jueves, 3 de abril de 2014

La búsqueda espiritual.(3). Ramesh Balsekar. OM.


SER


SER



.Sri Ramesh S. Balsekar.
(1917-2009)
Bombay. (India).

SER


=.PAZ Y ARMONÍA EN LA VIDA COTIDIANA.=
Ramesh S. Balsekar
Editorial Trompa de Elefante
Madrid
(2008)

SER

.LA BÚSQUEDA ESPIRITUAL.
(198-202)

La causa básica de todas las miserias humanas, y que subyace con frecuencia en la búsqueda espiritual, es el hecho de que el ser humano se (des)identifica del centro subjetivo que lleva a cabo la percepción y que es el aspecto subjetivo de la Fuente, y se identifica con el aparato psicosomático objetivo -el organismo cuerpo-mente- a través del cual tiene lugar la percepción.

Dicho de otro modo, el humano olvida que <<él>> es en realidad <<percepción>>, el aspecto funcional de la Consciencia -que es nuestra verdadera naturaleza pues la Consciencia, la Fuente, es todo lo que existe - y cree equivocadamente que es una entidad separada representada por un mecanismo psicosomático concreto.


Es necesario descubrir cómo tiene lugar este fenómeno, primero desde un punto de vista general y, a continuación, en los detalles prácticos de la vida cotidiana.

El centro subjetivo debe ser distinguido con claridad del centro objetivo, puesto que es precisamente la confusión entre los dos la que hace que uno se detenga de repente y pregunte:
<<¿Qué hago en el mundo?
¿Qué soy "yo" en realidad aparte de esta estructura física que nace y que tras un cierto período debe morir?>>.
Podemos ignorar estas preguntas y apartarlas cada vez que surjan, pero éstas continúan.

Hay una distinción clara entre el centro subjetivo al que uno se refiere intuitivamente cuando pronuncia la palabra <<yo>> -el símbolo último de lo que somos- y el objeto fenoménico tridimensional con el que nos identificamos cuando decimos <<yo>> en el sentido de un <<individuo-yo>>.

Una percepción directa y total de esta distinción entre el centro perceptivo subjetivo que somos y el centro operativo objetivo que creemos que somos no sólo proporciona la respuesta a las persistentes y exasperantes preguntas sobre nuestra verdadera naturaleza, sino que nos libra del sufrimiento y la infelicidad en los que innecesariamente nos vemos sumidos.

Cometemos el <<error>> de identificarnos con el centro operativo operacional (el mecanismo) y olvidamos que, en realidad, somos el centro funcional subjetivo que está más allá de lo fenoménico.

En efecto, este centro funcional subjetivo proporciona la Energía Fundamental original en forma de consciencia y la capacidad para percibir los millones de mecanismos que conocemos como seres sensibles que, sin dicha Energía Fundamental, no son más que <<materia muerta>>.
Es en cierta medida como si nos consideráramos a nosotros mismos dispositivos eléctricos en vez de la energía eléctrica que opera a través de los mismos.

Este <<error>> es comprensible, pues todas las acciones del aparato psicosomático se dirigen desde dicho centro objetivo.
Así, se considera de manera equivocada que este centro objetivo es el centro subjetivo (Consciencia); es algo así como confundir la central que produce la energía con su tablero de control.
En realidad, el centro operativo objetivo es sólo psíquico (de la misma forma que el corazón o el hígado son somáticos), puramente fenoménico y, por ello, desprovisto por completo de cualquier aspecto nouménico subjetivo.
Por consiguiente, dicho centro operativo no puede tener capacidad volitiva, autonomía o independencia para llevar a cabo una elección o tomar una decisión.

La distinción entre el centro funcional subjetivo y el centro operativo objetivo nos muestra con claridad cómo surge la identificación con una entidad supuestamente autónoma y dotada de volición.


La identificación errónea de lo que somos mouménicamente con el órgano operativo psíquico en el aparato psicosomático, es decir, nuestro organismo cuerpo-mente, hace que este último asuma una pseudosubjetividad, un aparente <<uno-mismo>> o <<ego>> dotado de una supuesta independencia y capacidad de elección.


La condición que resulta de esta situación se conoce como <<dualismo>>, condición que va más allá del simple proceso de dualidad, que es un requisito básico y necesario para el Noúmeno Absoluto se objetive a Sí-Mismo en la forma de fenómenos.


En el ejemplo clásico en el que la cuerda es confundida con una serpiente, la percepción de la cuerda es la ilusión primaria; la de la serpiente, la ilusión secundaria.


Cada vez que se percibe un objeto, lo que en realidad se está percibiendo es su pseudosujeto, es decir, el Sujeto en su manifestación objetiva, pues cada objeto (sensible o no) es en realidad un espejo que refleja Eso que está percibiendo.


Los objetos no pueden ser sino apariencias percibidas por los sentidos y posteriormente interpretadas, lo que significa que lo percibido tan sólo puede ser un reflejo de lo que está percibiendo; es decir, tanto el objeto percibido como el organismo a través del cual se lleva a cabo la percepción son objetos y es el Sujeto el que en  realidad está percibiendo.

La dificultad para comprender este hecho surge porque se considera al objeto-perceptor como una entidad independiente.


En realidad, éste no es más que un aparato fenoménico con ciertas reacciones características y el verdadero perceptor es la <<percepción>> en sí misma, el centro funcional subjetivo.
Expresado de otra forma, la verdadera percepción consiste en percibir desde el centro funcional subjetivo, mientras que percibir desde el centro objetivo operacional (la entidad) es una percepción imperfecta o de mente-dividida.

Un aspecto de la verdadera percepción es darse cuenta de que cualquier objeto o suceso percibido tiene existencia tan sólo en tanto que ha sido conocido por uno de nuestros sentidos, que lo ha interpretado en la dualidad sujeto-objeto.
Por consiguiente, el objeto o suceso no puede tener una existencia independiente de nuestra percepción del mismo.

En otras palabras, la existencia objetiva, ya sea física o psíquica, de un objeto o de un pensamiento, y la facultad perceptiva subjetiva mantienen una relación sujeto-objeto.
La Totalidad sólo puede darse cuando tiene lugar la negación de ambos aspectos.

Todos los pensamientos y fenómenos están basados en el concepto de espacio-tiempo, y puesto que el espacio-tiempo no es algo perceptible, no es una <<cosa>> que pueda ser conocida, se deduce que el percibir y el conocer -y, en realidad, todo funcionamiento fenoménico - es en realidad nouménico.
Como puso de manifiesto el sabio Jnaneshwar, la Subjetividad y el funcionamiento fenoménico son como <<cielo y espacio, o viento y movimiento, o llama y luz>>.

El elemento esencial en la verdadera percepción es el hecho de que no hay relación perceptor-percibido en la manifestación fenoménica.

Todo lo que existe es el funcionamiento de la mente-total de la Consciencia, y la mente-dividida conceptualiza este funcionamiento objetivo en forma de un sujeto que percibe el objeto : en realidad, no existe ninguna entidad objetivadora ni ningún elemento objetivado.

El ser humano comete el error fundamental de contemplar el mundo fenoménico como algo separado de sí mismo, a pesar de que él mismo es una parte intrínseca de la totalidad de la manifestación, que es el aspecto objetivo del Sujeto Absoluto no-manifiesto.

La manifestación fenoménica no ha tenido lugar de forma separada de los seres humanos para que éstos puedan percibirla y conocerla.
Los seres sensibles vinieron al mundo como parte de la totalidad de la manifestación, de forma simultánea y concurrente con el resto del universo.

Una clara comprensión de este hecho pone de manifiesto que aquello que percibe y el objeto percibido son ambos objetos en la manifestación fenoménica; que, en cada relación entre seres sensibles, uno de los dos objetos sensibles se convierte en el objeto que lleva a cabo la percepción cuando el otro es el objeto percibido, y de esta forma sujeto y objeto son conceptos intercambiables e interrelacionados.

En otras palabras, el objeto que percibe no puede percibirse a sí mismo, y el verdadero <<perceptor-conocedor>> es el acto mismo de percibir y de conocer.

Así, no existe ningún objeto, tan sólo el Sujeto, de forma que la manifestación en su totalidad es su expresión objetiva.

Esto supone trascender el dualismo sujeto-objeto, implica la ausencia fenoménica total; es decir, la Presencia Potencial, el retorno de la mente desde la objetivación externa (que es lo que significa percibir en el dualismo) hacia dentro, hacia su condición total o de no-objetivación de la cual surge la objetivación.

SER


OM SHANTI SHANTI SHANTI
OM PAZ PAZ PAZ


-.SER.-

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