viernes, 4 de abril de 2014

La búsqueda espiritual.(4). Ramesh Balsekar. OM.


SER



SER


.Sri Ramesh S. Balsekar.
(1917-2009)
Bombay. (India).

SER


=.PAZ Y ARMONÍA EN LA VIDA COTIDIANA.=
Ramesh S. Balsekar
Editorial Trompa de Elefante
Madrid
(2008)

SER

.LA BÚSQUEDA ESPIRITUAL.
(202-210)

La vida cotidiana implica percibir y reaccionar ante cosas.

La percepción, tal y como suele tener lugar cuando uno percibe el objeto, no es total sino, a consecuencia de la identificación, parcial.

La percepción total del objeto como manifestación de la Totalidad Absoluta no tiene lugar debido a la identidad individual del que percibe (como un individuo en contraste con el mundo exterior).

La visión ordinaria crea un antagonismo entre el individuo que percibe y el mundo exterior basado en <<yo>> y <<otro>>, sujeto y objeto.

En dicha percepción ordinaria, uno condiciona su propia percepción y utiliza el mundo exterior como instrumento para que tenga lugar este condicionamiento.

La atención perfecta sería aquella en la cual uno espera sin expectativa la percepción total y espontánea del mundo exterior y de uno mismo como Totalidad.

El <<uno-mismo>>, el sujeto, sólo permite que el mundo exterior se acerque para poder atraparlo, de la misma forma que la tela de araña captura a su presa.

Cuando tiene lugar la comprensión de que <<yo>> y el <<otro>> son ambos objetos a través de los cuales funciona la Fuente (como Energía Fundamental), el maia (lo ilusorio) y la ignorancia desaparecen y se da la verdadera percepción, en la cual no hay oposición entre el observador y el objeto observado.
Entonces, uno se convierte en espectador del espectáculo de la vida.
La percepción se convierte en total e impersonal.

Una vez se comprende que la atracción por los objetos externos surge en el organismo cuerpo-mente como una reacción biológica cuando los sentidos entran en contacto con sus objetos respectivos, y que no hay nada que el ego pueda hacer para conseguir nada, la perturbación desaparece y deja de enturbiar la paz y la armonía innatas en cada uno de nosotros.

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El sabio comprende que todo aquello que sucede es la voluntad de la Fuente y que el ego individual no es el hacedor de ninguna acción o pensamiento.

Con esta comprensión -la de que cada acción aparente es en realidad un suceso que tenía que suceder conforme a la voluntad de la Fuente, conforme a la Ley Cósmica, y no una realizada por ningún ego individual-, el sabio, establecido en la sabiduría de la Comprensión Última, acepta que cualquier placer o dolor momentáneo que la vida le traiga es su destino y la voluntad de la Fuente.

Así, la paz y la armonía en él no se ven nunca enturbiadas.

Cuando la luna llena ilumina no hace distinción entre lo bueno y lo malo, lo alto y la bajo; de manera análoga, el sabio, siendo consciente de que no hay hacedor individual ni bueno ni malo, trata a todos de la misma forma, sin hacer distinciones, y su compasión se extiende a todos.

Su sentido de la ecuanimidad no se ve perturbado jamás, a pesar de las distintas reacciones biológicas que puedan surgir en su organismo cuerpo-mente.

Cuando la vida trae placer, el sabio lo disfruta al máximo, pero no persigue el placer.
Cuando su destino trae dolor, lo padece con coraje y sin caer en la depresión.

La actitud del sabio hacia la vida es muy distinta de la de los aspirantes espirituales que, en su ignorancia, intentan sofocar sus deseos a través del control de los sentidos, mientras la búsqueda de placer continúa en sus mentes. 

El sabio deja que la vida suceda de acuerdo con la voluntad de la Fuente.

Por consiguiente, cualquiera que sea la reacción biológica que surja en el momento -furia, miedo, placer, dolor, compasión o cualquier otro pensamiento o sentimiento- no enturbia la ecuanimidad del sabio, que continúa viviendo anclado en la paz y la armonía.

Como consecuencia de la aceptación total de que aquello que sucede no es obra de nadie, ni de él mismo ni de ningún otro, no lleva a cuestas una carga de orgullo y arrogancia ni una carga de culpa y vergüenza por las acciones que tienen lugar a través de su propio organismo cuerpo-mente.
Tampoco acarrea un fardo de odio, malicia, celos o envidia hacia los otros.

Por ello, siempre está a gusto consigo mismo y con los demás.

Al dejarlo todo a la voluntad de la Fuente, siempre está en armonía con su Creador.

En otras palabras, mientras que durante el estado de vigilia la persona común experimenta culpa, vergüenza, odio y malicia, para el sabio, desde la aceptación ecuánime de todo aquello que la vida trae, el estado de vigilia significa la paz y el descanso presentes en el estado de sueño profundo.

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Muchas personas quieren saber si hay algo sencillo que se pueda recordar durante el día y que haga que la vida sea más simple y menos estresante.

Pienso que sí hay tal cosa : no lamentarse.

Quejarse es un completo desperdicio de energía, sobre todo cuando se convierte en un ejercicio de autocompasión.

Si uno lo analiza, el lamento hace referencia a la presencia de algo que uno no desea o a la ausencia de algo que uno desea.

Asimismo, la queja se puede referir a algo sobre lo que se puede hacer algo o bien a algo sobre lo que no se puede hacer nada.

Con este análisis, parece claro que resulta inútil quejarse de algo sobre lo que no se puede hacer nada.

Si hay algo que uno pueda hacer, ¿por qué no hacerlo y dejar de lloriquear y lamentarse?.

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Disfrutamos tanto de la luz como de la oscuridad.
La una realza la otra.
Cuando uno está espiritualmente maduro, puede considerar como manifestaciones divinas tanto a la felicidad como a la tristeza, pues dependen la una de la otra para ser experimentadas plenamente.

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Considerar a la Fuente y acercarse a Ella de una forma concreta y restringida implica una visión distorsionada de la Totalidad; este enfoque considera el asunto sólo desde el punto de vista del individuo y no desde el punto de vista del funcionamiento fenoménico en su conjunto.

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<<¿Hay un tipo específico de programación más abierto que otro a la ocurrencia de la Realización del Ser o Iluminación?>>.

De la sorprendente diversidad de casos en los que ha tenido lugar la Iluminación, en las distintas partes del mundo y en las distintas épocas de la humanidad, parece claro que la Naturaleza o la Totalidad no restringe la ocurrencia de la Iluminación a un determinado tipo de ser humano.

Ciertamente, hay una característica común :

la desaparición del <<yo>> o <<uno-mismo>> como hacedor individual de los sucesos del día a día que el ser humano interpreta como sus acciones.

Las palabras de Buda lo han expresado de forma clara :

<<Los acontecimientos suceden, las acciones se llevan a cabo, pero no hay ningún hacedor individual>>.

Pero esta aniquilación del <<yo>> o <<uno-mismo>> como hacedor individual no puede ser <<alcanzada>>, pues el que quiere alcanzarla no es más que el <<yo>> en la forma de <<ego-buscador-hacedor>>.

El buscador-hacedor no puede destruirse a sí mismo.

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La mente se pregunta :

<<Cuando tenga la Comprensión Última, si es que ésta llega, ¿cómo debería actuar y comportarme?>>.

La respuesta es que el hombre sabio ha llegado a serlo porque en él ha tenido lugar la Comprensión Última de que no hay hacedor individual de ninguna acción, de que toda acción es un suceso divino de acuerdo con la Ley Cósmica.

Por lo tanto, no puede haber acción alguna que sea <<la acción de un sabio>>.

SER 



OM SHANTI SHANTI SHANTI
OM PAZ PAZ PAZ



-.SER.-

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