SER
-.desde el Silencio en Espíritu y en Verdad.-
SER
=.Usa tu propia luz
para retornar a la fuente de luz.
Esto es practicar la eternidad.=
Tao Te Ching, 52
SER
-.Dña. Consuelo Martín.-
Doctora en filosofía por la Universidad Complutense de Madrid, en 1981 le otorgó el título de doctora cum laude en Filosofía por su tesis Conocimiento y Realidad.
Especialista en filosofía advaita (no-dual) de la India.
SER
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2008. Madrid.
info@editorialdilema.com
I.S.B.N.: 84-96079-05-8
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SER
=.Sólo es posible la ayuda a quien ya siente los síntomas del próximo alumbramiento de la verdad.
Para ellos son estas reflexiones, para ellos la expresión racional de la evidencia nacida en lo íntimo de la conciencia.
¡Que este libro llegue a cuantos están ya <<embarazados>> de la luz interior!
Que la lectura de estas páginas les acompañe en esta magna tarea: el reconocimiento del resplandor de la luz que somos a todos los niveles existenciales.=
-.Consuelo Martín.-
de la Introducción:
El mismo que investiga, es a la vez el objeto de estas investigaciones.
No puede ser de otra manera si es la conciencia la que queremos iluminar.
La palabra investigación se emplea aquí con un sentido muy definido: Es la apertura a la intuición verdadera, y a la contemplación de lo real.
Los métodos siempre llevan a alguna parte y no queremos ir a lugar alguno.
Sólo ser luz.
Investigar por amor a la verdad, para serla.
Investigaremos sobre la realidad, desde nuestro mismo vivir.
Desde el vivir la realidad que conocemos y la realidad que somos.
¿Qué será entonces la Verdad?
Será lo verdadero como estado de ser, o mejor como puro ser.
Esta es la vocación de la sabiduría, la que tienen todos los amantes de la verdad.
¿Habrá alguien que no lo sea?
Y desde ese innumerable número de amantes, es la verdad la que se busca a sí misma.
Ser sabio no es saber muchas cosas, es aprender a vivir en cada instante, siempre nuevo, desde lo desconocido.
Y eso sólo es posible si puedo descubrir esa luz que está en mí iluminándolo todo.
Ser sabio es no saber nada y saber todo simultáneamente desde la luz.
SER
-.extracto de:
INVESTIGACIÓN - II
=.LA REALIDAD DE LA PROYECCIÓN.=
Podemos deducir que estamos más despiertos cuando nuestra conciencia está en atención, cuando está más en sí misma, menos dispersa.
Es entonces cuando tienen más realidad nuestras vivencias.
Si hay más atención porque hay más interés, habrá más realidad en la vivencia.
Más o menos intensidad de la conciencia es sinónimo de mayor o menor realidad.
Por efecto de la ilusión que produce la conciencia dividida, proyectamos esa realidad hacia un espacio exterior inducido, es algo así como una película que surge del foco que la proyecta.
Al concentrarnos más, al estar más atentos, más fuerza damos a la proyección de la película.
Hasta que un día nos damos cuenta de que esa realidad que vivimos se apoya en la intensidad que estamos poniendo en nuestra mirada.
Estamos tomando la realidad del único sitio donde se encuentra, del Ser.
Y es entonces cuando empezamos el camino inverso al que llevábamos.
Dejamos de buscar las cosas, las realidades proyectadas y empezamos a estar atentos a la realidad una.
Observemos ahora mismo, como damos realidad a esa proyección.
Aprendamos instantáneamente a separar la sensación de lo real que viene del Ser, de las sensaciones de objetos proyectados.
Se trata de separar al espectador del espectáculo.
El espectáculo está compuesto por imágenes, formas a las que clasificamos en conceptos, ideas, palabras.
Nuestro error consiste en mezclar esta sucesión de formas y conceptos, esta representación de la conciencia cuya naturaleza es relacional, inesencial limitada con la realidad intuida.
Cuando empiezan a despuntar dentro de nosotros los primeros brotes de la plenitud del ser, ese despertar de una conciencia lúcida, esa sensación de realidad unitotal, no podemos confundirla con nada.
Estamos ante lo sagrado, lo impensable porque es de la naturaleza de lo absoluto.
Al mismo tiempo nada hay fuera de la realidad, por lo que Aquello está en todo y cada cosa.
Lo que separa unas personas de otras, las diferencias en ideas, sentimientos, los diversos matices que hacen este universo múltiple y variable, no son sino formas, dibujos ordenados según conceptos y palabras, no son sino representaciones que la conciencia hace de sí misma.
Y ¿tienen alguna existencia real las proyecciones?
La existencia que queramos darles, según el momento relativo en que se encuentre nuestra conciencia.
Todo lo objetivado, todo lo proyectado, es irreal mirado desde la verdad absoluta.
Ver con claridad el lugar que ocupa cada representación en el espectáculo inteligente del mundo fenoménico es discernimiento.
Es discernimiento sobre todo, saber que las imágenes proyectadas aparecen encubriendo algo como si existiera fuera de sí, es la causa del flujo constante de los fenómenos que tomamos como la realidad.
Estamos en un círculo ilusorio que nuestra manera de ver ha creado, <<la rueda de samsara>> la llaman en la tradición vedanta de la India.
Si nos hemos dado cuenta hasta aquí de que la verdad que buscamos no se puede encontrar en el estado de conciencia vigílica, tendremos que descubrir el funcionamiento de nuestra mente para desvelar el misterio.
Podemos observar en cada momento como hacemos esa transferencia de realidad, cómo a partir del Ser transferimos la realidad al espectáculo proyectado.
SER
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=.CAMINAR CON LA LUZ ENCENDIDA.=
El ir despertando más y más mediante la contemplación de la verdad en todas las situaciones es la base sólida en la que los estados elevados y los superficiales podrán armonizarse espontáneamente.
Mantener la identidad unida a la lucidez no es un camino espectacular, pero los pasos que vamos dando por él son definitivos para sanar nuestra mente e integrarnos en la totalidad de lo real.
El ser humano está desde abajo abierto al abismo de la energía fundamental, en tinieblas.
Y desde arriba está abierto, a la luz sin sombras del Ser.
Estos son los dos polos aparentes en la realidad humana.
Desde el abismo a la luz se pasa por múltiples estados más o menos oscuros o iluminados.
Si nos movemos por energías ciegas, desintegramos nuestra mente, la dispersamos hacia el abismo, si nos movemos por la inteligencia en la luz y hacia la luz se integra nuestra identidad en la totalidad de la conciencia.
La purificación de los errores, el orden y la armonía en las energías, lo establece la inteligencia espontáneamente desde la luz.
La luz puede percibirse desde el punto en que nos encontramos.
Si tomamos el hilo inteligente que desciende desde la luz a la razón, en cualquier momento la inteligencia puede ser nuestra guía.
Y en ella se integrarían los estados desconocidos de irrupción de energía o de visiones, en momentos de meditación.
La razón es el punto medio que se pueden asimilar los dos ámbitos, el sensorial, energético y el de la elevación trascendente.
Una vida sencilla, de acuerdo a la naturaleza, evitará el embotellamiento de la mente a través de los excesos sensoriales.
El alimento mental adecuado para mantener la mente en equilibrio es escuchar o leer la verdad, reflexionar sobre ella, amarla, contemplarla, vivirla.
El vivir auténtico consiste en mantener encendida la luz en cualquiera de las situaciones por las que tengamos que pasar.
SER
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=.EL ERROR BÁSICO.=
Cuando digo <<yo soy>>, a partir de la conciencia de ser que es plenitud total, en la que no hay división, aparece la primera ruptura.
Aparece al añadir el <<yo>>.
Es fácil ver que este es el error básico, y por eso para disolver todos los errores posteriores tendríamos que partir de ahí.
Desde que aparece el <<yo soy>>en la actividad natural espontánea, asistimos ya a la primera superposición, la identificación con el espectador.
A partir del <<yo>> surge un espectador y un espectáculo.
Al decir: <<Yo soy esto>>, <<yo conozco esto>>, enseguida aparecen las identificaciones con los objetos conocidos, sobre todo a través de la que se produce con el principal objeto de percepción, el cuerpo físico.
Lo que aparece como objeto primario es un cuerpo.
Es un objeto de mi conciencia porque lo veo, lo toco, lo siento.
Y con las sensaciones se ha fabricado esa estructura hecha de conciencia, de pura percepción, que es el cuerpo físico.
Es la identificación más arraigada, incluso en un hombre primitivo que no haya desarrollado la mente conceptual.
En nuestro lenguaje habitual podemos notar esta identificación, en la que se confunde el ser con el no-ser.
Confundimos el ser con una proyección o representación, cuando decimos, <<yo soy alto, soy bajo, estoy sano>>.
En castellano tenemos la diferencia entre el ser y el estar que no existe en otros idiomas.
Es muy útil porque marca una separación, que no sería posible sin esta diferencia, entre lo que se es aparentemente, o se cree ser, y lo que se es temporalmente.
La diferencia entre ser en el tiempo como los estados de ánimo, por ejemplo: <<estoy triste>>; también digo a veces: <<soy desgraciado>>, <<soy feliz>>.
Hacemos ahí una identificación de lo que es con lo que no es.
Colocamos el ser en el lugar de su proyección.
Cuando digo: <<soy inteligente>>, identifico la capacidad, la inteligencia del ser que se expresa en mí con la sensación de ser.
Pero realmente ni soy inteligente, ni soy torpe, ni soy bueno, ni soy malo.
El Ser es.
SER
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=.VER LO QUE ME ATA.=
Circunstancias proyectadas por el Ser, se viven en el tiempo y, siendo relativas y pasajeras, afectan sin embargo tan profundamente nuestra vida como si nos fuera en ello el mismo ser.
Puede que nos parezca esta investigación algo abstracto y sutil que interesa a los filósofos pero no a nosotros, personas normales que sólo pretendemos vivir mejor, ser felices.
Sin embargo lo que descubrimos aquí es para todos, porque sin este descubrimiento no estaremos libres para ser felices.
O estoy libre para ser lo que soy o no lo estoy.
Si estoy libre, la felicidad brotará de mi propia naturaleza, si no lo estoy, nunca se saciará mi anhelo de ser feliz, proyectado en las imágenes externas, en las personas, en las cosas.
Para estar libre y ser yo mismo, tengo que ver las identificaciones que me alienan, que me atan a lo otro.
¿Podré acaso ser libre y feliz sin verlas?
No, porque si no las veo están funcionando en mí todo el tiempo, me controlan, me dominan.
Sólo al verlas se derrumba la ilusión, la obra de teatro que vivo como real, y aprendo así lo que es la representación.
SER
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=.LA MENTE, IDENTIFICACIÓN Y EQUILIBRIO.=
La humanidad en general está anclada en la identificación con la mente pensante y cree que no es posible ir más allá.
Observo que puedo ver el tránsito de los pensamientos como algo completamente extraño a lo que soy.
Puedo observarlos asombrado.
No sé ni de dónde vienen, ni adónde van.
Hay un espectador, un observador que puede percibir la mente, su funcionamiento, cómo se forman los conceptos y cómo ponen orden en la realidad inconexa de las sensaciones.
Es el testigo, como se ha llamado en la metafísica advaita.
Es un testigo imparcial que no toma partido.
La mente, diferenciada ya, se compromete ante las cosas y dice: <<esto no me gusta>>, <<esto es interesante>>, <<esto es absurdo>>.
La mente se identifica y, como consecuencia de esa identificación, surgen las emociones.
Aparecerán mientras estoy en ese lugar, y me identificaré también con ese ámbito emocional que se formula como: <<soy desgraciado>>, <<estoy alegre>>, etc.
El testigo está libre de emociones, sólo ve.
Es inteligencia que se mantiene en equilibrio.
A través de la mente dual, el equilibrio se ha roto ya y aparecen los contrarios con su carga de emoción.
Cuando estamos situados en el testigo, en ese observador no hay emociones.
El espectáculo que se contempla no tiene polaridad, no existen los contrarios, con sus conflictos y dudas.
Se vive el equilibrio, que produce serenidad en todos los niveles.
No confundamos el estado de equilibrio de la mente que se expresa como serenidad, con un estado equivocado de indiferencia o falta de sensibilidad.
La indiferencia es dureza, ha tomado partido entre los opuestos: ha elegido el camino de <<no me interesa>>, <<no tiene valor>>.
En el equilibrio de las emociones es donde puede brotar la belleza en su forma pura y también el amor, sin el apasionamiento que suele enturbiarlo.
El observador es una apertura a la inteligencia del Ser.
Si quisiéramos retroceder un paso más en este camino que vinimos recorriendo, para ver como se produce la percepción, nos encontraríamos directamente con el Ser y allí no hay percepción posible.
Cuando estamos en el testigo no es posible explicar el paso siguiente porque no lo hay.
Lo que se encuentra inmediatamante es la unión del que percibe, lo percibido y la percepción.
No existe algo que se observa ni siquiera como testigo imparcial, sólo el Ser, lo que es, pero no aparte de los demás.
Es lo unitotal.
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=.EL CAMINO DE VUELTA.=
Hemos hecho el camino de ida.
Vimos cómo se produce la ilusión del conocimiento desde las primeras identificaciones, cómo nos hemos ido separando de la unidad original.
También andaremos despacio por el camino de vuelta, desde la percepción última, soltando las identificaciones hasta el testigo, avanzadilla del Ser.
Puede parecer que en este proceso de discernimiento se produce una ruptura con algo.
En las tradiciones religiosas se ha hablado de un desapego.
¿Desapego de qué?
Sólo soltamos lo irreal.
Nos desidentificamos, decimos, pero tenemos que desidentificarnos porque primero nos hemos identificado y el error, la ruptura con la verdad, consistió precisamente en la identificación.
Volvemos así a lo verdadero.
La desidentificación no es nada extraño, ni rompe con nada; es volver todo a su sitio original, volver a lo que es, dejar de tomarnos por lo que no somos.
Cuando dejo de creerme lo que no soy, el cuerpo y sus limitaciones (está caliente, está frío, está enfermo, está sano, es joven o viejo); cuando dejo de creer que soy las emociones (estoy alegre o triste), cuando dejo de creerme mis pensamientos, mis opiniones, cuando voy dejando de pensar que soy esto o aquello, entonces descubro lo que soy y disfruto ese descubrimiento.
No me he separado de nada, el desapego no ha significado ningún sacrificio, no tuve que renunciar a algo.
Porque no hay dos realidades, una, la que soy, otra, aquella a la que renuncio con sacrificio.
Sólo hay una, el Ser lo es todo.
Lo demás no es sino imaginación.
En este camino estoy, retrocediendo hasta el punto último, donde puedo percibir todo como representaciones de mi conciencia.
Me doy cuenta al mismo tiempo de que no estoy separándome de nada, no abandono nada, porque lo irreal sólo existió como ilusión en mi mente.
Todo lo que pueda concebir, no lo soy, todo aquello que conozco, formulo, defino, no es.
Da igual decir <<no es>>, que <<no soy>>, desde la conciencia de unidad.
No es fácil ver esto rápidamente sin una iluminación.
Estamos acostumbrados a creer que el Ser del hombre es una parte del Ser, o que hay muchos seres, así como hay muchos seres humanos.
Cada ser humano, nos parece, tiene su propia conciencia aislada de la de los demás.
¿Cómo es posible entonces que al decir <<yo no soy esto>> esté diciendo <<esto no es>>?
La conciencia no es divisible, no hay muchas conciencias, ni está fragmentada.
Sólo a través del esquema corporal, que se crea con la percepción de los sentidos y nuestra idea de separación, nos parece así.
Pensamos que hay tantas conciencias como cuerpos.
No hay nada de eso y podemos descubrirlo si lo observamos bien.
Cuando digo <<yo soy>> estoy limitando la conciencia, y más aún si digo <<yo soy algo>>, estoy identificándome con una parte que creo a base de sensaciones y conceptos.
Pero descubro lo que soy, al llegar a esa identidad profunda, sin haberme identificado con ninguna percepción en el camino.
Podríamos expresarlo así, ahora que lo comprendemos: <<yo no soy nada, pero soy>> o <<soy, pero no soy nada en particular>>.
SER
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=.UNIDAD Y MULTIPLICIDAD.=
Miremos todas las cosas desde lo real.
Si se miran desde ahí, no se ven cosas separadas, sólo se ve la unidad.
Cuando miramos con los ojos exteriores, vemos una multiplicidad de cosas, cuando miramos con los ojos internos vemos una sola cosa, lo que es.
La diferencia entre unidad y multiplicidad está en la manera de ver.
Ver desde los ojos de la verdad, es ver la unidad.
La multiplicidad sólo se puede ver como relativa dentro de esa unidad absoluta.
Es relativa porque lo múltiple es lo uno que aparece dividido en la dispersión de la mente.
Y todos los puntos que distinguimos, en esa unidad indivisible, no son sino relaciones e interrelaciones.
Todo depende de todo.
En momentos privilegiados notamos la unidad profunda porque intuimos, sentimos que somos uno.
Las personas que parecen separadas son dependientes porque son relativas; se sientes más oprimidas, limitadas e insuficientes cuanto más separadas se ven.
Y anhelando ser independientes y absolutas, porque la fuerza de la unidad está en ellas no obstante se piensan como seres separados.
El amor es el recuerdo constante de la unidad olvidada.
Por el amor vivimos lo absoluto en lo relativo y cambiante de la multiplicidad pensada.
Más allá de todas las posibles realidades que la luz proyecta, más allá de todo lo que puede una mente humana concebir, está lo real, infinitamente más cercano que todas las cosas porque es la posibilidad de cualquier realidad.
¿Se puede ver la unidad y la multiplicidad al mismo tiempo?
¿Es posible atravesar las apariencias e instalarnos en la visión misma, por la lucidez, sin dejar de ver esas realidades aparentes?
¿Y será posible también que en lo humano, quizás lo que más nos interesa, desde la presencia de la unidad que se expresa a partir del amor, traspasemos lo personal?
A veces se presenta la duda de sí esta investigación de la unidad de conciencia que acaba con la interpretación habitual de las relaciones humanas, no producirá indiferencia, falta de interés por los demás, ¿las relaciones personales perderán su encanto al diluirse en una indiferenciación?
El universo está compuesto de muchos planos y cada nivel relativo tiene su belleza que apunta a la totalidad, tiene su inteligencia que ilumina por la luz de la unidad.
Cada individualidad tiene su manera peculiar de expresar lo uno, y precisamente en su particular y única manera de expresarlo, brilla la inteligencia de la unidad, su origen.
En cada punto del espacio-tiempo, en cada insignificante resplandor de la luz primera, se expresa la realidad que por ser sin tiempo, sin espacio, sin límite, cabe en un instante, en un punto y en la totalidad impensable del Ser uno.
Así es posible todo el juego de relaciones, vigilado por la mirada inteligente de la realidad totalizadora.
Y el amor humano se puede vivir sin la idolatría de ver lo relativo como absoluto, porque es posible amar lo absoluto, lo único digno de amor desde lo relativo que aparece.
Para eso, viviendo lo particular, profundizando en ello, guiados por el anhelo de plenitud, desde un punto limitado podemos abrirnos al absoluto ilimitado.
También a partir del estado de vigilia hay una apertura a todos los estados posibles porque la conciencia es una y desde cualquier punto se puede intuir, ver y vivir la totalidad.
SER
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=.AL DARME CUENTA.=
La visión imparcial, impersonal de todos los objetos de conciencia a través de los distintos estado, se da en el simple <<darse cuenta>>.
¿En qué consiste este darse cuenta?
¿De dónde procede y de qué está hecho?
Es puro concienciar no identificado con las proyecciones de la conciencia.
Es lo real antes de perderse en múltiples realidades relativas.
La diferencia que aparece en el estado de vigilia entre conocer y ser no es verdadera.
Si al desidentificar nuestra visión, hemos ido descubriendo la realidad en sí y la hemos diferenciado de la realidad proyectada, sabremos que conciencia y realidad no son dos cosas sino una.
Investigando acerca de nuestra manera de conocer nos encontramos con algo inconcebible; nuestro conocimiento no es verdadero hasta que somos el conocer mismo.
Libres de las identificaciones inconscientes, vemos que no somos ningún objeto de conciencia, que somos la conciencia misma que ve.
Conforme vamos acercándonos al conocer verdadero, vamos acercándonos también a la realidad.
Notamos la evidencia de realidad al comprender lo conocido.
La visión verdadera es originaria, no es visión de cosas.
No sale de sí misma, no se aliena confundiéndose con las representaciones que está creando.
Permanece fiel a su propia realidad, es.
Y el ser es un ver que se ve a sí mismo.
En la investigación profunda sobre mi realidad que es la realidad, surge con una evidencia cada vez mayor esta identidad entre el Ser y el conocer.
Y comienza con el testigo del conocimiento.
El conocer que no es conocer de ninguna cosa, la conciencia que está en sí misma, que no se mira en ningún espejo sino que se mantiene en su ser, produce una intensidad de atención totalizadora, un estado de pura conciencia en el que descubrimos lo nuevo, lo verdadero de la realidad que somos.
Aquí se abre el gran abismo existente entre el conocimiento de información y aquél que tradicionalmente se ha llamado sabiduría.
SER
SER
=.LO CONOCIDO Y LA VERDAD DESCONOCIDA.=
Crecer en sabiduría no consiste en llenar de ideas nuestro vacío de ser.
La sabiduría no necesita erudición o información, no necesita nada el sabio fuera de sí mismo.
El mismo es la luz para sí mismo, su misma mirada le ilumina e ilumina todo, porque viene del origen.
La sabiduría parte de la paradoja <<sólo sé que no sé nada>> como confesaba Sócrates.
¿Es esto un saber?
Esto no es un saber más, es el principio de la autonomía de la conciencia, el primer paso para poder ser iluminado por la propia luz.
Los saberes limitados y concretos nos llevan a parcelas limitadas también, de realidades relativas.
El deambular por estos ámbitos siempre incompletos aunque interdependientes nos mantiene en una insatisfacción de base, en el anhelo insaciable de totalidad.
El conocimiento iluminado por la sabiduría, nos libra de la necesidad de saber mientras descubrimos el ámbito infinito de lo desconocido.
Cada vez que conocemos alguna cosa en particular, no disminuye el campo de lo desconocido porque es infinito.
Podríamos pensar que los conocimientos científicos, la técnica, la sicología, tantas parcelas que hemos conquistado de lo por conocer, irán reduciendo nuestra ignorancia.
Pero no es así, lo que sucede es lo contrario: más conocemos, más notamos la ignorancia.
El conocer es algo así como una esfera limitada en su superficie por lo desconocido, por la ignorancia.
Conforme voy aumentando la esfera de lo conocido, aumenta también mi contacto con lo desconocido, pues la superficie de fuera aumenta también.
Todo conocimiento limitado, relativo, cuando es sincera mi necesidad de saber, produce en mí una sensación interna de ignorancia en lo fundamental.
Al sentir la ignorancia fundamental que ningún conocimiento puede llenar, la conciencia comienza a replegarse sobre sí misma, dándose cuenta de que no hay nada que buscar en las proyecciones, empieza a mirar la luz que las ha originado.
Por eso la toma de conciencia de la ignorancia de origen no es desesperante sino todo lo contrario, es el primer paso hacia la serenidad y la plenitud interior.
Cuando me llenaba con saberes sobre cosas, sentía angustia, cuando me vacío por la sabiduría, conozco muy pocas cosas o quizás muchas, no me importa, todas ellas, todo lo que aparece en un conocer, es dibujado por la luz que surge en el silencio de mi conciencia profunda.
Al surgir la sabiduría, nadie se hace sabio.
Porque la comprensión total no es una adquisición más.
El ser humano se va haciendo consciente de que el vacío de lo conocido, el silencio de los conceptos y de las realidades convencionales, está lleno desde siempre por la presencia de lo real.
SER
=.LA LLAMADA DEL SER.=
Aprender a escuchar el silencio de la conciencia originaria, es el aprendizaje de nuestra vida, el único en el que descubrimos el verdadero sentido de ella.
En el cuidado, en la preocupación por las cosas, por los objetos de conocimiento se nos va pasando la vida.
Al escuchar la llamada del Ser, nos despreocupamos, dejamos de estar concentrados en los símbolos de lo real, que son las cosas conocidas, para aprender a ser.
Esta despreocupación no produce un caos, porque no perdemos las cosas en otras cosas, perdemos las cosas en el Ser que es origen de ellas.
Y por eso nuestro descuido, al ir mirando lo esencial, produce orden y armonía en lo relativo.
Para escuchar la llamada del Ser que se da en el silencio, tenemos que aprender a escuchar de una manera nueva.
La atención habituada a oír lo que hace ruido y se agita, tiene que dejar paso a un escuchar lúcido e inmóvil que va destacando en su transparencia la misma presencia luminosa del Ser.
La atención a la presencia total mueve y armoniza todo desde dentro y la transformación en la conciencia es totalizadora porque todo se reorganiza desde la visión de la unidad.
La verdadera renovación brota de nuestra manera de ver porque lo único que penetra en lo real es la visión realizadora que es la única realidad, aquella luz que soy.
Nadie puede penetrar en el interior del ser humano desde fuera para renovarlo, cambiarlo, sólo la luz que le transforma le realiza a través de su propia visión.
Desde lo profundo de la conciencia va produciéndose la representación de realidades, hasta la última sensación, hasta el último átomo de conciencia material que vemos estructurado en un cuerpo físico.
Cuanto más profundo es el movimiento que nuestro cambio de visión produce, menos ruidoso, más sereno y callado.
En el silencio se va fraguando casi imperceptiblemente a los ojos externos, la revolución de la conciencia nueva.
La llamada del Ser que comenzó en el deseo de los objetos proyectados, se escucha directamente en el infinito espacio de la conciencia que abre la visión verdadera.
Porque nos sentimos separados del Ser tenemos deseo de conocer, de poseer algo, pero al descubrir la verdad que ilumina nuestra realidad, se diluye todo deseo.
SER
SER
=.LA PARADOJA DE LA CONCIENCIA.=
Lo que es, es siempre, el ser humano es la plenitud de la conciencia si no está identificado con sus representaciones.
El ver lo que es construye.
No sólo proyecta sino que realiza.
Es arquitecto y constructor a la vez.
Ver es ser, ver en totalidad es ser totalidad.
Si veo la verdad íntegramente, la soy, si la veo parcialmente no la soy, la pienso.
Mientras contemplo más intensamente la verdad, la realizo en mí también con más intensidad.
La conciencia alienada es una conciencia que se fue de sí porque quería abarcar muchas cosas, y perdió lo único real, su propia identidad.
Como aquel hijo pródigo de la parábola que cuentan los Evangelios, aquél que se fue de casa de su padre porque quería experiencias más interesantes que las que tenía allí.
Como todo ser humano que se va en busca de experiencias sensoriales o en busca de conocimientos, cuando el hijo pródigo después de pasar por unos cuantos desengaños o frustraciones vuelve a su casa, vuelve a su origen.
Al tomar conciencia de lo que está sucediendo, la fuerza de nuestra propia identidad se concentra en sí misma, la mente se unifica.
La integración adopta una manera armónica mientras que el movimiento hacia fuera es desarmónico.
Nada queda excluido en esta integración, la comprensión lo coloca todo armoniosamente en su lugar.
La conciencia se va centrando en un punto único y desde allí se produce la verdadera amplitud.
Se produce expansión en la totalidad, mientras que en la dispersión la conciencia se limita
Cuando voy descubriendo mi identidad descubro que coincide con la identidad absoluta del Ser.
¿Es posible mayor amplitud que la totalidad del Ser?
Comprenderemos aquí la paradoja que surge en el camino de la conciencia.
Cuando me voy separando de todo para llegar a lo que realmente soy, desde allí lo acepto todo, lo reconozco todo, en la armonía.
La integración es inteligente, sin identificaciones pero con la aceptación de todos los niveles relativos.
La conciencia sigue haciendo sus representaciones, se siguen formando conceptos, todo sigue funcionando normalmente.
Pero al no estar identificado, aferrado a cada aspecto relativo, no se produce distorsión.
Aprender a ser es aprender a no ser nada, es dejar un espacio para serlo todo.
Si comienzo por querer ser muchas cosas, me estaré vaciando cada vez más de lo que es, mientras que si me vacío de todas las cosas por comprensión, me llenará desde dentro de lo real.
¿Se puede explicar esta vivencia que tanto contradice el pensamiento habitual?
Viéndolo, viviéndolo lo comprenderemos.
SER
SER
=.PLENITUD EN EL SER HUMANO.=
La conciencia total es inteligencia total, no necesita inteligibles objetos por conocer, es inteligencia en sí misma.
Allí donde conocer y ser son una misma cosa, se produce un silencio de conceptos, de formas, de leyes, un silencio de inquietudes, de deseos y ambiciones.
En el punto donde la conciencia deja de ser conciencia de algo y se identifica con el Ser, empieza a surgir la paz, la serenidad que va inundando todos los rincones de nuestra alma.
Mi persona no puede abarcar lo que es, no puede encerrar el silencio de lo absoluto, pero este silencio infinito si puede envolver completamente la persona que creemos ser.
El ser humano puede estar pleno de ese silencio total y vivir como algo limitado dentro de lo sin límites.
Así como los peces están en el agua, como su natural ambiente, así nuestra persona, expresión relativa de lo Absoluto, se mueve, respira y vive su plenitud en el Ser.
Lo único que es, es el Ser; nuestra persona cree ser algo en particular, crea un mundo y representa un papel en ese mundo creado, pero su plenitud sólo la encontrará en el Ser desde ese silencio de fondo que la envuelve por fuera, que la sostiene desde dentro, el silencio de la conciencia una.
El ser humano llega a ser lo que es verdaderamente en la coincidencia de la conciencia con la realidad, donde el conocimiento desaparece en la luz.
¿Y que podríamos decir que es el ser humano desde esta nueva visión?
Nadie de lo conocido, todo desde la luz del Ser.
Es plenitud.
Los vitrales de las catedrales sólo muestran su verdadera belleza cuando los atraviesa la luz.
Los colores tienen vida porque la luz está detrás, sin ella nada serían.
Nada somos si no estamos iluminados.
La lucidez del ser es nuestra fuerza, nuestra inteligencia, nuestra alegría.
SER
SER
=.desde el Silencio del Momento Presente:
OM SHANTI SHANTI SHANTI
OM PAZ PAZ PAZ
SER
SER