su fuerza obnubiladora, su capacidad de hipnotizarnos; de esa forma, se mantiene en su lugar.
En su propio espacio limitado, tiene una misión instrumental con capacidad de ordenar los datos que perciben y de interpretarlos según ese orden.

Lo que a partir de este momento me interesa es desidentificarme.

En el pensamiento fermentan esas energías psicológicas parásitas que obstaculizan el poder vivir en libertad: son las necesidades afectivas, la memoria condicionada, la angustiosa sensación de culpabilidad, el temor, la inquietud imparable de la ambición y tantas otras cosas que ya conocemos.
Siempre y en todos los casos, se trata de una energía que depende de una interpretación pensada y repetida por los demás y por mí.
Y si nos encontramos en un momento dado enredados en esos lugares, lo único inteligente que se puede hacer es huir de ahí.

El pensamiento intenta dar soluciones a los conflictos que ese mismo pensamiento ocasiona.
Lo más que consigo es quitar un obstáculo que me impide vivir en paz mientras aparecen una multitud de nuevos e incomprendidos obstáculos a su alrededor.
Así, siempre estaré ocupado en resolver algún asunto que luego deja paso a otro y a otro más, sin tregua.

SER


-.Remedios Varo.-

SER

No existe ninguna solución pensada.
La única salida del error radica en comprender dónde nos hemos quedado estancados por inatención.
Y comprenderlo no es hablar o escuchar hablar acerca de ello.
La vía inteligente que fructifica en sabiduría es la observación de lo que aparece en y desde la propia conciencia.

Si hago una investigación con la sinceridad de quien ve la necesidad de comprender, no la llevaré a cabo simplemente para recopilar datos y guardarlos con miras a una eventual repetición.
Lo haré para que cambie el lugar de la conciencia desde donde vivo.
Y el cambio surgirá espontáneo a partir del interés de contemplar la verdad.

El lugar donde habita lo verdadero es siempre nuevo.
Lo incluye todo y, en su plenitud, la mente se serena natural y bellamente.
Cuando el pensamiento no tiene ya salida porque la comprensión ha cerrado ya todas sus escapatorias hacia lo falso, se queda tranquilo; y al abandonar esa inquietante tarea de evasión de lo Real, permite la transparencia para que se produzca una renovación de la mente.
Es un momento de libertad.
Ninguna fantasía pensada da acceso a la libertad.

Hagamos lo que hagamos, debemos saber que únicamente seremos libres al salir de la esclavitud a la que estamos habituados: la inadvertida encerrona del pensar.

Nos liberamos por la lucidez misma de la Conciencia, esa Conciencia Una que es nuestra propia naturaleza.
Hay algo misterioso aquí; no podemos ocultarlo.
Pero ese misterio sólo le parece confuso al pensamiento.
En realidad está totalmente claro, más que la luz del día.
Parece oscuro porque no podemos entenderlo de la manera habitual con que pensamos los objetos.
Este es el misterio que tradicionalmente ha recibido el nombre de sagrado.
Pocos han podido vivir la Verdad de esa Conciencia sagrada, pues muchos se han conformado con la proyección pensada, y lo que se piensa como sagrado no lo es.
Pero si lo sagrado es desconocido, más desconocida aún es la Vida.
Sabemos lo que pensamos sobre ella, pero la Vida lúcida, la Vida despierta no es nada de lo que pensamos o nos hemos acostumbrado a creer.

Habré de descubrir cuál es el juego que está haciendo la mente entre lo ilimitado y lo limitado, entre la Inteligencia total y los aspectos relativos que de ella dimanan.
Podré descubrirlo, pues soy esa misma inteligencia sin limitaciones.
Pero no lo descubriré pensando, sino dándome cuenta de lo que está sucediendo.

Hemos de mover todas las ideas bajo la mirada de la lúcida atención, hasta encontrarnos con aquello desconocido por tiempo y tiempo, aquello que en verdad somos, lo que en verdad Es.
Entonces, ya no me preguntaré qué sentido tiene la vida ni trataré de ajustarla a una u otra forma de pensar.
Ya no lucharé por conseguir cosas ni cualidades que adornen mi vivir.
Y en un instante fuera del tiempo, descubriré que soy la Vida total.

Miremos en esa dirección, contemplemos esa desconocida luz, y sabremos entonces que es posible lo que parece imposible al pensamiento del durmiente: ser pura conciencia, ser pura lucidez sin límites objetivados.

Dejemos de vivir desde el pensamiento.
Apliquemos la luz de nuestra conciencia, y así soltaremos esa identificación con los estados limitados y superficiales de la vida.
Entonces podremos ver cómo las energías que pasan por ese centro del movimiento universal que llamo mi propio yo, no son sino la misma lucidez de la Vida incondicionada cuando se expresa en las condiciones temporales.
Al ritmo constante del movimiento temporal se presenta lo eterno, lo que Es, como algo limitado en la superficie pensada de la objetividad.
Y ese bello contacto que se produce allí donde se une aquello con lo finito, esa chispa del resplandor de la luz, crea a su alrededor el anhelo de amor que sentimos.
Si sentimos ese amor, si intuimos que es ilimitado, sabremos que no estamos encerrados en una forma que se desarrolla y se disgrega en el tiempo.

¿Cuántas veces he intentado no tener deseos mientras habito en la zona del pensamiento condicionado y dependiente por naturaleza?
Se trata de una tarea imposible, pues ahí creo inevitablemente que me faltan muchas cosas.
En realidad, adolezco de todo, porque echo de menos el ser, la Vida verdadera.
Pero cuando descubro que soy más allá de las formas pensadas, no carezco ya de nada.
Pensando, me podrán decir que sigo necesitando alimentarme, vestirme, relacionarme con otros, estudiar, viajar.
Sí, pero todo eso se vive desde la libertad.
Y podré comprenderlo de manera natural cuando lo viva.

Si ya hemos intuido la amplitud y la grandeza de la Verdad que no puede encerrarse en ninguna medida, abandonemos de una vez los intentos de cambiar a partir de ideas pensadas.

La Vida liberada está hecha de lucidez.
No aparece en ella la angustia, la ambición, el deseo, la envidia, el miedo, la tristeza, el aburrimiento.
No aparece nada de aquello a lo que estamos acostumbrados.
No se participa de lo que viven por dentro todas las mentes identificadas con el pensamiento.

¿Nos hemos dado cuenta ya de que, debido a nuestro estado de distracción, se están programando nuestras vidas a partir de ese mal funcionamiento mental?
Nuestras situaciones en la vida son reflejo del modo en que nos movemos a partir de nuestros pensamientos; pero mientras no seamos capaces de observarlo directamente, habremos de verlo a través del desengaño y sufrimiento que van produciendo las experiencias vividas desde el error.

La puerta a lo infinito está en la lucidez.
Pero si me vuelco hacia las formas y hacia las apariencias, si me sumerjo en los pensamientos que provocan las distintas emociones, me alejo de la observación.

La observación me libera del pensar, el cual me impide ver la vida tal como es.
La vida que veo proyectada a través de mis pensamientos es irreal, aparece a partir de la distorsión que el pensar hace en mi conciencia.
Liberemos la vida.
Desde la lucidez que es anterior al pensar, lo que Es se revela.
La propia lucidez es lo Real.
Vivir desde ella es vivir con autenticidad.

SER

-.Leonora Carrington.-

SER

Cuando aprendemos a contemplar, aprendemos a mirar por nosotros mismos de una manera nueva.
De este modo, es la propia actitud contemplativa de la mente la que va creando la manera de vivir y de hacer.
Dentro de la inteligencia de la Vida aparece ahora una situación que posee unas condiciones muy favorables para hacer la mente contemplativa.

Estemos, atentos para que estas condiciones no sean menospreciadas o estropeadas por los hábitos de nuestra personalidad.

Ya tenemos bastantes películas externas para distraernos y creernos que somos esto o lo otro.
Cuando hay observación sincera, cuando la mente contemplativa es capaz de ver, entonces vemos que no somos esto ni aquello, ni lo que mostramos a los demás ni lo que nos gustaría que los demás creyeran que somos.
Simplemente, no somos nada, lo cual es lo más extraordinario y maravilloso que puede sucedernos.
Para que la mente se vaya tornando contemplativa, tenemos que pasar por ese baño de darnos cuenta de que no somos absolutamente nada de lo que creemos ser.

La verdadera iniciación es el descubrimiento de que no soy nada de lo que creo ser.
Éste es el auténtico fundamento de la contemplación.

No hay ningún truco para ser lo que somos; y no lo hay por una razón muy simple: porque ya lo somos.
Los métodos y disciplinas, o también podemos llamarlos despectivamente <<trucos>>, son para llegar de un lugar a otro: <<Estoy aquí donde soy menos y voy a ir hasta allí donde voy a ser más>>.
Lo que soy está ya aquí, y siempre lo estuvo.
Lo que me impide verlo es sólo un sueño, una distracción, una atrofia de mi visión.
A medida que los errores van cayendo, va apareciendo la libertad; y un día, en un abrir y cerrar de ojos, surge lo eterno.
Pero los errores no van cayendo porque yo aprenda a hacer algo, a comportarme de otra manera, a hacer ciertos ejercicios…
Eso no hace que caigan los errores; así se mantienen iguales, sólo que añado un adorno más.

En vez de evadirme de la manera habitual (viendo la televisión, por ejemplo), me evado haciendo unos ejercicios.
Bueno, no está mal; puede que sea una manera mejor de evadirse.
Pero lo realmente óptimo es no evadirse de ninguna manera para, en cambio, estar aquí, presente en este instante único y maravilloso, en este instante que es sagrado porque es Real.

Lo mejor es estar aquí, sin salir con la imaginación a ninguna parte.
Entonces la contemplación viene por sí sola.
Es así que la contemplación adviene como una gracia, tal como se afirma en nuestra tradición, o llega por inspiración, como dicen los artistas, o irrumpe sin hacer nada, como dicen los hindúes.
Y a partir de entonces puedes seguir haciendo cosas, pero ya no actúas para conseguir algo, ya no te mueves por el impulso y la fuerza del deseo.

En resumen: no tenemos que cambiar nada de lo que hacemos, no vamos a hacer nada diferente; sencillamente, vamos a ser lo que somos.
Eso es aprender a contemplar.

Aprender a contemplar es aprender a ver; y aprender a ver es descubrir lo que somos y, por tanto, es ser.
La contemplación es algo que se nos escurre de entre las manos, que no se puede coger y decir: <<Es esto>>, <<Se define de tal manera>>, etc.
Es escurridiza para la mente pensante, es escurridiza para nuestra persona, para lo que creemos ser.

Contemplar requiere, simplemente, darnos cuenta de lo que está sucediendo momento a momento.

SER


-.Leonora Carrington.-



SER

Primer paso el reconocimiento de que no sé nada.
Antes de este paso puede que se conozcan muchas cosas, pero no hay sabiduría.
Ésa es la diferencia.
El primer paso, por tanto, es reconocer que no sé nada; entonces puede empezar la sabiduría.
Empezaremos por reconocer que no sabemos lo que es contemplar.
Ninguna persona lo sabe, ni lo sabrá nunca; porque contemplar no es para la persona.
La contemplación sucede a pesar de la persona, sucede a espaldas de la persona.
Contemplar es algo total, y no cabe dentro de la limitación de una persona.
Tampoco cabe en lo que llamamos nuestra mente, que son nuestros pensamientos; por este motivo, nunca <<sabremos>> contemplar.

La persona está siempre limitada.

Contemplar es abrir los ojos para ver por primera vez.
Hemos visto muchas cosas, pero las hemos vistos a través de las ilusiones, a través del pensamiento, a través de la hipnosis del sueño, a través de lo los demás nos han dicho, de lo que leemos, de lo que hemos estudiado, de lo que nos comentan los compañeros de trabajo, los amigos, etc.
En consecuencia, no nos damos cuenta de lo que las cosas son en sí mismas.

Simplemente repetimos verdades ajenas.
Sin contemplar, no nos daremos cuenta de todas esas cosas.

Viven absolutamente dormidos y llenos de conflictos, tapando los errores y pretendiendo que otros resuelvan sus problemas y enfermedades; y cada vez que tienen un problema psicológico o físico, aspiran a que un profesional se lo solucione con un tratamiento para así seguir viviendo estúpidamente.

Sólo aquel que ya ha comprendido puede comprender.
Sólo el que ya ha abierto los ojos puede abrirlos.
Es nuevo totalmente para la personalidad, revolucionario y hasta escandaloso para la personalidad.
Al mismo tiempo es algo que ya se sabe en lo profundo; es algo que se reconoce, que parece que no se escucha por primera vez, porque ya hay algo en nosotros que lo reconoce.
Es como cuando algo que se había olvidado se recuerda de repente.
Esto es lo que irá sucediendo al contemplar.

Necesitamos madurar psicológicamente mientras aprendemos a contemplar, y el silencio nos ayuda a madurar debido a que habitualmente no disfrutamos del silencio de forma voluntaria.

Estar callados voluntariamente nos permite madurar.
Todas estas cosas tienen valor cuando se hacen voluntariamente, ya que si no se hacen voluntariamente nos abocamos rápidamente a evasiones.
Cuando voluntariamente hay silencio externo, no hay ninguna evasión.
Aquí estoy, callado; y puesto que veo algún pensamiento, ya hay alguna madurez.

SER


-.Leonora Carrigton.-


SER

De repente, tenemos un pensamiento y, o bien lo tratamos como siempre, creyendo que soy el pensamiento, o puedo decir: <<Ha pasado un pensamiento por mi mente, pero yo no soy ese pensamiento>>.
Si hago esto, me ahorro toda la retahíla de emociones que vienen detrás inherentes.

¿Tengo un pensamiento de miedo?
Bueno, pues ha pasado un pensamiento de miedo, pero yo no tengo nada que ver con ese pensamiento.
Lo mismo que ha venido se va a ir.
No hace falta demostrar que lo mismo que viene se va, porque ya lo sabemos: todos los pensamientos vienen y se van.
Entonces, ¿por qué me voy a identificar con él, quedarme ahí encerrado y empezar a vivir todas esas emociones desagradables?
Y es lo mismo con todo el psiquismo, llámese miedo, angustia, tristeza, preocupación, envidia, odio, etc.

¿Y las emociones positivas?
Con las positivas hace falta más <<tratamiento>> todavía.
Porque queremos librarnos de las emociones negativas, pero si no nos libramos de las positivas tampoco nos libramos de las negativas; ése es el problema.
Solemos rechazar las emociones negativas, pero queremos las positivas.
Tenemos que ver esto claro, porque sin esta base, ¿cómo voy a contemplar?
Las emociones me van a estar interrumpiendo todo el tiempo.

Tampoco hay ninguna emoción positiva que sea verdadera.
Por supuesto que es más agradable una emoción positiva y me siento mejor con ella.
Pero si pretendo librarme de las emociones, debo abandonarlas todas, tanto las positivas como las negativas, pues la fuerza que doy a unas está igualmente en las otras.

Si me identifico con las emociones positivas, igualmente me identificaré con las emociones negativas.
De modo que la observación, el contemplar, el aprender a tener una mente contemplativa requiere distanciarse de los pensamientos, cualquiera que sea su índole.
No importa que sean agradables o desagradables, buenos o malos.
Todas esas clasificaciones las ha hecho el pensamiento también.
Y las ha hecho para poder manejarse en el sueño de la vida, no para descubrir la verdad y vivir desde la verdad.
La verdad brota en el silencio y es siempre nueva.

Hemos venido para descubrir la verdad; para eso aprendemos a contemplar.
Entonces, todas esas clasificaciones acerca de lo bueno y lo malo, lo útil y lo inútil, lo eficiente y lo ineficiente, lo simpático y lo antipático, lo agradable y lo desagradable, el placer y el dolor, todo esto, todos estos opuestos, no tienen nada que ver conmigo.
El verdadero ser está más allá de esos opuestos.

Todos esos pensamientos son una grabación que hay en la memoria.
No tienen que ver nada con mi verdadero ser.
No me los voy a llevar cuando me vaya de esta vida; no me voy a llevar ni un solo pensamiento porque son algo ajeno, y tampoco me voy a llevar las sensaciones.
Esto es obvio, porque los pensamientos, al igual que las emociones, también son aspecto de lo físico o de lo mecánico.

En la medida en que doy realidad a los sueños, en esa medida no soy.
En ese caso, soy una especie de fantasma, soy una aparición que emerge en el tiempo.
Cuando se está en lo falso, necesariamente se vive en conflicto, angustiado y preocupado.

SER


-.Remedios Varo.-


SER

No existe una vida mejor y otra vida peor; eso es ilusorio.
Lo único real es que los ojos de la conciencia se vayan abriendo, que vayan descubriendo la verdad.
A partir de ahí se irá construyendo la vida de cada uno espontáneamente, sin ninguna preocupación por parte de quien la está construyendo.
Es algo que sucede por sí mismo.
Lo que va saliendo al exterior sucede por sí mismo.
Por ejemplo, si voy abriendo los ojos, el hecho de cuidar al instrumento será algo natural.

Cuando vamos abriendo los ojos, lo que tenemos que hacer en la vida, cosas tan concretas como hacer algo o no hacerlo, lo veremos con toda evidencia.
No habrá necesidad de ajustarnos a ningún sistema de esos que dicen qué es lo que tenemos que hacer, porque nos resultará obvio.
Veré con claridad que <<eso me va bien>> o <<esto me va mal>>.
Sabré cuándo algo me permite estar más despierto y, por tanto, estar más vivo, ser más verdadero, más real, y me daré cuenta de cuándo algo me atrofia, me adormece, me deteriora y entonces no lo querré.
Esto es discernimiento, es muy sencillo.
Es simplemente, darse cuenta.
Pero ese darse cuenta es consecuencia de una mente contemplativa; no se produce antes de contemplar.

Nadie ve lo que es verdadero y lo que es falso.
Las cosas que nosotros vemos obvias, otros no las ven.
No hay discernimiento, porque la mente todavía no es contemplativa; es decir, no ve desde la verdad, está sumida en el sueño y funciona a partir de emociones, a partir de las experiencias que me han pasado, a partir de lo que los demás dicen y desde la necesidad de mantener la situación emocional de un <<yo>>.

Hay que observar, observar y observar; y para ello, nuestra mente tiene que ser contemplativa, porque si no, los pensamientos y las emociones la obnubilan.

Contemplar es mirar de una manera nueva, limpia de emociones y de pensamientos.
Cuando miras así, con la mente contemplativa, puede ser que veas cosas que otros no ven y que digas cosas que extrañen a los demás porque no están dentro del contexto convencional; o puede ser que hagas cosas diferentes de lo que los demás esperan que hagas.
¿Y qué?
Dices cosas que a los demás les sorprende, haces cosas que no están dentro de lo que esperan los demás, ¿y qué importa?
Al principio, la gente se sorprende, pero luego te aceptan como una cosa rara.
Te ponen una etiqueta y siguen su sueño.
El sueño va a seguir.

No hay que aceptar absolutamente nada.
Y  es en esa nada desde donde puede empezar a aparecer la contemplación.
Cuando miro sin dar nada por sentado, miraré como si viera por primera vez.
Tengo que dejar todo lo que he aprendido, tengo que olvidar todo lo que me han enseñado, todas las astucias que aprendí en la vida, porque cualquier astucia que mantenga me va a impedir ver.

La mente ha de partir de una mirada limpia, pura, inocente.
Eso quiere decir que para contemplar no vale ningún conocimiento que tenga archivado en la memoria, ninguna astucia aprendida.
Todos los conocimientos psicológicos que tengo, todas esas astucias están impidiendo que mi mirada sea contemplativa; me ciegan a la verdad.

Una persona con una mente inocente no es estúpida, pues es una persona que está abierta a la sabiduría.
Encontremos esa inocencia en nosotros, encontrémosla.
No se busca, se encuentra; porque somos ya inocencia.
¿Dónde habríamos de ir a buscarla si no fuera así?
Contemplar será, para nosotros, encontrar esa mirada inocente.

SER


-.Remedios Varo.-


SER

Lo real, lo que somos, es infinito, ilimitado.

Todo se está fabricando en nuestra mente.
Creemos que hay una realidad exterior a nosotros que es causa de nuestras dificultades y problemas, pero eso no es más que una creencia de nuestra mente.
La mente está hecha de la materia de los sueños; es y fabrica sueños.
Sólo descubriremos que lo que tomamos por realidad no son más que sueños cuando descubramos de qué materia están hechos y los veamos como lo que son.

Experimentar una realidad externa es estar involucrado emocionalmente en lo que sucede.
Tan pronto veo de qué material está hecha mi experiencia, pierde realidad.
¿Qué pasa si pierde realidad; donde quedo yo?
¿Qué pasa, si este mundo que percibo no es nada y tampoco lo soy yo?
Dejemos que el mundo y la persona no sean nada.
Abrámonos a lo desconocido, a Aquello que no tiene limitación y que no está pensado.

Si he intuido que Aquello es la Verdad, entonces se me ha dado ya una fuerza para separarme, desprenderme, desapegarme.

Nuestra inclinación es huir de lo desagradable y agarrarnos a lo agradable.
El mirar de esa manera indica que no comprendo de qué está hecha esa realidad que estoy dando a las cosas.
No comprendo que lo valioso de una situación es que ahí está el Ser, lo eterno, lo infinito que se está proyectando levemente en un pensamiento, en unas sensaciones.
Y al no comprender, lo distorsiono todo.
Cuando comprenda, me desengañaré.
Mientras no lo haga, no me salvará el que me lo repitan.
Sólo viendo por mí mismo de qué está hecho ese sueño que llamamos realidad podré desengañarme.
Hay que estar despiertos, ser conscientes, darse cuenta de lo que está pasando.
Tenemos una sensación y creemos ser ella.
Sin embargo, tenemos que ver que esa sensación es algo ajeno a nuestra verdadera identidad.
La sensación es algo que aparece biológicamente y normalmente nos identificamos con ella sin darnos cuenta de cuál es su verdadera procedencia.

Cada creencia errónea nos lleva a una frustración, y mientras no hayamos visto la verdad estaremos engañados, habrá sufrimiento.
Las creencias son pensamientos en los que hemos puesto emoción; son algo muy querido para mí que mantengo y acepto emocionalmente, y no se me ocurre que pueda haber una realidad más allá de eso.

Vendrá la muerte, y ella va a acabar con esa vida condicionada en la que me he entretenido.
Lo inteligente sería que descubriera qué es la vida antes de que se me acabe en pleno sueño.
Lo inteligente es despertar.
Tantos sentimientos altruistas que mantengo, al no estar fundamentados en la verdad, son en realidad un obstáculo.
Si quiero el despertar de los demás seres humanos, el primer paso que debo dar es despertar yo.
Todos somos uno, no existen otros fuera de mí.
Solamente existe la conciencia, la cual se expresa en esta diversidad de formas.
El amor es algo natural, no es ni un privilegio ni un premio.
Cuando se reconoce la unidad totalmente, no puede haber separación, no hay odios.

Sólo hay el aquí y el ahora; sólo la presencia real; sólo lo divino.

Tenemos que abandonar nuestras creencias erróneas ahí donde se están originando: en la mente.
Tengo que encontrar ese <<yo>> ahí donde está: en la mente.

El motor para comenzar el camino de la contemplación es el amor a lo verdadero, es el amor a Dios.
Eso es lo que impulsa nuestra vida.

Hay que explicar, comprender y ver qué es Dios y qué son todas las cosas, y entonces no hay ya necesidad de ejercer la voluntad.

¡Cuánto sufrimiento inútil por no comprender!
No se ha entendido que no hay ningún mandato externo que nos diga que amemos a Dios sobre todas las cosas.
Primero tengo que descubrir a Dios, y entonces el amor surge espontáneo, no por voluntad.
Entonces ya no hay necesidad de creer en el amor porque se es amor.
Cuando un ser humano contempla lo real en el vacío del silencio de su conciencia, descubre la realidad y ve cuál es el camino de lo divino.
Y no puede evitar amar porque el amor es consustancial a su propia naturaleza.
Cuando se mantiene ahí y lo va comparando con lo que aparece en la pantalla de la mente y de lo sensorial, se da cuenta de la diferencia y empieza a discernir.
Ve que aquello que aparece en la pantalla mental no es real; y naturalmente, ama lo que es real y eterno de manera espontánea y serena, en el silencio de la conciencia despierta.

SER


-.Jeremy Mann.-

SER

No debemos preocuparnos de lo que vamos a hacer, sino de mantenernos despiertos, es decir, de tener la mente contemplativa.
Lo que actúa en el vivir es la vida misma; es la inteligencia de la vida lo que actúa a través de todos estos personajes que aparecen en el tiempo.
Yo creo que actúo, pero no es verdad; hay energías por todos lados que me están empujando a la acción, y lo hacen de acuerdo con mi visión y mi comprensión más o menos limitadas.
Pero ese <<yo>> que se fabrica en el pensamiento no es el actor de esa vida.
La vida se mueve por sí misma; tenemos que observarlo.
El personaje es soñado, mientras que la vida es la manifestación en el tiempo de aquello que es eterno.

Me debería preguntar: ¿Dónde está mi identidad en todo este juego?
¿Quién está viviendo?

La vida es la que vive.
Lo absoluto, lo inmanifestado, lo eterno, lo que realmente soy se manifiesta en la temporalidad como Vida.
Soy todo, no hay nada separado.
El pensamiento establece la separación de acuerdo con las formas que aparecen en el tiempo.
No puedo comprender que puedo vivir desde el infinito, desde la totalidad, no siendo nada en realidad.
Ser todo es no ser nada.
Es ser desde otro lugar y asistir a la manifestación como la representación de eso que soy.

Sólo por el amor contemplativo iré unificándolo todo y me quedaré solamente en la verdad que intuyo en cada instante, e irá desapareciendo la lucha que se produce en la separación.

Tengo que volver a mi origen, volver a hacer silencio en mi conciencia, y desde ahí veré Lo-que-Es.
Seré todo en expansión; pero ese punto misterioso que origina todas las cosas consiste en el darme cuenta aquí y ahora.
Ése es el punto en el que se concentra toda la dispersión, todo lo que se había expandido hacia fuera en formas creando realidades en el sueño.
En ese punto se concentra todo; y es la entrada a lo infinito porque se abre sin límites.
Cada cosa que creo ser, todo aquello que amo, lo crea y lo ama mi ser infinito, lo que realmente soy, Lo-que-Es.
<<Ser>> y <<soy>> no son diferentes.
Esto el pensamiento no lo entiende.
Cuando lo vea seré el verdadero amor en libertad.
Tenemos que descubrirlo por nosotros mismos en ese estado atemporal del aquí y el ahora en el que reside la lucidez.

La vida es organizada y todo lo organiza; va poniendo a cada persona las lecciones adecuadas a las preguntas que ésta va haciendo a la vida.
Cuando el ser humano está dormido, está siempre preguntando en una oración permanente.
Aunque muchos rechacen la palabra <<oración>>, orar es lo que hacemos constantemente.
Según sea nuestra oración, la vida nos proporciona la lección adecuada.
Este mecanismo nos permite comprender cuándo nuestra petición es errónea.
Cuando nos llega la lección nos disgustamos.
Pues bien, esa lección es lo mejor que nos podía pasar.
¿Lo mejor para qué?
Lo mejor para comprender.
Lo mejor no es mantenernos en los hábitos ordinarios viviendo una vida inauténtica; no es vivir soñando.
Lo mejor es comprender, a fin de salir del engaño en el que estamos; y para ello, la vida en cada momento nos está presentando un reto, una lección, un enigma por aclarar.

¿Cómo es la vida vivida desde el infinito, sin apegos?
La vida liberada no es algo que está lejos de mí, pero hemos volcado nuestra atención hacia afuera a tal grado que nos parece que está muy lejos.
Afortunadamente, esa visión de lejanía es soñada e irreal, y aunque nos parezca que la realidad y lo verdadero está lejos, está siempre aquí y ahora; estoy en ello y vivo a partir de ello, aunque no me dé cuenta.
Vivo a partir de ese nivel infinito.
Digamos que Dios está aquí y ahora.
Lo infinito, lo eterno, lo sagrado, la realidad total está siempre aquí.
Me he alejado mucho, pero eran sueños nada más.
No me he podido mover de Aquello, porque es lo único que hay.

Lo único verdadero, lo real es esta lucidez.
No puedo decir que no tengo ni inteligencia ni lucidez, porque me doy cuenta de que actúo con lucidez y con inteligencia.
El que haga tonterías una y mil veces no significa que no sea inteligente.
El proceso de la inteligencia es así: aunque esté hecho de pura inteligencia y amor, puedo entretenerme y creerme que soy cualquier cosa y actuar como si lo fuera.
Pero si no me sumerjo en creencias, si silencio el pensar, abierta mi mente a lo infinito, contemplo, y la contemplación misma es ya vida liberada.

SER


-.Jeremy Mann.-


SER

Solemos dar por hecho que nos conocemos a nosotros mismos, pero eso no es cierto.
No sabemos quiénes somos.
Desconozco mi verdadera identidad.
La vida que se está creando en torno a mí, la que voy haciendo, la hago sobre este desconocimiento, sobre esta ignorancia de mi verdadera identidad, y así es normal que está llena de carencias, conflictos, incomprensión, dudas y toda clase de malestares.

¿Acaso sé lo que soy?
Creo que soy unos recuerdos, experiencias, títulos, nombres; creo que soy pensamientos, sentimientos, emociones.

Para descubrir lo que soy no necesito acercarme a nada ajeno o desconocido, sólo tengo que abandonar el funcionamiento equivocado que hay en mi mente; y al deshacerse ese funcionamiento, aquello que queda es Lo-que-Es.
La sabiduría no es adquirir algo nuevo, sino quitar lo falso.

El camino único en el que desembocan todos los demás es el de descubrir mi propia identidad; y ello se logra de una manera creativa.
Al ser creativa, no hay ahí ningún molde, lo tengo que ir descubriendo yo mismo.
¿Y cómo comienza este camino que tengo que hacer yo solo?
Este camino comienza cuando nace una fuerte necesidad de descubrir la verdad de todo lo que me rodea y de esto que creo ser.
Entretenido entre las cosas, queriendo unas y realizando otras, no estoy dándome cuenta de cómo funciona mi mente ni qué es lo que está pasando.
En esta inadvertencia se están acumulando posos que destruyen mi visión, estoy cargándome de pensamientos que luego utilizo como si fueran mi verdadera manera de ser.
Y luego, es a eso a lo que llamamos <<lo que yo soy>>.
Así, mi carácter, mi personalidad están hechos de retazos de todo lo que he acumulado por inadvertencia, por no darme cuenta del funcionamiento de mi mente.

El primer punto que necesito es la vocación intensa de vivir la verdad.
Si no tengo esta vocación no hay nada que hacer.

Esta fuerza, esta pasión por la verdad es el arranque, el comienzo mismo del camino.
Si está ahí, el camino se irá haciendo; si no, no se puede hacer nada hasta que brote, sólo tener paciencia.

Este amor a la verdad no tiene que ver con la edad, la profesión o la situación económica o social.
Es independiente de eso.
Todo ello pertenece a la obra de teatro que estoy interpretando, y eso no es lo que soy.
Si considero que son más importantes esas circunstancias que descubrir qué es lo que soy, habré cerrado el camino.
Las circunstancias son historia y la historia está en el tiempo.
Cuando quiero retener algo, no lo puedo hacer, está pasando; y como todo lo que sucede, pasa.

Mi existir es transitorio, es pasajero en el tiempo.
Pero yo no soy eso, no soy lo que está apareciendo en la historia y por tanto, no soy esa historia; tengo que darme cuenta de ello.
Si estoy completamente identificado con esa historia, ni siquiera se me podrá pasar por la cabeza el hecho de que pueda ser algo más.
Lo que soy está por encima, está más allá de mi función y de lo que sea que haga.

Miremos con atención y cuidado.
Porque para poder aceptar en un momento dado que yo no soy ese personaje que dura un tiempo y que no tiene mucha trascendencia, he de estar atento viéndolo en el funcionamiento de mi vida.
Si en un momento dado descubro que eso es verdad, que el personaje es ciertamente ilusorio, entonces ya no se trata de un pensamiento más.

La verdad está viva y tiene que crecer, tiene que abrirse un espacio para empezar a construir una vida nueva y transformar el vivir.
Abrirse a la verdad no es una actividad más.
Estamos arriesgándonos a una revolución, a que se acabe el sueño; pero también a perder todos los miedos, dependencias, culpabilidades, apegos.
Todo esto va a ocurrir en el camino.

A medida que vaya viendo una y otra vez la irrealidad de lo que pienso sobre mí y sobre la vida, esa pasión se irá tornando más y más poderosa.

Observando y observando se van cayendo los hábitos del pensamiento.
Haciendo esta observación silenciosa, empieza entonces a aparecer algo nuevo en mi conciencia: el discernimiento.
Es algo nuevo, algo que no conocía ya que creía que todo se fraguaba en el pensar.
Si observo serenamente, me doy cuenta de lo que está sucediendo; veo que aparece una capacidad nueva, especial.
Es la capacidad de la luz del Ser de iluminar por sí misma, de descubrir por sí misma la verdad.
Ahora seguramente la estamos descubriendo, la estamos viviendo.
Esa capacidad es la capacidad de ver la verdad directamente; no verla porque lo diga una persona, ni por análisis ni razonamiento, sino con una total evidencia, dándome cuenta con total certidumbre de que eso es así.
Esto requiere fundamentalmente no estar en el pensamiento, ya que en él no existe la posibilidad de ver la verdad directamente.

La verdad brilla por sí misma y es evidente, como es evidente la luz del día.

Cuando soy una luz por mí mismo, cuando puedo iluminar con la propia luz que soy, la vida se va haciendo creativa y cada instante del vivir muestra su verdad.
No necesito normas morales, porque no se me ocurriría hacer daño a ningún ser humano una vez que ya me he dado cuenta de que no estoy separado de él.
En lo profundo de mi identidad no hay separación entre las personas o entre distintas formas de expresión de la misma realidad.
No tendré que esforzarme en amar y ser amado, porque el estado de lucidez está acompañado siempre de amor; basta con estar despierto y mirar la vida con los ojos del discernimiento abiertos.

La mente se puede ir tornando contemplativa.
Contemplar implica separarse del pensamiento a fin de ver lo real.

Cuando mediante la contemplación se produce el desprendimiento de mi persona y, por tanto, el de las otras personas a la vez, entonces descubro un estado de unidad de conciencia.

Cuando me doy cuenta percibo con todo el ser, y desde lo profundo aparece esa luz que me hace ver.
Esa percepción luminosa está siempre acompañada de un estado de serenidad, plenitud, amor.
Así, amo todo aquello de lo que me doy cuenta.
La situación puede ser agradable o desagradable, pero en ningún caso dejaré de amarla.
Amo la vida en todas sus manifestaciones; no pierdo la capacidad de juicio, pero la mirada no está puesta en buscar lo trivial.
La mirada verdadera ama todo: lo agradable y lo desagradable, lo bueno y lo malo.
La mirada verdadera no hace separaciones; pero al mismo tiempo que lo ama todo, está libre, desapegada.
Nos cuesta creerlo, porque pensamos que el amor es apego.
Pero cuando de verdad hay amor, no se puede retener nada, se ama el movimiento de la vida, el que todo está cambiando y pasando, porque todo se ve como un bello reflejo de Aquello que es eterno e inmutable.
La contemplación es el camino de todos los caminos, y el amor es la consecuencia natural de contemplar.

SER


-.Ricardo Galan Urrejola.-


SER

En realidad, la claridad luminosa no se adquiere mediante ningún esfuerzo voluntario, pues no se trata de algo que añadimos a lo que ya conocemos.
La lucidez es lo que somos detrás o debajo de todo lo que añadimos al pensar.
Mantenerse lúcido consiste, por tanto, en soltar todo lo que creemos, lo que nos han enseñado, lo que oímos a través de los medios de comunicación, lo que estudiamos de nuestra tradición cultural o de otras, etc.
Si prescindimos de todo esto que hemos ido adquiriendo, nos encontramos en el silencio lúcido, en la mera capacidad de <<darnos cuenta>>.

Creemos ser todas esas cosas que se han ido instalando en nuestra confusa idea acerca de la realidad.
Hemos dado por hecho que somos un cuerpo con el que tenemos un estrecho contacto a través de las impresiones del sistema nervioso en el cerebro, y luego unas emociones y unos pensamientos cambiantes de los que nunca indagamos el origen.
¡Cuán impermanente y confuso es todo lo que imaginamos ser!

La identificación con tantas cosas relativas es causa habitual de frustraciones.
No estar lúcido, es decir, estar dormido es precisamente caer en identificaciones imaginarias, no verdaderas.
Es soñar que estamos viviendo, que estamos en realidad sin estarlo.
Por el contrario, ser lúcido es haber vuelto al estado originario en el que simplemente somos la luz que ve.
Y ésa es nuestra única posibilidad de mantenernos conscientes.

En verdad, sólo se descubre ese luminoso camino al no desear nada.
Antes de desengañarse de los deseos no es posible esta penetración en la luz, por el simple hecho de que estaremos demasiado entretenidos en conseguir unos y otros objetos, y nuestra energía se consumirá en esa actividad agotadora.
La ambición de ganar y el miedo a perder tendrán absorbida a la persona por completo.
¿Lo hemos observado ya?

En la lucidez nada buscaremos y nada aceptaremos.
Sólo la verdad.
Pero la verdad no es lo que pienso o lo que alguien dice.
No es lo que se está diciendo ahora tampoco.
La verdad es un estado de lucidez que surge en mi conciencia y por el cual puedo ver todo tal como es.
Si a lo largo de estas investigaciones me encuentro con la verdad, no será mía ni de nadie.
Es todavía más simple que eso: habré accedido a un estar lúcido desde donde contemplaré con claridad cualquier situación.
Lo que ahora estamos haciendo es movilizar la mente para que ese estado surja del fondo de nosotros mismos, donde permanecía oculto por los pensamientos.

Al ampliar la conciencia está creándose la verdad nueva en cada momento, en cada apertura a la lucidez.
Se deshacen los prejuicios que estábamos tomando por realidades, las creencias heredadas y repetidas sin reflexión, las fantasías que brotaban inconscientes de emociones como los miedos o las ambiciones.
Todo lo relativo, todo lo que es creado por el pensamiento, se deshace en la visión lúcida y aparece la luz.
Esa inteligencia o foco de luz va iluminando realidades según el estado de conciencia del que mira.

En verdad, la persona lúcida no necesita nada.

Cada nivel de este microcosmos que es el ser humano tiene unas demandas adecuadas que varían según la pureza y la claridad de la mente.

La imagen de una persona austera como una persona bondadosa no es más que una imagen.
Si alguien quiere adaptarse a una de esas imágenes y busca amoldar su vida a ella, puede hacerlo.
Pero que no se engañe creyendo que eso es sabiduría.

La lucidez no consiste en seguir una forma de ser y quedarse atado a ella, sino en estar libre de toda forma particular.
Quien se amolda a una idea tiene que estar pendiente de responder a ella en las variadas situaciones que le presente la vida, forzando y distorsionando los hechos.
Y eso es esclavitud, no la libertad de la sabiduría.
La persona despierta no se siente impelida a seguir ninguna idea o imagen preconcebida.
Por eso decimos que no hay en ella necesidades.

SER


-.Tibor Nagy.-

SER

La vida, que es inteligencia en acción, se ocupa de que cada persona tenga cubiertas las necesidades adecuadas a lo que está aprendiendo en cada momento.
No se me escapa que esto le parecerá fantasioso al pensamiento, el cual está condicionado a la lucha por la existencia.

Acostumbrado a luchar por conseguir lo que necesito, me imagino que, si no me preocupara, daría rienda suelta a los deseos de no trabajar y de pasar el tiempo en diversiones.
Nada más lejano a eso que la lucidez.
Lo que en la lucidez sobrevendrá será una actitud en la que no tendré el deseo o la ambición de actuar; pero no por eso dejaré de hacerlo.
Actuaré movido por la inteligencia de la vida, y no por mis deseos o miedos.
Y sólo entonces comprenderé cuán inteligente y luminoso es ese movimiento de la vida que me impulsa a mí mismo y a todo cuanto está apareciendo en la existencia temporal.

Al no responder a mis calculadas motivaciones, pensaré que las cosas surgen al azar, sin sospechar que las mueven otras causas que se me escapan.
Pero desde la lucidez de mi mirada puedo darme cuenta de que aquello que está sucediendo lo está moviendo la inteligencia de la vida total.
Esa inteligencia es lo que en verdad soy.
Así, estar lúcido es ser; es, simplemente, ser lo que en verdad somos, mientras que distraernos es ponernos disfraces de lo que no somos.

Creemos que somos lo que aparece, y luego nos entristecemos, nos deprimimos o angustiamos porque aquello que aparece es cambiante.
Las capas con las que me estaba recubriendo no son permanentes.

De todo aquello con lo que me identifique tendré que desengañarme.
La vida me va presentando oportunidades para aprender que no soy lo que parece, pero si mi desengaño no es aún definitivo, me siento frustrado en mis esperanzas y mis deseos.

Ni la sociedad ni las demás personas tienen la culpa de esta frustración, aunque una y otra vez quiera creerlo así.
Mi falta de lucidez ha ocasionado ese estado negativo de tristeza, de agresividad, de inquietud en el que me encuentro a veces.
Por no estar despierto sucedió todo lo que me ha ido sobreviniendo.
Y seguirá siendo así, si no despierto.
Los demás intentan conseguir lo que les parece mejor, igual que lo hago yo.
De modo que nadie arruina mi vida.
Ninguna persona tiene capacidad para estropear la vida de otro, ni tampoco para arreglarla.

Dejemos esas fantasías.
Sólo la toma de conciencia de lo Real librará a una persona de los sufrimientos que los errores ocasionan.
No deduzcamos de esto que a una persona despierta ya no le pasa nada malo.
Caemos en la ilusión de esperar que todo nos irá bien según nuestras perspectivas imaginadas, y para conseguirlo hacemos terapias o practicamos raras técnicas cuando creo que soy desgraciado, o las cosas me van mal, y soy feliz si las cosas me van bien.
No es así la realidad.
Ninguna cosa exterior puede crear la felicidad ni deshacerla.
¿Por qué insisto en jugar ese juego?
¿Por qué no trato de comprender cuál es el movimiento inteligente en que consiste existir?

Tengo que darme cuenta en cada momento.
La lucidez cortará la sucesión mecánica de pensamientos en sus causas y efectos, acciones y reacciones.
Mientras crea que todo consiste en ese vivir arrastrado por un pensar repetido, estoy perdiéndome esa gran aventura de la vida que es el vivir lúcido.

Suelo estar tan ocupado en tratar de conseguir algo para ser feliz que difícilmente hallo una parada para ver cuál es el anhelo verdadero de plenitud que hay en mi conciencia.

Contemplaré ese anhelo de plenitud y veré que se origina en lo real, en lo que es más allá de las apariencias, en aquello donde habita la plenitud.
Brota de mi propio ser, de allí donde la felicidad es naturaleza, porque en el ser no hay carencias.

La conciencia es lo único real.
A eso lo llamamos Ser, Lo-que-Es; es lo que está ahí sin espacio y sin tiempo.
Aceptar esto podría convertirse en una teoría pensada más, pero es posible verlo directamente gracias a la creciente lucidez.
Y eso es lo que importa; porque en el momento en que descubrimos lo verdadero, vivimos desde la verdad.

La aventura maravillosa del vivir no depende de lo que me suceda o de lo que suceda a los demás.
Es algo así como ver el argumento de una película mientras estoy en la sala de cine.
Al salir sigo siendo la misma persona que antes: Puedo haber pasado por un fuego y no me he quemado; puede haberse producido un terremoto y no me ha afectado.
De esa misma manera, cuando la propia identidad no está apegada a los sentidos y a los objetos sensoriales, ya que hay lucidez, cualquier cosa que suceda en el argumento no me incumbe.
Al ser la luz que ve, y no los objetos iluminados por ella, me mantengo fuera de la representación temporal.
Veo entonces que todo lo que está pasando sucede en la relatividad de la temporalidad.

Si aludimos a lo eterno como un estado de lucidez que no queda afectado por el tiempo, nos estamos refiriendo a lo real.

Es posible que en un momento dado todo sea simplemente adecuado, más allá de lo bueno y lo malo.
Es posible trascender los opuestos al comprender que todo cuanto transcurre tiene como fin abrirme más y más a la lucidez.
Porque la única verdad es mantenerse en ese estado verdadero que es la lucidez.
Ésta es la aventura insólita de la mente contemplativa.

Todo lo que aparece en un momento dado es un motivo para aprender cuando lo vivo desde el contemplar.

La persona lúcida actúa desde la claridad de su visión.
Al ser persona espontánea y creativa, la vida surge ante ella sin motivación particular ni deseo; confiada a sí misma y a la vida, esa persona vive en libertad.

Sólo la lucidez descubre la libertad, porque sólo ella nos desapega, nos desidentifica de las cosas que erróneamente creemos reales.
Tan libres podemos llegar a ser que hasta dejemos de depender del yo, es decir, del sujeto que se piensa libre.
Si alguien se cree libre, pronto temerá dejar de serlo.

La claridad total de la sabiduría coincide con la libertad sin un sujeto que experimente ambas.
No habrá alguien, habrá libertad.

Sólo la sabiduría me liberará; y es muy distinta del conocimiento.
La sabiduría es pura lucidez y es mi propia naturaleza.

En la aventura de ser lúcidos aparece la libertad total y la alegría no condicionada, la alegría originaria que no tiene motivo.
Lo motivado deriva pronto en su opuesto, como ya habremos observado.
El gozo y el amor no condicionado a nada ni a nadie, una paz profunda que ni la lucha externa puede eliminar, la plenitud, todo ello es connatural a la conciencia lúcida.

SER


-.Leonora carrington.-


SER

La máxima paciencia sobreviene al darnos cuenta de que nuestra persona no tiene nada que hacer en el proceso de la sabiduría, que ello es algo que se produce en lo profundo de la conciencia y de lo cual la persona no se entera.
Es entonces cuando aprendemos a esperar sin proponernos nada.

Lo real en mí, lo que en verdad soy, es aquello desconocido para el yo pensado.
Y mientras me crea que soy el pensamiento y las emociones que le siguen, no me estaré enterando de nada.
En esa limitada condición me entretendré imaginando todo una epopeya sobre lo que me hacen los demás, ya sean mis enemigos, mis amigos, Dios, la sociedad, etc.
En cambio, cuando me doy cuenta de que no hay sino uno –o mejor expresado, no hay sino <<no-dos>>-, al eliminar la dispersión del conocimiento dual, entonces, y no antes, todo fluye en la armonía anterior a la mente pensante.

Queremos distraernos porque tenemos miedo a caer en la nada.
Al no saber qué hacer ni qué pensar, nos aburrimos.
Nos falta sabiduría, nos falta comprensión de la realidad y visión de lo verdadero, y esta carencia fundamental se expresa en la necesidad compulsiva de hacer y de pensar sin parar.

La persona no es quien ha llegado a conseguir algo, sólo recibe su reflejo.
La persona no puede ser ni libre ni feliz ni sabia porque no es nada en sí.
No es más que una acumulación temporal de energía.
Así sucede, así siempre sucedió y sucederá.
En nuestra época, con sus peculiaridades, este hecho no es distinto de épocas anteriores ni de las que vendrán.

Lo que sucede en el tiempo es ilusorio, y lo Real se descubre al ir contracorriente, al caminar hacia la luz.
Y ese descubrimiento no está en el tiempo, es una escapada de él.
Si me identifico con la persona y con las demás formas temporales, viviré las consecuencias inevitables de la impermanencia, las carencias y las limitaciones, y me debatiré entre los vaivenes que las circunstancias impongan a esas formas.
Pero si me desidentifico, sabré lo que es la libertad; porque no dependeré de las leyes que mueven a esas formas.
Ellas se irán moviendo mientras mi identidad lo contempla en libertad.

Lo más importante que podemos hacer: descubrir la distracción, ser conscientes de nuestro sueño.

SER


-.Leonora Carrington.-


SER

La finalidad es descubrir lo más importante de todo: qué es la Realidad, qué es la verdad de todo lo que vivimos.

La respuesta que buscamos no es intelectual; no basta con tener información.
La respuesta es algo real, es algo que se vive, que se vivencia; por eso hay que buscarla a través de nuestra conciencia, tenemos que profundizar en la conciencia misma, en nuestra propia conciencia.

Cuando se es la totalidad, ¿qué soledad hay ahí?
Cuando se llega a la Conciencia, a la cual está absolutamente unida toda la humanidad, todos los seres, todas las realidades relativas, todo lo que tiene un tipo de mente y todo lo que tiene otro tipo de conciencia, es decir, seres humanos, animales, piedras, montañas, nubes, firmamento, planetas y cualesquiera otros seres que pueda haber con cuerpo físico o sin cuerpo físico, cuando se llega ahí, decíamos, no hay soledad.

Parece imposible vivir directamente, alimentarse directamente de la verdad y no a través de representaciones de lo que otros han dicho, de teorías, de imágenes de los sentidos o percepciones sensoriales interpretadas según lo convencional.
Y como nos creemos que esto es la realidad, nunca vivimos directamente.

Cuando la mente empieza a vivir directamente, entonces es cuando se puede decir que la mente se está haciendo contemplativa, que empieza ese camino contemplativo.

La contemplación de las verdades incluye la contemplación de la totalidad de nuestro ser; porque cuando nuestra mente se va haciendo contemplativa, deja el fragmentario instrumento representativo, lo va dejando como una cosa que funciona espontáneamente, igual que dejamos que funcione la respiración ella sola, que la circulación de la sangre ocurra sola, espontáneamente, sin manipularla…
Y de la misma manera que eso sucede en lo biológico, que la vida se encarga de que circule bien la sangre si no hay obstáculos, de que la digestión se haga bien si no hay obstáculos, nuestra mente debería dejar de la misma manera que el pensamiento se encargara de formular conceptos y palabras en esta aventura del mundo físico en la que estamos, y entonces podríamos solamente ocuparnos ya de contemplar.
Contemplaríamos la verdad y lo demás vendría por añadidura.

Si se toma conciencia de lo que la realidad es en verdad, se empieza a poner la mente contemplativa, se aprende a contemplar, se empieza a comprender la vida, y la vida fluye entonces espontáneamente a partir de esa contemplación, con lo cual la actividad surge creativa, armoniosa, adecuada y, por supuesto, brota a partir de las verdades eternas, es decir, brota a partir de la verdad, brota a partir de la belleza, a partir del amor, a partir de la justicia, de la armonía, de la paz, de la alegría, etc.

La tradición de la India llama <<mente iluminada>> a la mente intuitiva.
Me gusta esta manera de referirse a ella.
Que la mente esté iluminada no quiere decir que sea ella misma la que produce la luz, sino que es un instrumento creado por la luz.
Eso tiene una importancia enorme a la hora de contemplar.
Porque si me creo que todo lo voy a hacer con la mente, que todo se puede manipular con la mente, que en la mente está todo, como algunas veces se oye, entonces estoy perdido; porque quiero dar un protagonismo a un instrumento que básicamente tiene que ponerse en actitud receptiva hacia la luz.

No tengo que eliminar el pensamiento, sino que tengo que dejar de estar apegado a él, tengo que dejar de identificarme con ese pensamiento como si fuera yo mismo.
Debo soltar esa relación que mantengo con el pensamiento que llega al extremo de haberme creído que soy yo mismo, y entonces dejo simplemente que el pensamiento funcione a su aire.
Así, funcionará de acuerdo con los datos de fuera y con los de dentro, siendo los de dentro la inspiración que viene de la verdad y los de fuera los datos sensoriales aportados a través del instrumento físico, la comunicación con los demás en el pensamiento, etc.
Así se hace una adecuación de dentro a fuera.
Pero yo no tengo que estar ahí, identificado.

Los seres humanos son siempre una manifestación de la Inteligencia.
Si la Inteligencia está más cerca, si el ser humano ha dejado un espacio, un vacío, y esa inteligencia o esa luz penetra más, entonces decimos que hay sabiduría.
Si el ser humano está cerrado soñando en su pantalla de televisión privada, envuelto en sus pensamientos, entonces no puede entrar la luz, no puede haber sabiduría.

Tenemos que dejar de identificarnos con la pantalla, si es que se puede.
Porque a veces nos parece que no se puede, pero el que se pueda o no se pueda es el gran misterio que cada uno tiene que descubrir dentro.
No podemos ir a un profesional a que nos diga las posibilidades que tenemos de liberarnos en esta vida, de descubrir la Realidad y la Verdad, y de unirnos a Dios.

La verdad comienza cuando quiero ya salir de ese sueño, y entonces la mente empieza a tornarse contemplativa.
Para salir del sueño no tengo que recurrir a ningún profesional de ninguna ciencia, ni de las llamadas científicas ni de las llamadas humanísticas o sociales o tradicionales o religiosas; ninguna.
Es necesario profundizar en la conciencia.

Afortunadamente, todo ser humano está hecho de esa conciencia, de modo que se trata de profundizar en uno mismo.
Obviamente, no hay que ir muy lejos para hacerlo, pero sí hay que ir muy lejos en el sentido de alejarse de las convenciones, alejarse de las creencias, alejarse de lo que uno pensaba que era la realidad, alejarse de lo que todo el mundo dice.
Tengo que alejarme de todo eso, y ello ocurre solamente cuando he comprendido Lo-que-Es.
Por tanto, es necesario que se aclare nuestra visión, profundizar en nuestra conciencia, ver lo verdadero, que es simultáneo a dejar caer lo falso o, lo que es lo mismo: purificarnos, sensibilizarnos.

Empezar a vivir con una mirada nueva es el punto de arranque de una vida nueva.
Pero no lo haremos proyectando anhelos en el futuro, porque eso sería ya una representación pensada, sino viviendo el instante presente, el ahora en el que estamos conscientes y despiertos, viviéndolo intensamente.
<<Intensamente>> no es tener muchas experiencias sensoriales.
Vivir intensamente es vivir desde un lugar profundo, y para profundizar no hay que hacer ningún esfuerzo ni físico ni mental, sino solamente utilizar, usar lo que ya está siempre ahí, que es la capacidad de darme cuenta.
Basta, pues, con usar la inteligencia.

SER


-.Leonora Carrington.-

SER

La verdadera investigación filosófica ha sido y es, ante todo, contemplación de la verdad.
Y la verdad, si no es simple relación lógica entre conceptos, apunta a un adentrarse en la conciencia más allá del pensamiento, un adentrarse en la conciencia que somos y en la conciencia que es; apunta a  nuestra verdadera identidad.

En una investigación como ésta hemos de superar el campo de las computadoras, sin limitarnos a recibir información, compararla y repetirla; y así, en la conciencia, en lo único real, podrá trazarse un movimiento de aprendizaje directo que producirá una evidencia inmediata, no racional e impulsada siempre por el amor a lo verdadero.
Es un ampliar la conciencia en la lucidez de la que está constituida, no una acumulación de datos para construir teorías y contrateorías.
Es un inquirir en lo esencial, como es el caso de proponernos comprender el acceso a lo Real no pensado.
Nos situaremos, por tanto, en actitud de autoobservación, daremos un giro al mirar, contemplaremos para descubrir de primera mano lo que hay, y así estaremos en una situación previa al acto de manipular los datos mediante el pensamiento.

El trascender algo no es huir de ello ni dejarlo a un lado.
Trascender el pensamiento es abrirnos a un lugar allende el pensar, desde el cual el proceso pensante se ve tal como es.
¿Y después?
Después nada, todo permanecerá en su sitio y no habrá especulación ya que retenga las dispersas energías.
Se habrá traspasado aquella atmósfera rarificada.
Observemos la diferencia.
No tratemos de hacer ninguna presión o supresión de algo.
Nada se forzará ni controlará.

Cuando lo observamos atentamente, nos damos cuenta enseguida de que es el pensamiento el que piensa que no tiene que pensar más.
Nunca a la inteligencia, que es lucidez, se le ocurre eliminar algo.
La lucidez comprende, integra todo en la armonía de la luz.
De la claridad de la inteligencia brota la comprensión del pensamiento, brota la visión de Lo-que-Es, que no cambia nada de lugar; mientras que del propio pensamiento, confuso ante las contradicciones inevitables en su ámbito, surge el deseo de eliminar lo no comprendido o de huir de ello.

Al ver esto con claridad, quedamos libres de un cúmulo de métodos y sistemas forzados para acabar con el pensamiento y meditar (difíciles de realizar y, por otra parte, bastante frustrantes), y comprendemos lo que tratan de decirnos quienes han abierto un camino en la lucidez.
¿Tendrán éxito intentos absurdos y desequilibrados?
A veces sí, lo que es triste, porque entonces la mente queda inutilizada.
Quedarse sin pensar no es un estado de inteligencia, a no ser que ya esté ahí la lucidez inspiradora en el pensar mismo.

Cuando por repetición de palabras u otras <<astucias>> se embota la mente del obediente seguidor, de manera que se queda en blanco, no se ha dado allí un avance en la realización humana, más bien se ha producido un deterioro lamentable.
Mirémoslo con cuidado, aun cuando estemos bajo la influencia de costumbres y tradiciones religiosas orientales y occidentales.
Ceremonias, oraciones, gestos repetitivos se intensifican hasta dejar en ocasiones a la mente en un estado de aturdimiento soñoliento por el que algunos creen vivir ese silencio mental del que han oído hablar.

Abriremos aquí un camino nuevo.
No tendremos en cuenta nada de lo que ya nos es conocido, lo que tiene que ver con condicionamientos ensalzados por la moda actual o respaldados por tradiciones antiguas.
Porque las erróneas interpretaciones de los textos antiguos son tan comunes como la pereza del investigador para observar por sí mismo.

Antes de caer en la identificación con el pensar, en la mente hay orden y armonía.
Si entonces aparecen pensamientos en la superficie de la conciencia, se ven como tales y no se produce identificación o errónea interpretación, y la ausencia de identificación evita actuar por compulsión.
Cómo vemos caer las hojas de los árboles o la lluvia que cala la tierra, cómo miramos pasar las nubes en el cielo, así podemos ver pasar los pensamientos por la superficie de la conciencia infinita.
Ya sean recuerdos u opiniones escuchadas, así contemplados no compelen a la acción ni crean emociones de temor, tristeza o ambición.

El pensamiento, en sí mismo, no tiene por qué crear ninguna emoción, como tampoco la crean las hojas que caen o el ver pasar las nubes.
Eso sólo sucede cuando un pensamiento se convierte en creencia y, a partir de las emociones, compele entonces a la acción.
El pensamiento es, por tanto, la perpetuación mecánica del pasado que impide la creación del presente por miedo de lo que sucederá o por deseo de repetir lo ya sucedido.
Observemos hasta qué punto el pensamiento es pasado y cómo vivir en él no es un vivir real sino un sueño, una representación repetida.

Con el pensamiento repito el pasado al desear experimentar lo placentero y evitar lo desagradable.
Así, los pensamientos son formulaciones que nos hacemos sobre el pasado y el futuro a partir de lo que dije o me dijeron; son las opiniones que he leído o escuchado, las consignas con las que me han educado y que he guardado por miedo o ambición.
El pensamiento no se alimenta sino de memoria.
Al igual que una máquina, se manifiesta tal y como ha sido programado; no hay en él ninguna apertura a lo nuevo.
No está, por tanto, vivo, ya que lo que vive se caracteriza por ser nuevo en cada instante.
Las conclusiones de lo mecánico, por más información que acumulen, estarán muertas para la creación de la vida.

SER


-.Remedios Varo.-


SER

El camino no es tratar de ser o de pensar mejor.
Lo que he de aprender es a darme cuenta del pensamiento que, por distracción, identifico conmigo mismo.
Pocas veces se ha planteado esto entre los muchos caminos que se enseñan para meditar; por el contrario, se suele creer que todo ese mundo conceptual es conflictivo y difícil de controlar, motivo por el cual los practicantes prefieren dejarlo y dedicarse en cambio a la observación de las sensaciones corporales, que resulta un quehacer más cómodo.
Además, en lo sensorial se encuentran efectos rápidos de relajación y energía vital.
¿Me conformaré con ellos?
Si lo hago, nada esencial descubriré; no comprenderé el pensar, que se mantendrá en el mismo desorden habitual, aunque por momentos logre que su discurrir sea algo más lento, y fácilmente comprobaré que al volver de los ejercicios mi mente sigue en conflicto.

Se da la curiosa paradoja de que justo los maestros o discípulos que desaconsejan el permanecer en la mente, porque consideran lo intelectual obstáculo del espíritu, son los más encerrados en el pensamiento, los que más compulsión tienen con las ideas en las que creen.
Lo he observado con sorpresa a lo largo de la vida.
Precisamente, quien huye de lo mental está dominado sin darse cuenta por ello, pues le falta el autoconocimiento que produce la observación del pensar.

Podemos hacer innumerables cosas mientras nos sensibilizamos, como pasear por la naturaleza o seguir técnicas milenarias orientales.
Pero no creamos que ésa es la vía directa hacia la verdad liberadora.
Todo el tiempo que vivamos sin haber comprendido el pensar seremos marionetas de esos fantasmas pensados.
Nuestra vida será una vida imaginada, no real, y esto sucederá a pesar de habernos sensibilizado y de experimentar elevados sentimientos.

Cuando el pensamiento no ha sido trascendido, tiene una gran fuerza; no por sí mismo, pues hemos visto cómo es un instrumento formativo de lo concreto, sino por la identidad proyectada en él.
Es la fuerza de lo que yo creo ser, de aquello que soy pero que enajeno.
Lo Real es potencia pura; y cuando sale de sí, se proyecta distorsionado en lo que creo que soy.

Una creencia es un pensamiento que tiene la fuerza de la identificación con lo que creo ser, y que erróneamente mantenemos debido a la inatención.
¿Cómo se han ido formando esas creencias?
¿Cómo es que los pensamientos se han petrificado hasta el extremo de parecer realidades?
¿Cómo hemos llegado a creer que somos sólo eso que creemos?
De hecho, nos defendemos haciendo apología de nuestras creencias.
Muchos de los ámbitos llamados espirituales no se diferencian nada en esto de los llamados científicos, culturales o sociopolíticos.
En cada grupo, sea religioso, científico o social se enarbolan unas creencias que son intocables porque se viven con gran intensidad, se viven como si fueran lo Real.

Aquello que no es símbolo pensado, Aquello que el pensar no toca, sorprende como un rayo no esperado.
Ilumina y vuelve a lo eterno, y sólo desde el silencio del pensamiento es posible ver la dirección de su vuelo.

No intentemos aclarar con el pensamiento la inmensidad de la vida humana, tan intensa en sus anhelos como en sus frustraciones.
Veamos si podemos contemplar en directo más allá del pensar.
Los sistemas teóricos mejor estructurados han demostrado ser castillos de arena expuestos al viento de la verdad, las ideas se disuelven en el vacío de los moldes pensados.

Lo Real ha de ser descubierto en el instante por nosotros mismos; y para descubrirlo habremos de ver lo que el proceso del pensar nos oculta.
Ni la autoridad o el prestigio que las emociones egocentradas han dado a las ideas, ni el temor disimulado tras la adhesión a ideología dogmática, escépticas o agnósticas tienen fuerza de persuasión para quien ha desvelado ese misterio.
¿Quedará alguna afirmación con autoridad después de descubrir lo que es el pensamiento?
Nada limita la libertad que produce el descubrir lo verdadero.

La verdadera libertad pasa por la comprensión del pensamiento.
Y comprender el pensamiento y trascenderlo es un mismo acto.
Por ello, no hay ningún esfuerzo que hacer, como venimos viendo.
Ser conscientes de lo que se está creando al pensar es suficiente para quedar libre de sus efectos.
Pero al menor parpadeo caemos en lo convencionalmente establecido como normal y que no es más que la pauta del vivir alienado en la rutina.
Tendríamos que estar despiertos, mucho más despiertos de lo que acostumbramos en esa vigilia cotidiana que, ante la lucidez, no es más que un simple dormitar soñando.
¿Y de dónde obtendremos esa capacidad?
Creemos no tenerla debido a que vivimos con la poca energía que dejan pasar nuestros pensamientos o creencias.
Pero, ¿sabemos algo del potencial que se encuentra detrás o antes de lo pensado?

En esencia todos somos inteligencia, lucidez no canalizada por condición alguna.

En el momento en que tengamos la necesidad interna de ver, veremos.
Y conforme nos vayamos abriendo a la verdad intuida por amor a la verdad, el movimiento de darnos cuenta de lo que aparece creará espacios lúcidos abiertos a lo atemporal y el vivir será expresión de una conciencia más y más amplia que descubrirá una mayor libertad.

Es una toma de conciencia directa, una evidencia a salvo de cualquier vacilación.
Al darme cuenta (sin dirección a un objeto, porque eso sería ya pensar), la lucidez ilumina lo que aparece en lo que Es; y eso es inteligencia en su estado puro, es inspiración.

¿Dónde tiene su origen esa inspiración?
En el ámbito de lo conocido analizamos las diferencias, pero en el estadio anterior o posterior al pensar todo ser humano es lucidez ilimitada, y de ahí su inspiración.
Desde ese espacio lúcido puede iluminar lo que sucede bajo la mente, puede descubrir su verdadera identidad en la lucidez y liberarse entonces de las apariencias condicionantes.
Y así, por el simple acto de darse cuenta de lo que piensa, estrenaría la libertad de Ser como estrenan los campos de luz cada primavera.

SER


-.Remedios Varo. (vampiros vegetarianos).-


SER

Contemplar mientras se investiga es dejar que la mente se movilice con las verdades que van apareciendo, dejando un espacio abierto para que la verdad penetre y para que surja entonces espontánea desde dentro (no desde el pensamiento) la respuesta a la verdad.
Esta verdad que aparece espontánea se percibe con evidencia.
¿Y qué es una evidencia?
Es una serena paz, el equilibrio de ser lo que somos.
La verdad no se piensa, se es.
El arte de contemplar es el arte de ser.
El avanzar en la contemplación es avanzar en el ser que somos verdaderamente y que se evidencia cuando contemplamos.

Creemos que la verdad está objetivada y que el yo que la contempla está aparte de la realidad, y al pensar de esa manera no es posible que coincida el contemplar con el ser.
Pero, ¿y si no fuera así?, ¿y si la realidad fuera una y estuviera hecha de conciencia?, ¿y si todo fuera creación de esa conciencia y, al contemplar, creáramos?
De hecho, eso es lo que sucede: la luz de la conciencia es la creadora de realidades.
La luz que ve, al ver crea; contemplar es realizar.
Una vida contemplativa es, así, una vida de realización.

Aquel que comienza a tener la mente contemplativa empieza entonces su realización, y no antes.
Antes de ello, por mucho que se esfuerce en su realidad proyectada, no descubrirá lo que es el ser.
El ser es <<Ser>>, lo cual quiere decir que sólo se puede descubrir siéndolo.
Proyectando en una pantalla mental nunca llego a ser.
Somos una llamada del Ser, pero estamos constantemente inmersos en miedos, limitaciones, angustias, de modo que nos hallamos en la ilusión de que no somos, de que nos falta algo.

En el tratar de llegar a ser ya existe una llamada del Ser.
El punto básico para comenzar una vía contemplativa dentro de la vía humana de realización reside en que intuyo que soy.
De hecho, ya soy, pero es como si no lo fuera porque no me lo creo; pero en eso ya hay algo real en nosotros, algo que está tapado por imágenes y pensamientos pero que ya está ahí.
Y hay un camino sencillo para desvelarlo: contemplar directamente lo que somos.

Todos los deseos son llamadas del Ser que se han entretenido en las formas, en lo cambiante.
Quizá no los reconozco todavía como llamadas directas, ni tan siquiera como esencia de esos valores primordiales, pero eso es lo que son.

Contemplar es devolver las cosas a su verdadero lugar.
Cuando me percato de mi anhelo, descubro que todo está en mí mismo y contemplo entonces directamente aquello que me está llamando desde tantos reflejos.
A contemplar se aprende contemplando, jamás pensando.

De la contemplación de la verdad, de la comprensión verdadera surge espontáneamente la acción adecuada.

Es muy importante comprender esto, porque para actuar bien no es preciso ir a buscar a alguien que nos indique qué debemos hacer.
La conducta espontánea, creativa, realizadora no resulta de que alguien me diga lo que debo hacer; es la que surge espontánea de mi comprensión, y es expresión directa de mi propio ser.
No es posible encontrar la paz al resolver los problemas externamente, sino que es justamente al revés: cuando encuentro la paz en mi interior, entonces los problemas se van resolviendo; no como yo pienso, sino a su manera, en su orden justo.
Seguirá habiendo toda la gama de ciclos de altibajos en el existir, existirá la dualidad externa, pero le habré quitado el veneno de mi apego.
Seguirá habiendo sensorialidad, pero no habrá esa identificación con lo agradable o desagradable que crea apego, rechazo, desesperación, manipulación…
Todo eso se acaba.

No hay que forzar nada para conseguir algo exteriormente; lo que es preciso es ir hacia dentro, buscar el origen, buscar los principios que lo mueven todo.
La mente condicionada proyecta un mundo y una vida, mientras vivamos en tales errores no podremos cambiar nada.
Todo lo que nos sucede son llamadas del Ser, y así es como deberíamos mirarlo.
Ir al origen es la vía.

SER


-.Remedios Varo.-


SER

No es buscando experiencias como nos realizamos, sino comprendiendo cualquier cosa que se presente.
Si vivo desde mi propio ser y vivo su llamada, soy consciente de las situaciones cuando ellas se presentan y las experimento sin involucrarme emocionalmente en ellas.
Eso no significa que sea apático, sino que mantengo una serena alegría que viene del Ser.
Como no dependo de las situaciones, no hay altibajos; lo que sucede es que soy consciente de lo que está pasando por la pantalla de mi conciencia.
Esto que aparece en la pantalla no lo miro desde el pensamiento, sino que me mantengo en una posición contemplativa, que es el lugar verdadero.
Debo encontrar ese lugar silencioso, de mente aquietada, porque ese lugar está ahí y es la puerta que conduce a mi verdadero ser.
Al contemplar, voy siendo lo que verdaderamente soy.

Todo es cambiante en el tiempo.
Si buscamos una seguridad en lo externo, estamos perdidos; ahí no hay ni equilibrio ni paz, sólo hay frustración.
Tenemos que darnos cuenta de ello y ver que las cosas son proyecciones de la realidad interna que puedo contemplar directamente, tal como han hecho los sabios de todas las tradiciones.
Si miramos a los sabios y leemos lo que escriben a partir de esa sabiduría interior, veremos que viven desde esos valores que todos anhelamos: la paz, la alegría, la bondad, la belleza, el amor.

Contemplar es muy fácil cuando se intuyen y anhelan los valores; y al intuirlos, se aman.
Se percibe ese anhelo directamente por amor a la belleza, a la bondad, a la justicia, porque estoy mirando aquello que amo.
Juan de la Cruz dijo: <<Contemplar es estar amando al amado>>.
Es dejar lo externo para mantenerse en atención al interior; y luego ya  nada más queda, simplemente estar amando al amado.
¿Y quién es <<el amado>>?
Es el Ser y los valores que dimanan directamente de Él: el amor, la paz, la belleza; es lo divino y sus expresiones.

Cuando los místicos nos hablan de la atención al interior y del recogimiento, no sabemos lo que quieren indicar, porque estamos tan volcados hacia fuera que nos parece que lo interno son los pensamientos.
Es un error terrible estar inmerso en un mundo condicionado, ese mundo no es lo originario.
Lo originario viene de antes y está más allá del pensar y el sentir.
El amor a esos valores nos llevará directamente allí.
No es algo técnico ni analizable.
Por amor a la belleza y a la verdad estoy contemplando esa belleza y esa verdad.
Podría dudar sobre si amo la verdad lo suficiente; pero sí, es seguro que la amo, aunque no me dé cuenta y la busque en mi vida allí donde no está.
¿Cómo no amar a mi propio ser?, ¿cómo no voy a amar lo Real, lo divino?
No me doy cuenta, pero lo estoy buscando constantemente en los reflejos, en lo externo.

Estas investigaciones que realizamos son totalizadoras.
Son para ir viendo la verdad en cada instante.
No son para procesar datos y saber mucho, sino para que en cada instante se revele la verdad y para situarnos en ella.
Contemplar es ser.
Aprender a contemplar es aprender a ser.
Estamos aprendiendo a ser.

SER


-.Victor Bauer.-


SER

¿Es posible estar despertando de instante en instante en la vida diaria?
Veamos cómo vive aquel que lo está haciendo.
En cada instante, en cada momento, sea lo que sea que me esté sucediendo, vigilo lo que pasa en la mente y suelto el pensamiento, no lo tomo en cuenta.
Observo la energía reactiva mecánica, dándome cuenta de la situación, de los estímulos que vienen de fuera, de los impulsos que tengo preparados mecánicamente para reaccionar.
De este modo estoy en otro lugar: estoy despierto.
Así de simple es aprender a despertar.
No es algo misterioso.
La iluminación es de lo más sencillo, aunque no acertamos con el punto de equilibrio mental en el que sucede.

Nuestro organismo físico, como instrumento orgánico, es perfecto, es muy válido, aunque es limitado; es un instrumento de la inteligencia, pero con limitaciones.
Los sentidos nos ofrecen una percepción de la realidad, pero convivimos con otros seres, por ejemplo, los animales, que tienen otros sentidos diferentes y otras percepciones.
Nuestros sentidos limitados nos proporcionan una percepción limitada de lo infinito, de lo Real, condicionada al instrumento mediante el cual son percibidos.
La percepción en sí es inocente: percibimos colores, sonidos, dolor o armonía.
Pero, ¿y la interpretación que hacemos de nuestra percepción y con la cual formamos nuestro mundo, nuestra realidad, nuestra vida?
No son más que imágenes mentales.
Llamamos <<estado de vigilia>> a este despertar precario, aunque a lo que realmente nos está despertando es a los sentidos biológicos corporales, que son algo muy limitado, así que solamente nos despierta a ese nivel.

Despertar a lo Real requiere de una mente despierta; y sin embargo, la tenemos dormida, de la misma manera que mientras estábamos en la cama proyectando imágenes estábamos creando una vida ilusoria.
¿Con qué proyectamos imágenes?
Ocurre igual que durante la noche: las proyectamos mediante recuerdos de la memoria, con experiencias que no hemos comprendido, con miedo que tenemos de que nos suceda algo, con deseos de lograr felicidad...
Con todo esto fabricamos nuestra existencia, pero eso no es la vida real.
La vida no tiene esos límites, no es una novela, no se crea a partir de deseos y miedos.
Es algo espontáneo, una creación constante de la inteligencia; es el gozo de la plenitud de ser.
No sabemos cómo es la vida, enfrascados como estamos en vivir los sueños.

Debéis poneros manos a la obra, u os vais a pasar la vida quejándoos.
Sólo hay una  salida verdadera: la salida a la libertad sin retorno que reside en comprender, en daros cuenta de lo que está sucediendo; y eso significa ver el pensamiento, saber de lo que está hecho, cómo funciona, su mecanicidad, cómo se proyecta, cómo os hipnotiza.
Ver y ver, eso es lo que despierta.
Todo lo demás puede ser más o menos agradable, pero pertenece al sueño.

A pesar de que cuando estamos en esa zona superficial de la conciencia no actuamos con libertad, sino de una manera compulsiva, hay una salida a todo esto.
Es posible una salida.
De hecho, lo que de verdad somos, no lo que soñamos, es libertad.
Y ahí está la salida: en lo profundo de nuestra misma conciencia.
Cuando esa voluntad compulsiva se disuelve por comprensión y empieza a actuar esta otra voluntad creadora y creativa de la inteligencia divina que somos, llámese la voluntad de Dios o la voluntad divina, entonces no sólo somos libres, sino creadores y creativos.
Al ser nosotros mismos la Inteligencia que se expresa en este universo, estamos creando todo el universo.
Cuando me identifico con la Inteligencia, la acción es espontánea y libre a la vez.
No puedo dejar de hacer lo que hago y, a la vez, soy absolutamente libre haciéndolo.
Desde la Inteligencia que soy, en cada instante hay una cosa adecuada y perfecta.
Ésta es la creación y la creatividad del momento.
Cuando la Inteligencia traspasa la mente, comienza un estado espontáneo de pura libertad.

El camino del despertar provoca el contacto con la inspiración constante, y todos los actos de mi vida, sean los que fueren, están así conectados con esa inspiración.
Entonces mi vida será inspirada, actuaré en libertad creativa.
La única libertad es la divina, la libertad de la Inteligencia en acción: La Creación.
El universo se está creando momento a momento, se crea a partir de la Inteligencia que Es.
Si nos ponemos en línea con ella, entonces nuestro vivir es una creación de la Inteligencia constante, y así vivimos por inspiración y estamos haciendo todo el tiempo una obra de arte en todos los aspectos de nuestra vida, siempre.
Ésta es la vida de una persona despierta, esto es despertar.
Independiente de lo que suceda, el despierto está siempre en esa actitud contemplativa y recibiendo esa inspiración, y lo demás aparece espontáneamente.

Tengo que despertar, mirar la verdad directamente.
Lo que realmente soy está más allá de los sueños.
Lo Real no lo encuentro en lo proyectado, tengo que descubrir la Inteligencia que soy.
¿Que estoy condicionado por mis hábitos?
Por supuesto, son años y a lo mejor, siglos de repetir las mismas cosas.
Pero los hábitos los he hecho yo mismo, yo mismo estoy concediendo realidad a lo que no la tiene, así que soy yo mismo quien debe quitar la realidad a lo que no es real y empezar a mirar de una manera nueva desde la verdad que voy descubriendo.
Entonces es cuando veré que la vida es otra.
La vida no es algo objetivo, la vida no es nada, sino la Inteligencia que se expresa en la temporalidad, en ese movimiento constante.
Lo Real es esa conciencia, esa luz.
Debo mirar la luz para despertar.
Sólo despierta en mí lo que ya está despierto desde toda la eternidad.
Sólo Lo-que-Es llega a ser.

SER


-.Remedios Varo.-

SER


Al despertar puedo ver la aparición y desaparición del cuerpo; ésa es una manera de vivir en libertad: no depender de lo externo, es decir, no depender de la identificación con un cuerpo.
Con cuerpo o sin él, sigo siendo lo que soy; esto debo descubrirlo por mí mismo.
Lo importante es que recordemos siempre, ahora, en este instante, que todos los instantes son iguales.


Debemos plantearnos la siguiente pregunta: Si en este instante estamos despiertos, ¿por qué en otro instante estamos dormidos?
¿A qué se debe que en un instante dado vea la verdad y mantenga el equilibrio?
En ese instante estamos en un lugar verdadero, pues la verdad no se puede ver más que desde la verdad; si no, no la veríamos.
En ese instante estamos abriéndonos a la mente iluminada, estamos en ese lugar desde donde se recibe la luz.
Desde ahí empieza el despertad del ser humano.

Desde la visión de la verdad hay un despertar.
Mantengámonos ahí, que esa verdad que hemos descubierto ilumine nuestra vida constantemente.
¿Qué podemos hacer para que ilumine permanentemente nuestra vida?
Solamente mantenernos ahí, en ese lugar desde donde hemos visto la verdad.
Si la veo y luego me despisto debido a que vuelvo al pensamiento, observo simplemente ese vaivén.
En esa observación se va poniendo en equilibrio mi mente; todo depende del grado de lucidez, del grado de atención.

Mi mente, como todas las mentes, está hecha de inteligencia.
Sólo falta darme cuenta y veré cómo se va poniendo en equilibrio ella sola.
¿Intuyo una verdad?
La contemplaré y veré cómo se produce el equilibrio de la mente.
Éste es el estado contemplativo.
Sabemos que está ahí, mantengámonos en ese estado.
¿Qué nos distraemos?
No importa, volvemos al estado que hemos descubierto; eso es todo, no hay nada más, eso irá haciendo un camino.
Llegará un momento en que lo raro será caer en el sueño y lo normal mantenernos ahí, donde llega la luz.
¿Cuándo llegará el momento?
No se sabe.
Depende del amor que tengamos a la verdad, del interés con que lo mantengamos…
Con actitud amorosa y decidida, regresemos a la contemplación una y otra vez, y contemplemos todo desde ahí.

Nos identificamos con la zona superficial del pensamiento.
Es necesario que hagamos un silencio de lo pensado, de lo sentido, ya que es de la máxima importancia que cada cual descubra por sí la trascendencia del despertar; no sólo que lo vea de pasada o lo intuya, sino que viva con ello.
Es imprescindible hacer esta aventura de adentrarnos en la conciencia.

Cuando hablamos de silencio nos referimos al silencio de lo sensorial, de las emociones y del pensamiento.
¿Sólo en ese silencio es posible despertar a lo Real?
Sí, solamente.
Después de que hayamos despertado y hayamos aprendido a vivir en silencio, podremos vivir lo Real despiertos, lúcidos, incluso con pensamientos y emociones.
Esas modificaciones mentales no interrumpen ya lo Real que somos una vez lo hemos descubierto y nos hemos afianzado en ello.
Pero cuando todavía proyectamos como real lo externo, lo sensorial, lo pensado es preciso que hagamos silencio y que nos adentremos voluntariamente a investigar en nuestra conciencia para tomar contacto con lo que es nuestra verdadera naturaleza, con aquello que está ahí esperándonos: Lo-que-Es, lo verdadero.

Tengo que notar en el interior de mi conciencia esa diferencia de cuándo estoy soñando o estoy despierto.
Debo conocer lo que es soñar y lo que es ser.
Si me distraigo y caigo una y otra vez en la ilusión de que lo Real son las apariencias soñadas, es porque todavía no tengo el discernimiento para distinguirlo bien; me falta realizar la capacidad de la inteligencia que soy de distinguir claramente lo Real de lo soñado

Más que interpretar nuestros sueños, que de poco sirve, hagamos silencio, un silencio donde todos los sueños se deshagan.

El camino hacia la verdad, lo divino, lo sagrado es algo que el ser humano hace en sí mismo, dentro de sí.
Es adentrarse en la conciencia, dejando la zona superficial donde todo es sueño e ilusiones.

La verdad la descubro en el silencio profundo de mi conciencia; entonces, y no antes, me libero de lo falso, ya sea terrenal o espiritual.
Se acaban ahí toda clase de hipnosis colectivas o privadas; cesa también la sustitución de unos sueños (los materiales) por otros (los espirituales).
Los sueños, sueños son, sea cual sea su índole.
Cuando doy forma a Aquello que no tiene forma, y lo adoro o me apego a ello, me mantengo en un nivel infantil de la mente llamado idolatría o dependencia, y no se deshace el sueño de la mente.
Al adorar lo externo, el sueño prosigue, aunque se cambien los ídolos materiales por los espirituales; el sueño sólo se extingue adentrándonos en la conciencia.

Aquí y ahora, en este instante presente, hacemos este experimento desprovisto de toda parafernalia de técnicas, fórmulas, imágenes, sin nada: Si lo Real Es, está aquí y ahora.
Lo Real es pura conciencia, es Inteligencia, y lo que llamo <<yo mismo>> es expresión de esa inteligencia.
Si soy expresión de ella, puedo retrotraerme al origen, puedo descubrirlo aquí y ahora.

No soy ningún personaje desligado de la conciencia divina, de la inteligencia, no; lo único que me separa de la realidad, que es lo que soy y lo único que Es, es que mi mente se entretiene imaginando, soñando.
La realidad única que siento, que intuyo en mi interior, la proyecto a las formas externas.
Eso es lo que estoy haciendo siempre; y como he adquirido ese hábito, me encuentro en esa situación de estar volcado hacia las formas que son solamente reflejo de lo Real.

He de dar la vuelta, hacer un giro.
Mi mente está enviciada por unos hábitos, los míos y los de la humanidad, que me han sido enseñados, que han sido mi modelo y me mantenían dormido.
De ahí, esa importancia de girar la mente.
En principio nos parece difícil y sorprendente, pero debemos mirar bien todo aquello que hemos ido creando.

SER


-.Mark Lague.-

SER

Una investigación que sea realizadora no se hace con una zona de la conciencia (la mente pensante) que se limita a acumular datos para relacionarlos; se verifica con la totalidad de la conciencia, sin división entre el que piensa, los datos y la comparación con el recuerdo del pasado.

La investigación realizadora lleva a la unidad.
Por eso una acción como ésta no se limita a escuchar y comprender unas palabras escuchadas, ni siquiera a entender y relacionar conceptos a los que las palabras se refieren.
Si lo hiciéramos así, no traspasaríamos la superficie de la conciencia en la que habitualmente nos movemos.
Y no se puede hablar de realización directa en ese angosto lugar.

Propongámonos una investigación total.
En ella no habrá separación entre el que expresa una verdad y quien la recibe en ese mismo momento.
Porque lo único que existe en realidad en una investigación así es la verdad; no hay lugar para otra cosa.
Es una investigación tan amplia que todo queda incluido en ella.
A ese tipo de investigación es a lo que llamamos un estado contemplativo.
Es un estado nuevo en el que se contempla la verdad, y esa contemplación de la verdad irá abriendo un camino de lucidez en nuestra conciencia.

La lucidez es lo esencial al investigar.
Lo importante, lo verdaderamente realizador es el camino que hace la luz al encontrar la verdad, y no objetivar ideas, frases o consignas para recordarlas y ampliarlas.
Esto será adecuado en el ámbito de lo técnico, pero no al tratar con mi propia conciencia.
No hablaremos, por tanto, de cómo debe realizarse este camino ni daremos normas o técnicas para actuar en cada situación.
Ése no es el camino de la realización directa.

¿Cómo nos realizamos entonces?
Nos realizamos en el instante mismo en que tomamos conciencia de Lo-que-Es; ahí empieza el proceso de realizarse.
Esa irrupción es instantánea, en el sentido de que la realización es aquí y ahora, sin acumular datos para más adelante.
No hay un después, cuando la visión de lo verdadero ha horadado la cinta del tiempo.

La capacidad de contemplación de la verdad nos realiza desde el interior.
Y eso quiere decir que no podremos adquirir la realización como una donación o adquisición.
Nada ni nadie puede darnos un contacto con lo Real.
No se produce por vía exterior.
Lo externo es interpretación de lo percibido por los sentidos, y ninguna interpretación es capaz de tocar lo Real.
Descubriremos la realidad que somos al profundizar en nuestra conciencia.

Abrir un camino hacia la verdad es abrirlo hacia nosotros mismos.
Lo que experimentamos fuera es sólo una circunstancia para que esta toma de conciencia profunda se produzca en nuestro interior.
Y si no se produce en nuestro interior, de nada sirve intentarlo con técnicas o métodos repetidos en el tiempo.
Si no se ha producido el contacto real desde mi conciencia, todos los intentos, austeridades, iniciaciones, sensibilizaciones quedarán como algo añadido.
Y por haber añadido tantas cosas con el propósito de llegar a ser algo más, no nos hemos dado cuenta del hecho simple y básico de que ya estamos realizados.

No acumulemos más cosas para tapar Lo-que-Es.
Más bien, hemos de quitarnos lo que ya nos hemos echado encima si queremos descubrir lo que somos en verdad.
No añadamos teorías sobre la realización humana, con sus sistemas y métodos característicos.
No coloquemos más capas que ocultan la identidad que siempre fuimos.
Lo que hemos de hacer es mantenernos despiertos, vigilantes, con gran seriedad en esta vocación, para que aquella verdad, por tanto tiempo oculta, se nos revele.

¿Debemos desechar todos los caminos, todos los métodos útiles para aprender que ha ido encontrando el ser humano?
No.
Comprendamos el sentido, aun cuando parezca paradójico, de la verdad que armoniza los opuestos.
Todas las experiencias son realizadoras.
Todo lo vivido aparece para ser comprendido y se da en un movimiento de aprender.
La vida entera es un conjunto de maneras diversas de contactar con lo Real, armonizadas siempre en la inteligencia.

Ésta es la base de la realidad: la conciencia.
Puedo no darme cuenta de algo, pero la conciencia permanece siempre en la vigila y en el soñar, y permanece igualmente en el sueño profundo sin sueños donde la conciencia no diferenciada crea una continuidad que se constata al despertar.
La dualidad del consciente y del inconsciente tiene como base una conciencia unitaria que, siendo anterior y estando más allá de la dualidad, es su sostén.
Por eso, la realización directa es una toma de conciencia, es un darme cuenta.
Y para eso se han hecho tantas filosofías y religiones: para que el ser humano despierte del sueño de la conciencia y se dé cuenta de su proyección objetiva.

La creación de la conciencia ha pasado por muchos estados.
Ha llegado a crear entidades e hipnotizarse con ellas en el tiempo, como si fuera por siempre.
Pero toda esa creación es impermanente.
Y si lo observamos, no podremos dejar de descubrir que todo está cambiando y transformándose, apareciendo y desapareciendo en el seno de lo único real.
Quiero realizar mi vida de una cierta manera, pero nada de lo creado por la mente se mantiene y llegará un momento en que faltará hasta el cuerpo físico con el cual me identifico como imprescindible para vivir.
Si nada permanece, es que todo eso, aunque esté hecho de realidad, no es real en sí mismo.

SER


-.Leonora Carrington.-

SER

La solución a nuestra insatisfacción constante se imagina en el logro de un nuevo empleo, otra pareja, o en vivir en diferente país.
Y más concreto aún: si aquella persona me valorara, si me quisieran más en mi familia, si me obedecieran, si me comprendieran…, entonces me realizaría, hallaría mi plenitud.
Pero, ¿qué sucede?
¿Acaso alguna situación es realizadora?

La vida, movida por la inteligencia, nos va presentando las experiencias que necesitamos: sensaciones físicas, relaciones afectivas, responsabilidades, amistades, potencia para actuar o poder para movilizar a otros…
Y surge en la vida de cada persona una situación concreta que es síntesis de la demanda en ese momento.
Sin embargo, hay momentos de soledad en los que seguimos sintiendo que no estamos viviendo la plenitud que anhelamos en lo profundo.
Sigue habiendo en nosotros una llamada hacia algo más allá de lo que vivimos.

Comienza a surgir la sabiduría cuando ya no se proyecta esa demanda en las experiencias externas físicas, psicológicas o espirituales, cuando no se busca más esa realidad añorada en objetos de conciencia imaginados, pensados.
Sin referir ese anhelo de realidad a las formas y significados que pasan por la conciencia, se puede dar un giro a esa necesidad interna y quedarse en contemplación de lo que está sucediendo y de lo que es origen de aquellos acontecimientos.
A esto se puede llamar la vía directa de realización.
¿Y las indirectas?
Serán vías indirectas todas aquellas en las que no se dé esta capacidad de discernir entre Lo-que-Es y lo que aparece.
Cualquier existencia humana conlleva una cierta realización, casi siempre inconsciente.
Es un engañarse y un desengañarse, volver a engañarse e intentar en otro objeto la realización y volver a desengañarse.
Nadie puede decir que no conoce esta vía.

La vía contemplativa conduce a la realización directa.
En ella no hay nada que cambiar mediante la voluntad, aunque los cambios se sucedan.
Ningún esfuerzo físico o mental se requiere ahí.
Avanza sin grandes sacrificios ni pesados estudios.
Se trata sólo de una nueva colocación de la mente, para hacerla contemplativa.
Consiste en ver con claridad, y en ninguna otra cosa se apoya para sus descubrimientos.
Creemos que para llegar a ver se requieren muchos esfuerzos, hasta que observamos que al hacer un esfuerzo no vemos nada.

Me esfuerzo por conseguir algo concreto, y en el esfuerzo voy creando formas y situaciones, pensando las cosas que temo o deseo que me sucedan.
Es un mundo ilusorio sobre el fondo de la conciencia.
Y en esa creación me puedo perder en el tiempo.
El tiempo mismo es ya una creación de la mente.
Habré de salir de lo temporal para estar libre de tanta ilusión.
Pero, ¿es posible salir del tiempo?
Sólo si me doy cuenta de lo que soy, de lo que está más allá de la temporalidad, de aquello que no es pensado porque es anterior a toda toma de conciencia.
Antes que comience el movimiento del pensar está lo eterno, como origen y fundamento del pensamiento mismo.

Guiados por los condicionamientos mentales, casi siempre nos hemos quedado en los símbolos.
Y como éstos no son reales por sí mismo, su simple manejo hace al intelectual más escéptico con cada lectura.
Orgullosos de su escepticismo, por ser consecuencia de tanto estudio comparativo en el ámbito conceptual, no caen en la cuenta de que su mente padece una enfermedad que la encierra en sí misma y la incapacita para abrirse a la verdad de lo Real.
Las consecuencias de esta actitud existencial son negativas.
La depresión y el aburrimiento por falta de sentido en su vivir acompañaría siempre a estas personas, si no estuvieran, por momentos, sostenidos por el placer sensorial que la estructura física aporta.

Sí, el escepticismo es una terrible enfermedad, tan grave como el fanatismo que se produce al identificarse con cualquier creencia o doctrina relativa negando las demás.
El escepticismo no se acaba pensando o estudiando unas u otras teorías.
Únicamente concluye, y ello de manera espontánea e instantánea, al descubrir un estado de conciencia no dual que no depende del pensar y es anterior a él.

No se trata de un estado extraño.
Si soy consciente, la luz con la que soy consciente está ahí antes de ser pensada; así, puedo soltar aquello de lo que soy consciente, los objetos exteriores y quedarme en la luz.
Allí donde no se encuentra escisión alguna, desaparecerá el conflicto.

La separación entre el contemplador y aquello que contempla se disuelve en el silencio mental del estado contemplativo.
Desembocamos entonces de manera natural en lo Real.
Nadie en particular desemboca; es la conciencia misma la que, en un insólito despertar, se descubre sumida en la unidad de origen.
Esta vivencia es lo único que nos aportará la plenitud que anhelamos.

En nuestra naturaleza esencial no hay separación.
Encerrados en una habitación oscura clamamos por la realización que nos dará la plenitud que intuimos.
Queremos ser felices, pero nuestra felicidad implica descubrir que podemos romper las paredes de la habitación.
Al hacerlo, encontraremos la luz que nos rodea.

Si no intuyéramos ya que somos la luz infinita, no nos sentiríamos mal con las limitaciones en que vivimos.
Las criaturas limitadas se encuentran bien en la limitación.
Todas las formas están bien como formas relativas, incluyendo la forma de nuestro cuerpo físico.

Al descubrir lo que intuimos como incierto y misterioso, podemos encontrarnos con algo inesperado: ya estamos realizados desde siempre, porque somos la realidad única que incluye esa plenitud buscada.
No somos los personajes que aparecían en sueños.
No somos lo que creíamos ser mientras dormíamos en el sueño de la vida relativa.
Con toda la fuerza que produce el darnos cuenta de la verdad, con esa inmensa capacidad de inteligencia que somos, podemos abrirnos a la luz.
La inteligencia no es una especialización en unos u otros objetivos, es la potencia de todo; y aunque esté canalizada en una u otra dirección, esa inteligencia potencial está siempre en el fondo de toda mente humana.
No podría ser de otra manera, porque esa inteligencia que a veces creo que me falta por identificarla con sus objetos, es simplemente lo que ya soy en esencia.

Recogido en mi interior, al reunir lo que había quedado disperso por la inatención, contemplaré la luz.
Una vez recogida la conciencia, antes esparcida en ideas, experiencias y creaciones mentales pensadas, será sencillo el arte de contemplar.
Tendré entonces esa capacidad, esa gran energía que creía no poseer.
Podré contemplar.

La sabiduría, la comprensión de la verdad hace por sí misma el trabajo de separar lo Real de lo irreal, de armonizar la energía que se encontraba dispersa y de contemplar la verdad.
La realización se produce en el movimiento inmóvil del contemplar en libertad.
Las circunstancias externas en nosotros se ajustan a otras circunstancias en la interrelación incesante del mundo relacional.
Pero lo que soy en esencia es libertad, y realizarme es ser libre en una instantánea y eterna contemplación.

SER


-.Leonora Carrington.-


SER

El origen es que esta realidad que se está creando por arte de magia en nuestras mentes es un mundo pensado, y el pensamiento es limitado; y al ser limitado es insuficiente para el ser humano.
La Realidad es total; no es una parte sino un todo indivisible.
En la limitación, inevitablemente hay inquietud, angustia, sensación de falta de plenitud, inconformismo.
En la realidad que el pensamiento crea, necesariamente hay esta limitación que se traduce en insatisfacción constante.
Puedo taparla, pero ese vacío de realidad no va a desaparecer mientras viva una realidad pensada, imaginada.

La verdad, o se ve por discernimiento o no se ve.
Al desengañarme de las creencias pensadas entro en un ámbito nuevo de la mente, y allí ya no es preciso agarrarse a nada ni depender de nadie ni preguntar.
Cuando alguien obedece a una tradición le catalogan como alguien importante: de swami en la tradición hindú, de santo en la tradición cristiana o de lama en la tradición tibetana.
Pero el hecho de obedecer a una organización es absolutamente opuesto al camino de liberación del ser humano.
La obediencia es un obstáculo en el camino de la libertad.

Observemos que las organizaciones religiosas, políticas o sociales se corrompen más y más con el tiempo, ya que están constituidas por seres humanos confusos.
Aunque en un principio tuvieran una idea verdadera, no la mantienen viva y, por tanto, se corrompen de igual manera que las aguas estancadas.
El pertenecer a alguna organización nos aparta del camino.
El hecho de obedecer, aunque sea a un maestro, ya es contrario a la liberación.
Es preciso romper estructuras para poder avanzar.
Si nos aferramos a estructuras establecidas no podremos dar un paso más.

La actitud inteligente para hacer la investigación es colocarse en ese lugar donde es posible ver la verdad por uno mismo, sin fórmulas.
Las ideas que presentamos aquí son tan extrañas que no sirven para organizar ninguna doctrina con ellas, no se pueden acuñar.
Solamente tienen la intención de abrir las mentes de quienes las recibimos con vocación para contemplar.
Una vez que la mente está abierta al contemplar, se abre también a la Inteligencia.
Hacia fuera sólo vemos formas e interpretaciones de la mente que nos limitan.
Cuando profundizamos en la conciencia, rompemos las limitaciones y lo hacemos con valentía, libertad y alegría interior.
Ése es el camino de la sabiduría.

En un momento dado tengo tristeza, creo que pierdo algo, me da miedo, quiero retener.
Es porque estoy dando realidad a los pensamientos que pasan por mi mente, sin prestar atención a la verdad contemplada.
En la contemplación de la verdad no sobrevendrá ninguna preocupación a la mente, no me preocuparé por los personajes del sueño.
Esto no significa que no sienta amor; al contrario, es precisamente entonces cuando empiezo a sentir amor por lo verdadero y lo auténtico de aquellas personas, y por los sueños que de ellas tengo.
Esto es sutil, pero creo que lo podemos captar.
Comprendamos que no se trata de indiferencia.
Nada importa lo que cada persona sueñe, tal y como no me importa lo que he soñado por la noche, ya sea ello agradable o desagradable.
Al despertar por la mañana, me levanto de nuevo y veo que sólo ha sido un sueño.

¿Tenemos la evidencia de que esto es un sueño?
Éste es un punto muy importante, y hemos de mirar y mirar el pensamiento hasta comprobarlo.
Cuando contemplamos el pensamiento vemos de qué está hecho, vemos su mecanización, vemos que no es la Realidad.
Lo descubrimos por nosotros mismos.
Eso es lo importante.
Creer lo que otro dice no tiene importancia.
Intuir la verdad cuando alguien nos la dice también es importante, pero sólo si se mantiene esa intuición, no cuando después de tenerla seguimos con el condicionamiento anterior.
La intuición es muy importante, tanto que lo demás pierde valor.
Seguirla es vivir todo lo que la vida nos presenta a partir de esa intuición.
Si no lo hacemos así es porque no tenemos evidencia total.
Sigamos entonces contemplando.
Esas verdades tienen que movilizar todo el error, mover todas las falsas estructuras.
No hace falta ningún esfuerzo, basta sólo con contemplar.

SER


-.Leonora Carrington.-


SER

El contemplar la verdad y mantenerse en ella rompe los límites y abre a la libertad.
Hay que recordarla, mantenerla constantemente ahí.
Las limitaciones se rompen ellas solas, y las consecuencias de esa ruptura son inmensas.
Las limitaciones acarrean sufrimiento.
¿Nos interesa acabar con el sufrimiento?
Eso es indudable, a todos nos interesa.
Pero no vamos a la raíz de donde viene; generalmente queremos taparlo, disimularlo, distraernos.
Al distraerse, la gente se está alejando de su propio ser, y el huir del propio ser va a traer sufrimiento.

Debemos mirar esta verdad.
Mientras nos sintamos limitados tendremos muchas carencias, y eso traerá muchos deseos para tapar esas limitaciones, para intentar llenar ese vacío.
Eso, indudablemente, nos sucederá; habrá épocas en que las limitaciones nos pasarán desapercibidas y otras veces inesperadamente aparecerán y se sentirá el latigazo fuerte de la limitación, de no comprender la vida: ¿para qué vivo?, ¿quién soy?.

Cuando aparece el sufrimiento de no comprender el sentido de la vida no debo correr a taparlo; debo quedarme con él, con ese malestar, con esa angustia, y debo mirar de dónde viene, tengo que tener fuerza para mantenerme ahí.
Y esa fuerza me la da la contemplación.
Si estoy completamente absorbido por el pensamiento, no puedo hacerlo, no puedo soportarlo.
A medida que aprenda a ver cómo todo eso sucede en la superficie de mi conciencia iré adquiriendo sabiduría, y ello conllevará la ruptura de las limitaciones que hasta entonces me parecían inevitables en la condición humana.
Podremos entonces darnos cuenta de que no somos lo que parece ser y seguir haciendo la obra en conjunto, provistos ahora de otra paz y creatividad.
Siempre habrá cambios, pero ya no importarán las transformaciones que aparezcan en esta vida.

El cambio de vida desde dentro, y la labor realizada produce un estado de plenitud cuando es auténtica.
La ruptura de las limitaciones, que es la libertad, produce autenticidad, no una vida mejor según los criterios convencionales.
Lo que la libertad produce no es algo que puede ser aplaudido fuera; lo que produce es más y más autenticidad y más creatividad desde dentro.
En una vida creativa hay plenitud.
Ello significa que se han roto las limitaciones; pero mientras nos creamos una persona no podremos aceptar que no tenemos límites.

Se puede llegar a vivir la plenitud a pesar de que la persona es limitada.
¿Por qué?
Porque la persona es sólo lo que aparece, no lo que es.
Lo que Es en nosotros es infinito, sin límites, y no se va a satisfacer más que con lo ilimitado.
Lo que aparece es limitado; la persona no es libre, depende de todo: cuerpo, edad, estudios, educación, las experiencias que le han marcado, etc.
En síntesis, tiene unas posibilidades limitadas.
Lo que tengo que hacer es descubrir que no soy la persona que creo ser, que esa persona es sólo un atuendo con el que aparecemos en la temporalidad.
Si estuviéramos separados los unos de los otros el amor no sería posible.


Si en las relaciones hay algo de amor es porque intuimos algo de la unidad de conciencia que hay detrás de la persona.

Cualquier forma que aparezca desde la unidad de conciencia de lo divino, de lo sagrado, es tratada con comprensión y amor.
El amor es hacia toda la manifestación en todas las formas posibles en las que ésta se manifiesta; nada queda excluido.
En lo personal, esto es diferente.
Puedo tener afecto a la familia, amigos etc., y no es cuestión de deshacer lo que haya ahí de auténtico.
Lo que sea falso se deshará al comprender, lo verdadero quedará integrado en el estado de amor y habrá libertad en ese verdadero amor.

Cuando se contempla la unidad, el amor surge espontáneamente.
No puede evitarse.
Se expresará de acuerdo a la personalidad que encuentre, pero no importa cómo se exprese.
Cuando existe el amor, se expresa en las diferentes personalidades pero siempre se vive en plenitud, total belleza y total libertad.
Ese amor no es algo establecido de antemano, no es algo que haya que hacer.
A partir de ahí empezará la libertad.
El florecimiento interior del amor es el florecimiento de la libertad; ambos van juntos.
El amor rompe los límites creados por el pensamiento, pero si no los rompe cae en conveniencias, negocios o arreglos provisionales.

La vida empieza y acaba en un instante.
Por eso, cada instante es completo, pleno.
Cada instante en una visión de la verdad es total, porque la verdad nos abre a la totalidad.
De instante en instante deberíamos estar abiertos así; entonces todo fluirá, seríamos lo pleno, la totalidad desde dentro, sin límites.
Luego, en la temporalidad, aparecería lo que fuera adecuado de acuerdo a lo que en el tiempo esté pasando, en concordancia con esa totalidad y plenitud que soy.

La plenitud interna es la fuente y la causa, es donde está mi identidad.
No soy sólo bueno, soy la bondad en sí misma, he roto los límites.
Esto hay que descubrirlo.
Cualquier imagen que trate de retener requiere mucha tensión y falta de libertad.
No soy una persona inteligente, soy la Inteligencia.
Puedo despreocuparme por la imagen porque me vivo como inteligencia, como bondad.
Ésa es la diferencia.

Cuando contemplo, todo se expresa a través de mí.
La vida es inteligencia manifestada en el tiempo.
Esto se puede ver con todos los valores.
Qué descanso supone cuando descubro que soy todo esto.
En la contemplación hay libertad de la dependencia a las formas; se han roto los límites.
Pero es necesario reflexionar seriamente, con sinceridad, para que sea una realidad vivida.
La sinceridad viene de la verdad.
Si no hay verdad, nada tiene valor.
La pregunta verdadera brota de dentro y, al formularse, deja abierto un camino para que la respuesta lo recorra hasta llegar al lugar desde donde surgió la pregunta sincera.

SER


-.Leonora Carrington.-


SER

Para darnos cuenta de lo que significa comprender tenemos primero que remover todo lo que llamamos conocer, saber, entender.
El término comprender lo dejaremos para algo diferente, algo que es verdaderamente una revolución dentro de nosotros.

O se comprende desde la totalidad o no se comprende nada.
No puedo comprender una cosa y otra no.

La comprensión llega por inspiración; y cuando sobreviene un estado de comprensión, todo queda comprendido.
Cuando no hay ese estado de comprensión, de contemplación de la verdad, no se puede comprender aunque se sepan cosas aisladamente, no se enlazan entre ellas, no se puede integrar el rompecabezas.
Se conoce muy bien una ficha por todos los lados, pero no se sabe dónde encaja.
Y por eso una persona puede saber muchísimas cosas sin comprender la vida: sabe de piezas aisladas pero no sabe dónde colocarlas.

El mundo no es una realidad en sí; es algo proyectado, algo de lo cual se puede tomar medidas, pero que no se puede ser.
Lo Real es aquello que puedes ser.
Descubrir la realidad es ser la Realidad.
Cuando comprendes eres aquello que comprendes, aunque nos suene extraño.
Cuando comprendes abres tu conciencia, y la Conciencia abraza aquello que es comprendido.
Esa partícula <<con>> implica ese abrazo de todo; y cuando eres aquello, entonces sí comprendes.

Si alguien quiere saber lo que la realidad es, no podrá hacerlo en el lugar mental habitual donde nos encontramos.
Lo digo de una manera categórica.
Hay una evidencia total para mí de ello, por haberlo vivido.
No es posible comprender en el lugar habitual donde el ser humano se encuentra, entretenido como está con sus pensamientos y sus emociones: <<¿Por qué me ha pasado esto a mí?>>, <<¿Qué haré en tal situación?>>, <<Tengo que conseguir esto>>, <<Tengo que convencer a esta persona para que haga esto otro>>…
De esa manera, con todas esas preocupaciones e inquietudes, no es posible comprender.

Comprender es integrar cada una y todas las cosas en una totalidad, y esa totalidad está hecha de luz.

Hemos dicho que todas las cosas, toda la creación está hecha de la nada: correcto.
Está hecha de nada, lo cual quiere decir que no es por sí mismo, que solamente es un reflejo, una proyección, una mala interpretación, digamos, de la luz; una interpretación muy limitada, al menos, según los instrumentos que cada uno tiene.
Porque según mis instrumentos sensoriales, y según las claves de interpretación que se me han dado desde niño por la educación que he tenido, así voy proyectando las cosas.

El vivir a partir de las sensaciones de los sentidos es algo limitadísimo.
De hecho, ya se ha descubierto con algunos aparatos que hay muchas más ondas vibratorias y muchísimas más energías de las que captan los sentidos.

La percepción que nos proporciona cualquier instrumento es siempre limitada, y el pensamiento que la interpreta lo hace según una terminología, unos símbolos o unos valores determinados que se han ido trasmitiendo de generación en generación en las diferentes culturas.
Todo eso es limitado.

Si el ser humano tiene la vocación y la demanda de descubrir lo que está más allá de eso, aquello desconocido a lo que quizá algunos aluden con la palabra <<Dios>>, <<la Realidad absoluta>> o <<la verdadera Realidad>>, es necesario que haga un trasvase de su identidad.
¿Es posible?
Sí, es posible; precisamente porque todas las apariciones, es decir, todo lo que va apareciendo en la Conciencia surge a partir de esa luz que lo proyecta todo.
De la misma manera que se proyecta una película en una pantalla, el ser humano que está en la superficie, en la pantalla, analizando su película particular con la limitación de sus sentidos y de sus interpretaciones pensadas, el ser humano que está ahí en su película particular, como es esa misma luz, puede retrotraerse hasta el foco luminoso que la proyecta, puede llegar a la luz misma que está creando todo aquello, y así empieza a comprender.
Cuando se va acercando a la luz, ese resplandor de la luz es comprensión; y esa comprensión despierta del sueño de creer que era realidad aquello limitado, con todo lo que esa creencia conlleva en forma de terribles preocupaciones, de angustias insoportables.

Los hindúes de la tradición vedanta advaita, los advaitines, acostumbran poner un ejemplo que es muy significativo.
Este ejemplo típico es el de una persona que va caminando y, de repente, se encuentra con una cosa atravesada en el camino.
Inmediatamente piensa: <<Una serpiente>>.
La persona interpreta su percepción según su limitada visión: <<Puede ser una serpiente>>, <<puede ser venenosa>>, <<me puede matar>>, y aparecen la angustia, la adrenalina, la preocupación en la mente; o puede salir corriendo, o bien quedarse paralizada.
No sabe qué hacer, lo pasa muy mal, hasta que se fija más detenidamente; adquiere un poco de serenidad para poder mirar más, porque si no, no podría hacerlo, y entonces descubre que aquello era simplemente un palo retorcido, no una serpiente.
En el momento de comprender eso, ¿qué sucede?
Se acabó la angustia, se acabó el sufrimiento, se acabó la preocupación; se siente libre de seguir paseando, disfrutando del maravilloso día, pero no antes de que se produzca esa comprensión, porque ahí aparecía algo amenazador.

Ese ejemplo es característico precisamente del cambio de comprensión.
Cuando me creo las apariencias –la apariencia de la serpiente-, cuando me creo que es realidad lo que aparece, entonces acepto el argumento de la película, el argumento que me dan los medios de comunicación, los amigos, los colegas o jefes en el trabajo, mi familia, etc.
Y cuando en un momento de serenidad puede contemplar las cosas tal como son, desde un lugar más iluminado de la conciencia, entonces se deshace todo aquello.
Cuántas veces me han dicho: <<Cuando me envuelven las emociones me quedo atrapado en ellas.
¿Qué puedo hacer para salir de mis emociones?>>.

Las emociones negativas son terribles, acaban con la salud de una persona, destrozan la vida no sólo de quien las tiene sino de todos los que le rodean.
¿Qué hacer con las emociones?
Sólo comprender; pero hay que saber lo que es comprender.

Cuando comprendes, despiertas del sueño de las emociones, despiertas del sueño de creerte que hay ahí una serpiente venenosa que te puede atacar, despiertas; y cuando despiertas, ya está.
Constantemente estamos buscando trucos pensando que <<aquello>> es una serpiente, es decir, desde dentro de la ilusión.
Estamos buscando muchísimas fórmulas, tácticas astutas para enfrentarnos con esa realidad ilusoria; hasta que descubrimos que aquello no era lo que pensábamos, que era pura apariencia, y en ese momento dejamos todos los trucos y dejamos la angustia de, por ejemplo, estar seguros a base de acumular dinero, de tener seguros de accidentes, de estar seguros contra la enfermedad, de tener cerca una clínica por si acaso, y todas esas cosas que están al orden del día.
Todo el mundo tiene un miedo terrible y busca unas ilusorias seguridades, pero luego la vida sorprende, no tiene en cuenta los seguros que la persona tenía, y ataca por el lado más inesperado.

SER


-.Remedios Varo.-

SER

Ninguna teoría –da lo mismo que sea social, religiosa, económica o política- nos puede decir cómo comprender la vida.
Se nos ha dicho que esas disciplinas aportan un sentido de la vida, unos ideales, unas ideas; pero peor que no tener ninguna idea es tener unas ideas que se enfrentan contra otras ideas.
No hay paz entre los que tienen unas ideas y los que tienen otras.
Incluso algunos llegan a matar por pensar de manera distinta a los otros.
Matan a los que tienen opiniones diferentes.
Hasta ese extremo se puede llegar.
Eso no es comprender la vida, desde luego.
Pero dentro del sueño nos parece que comprender la vida es tener unas ideas y discutir sobre ellas.
Para comprender de verdad es necesario que pasemos a un nuevo estado en la conciencia.
Entonces sabremos lo que es la sabiduría.

La sabiduría, por supuesto, no es saber mucho.
Se puede tener sabiduría sabiendo muy poco o no sabiendo casi nada, sabiendo apenas lo imprescindible.
La sabiduría no tiene nada que ver con tener conocimientos.

La sabiduría brota de un estado de comprensión.
Es un estado nuevo, no nos engañemos.
No se fragua en el pensamiento, no se crea allí; es un estado diferente de lo conocido.

Poner la mente contemplativa es colocarnos en la posición en la que ese estado nuevo puede aparecer, puede brotar.
En realidad, ese estado está siempre ahí, presente, de modo que términos como <<aparecer>> o <<brotar>> no son realmente adecuados ya que eso es Lo-que-Es.
La Realidad está ya ahí.
Como decía Jesús: <<Muy cerca de nosotros está el reino de los cielos>>, tan cerca que no hay distancia.
Las distancias siempre son pensadas, aparecen en el mundo de maya, de lo ilusorio, de lo medido.
En lo Real no hay distancias; lo Real está siempre ahí, en su sitio.
Cuando empieza a surgir un estado de atención en nosotros, un estado de lucidez, notamos que lo Real está ahí y que se expresa en nuestro psiquismo personal como un estado de plenitud sin necesidad de hacer nada.
Esto es extraño, porque para sentirnos bien parece que necesitamos tener una persona al lado, tener tantas cosas, etc.
Sin necesidad de nada puede existir esa plenitud.
No quiere decir que el cuerpo no necesite cosas.
El cuerpo necesitará abrigarse si hace frío, comida, etc.
Y también tiene necesidades según a lo que esté acostumbrado: si está acostumbrado a tantos grados de temperatura y le pones a otros más bajos, habrá problemas.
Los instrumentos necesitan unas condiciones y el cuerpo hay que cuidarlo del mismo modo que una máquina hay que ponerla en orden y un instrumento musical hay que afinarlo.

Pero lo que de verdad somos –porque ni remotamente somos el cuerpo-, lo que realmente somos no necesita nada para vivir en plenitud.
Y ésta es la satisfacción y la alegría de los sabios, algo que resulta incomprensible para aquellos que no han tocado la sabiduría.
¿Cómo un individuo que vive en una cueva y a quien nadie conoce, a quien nadie valora, que no tiene familia, que no tiene nadie que le quiera o que no es importante, cómo puede ser, sin embargo, que tenga esa expresión de alegría y de felicidad durante todo el día?
Descubramos eso.
Descubramos cómo es posible que de la comprensión profunda de la sabiduría brote ese estado de plenitud.
Plenitud es más que alegría, es una alegría sin objeto.
Porque normalmente la alegría la condicionamos a algo: estoy contento porque me ha pasado algo bueno, estoy contento por algo.
Pero cuando esa alegría es condicionada, no es nada, es echar agua en un cacharro lleno de agujeros: se va; rápidamente se va, porque aparece en el tiempo y desaparece en el tiempo.
Podemos darnos cuenta de ello, ¡es tan fugaz!
¿Cuánto dura la alegría de conseguir el deseo, después de haber estado años detrás, con voluntad para conseguirlo?
Nada.

Plenitud quiere decir que no falta nada.

<<Quien a Dios tiene nada le falta>>, se dijo.
Por supuesto, tener a Dios no es coger al personaje y mantenerlo al lado de uno.
Tener a Dios no es tener a alguien; es ese estado de presencia de lo Real.
Cuando se ha hablado de la presencia de Dios, se habla de la presencia de la Realidad, de Lo-que-Es, de Lo-que-Somos; es Aquello por lo que todo aparece, pero que no aparece sino que es.
Y se protesta, cuántas protestas ha habido del tipo: <<Nadie ha visto a Dios>>, <<Eso de Dios es un invento, porque ¿dónde está Dios?>>…
Lo Real no puede aparecer, porque lo que aparece está hecho de la nada.
Ese estado de presencia de lo Real, esa Realidad no aparece; es.

Nosotros, en la medida en que nos creemos que somos lo que aparece –nuestro cuerpo físico, nuestra altura, nuestra edad, género, condición, etc.-, en la medida en que creemos que somos lo que aparece estamos errando, no damos en el blanco, estamos equivocados; entonces nuestra vida tiene que ser necesariamente insatisfactoria.

En la medida en que vamos comprendiendo, despertamos a Lo-que-Es, a lo Real; y en esa medida, aparece en nosotros la serenidad, la paz, la alegría interior que no depende de nada, el amor como atracción a la unidad de la Realidad suprema, que es Una.
Por tanto, el amor es algo absolutamente necesario.
Si no hay división, si no hay separación, ¿cómo puede haber diferencias, conflictos, luchas?
Lo único que puede haber es amor.
La comprensión por tanto, no es algo que está encerrado, no es algo que está limitado al plano intelectual, como normalmente se cree.
La comprensión inunda absolutamente todo.

Comprender es ver desde la totalidad.
Para ver desde la totalidad es necesario que yo sea, que lo que ahora creo que soy se disuelva y que mi identidad se amplíe hasta la totalidad.
Ésta es una extraña situación para el pensamiento.
Mi identidad tiene que expandirse infinitamente, y entonces veo desde esa totalidad, desde esa identidad expandida.

Cuando mi identidad está limitada, estoy creando complicaciones por todos los lados, separaciones, luchas, conflictos debido a esa misma limitación de lo que creo ser.
Y las luchas y los conflictos que crean los demás excitan una reacción mía de la misma clase: acciones y reacciones en cadena surgen de mantenerse en un estado limitado, de creernos que somos lo que aparece.

No somos las apariencias, tengámoslo claro; no somos lo que aparece.
Lo que aparece no es nada, es una cosa ínfima.
Podríamos decir que es nada, como dicen los budistas, y diríamos la verdad: es una nada; es una nada coloreada por la Conciencia.

En el tiempo parece que esa nada tiene vida; pero el tiempo es creación también de la mente, el pensamiento está ocasionando el tiempo, digamos que el tiempo es un subproducto de este instrumento pensante que es la mente.
Sin pensamiento no hay tal tiempo, sin pensamiento desaparece la historia: la historia de la humanidad, la historia de un pueblo, la historia particular de un individuo, etc.

Cuando estamos más allá del pensamiento desaparecen todas las historias.
Lo-que-Es no le sigue el juego a la memoria, porque la memoria es el recuerdo de lo que aparece, mientras que Lo-que-Es no requiere memoria porque, como está siempre ahí de instante en instante, es eterno.
Lo que está en el tiempo requiere un aparato que lo grabe, que es la memoria, porque si no, se está yendo todo el tiempo; y aún con la memoria se va, porque la memoria se va también, puesto que también es un aspecto temporal.

Sólo hay una cosa que mantener en nuestra mente; dejemos todo lo demás, sólo una cosa hay que mantener: lo Real está aquí y ahora, es eterno, está fuera del tiempo, y la comprensión brota de vivir desde ahí, no de otra manera.

Todo, dentro de la manifestación está hecho de conciencia y es reflejo de la Inteligencia; pero cada plano se ocupa de su nivel correspondiente: el nivel físico se ocupa del físico, y el mental del mental, etc.

Soltemos esa identificación.
Creemos que nada funcionará si no nos identificamos con ello, pero eso no es verdad.
Todo funciona mal precisamente por identificarnos con ello, todo funciona mal debido a que tenemos esa angustia del ejemplo anterior, de creer que hay una serpiente cuando lo que hay es una rama.
Cuando veamos Lo-que-Es realmente, actuaremos de manera adecuada a Lo-que-Es.
Cuando en una persona hay atención, no actúa de manera inadecuada; actúa de manera adecuada, y con mayor sencillez, desde luego, porque es más sencillo tener delante un palo que tener una serpiente, mucho más sencillo.
Entonces, ¿la vida se hace más sencilla?
Sí, seguramente se hace más sencilla, pero sin duda se vuelve adecuada; es adecuada desde otro nivel, desde un nivel de comprensión.
Por ejemplo, una persona que está en la atención cumple con sus responsabilidades, llega a la hora que ha prometido llegar, hace lo que se ha comprometido a hacer, actúa sin distorsionar lo que los demás están haciendo, no perjudica a los demás.
Una persona que no esté atenta está en sus preocupaciones, está en sus enredos, en sus líos, no piensa en los demás, no se acuerda, se le pasa la hora a la que había quedado, se olvida de hacer lo que había prometido, etc.

La atención es una iluminación.
Puede suceder que te distraigas de alguna cosa, pero básicamente la atención es una iluminación.
Entonces, básicamente actúas de una manera adecuada.

Cuando hay comprensión no hay una despreocupación por el cuerpo físico, sino una atención en darle lo que es necesario y proveerle de un cuidado razonable.

La actitud de la persona con sabiduría, de la persona que comprende, es una actitud serenamente despierta.
La persona es serena porque sabe que lo Real, que lo verdadero no es en absoluto ni un peligro, ni un conflicto, ni una desaparición, ni una muerte, ni nada de eso.
Lo Real está ahí, es eterno, es siempre, y esa certeza produce la única confianza verdadera.
No es que produzca <<una>> confianza, sino <<la única>> confianza verdadera.

El intuir, el contemplar o el unificarse con lo Real son las tres etapas que van produciendo la única confianza verdadera; las otras no son verdaderas: ni el confiar en personas, ni el confiar en la economía, ni el confiar en la tradición, ni el confiar en las autoridades científicas o religiosas, ni el confiar en nada.
La única confianza verdadera, y la única libertad verdadera, es la que nace de lo Real.
De esa comprensión y de esa serena lucidez brota la única verdadera libertad.
Las otras cosas son caricaturas de la libertad; no es verdadera libertad, sino lo que creemos que es libertad.
Hacer lo que quiero en un momento dado suele estar movido por corrientes, energías, impulsos, ideas que no veo.
Eso es hacer lo que quiero.
Cuando todo eso se ha comprendido brota la verdadera libertad: la libertad de ser lo que realmente soy en un instante eterno.
Nada de lo que aparece es real.
En este sentido, ser libre es no estar limitado, no estar condicionado.

La libertad es no estar limitado por nada, no estar coaccionado por nada, no tener ningún condicionante, no repetir.
En otras palabras, ser nuevo en cada instante, eso es ser libre.

Tiene que estar bien atado al mástil, bien centrado en ese foco de luz que es tu verdadera naturaleza para que no te dejes llevar por esas voces ilusorias del pasado, siempre del pasado.
Porque lo eterno no habla de esa manera espectacular, lo eterno no es así, no es un canto que entusiasma, que hipnotiza.
Lo eterno está siempre ahí, y es necesario aprender a escucharlo.
Coloquemos nuestra identidad en otro lugar distinto para poder escuchar aquello que es eterno, que no pertenece al pasado.
¿Estamos despiertos para vivir?
¿Estamos lúcidos?
¿Hay sabiduría en nuestra vida?

SER


-.Remedios Varo.-


SER

A la sabiduría no se le puede atribuir ninguna religión o ciencia; no busquemos de manera tan inmadura.
Sólo hay un camino: la propia conciencia del que investiga.
Es en nosotros mismos el único lugar donde podemos hallarla.
Compartir, intercambiar, animarnos unos a otros, como lo estamos haciendo ahora, es algo que debemos hacer cada uno de nosotros.
Estamos acostumbrados a pensar que el ser creyentes de una religión basta para <<salvarnos>>, pero eso significa falta de lucidez, pues ser creyente significa aceptar algo que me dicen de fuera, algo que está establecido con un objetivo para conseguir algo.
Las religiones, sectas o sociedades de cualquier clase son grupos de poder que, no es que no tengan que ver nada en absoluto con la sabiduría, sino que se forman en torno a unas ideas que se aceptan sin sabiduría.

Hay sabiduría cuando podemos ver el paso del tiempo serenamente, cuando podemos verlo tal y como es.

En el momento en que entramos en el ámbito de la sabiduría todo es nuevo, todo es único, y el pasado y el futuro no tienen ninguna importancia, ya que son imaginación de nuestra mente; no son Lo-que-Es.

Un punto muy importante en la práctica de lo que significa vivir con sabiduría: es el captar el instante presente.
El instante presente no es nada, porque cuando nos preguntamos dónde está ya se ha ido.
Estar en el presente implica captar lo inasible, lo que el pensamiento no puede captar por ser instantáneo.
Mantenerse así, en un punto de equilibrio, en un instante que se escapa, nos parece difícil, pero vamos a ponerlo más difícil todavía: mantenernos durante todo el tiempo ahí, hasta deshacer el tiempo.

No hay ninguna dificultad.
Sólo es difícil para el pensamiento, que vive en la continuidad del tiempo, pero es absolutamente natural y espontáneo cuando no se está en el pensamiento.
Es algo que debemos descubrir cada uno de nosotros.

Cuando no estoy proyectando ni hacia el pasado ni hacia el futuro, ¿dónde estoy?
Esto es lo que tenemos que investigar, esto es abrirnos a una dimensión nueva.
Seguro que algunos ya lo hemos descubierto, ésta es una primera etapa; luego viene vivir desde ahí, que, pase lo que pase, ninguna sacudida nos lleve al pasado o nos proyecte al futuro donde se crean deseos y miedos.
La vida, en su inteligencia, nos va poniendo todas las situaciones necesarias para que comprendamos y nos liberemos.

Vivir en el presente es algo que el pensamiento no conoce, y pensamos que es algo aburrido y repetitivo.
El pensamiento es útil cuando ocupa el lugar que le corresponde, pero nos hemos identificado con él y así hemos fabricado una cárcel.

La salida mágica es la siguiente: De lo condicionado se sale comprendiendo que no soy nada de lo conocido, ya sean pensamientos, deseos, emociones, situaciones, etc.
Entonces salgo de ahí y empiezo a vivir con sabiduría.

Mantenernos simplemente despiertos, dándonos cuenta de todo, es la única forma de comprender y liberarse.
Cuando estamos en el pensamiento es cuando tenemos muchas pegas, pero el estar alerta, el darnos cuenta abrirá todas las puertas.
Ése es el único camino.
La verdadera manera de llamar a la puerta no es invocar a un Dios misericordioso que me premia o castiga según su humor; eso es infantil, son historias.

Todos los problemas surgen de la inatención.
El despertarnos nos deja libres de todo, ya que no somos la persona, sino la luz.
Ya no viviremos con angustia ni miedos; desaparecerán, y sólo estaremos atentos a lo que vaya surgiendo naturalmente, momento a momento.
Cuando veo que no soy la apariencia ni dependo de las apariencias, entonces sé lo que es vivir con sabiduría.
Las personas que viven estos estados y los pueden enseñar, tienen un estado de serenidad y paz profunda, de amor hacia todos sin condiciones, son espontáneas, la vida actúa a través de ellas.

Si me mantengo libre y despierto, entonces vivo con sabiduría.
No sé lo que haré, pero viviré en libertad, desde un amor incondicionado, que es lo que soy: la Conciencia Única.
Es un estado de paz, de belleza, de amor espontáneo; es la verdadera naturaleza del ser humano.
Al descubrirlo en profundidad, empiezo a vivir con sabiduría un nuevo estado de ser ajeno a la mecánica determinista que nos rodeaba mientras no comprendíamos la vida.
Es el descubrimiento de la verdadera libertad.

SER


-.Remedios Varo.-


SER

Hemos dicho que la sabiduría no es una cualidad que se tiene, sino que el ser humano tiene la posibilidad de abrirse a la sabiduría, a lo Real, a su verdadera naturaleza, y que esto no se hace mediante conocimientos o informes.
Estamos abriendo internamente ese camino, que no tiene ninguna meta.
Es ampliar la conciencia sin límites.
No está hecho de etapas, está hecho de nosotros mismos.

Nosotros somos el camino, estamos abriéndonos a nosotros mismos desde lo profundo de nuestro ser, desde lo que intuimos como lo más sincero.
Desde otro punto de vista se puede decir que el camino se hace con mayor sinceridad.
Es un camino sin calificaciones, sin errores.
Nuestros extravíos no tienen importancia, tampoco los de los demás; ambos se quedan en la superficie pensada.
En este camino siempre estamos empezando aquí y ahora.
Somos siempre nuevos.
Podemos preguntarnos: <<¿Pero no tenemos un pasado por detrás?>>.
Pero ¿quién tiene pasado?
El pensamiento es el que nos lo recuerda, pero no es nada real.
Tenemos que darnos cuenta de que estamos naciendo en cada instante.

Sabiduría es tomar conciencia de ello y vivir en consecuencia.
No es un ideal, es la verdad de lo que la vida es, el verdadero significado de lo que es vivir; así de sencillo.
El sentido de nuestra vida es muy simple: descubrir lo que son las apariencias, dejarlas caer y quedarnos con lo Real.
Eso es para vivirlo totalmente consecuentes con ello.
Es saber que no existe el tiempo y vivir a partir de ahí.
Es saber que el pasado lo inventa el pensamiento, por lo que el argumento de la vida se ha creado en el tiempo.
Si veo que esto es verdad, debo vivir en consecuencia.
Descubrir estas verdades conlleva ser coherentes con ellas y vivir de acuerdo con ellas.
Todo esto es para ser vivido.
Cuando lo vivo, lo soy.
No son opiniones ni teorías filosóficas, religiosas o psicológicas; no es nada de eso.
Es algo constatable en cada instante de nuestro vivir, es un descubrimiento que se hace en mí mismo.

Cuando investigamos es para descubrir, vivir y ser esa verdad descubierta.
Nos parece muy fuerte, porque solemos tomarlo de una manera superficial, pero no es algo para recibirlo con la mente o con el corazón.
Cuando se descubre una verdad así, eso debe transformar completamente nuestra vida; y la vida efectivamente se transforma cuando vivimos esa verdad.
Mente y corazón se unifican en la luz.

Si me doy cuenta de que el pensamiento crea el pasado debido a que le doy realidad en lo psicológico, me libero al comprenderlo, mientras que si me doy cuenta de que sigo creyéndome los pensamientos que pasan en la superficie de mi conciencia, si eso me sucede, ya sé que no estoy viviendo con sabiduría, que estoy atrapado.
Para salir de ahí de nada me vale la erudición ni leer libros de personas que vivieron o viven en sabiduría.
Todo ello tiene el valor de que puede propiciar que lo viva yo también, pero la sabiduría es el descubrimiento de la verdad en mi propia conciencia.

Investigar es un empujón para que nuestra vida se transforme verdaderamente.
Descubriremos la verdad para ser totalmente transformados por ella.
Deshacemos lo que nos ataba, lo que nos limitaba una y mil veces en formas establecidas.
Deshacemos las formas pensadas al mirarlas con una mirada nueva, diferente, desde la verdad.

Tenemos la creencia de que estamos enfrentándonos a realidades objetivas, y nos dejamos llevar por todo al hacer lo que los demás hacen o dicen.
Lo cierto es que somos nosotros quienes creamos esas realidades con las cuales nos enfrentamos: falta de amor, armonía, ignorancia, tristeza y todo lo demás que ya conocemos.
Así surgen nuestros problemas, y después buscamos inútilmente una solución para cada uno de ellos.
Todo eso es imaginado; nada se resuelve fuera, donde buscamos la solución.
De lo que se trata es de no crear ningún problema más.
Si mi mente crea más problemas y trato de buscar soluciones, no vivo, porque lo hago enajenado.
Debo ir directamente a la causa: deshacer mi identificación con la memoria psicológica.

La memoria y el pensamiento son útiles, aunque son instrumentos limitados.
El problema es que hemos creado una realidad psicológica por el hecho de identificarnos con ellos, y eso nos suscita emociones.
Lo psicológico no es una realidad objetiva sino que es lo que me pasa a <<mí>>.
Pero podemos hacer un silencio en ese ámbito; eso es sabiduría.

El verdadero silencio, es silencio del ámbito de lo psicológico, y aparece cuando se ha dado paso al discernimiento.
Consiste en ver las apariencias como apariencias, en contraposición a la visión normal, en que acostumbramos ver las apariencias como realidades.
Con discernimiento vemos las apariencias como lo que aparece; la mente no tiene nada más que hacer que ver las apariencias.
Lo Real está siempre ahí, permanece, es lo que queda.
Cuando no me engaño con las apariencias, mi verdadera naturaleza, es decir lo Real es lo que está ahí, no tengo que hacer nada más.
Vivir en sabiduría no es mejorar la vida; eso no tiene sentido.
El verdadero sentido de avanzar por el camino es librarnos de lo falso.

Una vez que nos hemos dado cuenta de que lo que aparece no es Lo-que-Es, ¿quién perdería el tiempo en arreglar lo aparente?
Si vemos lo que es irreal, lo inteligente es ir a lo Real.

La cuestión es despertar, no adquirir cualidades.
Cuando vamos deshaciendo lo irreal, ese lugar que se vacía lo habita la sabiduría, la claridad, la lucidez, la serenidad, el amor incondicionado y total que no depende de nada, la belleza sin forma ni objeto, simplemente en sí misma, la paz profunda, la armonía.
Cuando se despierta se sustituye el mundo psicológico por el mundo de la sabiduría.

Esto se va haciendo suavemente al ir descubriendo que lo que vivía eran apariencias, no realidades.
El trasvase se va haciendo solo.
A esto se le ha llamado <<la eliminación del “yo”>>, y es absolutamente liberador, ya que tras el <<yo>> está toda esa serie de cosas tan repetitivas que carecen de sentido.
Cuando desaparece el <<yo>> se lleva tras de sí toda la parafernalia psicológica.

Esa barrida que hace la sabiduría es definitiva, y va tan rápida como sean nuestra contemplación de la verdad y nuestro desengaño del error.
Aquello que se ha eliminado por sabiduría no vuelve más, se acabó.
Una vez que he visto algo y lo comprendo, nunca más me atormentará en la vida.
Por eso debemos comprender, por eso debemos tener la mente despierta para esa comprensión nueva.

Es importante que vea cómo está mi cuerpo-mente y mis hábitos de vida.
No cambiarlo, sino verlo.
Debo darme cuenta de que todo lo que está sucediendo en mi vida es consecuencia de mi manera de verla.
Cuando mi visión cambia, adquiero sabiduría.
Entonces mi vida se crea de otra manera, pero ello ocurre a partir de lo que he visto y comprendido, nunca con voluntad, que no conduce a nada.
Mi vida será la expresión de mi comprensión.
Tal y como esté situada mi conciencia, mi vida será más o menos armoniosa, ordenada, clara.
Eso siempre será así, es inevitable.

Hemos visto que hacer silencio es hacer silencio de lo psicológico.
Si nos quedamos en una actitud de serena quietud, la lucidez, todo lo que venga de la actitud condicionada o psicológica deberá ser desoído.
Por ejemplo, si viene a la mente un recuerdo del pasado, se retira suavemente.
¿Cómo lo hacemos?
No hay más que una manera, y es no tomarlo en cuenta, no darle realidad.
Todo lo demás que intente será un fracaso.
Sólo debo ver que no me interesa, y quedarme entonces en silencio serenamente.
Es una actitud interna de no dar realidad a nada condicionado.
Todo esto también vale para los planes de futuro.
Lo que vale es el instante presente vivido con lucidez.
La liberación de lo falso pasa por mantener esa lucidez.
Mi trabajo consistirá, tanto en contemplación silenciosa como en la vida, en no dejarme llevar por ningún pensamiento.
Sólo los pensamientos útiles de tipo técnico deben ser escuchados.
El ámbito de lo psicológico se ha creado a espaldas de la sabiduría por no comprender.
Así se ha creado mi historial, que consta de todo lo que no he comprendido.
Al hacer silencio, ese historial puede desaparecer.

Se pueden distinguir dos maneras de acercarnos a este camino de sabiduría.
Aunque son lo mismo, desde fuera se pueden ver como diferentes.
Una manera es hacer momentos de silencio para poner la mente contemplativa en soledad, lo cual significa no estar pendientes de las situaciones externas ocasionalmente, con el fin de tornar la mente contemplativa.
Esto lo haremos tanto más cuanto mayor sea nuestra vocación de descubrir la verdad.
Otra manera es hacer esto mismo en cualquier momento; a ser posible, siempre.
Me coloco entonces permanentemente en esa actitud, en ese silencio de lo psicológico donde no hay nadie que quiera, piense, necesite.
Es un vacío de mi <<yo psicológico>>, y la mente se queda contemplativa.
Mi actitud contemplativa se irá ampliando con naturalidad.
Desde ahí todo lo que haga será la respuesta en la acción, pero yo no hago nada realmente; veo que viene el reto, veo que es para mí y respondo, sin intermedio de emociones psicológicas.

No son diferentes los momentos de meditar y de actuar en interrelación.
Es una unidad.
Lo importante es ver cómo está colocada mi mente, a qué doy o no realidad.
Cuando lo hago como un experimento, en soledad, es sencillo.
Llegará un momento en que esta actitud silenciosa se convertirá en mi naturaleza, y entonces permanecerá como expresión espontánea de mi verdadero ser.

SER


-.Remedios Varo.-

SER


-.Leonora Carrington.-


SER
-.desde el Silencio del Momento Presente, sin pasado y sin futuro:
Om Shanti, Shanti, Shanti
Om Paz, Paz, Paz;
por amor al Sí Mismo Real de Todo que es Eterno.-
SER


-.Victor Bauer.-

SER

-.Amor desinteresado.-



SER